El Cimarronaje: Expresión de Emancipación, Lucha y Resistencia de Mujeres y Hombres Afrodescendientes desde el Mosaico Caribeño a la Abya Yala. Diónys Rivas e Ismenia Mercerón
Diónys Cecilia Rivas Armas: Docente – Investigadora de la EVP. Correo: dionysrivasarmas@gmail.com
Ismenia de Lourdes Mercerón: Coordinadora de la Cátedra Libre África “Josefina Bringtown", UNESR- Núcleo Maracay. Correo: nenajabamiah84@gmail.com
Palabras Claves: Cimarronaje, Resistencia, Emancipación, Abya Yala.
1. Ideas iniciales
La condición colonial, es el contexto de opresión y dominación que convirtió a seres humanos en mercancía y objetos a través del trabajo esclavo y la deculturación (ii). Esta dinámica deshumanizada se intensificó en los pueblos americanos y caribeños a partir del siglo XVI. El sistema esclavista y colonial, pretendía introyectar en los cuerpos y territorios de las y los esclavizados desde relaciones de poder y dominio, una pedagogía de la opresión y la sumisión. Esta pedagogía se impuso desde dos acciones. En primera instancia, la conquista, que buscó la posesión violenta de la tierra y los pueblos. Y la colonización, que intentó la apropiación de las expresiones, lenguajes, modos de vida, espiritualidad y religiones. Según Serna (2015): “La pretensión implícita de todo conquistador es que la colonización del espíritu sea tan completa como el dominio sobre el territorio de los cuerpos” (p. 41).
Sin embargo, hoy son visibles los procesos de resistencia etnocultural de los pueblos indígenas y afroamericanos, frente a la cultura de dominación y poder desplegada por quienes intentaron desarraigar elementos culturales ancestrales para la apropiación de las riquezas y territorios del Abya Yala y El Caribe. La conquista tomó posesión violenta de los territorios, pero nuestros pueblos en un proceso de recreación y supervivencia, reelaboraron y dieron resignificación a los lenguajes y saberes propios desde una praxis, una filosofía y una cultura de resistencia. Como señala Díaz Polanco (2015): “las identidades étnicas han resultado más resistentes de lo previsto. A pesar de los brutales esfuerzos planeados (genocidio, etnocidio) y de las sutiles fuerzas disolventes (etnofagia) que se han puesto en juego en Latinoamérica durante cinco siglos” (p.129).
En este sentido, la primera forma que toma la resistencia de las y los esclavizados frente al sometimiento europeo, es el cimarronaje, el cual surge como un espacio libertario y de emancipación, en un principio disperso, pero con una gran significación y sensibilidad para recobrar la libertad y rescatar vínculos de solidaridad. Por tanto, nuestro ensayo versará sobre el análisis de la resistencia cultural y de la resistencia política, a través del cimarronaje como movimiento contra el régimen esclavista y acción colectiva para el encuentro con la libertad, destacando el papel de las mujeres africanas y afrodescendientes en los procesos de resistencia cultural y emancipación. Se tomarán como referencia las investigaciones de Jesús María Serna Moreno sobre resistencia cultural e interpretación de los aportes teóricos de Héctor Díaz-Polanco sobre resistencia política.
2. Aproximación teórica sobre Resistencia Cultural
La conquista y la colonización como empresas de control territorial y aniquilamiento cultural para la acumulación capitalista y de riquezas por parte de los europeos en las Américas y El Caribe, germinaron en las mujeres y hombres traídos de África y sus descendientes una nueva creación cultural, ideológica y artística, para su autonomía, afirmación social e identidad. Se fue formando una contracultura, nueva creación de la inteligencia y la supervivencia; esta cultura, precedente de la matriz civilizadora africana, experimentó un largo y complejo proceso de regerminación en este entorno ecológico que se dio principalmente en las Antillas y en las costas (Serna, 2015, p. 34).
