Dr. Javier Nouel: Fundación Escuela Venezolana de Planificación, Coordinación de Proyectos de Investigación.
Para ver
los comentarios del autor acceder al siguiente enlace: Video: comentarios del autor
Resumen: En el
siguiente artículo el autor relaciona la idea del objetivismo tecnocrático con
el colonialismo del saber, que posee en su seno la exclusión epistémica de las otras
formas de conocer y hacer el mundo, provenientes de las múltiples culturas que
existen en la contemporaneidad. El artículo procura deconstruir el
enfoque científico tecnocrático moderno, de la mano de una serie de autores
críticos del sur. Este ejercicio permite y justifica el reconocimiento de otros
saberes y lógicas consideradas no científicas por el enfoque tecnocrático
derivado del pensamiento imperialista. El trabajo es parte de una serie de artículos
que procura el reconocimiento de otros saberes alternos al del discurso
tecnocrático hegemónico.
Consumidores
de conocimientos del colonialismo científico
La historia de la exclusión de las otras
formas de entender y hacer el mundo se originó con la colonización
europea y surgió paralelamente a la dominación económica de las colonias. Los
imperios coloniales generaron prohibiciones para evitar el desarrollo económico
de los territorios subordinados, lo que les dejó el permanente papel de
productores de materias primas para el sistema capitalista naciente. En Europa
se desarrolló una visión particular de ciencia que se fue imponiendo en el
mundo entero, en particular derivado de los procesos coloniales, donde también
se le impuso a las colonias el papel de consumidores de conocimiento,
negándoles su capacidad de creación de saberes. Esto se mantiene hasta el siglo
XX y en gran parte hasta el siglo XXI, lo que Varsavsky denominó “colonialismo
científico” (1969:20). Por su parte, el Dr. Keshava Bhat, asegura que:
La ciencia promovida, alrededor del mundo por los conquistadores europeos
llevaba sus conceptos y metodologías y a la fuerza era impuesta sobre otros
modos de ver posibles. Toda otra forma de conocimiento llegó a ser “empírica” y
por lo tanto, a sus ojos, dejó de ser científica (Bhat, 2009: 40).
Invisibilizar el lugar de enunciación en el objetivismo
Santiago Castro-Gómez (2008) asegura
que la pretendida objetividad del modelo científico, surge de la invisibilización
de las características particulares del sujeto que investiga, de su lugar
de enunciación, y que si bien esto tuvo su génesis en la colonia, se
mantiene hasta el presente, aunque con un continuo desplazamiento del centro de
la hegemonía mundial, que pasó de Europa a Estados Unidos:
[…] una de las consecuencias […] es la invisibilización
del lugar particular de enunciación para convertirlo en un lugar sin lugar, en
un universal. Esta tendencia de convertir una historia local en diseño global,
corre paralela al establecimiento de ese lugar particular como centro de poder
geopolítico. A la centralidad de España, luego de Francia, Holanda, Inglaterra
y los Estados Unidos en el sistema-mundo, corresponde la pretensión de
convertir su propia historia local en lugar único y universal de enunciación y
de producción de conocimientos. Los conocimientos que no se produzcan en esos
centros de poder o en los circuitos controlados por ellos, son declarados
irrelevantes y “paracientíficos”. (Castro-Gómez, 2008: 65).
Esta postura
“eurocéntrica” se constituyó como la lógica o metarelato subyacente al estudio
“científico” de los otros:
Durante la segunda mitad del siglo
XVIII, con los escritos de Turgot, Bossuet y Condorce, el proyecto ilustrado de
una ciencia del hombre buscó reconstruir la evolución histórica de la sociedad
humana. Pero el proyecto enfrentaba un serio problema metodológico: ¿cómo
realizar observaciones empíricas del pasado? Si lo que caracteriza una
observación científica es precisamente el “método experimental de razonamiento”
que le garantiza ubicarse en el punto cero ¿cómo tener experiencias de
sociedades que vivieron en tiempos pasados? La solución a este dilema se
apoyaba en un razonamiento simple: ciertamente no es posible tener
observaciones científicas sino de sociedades que viven en el presente; pero sí
es posible defender racionalmente la hipótesis de que algunas de esas
sociedades han permanecido estancada en su evolución histórica, mientras que
otras han realizado progresos ulteriores. La hipótesis de fondo es entonces la
siguiente: como la naturaleza humana es una sola, la historia de todas las
sociedades humanas puede ser reconstruida a posteriori como siguiendo un mismo
patrón evolutivo en el tiempo. De modo que aunque en el presente tengamos
experiencias de una gran cantidad de sociedades simultáneas en el espacio, no
todas estas sociedades son simultáneas en el tiempo. Bastará con observar
comparativamente, siguiendo el método analítico, para determinar cuáles de esas
sociedades pertenecen a un estadio inferior (o anterior en el tiempo) y cuáles
a uno superior de la escala evolutiva (Ibídem:
33-34).
