Desempleo profesional. Luis Britto García



Desempleo profesional: Luis Britto García. Abogado, historiador, narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante. Catedrático de la Escuela Venezolana de Planificación.


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Para 2013, el ministro del Poder Popular para la Educación Superior Pedro Calzadilla declaraba que en ese entonces funcionaban 64 universidades públicas; que la matrícula académica alcanzaba los 2.500.000 estudiantes;  que 500.000 de ellos cursaban estudiossuperiores  en la Misión Sucre, y que en ella ya se habían graduado 200.000 nuevos profesionales (ver fuente).

Para el 21 de marzo de 2015 dicha Misión celebraba en el Poliedro la graduación de su profesional número 500.000. Son cifras impresionantes, que colocan a Venezuela al lado de los cinco países con mayor número de estudiantes en educación superior.

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Algunos indicadores nos dan idea del  impacto de tales logros en la fuerza laboral. El Instituto Nacional de Estadística, según las últimas cifras disponibles para 2015, calcula nuestra fuerza de trabajo en 14.167.281 personas; casi la mitad de la población. De esa magnitud se desempeñan como gerentes, administradores, directores y otros, 855.082 personas. Trabajan como empleados de oficina y afines 989.614: como profesionales, técnicos y personas en ocupaciones afines, 2.267.003; como vendedores y ocupados en actividades afines, 2.454.118 ciudadanos. Tenemos así que unos 6.274.817 venezolanos, casi la mitad de la fuerza de trabajo, se desempeñan como trabajadores intelectuales, en el sentido de que en sus labores prepondera la actividad mental sobre la física. Es notable que los 2.267.003 específicamente registrados como profesionales, técnicos y personas afines se aproximen a la décima parte de la población del país, y a la séptima parte de la fuerza laboral.

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Emplear en sus tareas específicas una gran masa de profesionales requiere  una economía en pleno desarrollo, fenómeno que en pocas ocasiones se logra en América Latina.  La tasa de desocupación para la población venezolana económicamente  activa  es para el mismo año 2015 de 5,0%; la de profesionales, técnicos y personas en ocupaciones afines, de 5,0%; la de gerentes, administradores, directivos y otros, de 4,6%; la de empleados, oficinistas y afines, de 7,7%;  la de vendedores y profesiones similares, de 6,0%. La desocupación de los trabajadores intelectuales no supera en forma notable la del resto de la población.

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Lo que queda por determinar es si trabajan en las disciplinas para las cuales fueron formados, y si lo hacen con el nivel de remuneración al cual aspiraron mientras se preparaban. Si no lo logran, se presenta un contraste entre expectativas y logros,  conocido como disonancia de status, y el profesional desplazado busca por todos los medios integrarse en el orden que lo rechaza,  construir uno nuevo que lo acepte  o emigrar. Por todos los medios hay que evitar que una formación excelente en lugar de mejorar el país propicie el conflicto.

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Hemos demostrado en trabajos anteriores que Venezuela sigue siendo un país de inmigración, y que la migración no reviste las magnitudes que algunos comentaristas fantasean. Eduardo Rothe nos resume algunas cifras oficiales sobre los países con mayor entrada de compatriotas.
En Estados Unidos,  en 2016 la Oficina del Censo registraba 366.443 venezolanos. España, según Wikipedia, aloja 300.000. En Chile, su gobierno  declara 164.866 venezolanos; Perú alojaría 100 mil, según cifras de la Superintendencia Nacional de Migraciones; la Oficina de Migración de Colombia estima 40.000 venezolanos viviendo legalmente y calcula 60.000 irregulares;  Ecuador, según el Alto Comisionado de la
ONU para refugiados, acoge 62.000 (¿Cuántos venezolanos viven en el exterior? - Por: Eduardo Rothe (Leer artículo ¿Cuántos venezolanos viven en el exterior? de Eduardo Rothe). El tan publicitado éxodo no pasaría de 1.092.309 emigrados en los últimos años, cifra que Rothe eleva generosamente a millón y medio tomando en cuenta el tiempo transcurrido. No es una magnitud exagerada para nuestro país, que supera los treinta millones de habitantes; y que en los últimos años ha acogido magnitudes cercanas a los seis millones de colombianos.

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Pero una gran parte de los venezolanos que emigran son  jóvenes en plena capacidad productiva y con formación profesional de alto nivel formados gratuitamente a un alto costo para la sociedad venezolana. El desempleo profesional supone una enorme dilapidación de los recursos aplicados a la formación de quienes lo padecen. Para remediarlo, cabe articular un sistema educativo que forme los profesionales que el país
necesita.  La oferta educativa de las instituciones públicas debería dirigirse hacia estas especialidades, en las que el graduado encontrará trabajo y la sociedad aplicación para sus destrezas. Aparte de ello, se debe centrar la formación profesional, más que en la memorización de conocimientos, en las estrategias para investigarlos y crearlos. Además, el programa de ciencias sociales y disciplinas humanísticas debería incluir  un pensum básico que dotara a los graduados de la versatilidad necesaria para desempeñar diversos sometidos con un mínimo de formación especializada. En fin,  se deben crear mecanismos de articulación de la oferta y la demanda de servicios profesionales. Venezuela no debe permitir el contrabando de extracción de mercancías ni de cerebros.

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