Estos procesos de creación colectiva son expresiones de una cultura de resistencia como respuesta al sistema de dominación y para la supervivencia del bagaje cultural traído de África. Un nuevo mundo cultural se sedimentó para darle persistencia a las expresiones humanas y sociales del mundo africano en otras tierras. Como lo señala, Serna (2015): la resistencia se convierte en una necesaria reinterpretación de los valores identitarios y deseo de emancipación en una permanente lucha entre la cultura dominante y la cultura subordinada. La resistencia etnocultural se criba de esta dialéctica viva que anima a las minorías culturales, a los indígenas, y pueblos y comunidades afroamericanas, en la reelaboración y resignificación de los lenguajes y los saberes propios frente a los que exhiben y despliegan quienes detentan el poder (p. 41).
La resistencia cultural, transforma a las esclavizadas y esclavizados en cimarrones libres, que buscaban edificar su pasado africano en las selvas y montañas, donde construían comunidades para estructurar su propio gobierno, recrear su organización social, reconstruir su cultura y su religión. Como expresa Roger Bastide (1967): “las manifestaciones culturales propiamente africanas sólo lograrán persistir entre los grupos denominados cimarrones bozales”.
Resistencia significaba libertad cultural, expresión libre de la memoria y el refugio de vivir en colectividad para la reivindicación y afirmación de las creencias, tradiciones y cultura propia frente al sistema de opresión. La resistencia cultural permitió crear una nueva cultura con raíces africanas, indígenas y europeas, donde fue determinante el elemento mágico – religioso para la protección de la vida fugitiva, rebelde y como conexión con la religión ancestral. Retomando las ideas de Serna (2015): “la resistencia puede asumir muchos rostros, ser ardid, argucia, mimesis teatralizada, lenguaje o movimiento cifrado, creatividad, música, ritmo, sentimiento, esperanza, ofrenda y también interpelación abierta y combate”. Por tanto, la resistencia cultural, tiene rostro de libertad, emancipación y cimarronaje. El cimarronaje fue el espacio de autonomía, para la resistencia cultural y lucha que hoy está latente en nuestras tierras a través de nuevas estrategias de colonización ideológica, espiritual y cultural.
3. Cimarronaje: Resistencia y Emancipación
Ante la situación de opresión que generaba el sistema esclavista, nuestros ancestros y ancestras buscaron mecanismos para lograr su autonomía, libertad y dignidad. Por tanto, las rebeliones de las y los esclavizados iniciaban cuando se embarcaban en los barcos negreros para avanzar en un largo viaje a través del Atlántico, donde operaba la “muerte social” (Patterson) y degradación de las y los africanos. De acuerdo a Duno-Gottberg (2014): “La supervisión de los esclavos era constante para evitar las revueltas y suicidios, algunos trataban de morir de hambre y otros intentaban saltar por la borda” (p. 57).
Las primeras insurrecciones traen consigo pasajes anecdóticos que dan cuenta de la resistencia que caracterizó a las y los africanos, desde el primer momento que estos fueron capturados para ser vendidos lucharon por su libertad, así tenemos el pasaje señalado por Cedeño (1984) citando a Emilia T de Veracoechea (1969):
(…) los negros que iban a ser vendidos como esclavos en las costas africanas eran traídos desde el interior amarrado unos con otros formando lo que se denominaba una “cuerda”. En algunos casos era tal su desesperación que, al verse privados de su libertad y separados de su medio ambiente, intentaban suicidarse: se cita el caso de una mujer y una niña que trataron de quitarse la vida comiendo barro, pero fueron obligadas a vomitar y luego castigadas brutalmente (p.25).
Muchos son los relatos de los enfrentamientos que hubo en las costas de África, antes de la partida a tierras lejanas de su hogar, arrancados de su madre África. Un pasaje desgarrador es el arribo del barco negrero “La Amistad” a su llegada a Cuba, en el cual se embarcaron 773 “negros” y al realizar la travesía de aproximadamente 52 días, mueren alrededor de 545 de africanos, el resto que logró sobrevivir estaba en condiciones deprimente. El médico encargado de vacunarlos, le reclama al dueño “la carga”, y se excusa expresando que el elevado número de muertos no se debía al exceso de carga, sino al hambre. A este pasaje se agrega que muchos de estos hombres y mujeres fueron arrojados al mar encadenado unos a otros.
El cimarronaje simbolizó una actitud de dignidad de las y los esclavizados que individual y colectivamente buscaron distintas formas de lucha para lograr su libertad (el suicidio, el aborto voluntario, el envenenamiento de los amos blancos, la revuelta y la fuga). El sistema esclavista construyó espacios para la explotación de mano de obra de las y los esclavizados, el trabajo de las tierras y con ello iniciar el comercio en las plantaciones y haciendas. Pero este sistema esclavista tuvo su contraparte en la resistencia “El Cimarronaje”.