Con respecto a la exclusión de los otros, Sousa (2010)
denomina a la modernidad como pensamiento
abismal, en tanto construye una enorme separación entre los saberes
eurocéntrico tecnocráticos, con sus otros:
Al otro lado de la línea no hay un conocimiento real;
hay creencias, opiniones, magia, idolatría, comprensiones intuitivas o
subjetivas, las cuales, en la mayoría de los casos, podrían convertirse en
objetos o materias primas para las investigaciones científicas. Así, la línea
visible que separa la ciencia de sus otros modernos crece sobre una línea
invisible abismal que coloca, de un lado, la ciencia, la filosofía y la
teología y, del otro, conocimientos hechos inconmensurables e incomprensibles,
por no obedecer ni a los métodos científicos de la verdad ni a los de los
conocimientos, reconocidos como alternativos, en el reino de la filosofía y la
teología (Sousa, 2010: 14).
Objetivismo,
negación de los presupuestos metafísicos
Detrás de la idea de
objetividad del enfoque tecnocrático, en el que se supone el sujeto que
investiga (ego cogitas) no interviene en lo más mínimo en la realidad estudiada,
se oculta no sólo el
lugar de enunciación de quien investiga, y su intervención con el objeto
analizado, sino que ostenta una postura metafísica, aunque, como afirma
Cappelletti (1994), en el positivismo, raíz del pensamiento tecnocrático, se
niegue la existencia de principios metafísicos, ya que el enfoque, se supone,
surge de la experiencia y el análisis objetivo de dicha experiencia –por esto
se le conoce como el paradigma empírico-analítico-; en tal sentido, ese
prejuicio metafísico, pre-concebido, reproduce la mirada excluyente que
no permite la aceptación de lo diverso en su más profunda acepción, y
constituye parte esencial de la contradicción de las ciencias modernas: un
pensamiento mítico, único, supuestamente no mítico (Hinkelammert, 2008); un
pensamiento con prejuicios metafísicos, aparentemente sin dimensión metafísica
(Cappelletti, 1994).
La modernidad intenta definirse en contra del mito. Este
parece ser lo primitivo, y la razón iluminada deja atrás el mito. La modernidad
parece ser desmitificación y desmagización […]
Sin embargo, la modernidad piensa en mitos tanto como
cualquier sociedad anterior. Lo que ocurre es que produce mitos nuevos y
transforma muchos de los que vienen de las sociedades anteriores. Igualmente
produce una nueva magización del mundo (Hinkelmmert, 2008:37).
Hinkelmmert asegura
que un ejemplo del pensamiento mítico y mágico de la modernidad capitalista se
encuentra en el fetichismo de la mercancía, el cual encarna en la mercancía-objeto ideas relacionadas al
estatus, el bienestar, el progreso, la espiritualidad; es decir, a un complejo
contexto simbólico. Así mismo, el fármaco encarna una idea casi mágica, en
tanto se cree que el medicamento cura en sí, sin considerar los aspectos
multidimensionales del proceso salud-enfermedad, limitándose a aspectos
fisiológicos y sintomáticos.
Universal significa occidental: negación de la metáfora
Negar la esencia
mítica de lo humano es negar en sí que el ser humano aprehende la realidad a
través de la metáfora; es decir, que el conocimiento humano y el lenguaje son
metáforas que permiten pensar, actuar, investigar y generar conocimiento; pero
finalmente siempre son imágenes, metáforas, por lo que siempre van cambiando,
no son inmutable, ni absolutas, ni mucho menos universales, como se pretende en
el pensamiento objetivista. El filósofo venezolano Briceño Guerrero (1998) cuestiona
la noción de universalidad ya que detrás de esa idea se oculta la occidentalización;
lo que niega las otras formas de entender
y hacer el mundo. La negación del mito se constituye, entonces, en un
dispositivo de imposición del pensamiento único, ya que posiciona al
pensamiento tecnocrático como nueva “verdad revelada”; como única capaz de
describir el mundo “tal cual y como es”. Así, los demás saberes son “paracientíficos”,
inválidos; por lo tanto son “no saberes”.
Superar el capitalismo, superar la exclusión epistémica
de los otros
Diversos autores del
pensamiento crítico revisados en la presente investigación, como Habermas (1986),
Fals Borda (1980), Hinkelammert (2008), Levinas (2006), Sousa (2009, 2010), Castro-Gómez
(2008), Lander (2000), Coronil (2000), entre otros, relacionan el pensamiento
tecnocrático, objetivista, con la invisibilización de las otras formas de entender el mundo, así como con la
reproducción de la lógica del capitalismo. Por contrario, en nuestra experiencia,
los técnicos suelen desconocer este cuestionamiento y, aunque apuesten a un
mundo alterno al sistema neoliberal, no cuestionan cómo su formación
tecnocrática, pueda estar reproduciendo la lógica del capital.
