Poder liberador del conocimiento. Farruco Sesto.


Farruco Sesto: Arquitecto, escritor, poeta, blogero y político. Ha sido ministro de Cultura y ministro de Vivienda y Hábitat. Es catedrático de la FEVP.


“La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante 
es un instrumento ciego de su propia destrucción”
 
“Ser culto es el único modo de ser libre”

”Hemos dicho que la estrategia fundamental para derrotar la pobreza
 es darle poder a los pobres. Y el primer poder es el conocimiento”.

Reproducidas en orden cronológico, esas frases de tres grandes líderes y conductores de pueblos como Simón Bolívar, José Martí y Hugo Chávez, nos dan la pauta de lo que ellos pensaban acerca del papel del conocimiento en los procesos de liberación de América latina. 

Tomándolas de allí, pudiéramos proyectarlas hacia los procesos generales de emancipación humana, concentrándolas en la idea del conocimiento como arma de liberación. En lo individual, desde luego, pero sobre todo en lo colectivo.

Pues de nada vale la libertad personal si no se inserta en la liberación de la sociedad en su conjunto. Es un axioma que cualquier persona de izquierda suscribiría, para darle sentido a la lucha política. 

El primer poder es el conocimiento. Estamos de acuerdo con ello.  Se necesita el análisis certero de la realidad, para descifrar las causas de la injusticia y confrontar toda opresión. Así como para diseñar el recorrido del camino que se necesita transitar.

Es el conocimiento el que devela la verdad profunda de las cosas y genera los argumentos en la batalla de las ideas. Y el que le sirve de soporte a los sueños, para diferenciarlos de la utopía.  

¿Ahora bien, de donde viene, cómo se adquiere ese conocimiento, real, profundo y útil, que se precisa para alcanzar la libertad? 

Al respecto, me interesa puntualizar dos aspectos de la producción y adquisición del conocimiento? 

El primero es anotar que ese conocimiento, esa comprensión oportuna de la realidad del mundo, es, como tantas otras cosas que constituyen nuestra cultura ( y nuestras culturas), una construcción humana permanente. Como lo es la ética, la sensibilidad, el amor, el arte y, por supuesto, la ciencia. Construcciones que hacemos para entendernos. Elaboraciones. 

Y una vez aceptado el conocimiento como construcción, lo segundo es precisar que los ladrillos vienen de la praxis o, por mejor decirlo, de la relación entre la teoría (el grado de elaboración alcanzado) y la práctica (la inmersión directa en los hechos de la realidad). En todo esto, el poder tiene mucho que hacer. De allí la frase de Chávez: “el primer poder es el conocimiento”. Y la política tiene mucho que hacer.  

De vez en cuando es bueno recordar estas cosas. Sobre todo en  estos tiempos donde el conocimiento auténtico de la realidad es sustituido por una suerte de verdad mediática, más falsa que un fulano autoproclamado. 
(Apuntes para mi libro “Ser de izquierda a partir de Chávez”)

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