Sin duda, el cimarronaje como movimiento influyó en el desgaste del sistema esclavista y su progresiva sustitución por el trabajo libre. Efectivamente, el cimarronaje buscaba desestabilizar las distintas formas de esclavización y se constituye en una respuesta a la violencia que eran sometidos los africanos, africanas y sus descendientes en el sistema de plantación, haciendas o minas. “El cimarronaje tiene un carácter más radical, sin ningún elemento de mediación entre su conducta dinámica y los intereses de la clase señorial” (Serna, 2015, p. 31).
Desde el siglo XVI la palabra cimarrón sirvió para nombrar todo aquello que era silvestre o salvaje. Cimarrón, originalmente se refirió al ganado doméstico que se había escapado a las montañas en “La Española”, es decir hoy día Santo Domingo. Es muy probable, que por eso se dice que fue en “La Española”, donde se uso por primera vez el término de cimarrón (García, 2001, p.42).
Es importante destacar, que el cimarronaje, se constituyó en una conjugación de movimientos de protestas, cuyos centros de organización y refugio, eran los palenques, quilombos, manieles, mocambos, cumbes, madeiras o mabises. El cimarronaje, como movimiento, impulso el establecimiento de espacios libertarios para la convergencia de otras formas de rebeldía o de emancipación para el ser, sentir, vivir y convivir. En estos espacios, se integraban todos los sometidos y sometidas por el sistema colonial y esclavista, “se llegaron a incluir no sólo negros fugados, sino también indios perseguidos, mulatos, mestizos, personas perseguidas por el fisico, fugitivos del servicio militar, mujeres sin profesión, blancos pobres o prostitutas” (Serna, 2015, p.32).
Un ejemplo de estos espacios libertarios poblados por esclavizadas y esclavizados fugados, es el “Palenque de San Basilio en Colombia”, que representa el primer pueblo libre de América, fundado por esclavizadas y esclavizados liberados, los cuales preservan la memoria de resistencia de las comunidades africanas y se identifican con los principios de emancipación, combate y lucha como reivindicación del pensamiento humanista. Hoy los habitantes de San Basilio continúan su lucha por el reconocimiento de la diversidad cultural de su región como testimonio viviente de la influencia cultural africana en el Caribe.
Es importante destacar, los procesos de cimarronaje en Brasil, ya que fue uno de los países que recibió la mayor cantidad de esclavizados y esclavizadas de origen afrosubsaharianos y donde se conformaron más de 139 palenques o quilombos. Además, se constituyó el quilombo de mayor prolongación en el tiempo (1630-1685) en América, liderado por el cimarrón de procedencia angolana Zumbi(iii) de los Palmares. “El Quilombo de Palmares”, se constituyó en una República dentro de Brasil, “permaneció así por más de cincuenta años, representando un peligro para el proceso de consolidación de la colonia portuguesa” (García, 1990, p. 51).
En Venezuela, los procesos de emancipación inician en el Siglo XVI, donde se desarrolla la primera rebelión y grito libertario de los esclavizados y esclavizadas en las minas de Buría, liderado por el Negro Miguel (1552-1553), quién huyó a las montañas y preparó un ataque junto a los indígenas contra la explotación a que eran sometidos en el trabajo en las minas.
En el siglo XVIII, se da el levantamiento contra la Compañía Guipuzcoana, del zambo Juan Andrés López del Rosario (1730-1732), conocido como Andresote, en los Valles de Yaracuy. “Nunca pudieron apresarlo y desapareció como los espíritus africanos, dejando una referencia histórica en el cuadro de los aportes morales y políticos en la construcción de la idea de independencia de Venezuela” (García, 2013, p. 32). La conspiración de Miguel Luango y otros esclavizados en los Valles del Tuy y Caracas (1749).