El pensamiento
objetivista tecnocrático, entonces:
1.-invisibiliza los
contextos del conocimiento del que surgen y del que se aplican;
2.-imponen una sola
forma de entender y de hacer;
3.-generan un estamento
cultural que rechaza las otras formas de ver y de hacer el mundo, reproduciendo
la lógica del capital inclusive en experiencias en las que se pretende
planificar alternativas al sistema-mundo capitalista.
A manera de conclusión
Visibilizar la
relación del capitalismo con el saber tecnocrático, no tiene como objeto rechazar
per se el propio pensamiento
tecnocrático y científico, ni negar su importancia en la historia y en el mundo
moderno; el objetivo, en cambio, es:
1.-Colocar el
pensamiento tecnocrático en su justa dimensión, deteniendo el rechazo
prejuicioso de las otra formas de entender el mundo, comprendiendo que se trata
de uno de los tantos dispositivos cognitivos vinculados a la expansión del imperialismo
capitalista neoliberal.
2.-Reconocer la
validez y contemporaneidad de los diversos saberes, más allá del
científico-técnico occidental, no solo como objetos de estudio de antropólogos,
sociólogos y museólogos; sino como saberes vivos capaces de aportar en la
planificación de aspectos materiales del mundo contemporáneo (punto que
desarrollamos en otros artículos).
3.-Acercarnos cada
vez más al diálogo de saberes o como le llama Sousa (2008), ecología de saberes,
en el que se integran los distintos epistemes, desde una postura
pluriparadigmática y multimetódica, en donde no sólo se trascienden las lógicas
fragmentarias de las disciplinas modernas, sino que se reconoce a la sociedad toda,
y en particular a los saberes populares, creadores de conocimiento.
Referencias
Bhat, Keshava (2009). El
Maravilloso Mundo Linfático. Caracas: Ediciones Vivir Mejor.
Briceño Guerrero, José Manuel (1998). El Laberinto de los Tres Minotauros.
Caracas: Monte Ávila Latinoamericana.
Cappelletti, Ángel (1994). Positivismo y evolucionismo en Venezuela. Caracas: Monte Ávila
Latinoamericana.
Castro-Gómez, Santiago (2008). La hybris del punto cero. Caracas: Fundación
Editorial El Perro y la Rana.
Coronil, Fernando (2000). Naturaleza del
poscolonialismo: del eurocentrismo al globocentrismo en Lander, en Lander,
Edgardo (Editor) (2000). La colonialidad
del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Buenos Aires: Clacso.
Fals Borda, Orlando (1980). La ciencia y el
pueblo: nuevas reflexiones en Salazar, María (2006). La investigación acción-participativa. Inicios y desarrollos.
Madrid: Editorial Popular.
Habermas, Jünger (1986). Ciencia y técnica como ideología.
Madrid: Tecnos.
Hinkelammert, Franz (2008). Hacia una crítica de la razón mítica: el laberinto de la
modernidad: materiales para la discusión.
Disponible:
http://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwibivPU6ofZAhXKtlMKHVJ2DJsQFggmMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.pensamientocritico.info%2Findex.php%2Flibros%2Flibros-de-franz-hinkelammert%3Fdownload%3D1%3Acritica-de-la-razon-mitica-critica-franz-hinkelammert&usg=AOvVaw3zv_qYuHH4ZBd0753E5GXp
[Consulta: 2018, 02, 2018].
Lander, Edgardo (2000). Ciencias sociales:
saberes coloniales y eurocéntricos en Lander, Edgardo (Editor) (2000). La
colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Buenos Aires:
Clacso.
Levinas, Marcelo (2006). Las
imágenes del universo. Una historia de las ideas del cosmo. Buenos Aires:
Siglo XXI Editores Argentina S.A.
Sousa, Boaventura (2009). Introducción: Las epistemologías del sur. Disponible:
http://www.boaventuradesousasantos.pt/
media/INTRODUCCION_BSS.pdf
[Consulta: 2015, enero 26]
Sousa, Boaventura
(2010). Para descolonizar
Occidente.
Más allá del pensamiento abismal. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales – Clacso.
Varsavsky, Oscar (1969). Ciencia,
política, cientificismo. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
Disponible: http://docs.politicascti.net/documents/Teoricos/Varsavsky_CPC.pdf
[Consulta: 2015,
noviembre 6]
Comentarios
Publicar un comentario