Por otro lado, el 10 de mayo de 1795, se da la insurrección en Macanillas (Estado Falcón), del líder José Leonardo Chirino, contra la explotación esclavista. La rebelión de Coro tuvo proyección en Curazao, bajo el liderazgo del cimarrón Tula, quien conformó un movimiento contra las tropas holandesas el 3 de octubre de 1795. Así mismo, se destaca el intento subversivo de Francisco Javier Pírela en Maracaibo (1799), las constante fugas de zambos, morenos libres, mulatos, esclavizados y esclavizadas en los años de 1795-1796 en los espacios geográficos de Cumaná, Carúpano, Río Caribe y Cariaco. Las acciones de los cimarrones Guillermo Ribas y Miguel Gerónimo “Guacamaya” (Barlovento y los Valles del Tuy, últimas décadas del siglo XVIII). Estas insurrecciones y alzamientos, no sólo tenían como protagonistas a los hombres, también se destacó la actuación y heroísmo de las mujeres cimarronas y libertarias.
4. Resistencia de las Mujeres Africanas: “Mujeres esclavizadas, Mujeres Cimarronas, Mujeres Libertarias”
Los procesos de emancipación, lucha y resistencia también fueron emprendidos por las mujeres que llevaron a cabo acciones en contra del régimen esclavista, racista y patriarcal. Relatar su hacer en la vida cotidiana de la Venezuela colonial es muy amplio. Sin embargo, podemos iniciar señalando que desde el arribo en los barcos negreros sufrieron abusos, maltratos y humillaciones, sus cuerpos fueron el lienzo donde se dibujaron las marcas del látigo y de la carimba y su útero se convirtió en instrumento de reproducción de nuevos esclavizados. La mujer africana recibió el mismo trato que el de los hombres, pero en su condición de mujer fueron cosificadas y racializadas en las plantaciones azucareras de Cuba, Haití y Jamaica, según las crónicas. La mujer fue sometida a un trabajo intenso a la velocidad del trapiche que exprimió con sus sudores hasta disecar sus cuerpos (García 2006, p.35).
La mujer africana garantizaba la prosecución de la esclavitud al llevar en su vientre herederos del sistema esclavista, pero en muchos casos esto no sucedió, preferían el aborto con el uso de yerbas, para no someter a sus hijas e hijos a tales vejaciones y esclavitud. Existen pasajes que muestran el amor de la madre por sus hijas e hijos a través de la compra de su libertad antes de su nacimiento, este acto legal es llamado desde la mirada del investigador Jesús “Chucho” García, como el “cimarronaje pasivo”. Al respeto García (2006) citando a Hermila Troconis (1986, p.2) expresa:
Un caso muy especial se presentó cuando una esclava preñada acude ante las autoridades para comprar la carta de libertad para el hijo que aún no había nacido y del cual pide un avaluó (que fue hecho en quince pesos, argumentando que un recién nacido bautizado valía veinticinco). Se autorizó la libertad del niño todavía estando en el vientre materno, lo cual fue un caso insólito pues por la ley se decía que vientre esclavo engendra esclavos (iv) , y este caso el vientre esclavo engendro y parió libre.
Por otro lado, es interesante destacar, los procesos de resistencia cultural de las mujeres africanas esclavizadas en sus roles como ayas, nodrizas y cuidadoras, ya que “todo blanco llegaba al mundo en manos de la partera negra” (Acosta Saignes, 2014, p. 173). Pues, se encargaban del amamantamiento, educación y cuido de los hijos e hijas de sus amos y esclavizadores. Por tanto, fue determinante su papel en la continuidad, conservación y recreación de la cultura africana y la influencia afectiva y amorosa como portadoras y trasmisoras de la sabiduría africana:
mientras la madre achacosa, remilgada, o deseosa de conservar los dones de la juventud, encargaba a la “criadora” el amamantamiento del hijo; éste llegaba a ver en su “mamá negra” como todavía hace poco años, se oía en la Provincia, una verdadera madre (p. 173).
Podemos traer otro pasaje con una gran carga de amor de las mujeres esclavizadas; dice la leyenda popular que Bolívar se refirió en 1827, cuando regresó a Caracas, “a sus negras”, porque las llamaba “mis negras”. Pregunta por Hipólita: “¿Dónde está Hipólita que me dio de comer? ¿Dónde está Matea que me enseñó mis primeros pasos?”(v). Las figuras de Hipólita y Matea, como nodriza, maestras y ayas, sembraron una espiritualidad y sensibilidad en el Libertador Simón Bolívar para forjar la libertad y justicia en nuestro continente y El Caribe.
Ilustración 1: Esclavizadas en su rol de Nodriza amamantando y de Aya
Fuente: https://www.pinterest.com/pin/558868634993077964/?lp=true
En todo momento de la historia y las luchas de los pueblos de El Caribe hasta la Abya Yala podemos ver el liderazgo, la fortaleza y la actuación valiente de las mujeres africanas, que junto al hombre cimarrón crearon espacios libertarios en contra de la propiedad latifundista-esclavista opresora y dominante de los africanos y de los indígenas. Podemos recordar a “La Reina” Guiomar, Juana Francisca Llanos, María de los Dolores. Además, se destaca la participación y protagonismo de las mujeres en las luchas de independencia, como Juana Ramírez “La Avanzadora”, Josefa Camejo y otras que quedaron invisibilizadas por la historia, pero que sin duda alguna su presencia determinó la libertad de muchos pueblos.
Los sueños de libertad, génesis del cimarronaje se cristalizan en los cumbes de Venezuela, los palenques en Colombia y los quilombos en Brasil, espacios libertarios donde africanos, africanas e indígenas compartieron hazañas y lograron vivir en comunidad.
Uno de los primeros y más conocido fue el Cumbe de Ocoyta, en esta cumbe que iluminó el firmamento en Barlovento durante tres años, se alojaron principalmente mujeres, que fueron conformando una “familia cimarrona”. Como espacio libertario se entrelazaron los momentos para el amor y la pasión, muestra de ello fue la unión entre Marta Sojo y Eleno Sojo, María Valentina con Francisco Mina; Manucha Algarín Joaquín con Joaquín Nieves y Juana Francisca con Guillermo Rivas, líder de la cumbe. Señala, Jesús “Chucho” García, que estas esclavizadas andaban cimarroneando desde 1769.
De estos pasajes y datos podemos interpretar que mientras la cumbe permaneció por más de tres años, los niños, niñas, hombres y mujeres vivieron con dignidad, educando a sus hijos e hijas, enseñando sus costumbres, sus dialectos, creencias y espiritualidad, una pedagogía de la oralidad que hasta nuestros días se mantiene como hilo conductor para cultivar nuestras tradiciones culturales. No cabe duda que estas niñas y niños vivieron sus primeros años de infancia amamantados del elixir de la leche materna al calor y regazo de su padre y madre. Este vivir juntos como una “gran familia de cimarrones y cimarronas”, vio truncada su libertad cuando en el mes de noviembre de 1791, las fuerzas militares del régimen esclavista español sucumbió y destruyó el Cumbe de Ocoyta, donde cayó en combate Guillermo Rivas, las cimarronas y los cimarrones. Las mujeres capturadas fueron enviadas a la cárcel real de Caucagua y luego condenadas a la terrible cárcel de corrección “La Caridad de Caracas”, donde fueron castigadas con el cepo y sometidas a terribles torturas.
En las inmediaciones del pueblo de Chuao en el estado Aragua, corrieron con otro destinos los cimarrones, Pedro Pablo, su mujer y familia, fueron enviados a puerto de Veracruz por ser lideres de cimarrones, y se les acuso de ser responsables de la fuga de más de 34 esclavizados en el sector de Turmero del mismo estado” (García 2001, p.61).
No podemos dejar de nombrar en nuestro mosaico caribeño las acciones de cimarronaje activo de la heroína Jamaiquina “Nanny de los cimarrones”, sus raíces ancestrales eran de origen Ashanti (África), país que hoy se conoce como Ghana. Nace en 1686 y murió alrededor de 1750, no tuvo descendencia, se dice que contrajo matrimonio con un hombre de nombre Odu, de niña fue trasladada a Jamaica y fue vendida en Saint Thomas Parish, una ciudad cerca de Port Royal, donde los esclavizados trabajan en las plantaciones de caña de azúcar, con ella también fueron vendidos sus hermanos.
Ilustración 2: Nanny de los Cimarrones. Lideresa. Sacerdotiza.
Fuente: https://www.encaribe.org/es/article/nanny-de-los-cimarrones/2128
Fuente: https://www.encaribe.org/es/article/nanny-de-los-cimarrones/2128
En el siglo XVIII, Jamaica, estuvo bajo el dominio de los ingleses, varios esclavizados
fueron liberados por los españoles para evitar que cayeran en manos del imperio inglés. Estos guerreros fueron llamados cimarrones por su huida a las montañas y Nanny fue una de las artífices para albergar a muchos de estos en las colinas de Portland, logrando fundar un pueblo que lleva su nombre: Nanny Town. Los ingleses a fin de recuperar a los hombre y mujeres, invadieron esas colinas, pero Nanny y los cimarrones lucharon para continuar siendo libres (1739).
Así mismo, las fuentes bibliográficas señalan que Nanny era una de las más importantes luchadoras por la libertad de Jamaica y fue convertida en “Reina Madre”, como decir la madre del pueblo, se le conoce como una lideresa política y religiosa, además era muy poderosa por poseer el don de la sabiduría de las yerbas para curar. Nanny será por siempre recordada como un personaje legendario, “Reyna y Sacerdotisa”.
5. Cimarronaje: Resistencia Política en el Mosaico Caribeño
El Caribe, en especial Haíti, representó el primer y único caso, en toda América, en el que se logró una revolución donde el cimarronaje llegó al poder. El cimarronaje como proyecto político de país exigió independencia, tierra, libertad y equidad para los africanos, africanas y sus descendientes. Nuestro continente estuvo sacudido de rebeliones; algunas victoriosas, siendo la de mayor significación la Revolución Haitiana iniciada en 1791 y culminada en 1804 con la creación de la primera República de la diáspora Africana libre en la historia de la humanidad: Haití (García, 2013, p. 20).
El Caribe, en especial Haíti, representó el primer y único caso, en toda América, en el que se logró una revolución donde el cimarronaje llegó al poder. El cimarronaje como proyecto político de país exigió independencia, tierra, libertad y equidad para los africanos, africanas y sus descendientes. Nuestro continente estuvo sacudido de rebeliones; algunas victoriosas, siendo la de mayor significación la Revolución Haitiana iniciada en 1791 y culminada en 1804 con la creación de la primera República de la diáspora Africana libre en la historia de la humanidad: Haití (García, 2013, p. 20).
El cimarronaje representó un espacio de emancipación y resistencia cultural, que se
potencia y concreta como proyecto de resistencia política. De acuerdo a Jameson (2000), la resistencia política, “no deriva de su sistema de creencias como tal, sino de su anclaje en una comunidad realmente existente”. Por tanto, la conformación de la comunidad se convertirá en el epicentro donde circulan los elementos culturales y late la tradición para la preservación de lo colectivo, pero con elementos políticos que dan fuerza y tejido a los nexos sociales que se intercambian y comparten en un territorio propio, para la defensa de sus formas de vida.
El cimarronaje, como acción liberadora y de emancipación, busca enraizarse en un lugar, para construir comunidad, autonomía e identidad. Esta comunidad, se convierte en el espacio libertario y de resistencia que exaspera a la lógica colonial y esclavista, hacia la consolidación de un proyecto común de alcance social, para la lucha política de un colectivo cohesionado socialmente en un territorio. Esta comunidad se traduce en los palenques, quilombos o cumbes donde se desplegaba el ideal de libertad y hermandad. “La comunidad, se convierte en el bastión fundamental de la resistencia política positiva y socialmente productiva” (Jameson, 2000).
Como reflexión final, el cimarronaje, no sólo representó un movimiento de resistencia cultural, se convirtió en un proyecto de resistencia política, espiritual y de acción colectiva articulada, para el reencuentro con nuevas relaciones humanas bajo los principios espirituales de solidaridad, hermandad y libertad.
Como reflexión final, el cimarronaje, no sólo representó un movimiento de resistencia cultural, se convirtió en un proyecto de resistencia política, espiritual y de acción colectiva articulada, para el reencuentro con nuevas relaciones humanas bajo los principios espirituales de solidaridad, hermandad y libertad.
"Se ha descubierto que el cimarroneo no fue solamente un fenómeno social y político sino también la actividad espiritual que permitió a los trabajadores de las plantaciones americanas dotarse de una nueva escala de valores en la religión, la magia, la música, la danza, la medicina popular, las lenguas creóles, la cocina, la literatura oral, la vida sexual, la familia y otras expresiones de la vida en sociedad" (Depestre, 1981, p. 20).
6. Algunas ideas finales
Millares de esclavizadas y esclavizados, ante la violencia de los opresores, opondrían la
intimidación hacia la pasión de los oprimidos. Desde la pedagogía de la rebelión e insurrección, escaparon de la dominación y explotación, a través de la búsqueda de espacios libertarios en los montes, selvas y ríos para desarrollar su vida lejos de la coacción y explotación, a que eran sometidas y sometidos por los propietarios y encargados de las plantaciones y haciendas. Los cimarrones y cimarronas, construyeron cumbes, rochelas, quilombos y palenques, entre otros espacios liberados, como ideal de fraternidad universal y la clara conciencia de la conquista de lucha y combate por la justicia, que nos llama a recordar el pensamiento de Bolívar; “Sólo la unión nos hará libres”.
______________________
(i) Se sustituye la palabra América y se hará uso de Abya Yala por ser el nombre originario dado al continente americano por el pueblo Kuna de Panamá y Colombia antes del arribo de Cristóbal Colón y europeos. Literalmente significaría tierra en plena madurez o tierra de sangre vital.
(ii) Es un proceso consciente mediante el cual, con fines de explotación económica, se procede a desarraigar la cultura de un grupo humano para facilitar la expropiación de las riquezas naturales del territorio en que está asentado y/o para utilizarlo como fuente de trabajo barata, no calificada, en forma de esclavitud o de semiesclavitud (Moreno Fraginals, 1981, p.12).
(iii) De la rebelión de Zumbi, hoy los afrobrasileños conmemoran el 20 de noviembre como el “Día de la Conciencia Negra”.
(iv) Bolívar en su Discurso de Angostura de 1819, decretó eliminar esa frase de vientre esclavo engranda esclavo.
(v) Relato presentado en el Discurso de orden del Consejo Legislativo del Estado Guárico del Consejo Municipal del Municipio Roscio Nieves por el Prof. Reinaldo José Bolívar.
REFERENCIAS
Acosta Saignes, M. (2002). “La negra Matea”. La Dialéctica del Libertador. Caracas:
Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca.
_______ (2014). Estudios para la formación de nuestra identidad. Caracas: El perro y la rana. Cedeño Guerra, F. (1984). Esclavos Negros, Cimarroneras y Cumbes de Barlovento. Caracas: Cuadernos Lagoven.
_______ (2014). Estudios para la formación de nuestra identidad. Caracas: El perro y la rana. Cedeño Guerra, F. (1984). Esclavos Negros, Cimarroneras y Cumbes de Barlovento. Caracas: Cuadernos Lagoven.
Depestre, R (1981). Una ejemplar aventura de cimarroneo cultural. Revista El Correo de la UNESCO, Año XXXIV, 1981, p. 16-20.
Díaz-Polanco, H. (2016). El jardín de las identidades: La comunidad y el poder. Caracas:
Editorial El Perro y la Rana.
Duno-Gottberg, L. (2014). La Humanidad como mercancía: Introducción a la esclavitud en América y El Caribe. Venezuela: Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos
García, J. (2013). Afrodescendientes en América Latina y El Caribe. Venezuela: Fundación Afroamérica.
_______ (2001). Africanas, Esclavizadas y Cimarronas. Venezuela: 2da Edición Red de Organizaciones Afrovenezolanas.
_______ (1990). África en Venezuela. Caracas: Cuadernos Lagoven.
_______ (2001). Africanas, Esclavizadas y Cimarronas. Venezuela: 2da Edición Red de Organizaciones Afrovenezolanas.
_______ (1990). África en Venezuela. Caracas: Cuadernos Lagoven.
Moreno, Manuel. La Plantación, Crisol de la Sociedad Antillana. Revista El Correo de la
UNESCO, Año XXXIV, 1981, p. 10-14.
Serna, J y Viviana Díaz (2015). Afrodescendientes y Diversidad Étnico-Cultural en México y Nuestra América. México: Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe.
Excelente trabajo, buena investigación mixta (científica y cualitativa) y muy completa como siempre y desde un punto de vista humanista; esfuerzo, constancia y disciplina para obtener un producto final realmente valioso
ResponderEliminar