En el camino se enderezan las cargas. Farruco Sesto



Farruco Sesto: Arquitecto, escritor, poeta, blogero y político. Ha sido Ministro de Cultura y Ministro de Vivienda y Hábitat.  Es catedrático de la F.E.V.P.
Habiendo terminado de leer el artículo de Un Viejito Inquieto sobre “Las dos cara de la Gran Misión Vivienda Venezuela”, y sin llevarle la contraria, sino más bien agradeciéndolo, se me ocurre complementarlo con alguna anotación.  O más bien puntualización. Porque creo que cualquier reflexión honesta sobre los hechos y las cosas, en este caso sobre la arquitectura de la GMVV, hay que colocarla siempre en un contexto de tiempo y lugar.  Me refiero al tiempo y lugar de lo analizado.
No contradigo lo que dice Juan Pedro Posani.  Pero sí digo que a los arquitectos nos seducen las experiencias, los modelos, los experimentos previos, las pruebas piloto. Y yo me incluyo, recordando la época en que fui arquitecto.
El problema es cuando no te puedes dar el gusto. En este caso, cuando  la presión de la realidad es tal y tan dramática, que en las acciones a emprender no ha lugar a la experimentación. Ni lugar, ni tiempo, ni  la calma necesaria. Hay momentos así. Y el del nacimiento de la GMVV, con treinta y dos mil familias refugiadas en escuelas, museos, ministerios e instalaciones deportivas nada más en el área metropolitana,  es uno de ellos. Una GM que arranca con unos retos sociales y políticos de tal magnitud, tres millones de viviendas en ocho años, que sobrepasan cualquier posibilidad de experimentación sosegada.
Circunstancias que concurrieron en un país que no estaba preparado para ello, para esos retos, es decir, para esa construcción extensa, rápida y masiva, ni en cuanto a materiales, ni en cuanto a la producción de componentes, ni en cuanto a la disponibilidad de logística y métodos constructivos, ni en cuanto a la organización humana que pudiera servir como basamento profesional de una operación tan ambiciosa.  Y eso lo sabíamos. Como sabíamos también que la única manera de alcanzar la preparación necesaria, aunque parezca una paradoja, era emprender la tarea, haciéndole caso a ese refrán de nuestra cultura que dice que “en el camino se enderezan las cargas”.
Esas posibles exploraciones de diseño que pudieran reclamarse, creativas, innovadoras, sugerentes, al mismo tiempo que realistas, deberían haber existido previamente para conformar un patrimonio intelectual a ser utilizado cuando llegase el caso. Y el caso llegó. Y resulta que tal patrimonio no existía, porque nuestra academia (un lugar natural para explorar con seriedad y rigor) estaba en otra cosa. Y lo sigue estando, desvinculada de la realidad de nuestro país y de nuestro pueblo.
No es cosa de quejarse, pienso yo.  Bastante hicimos con lo que teníamos.  Es hora de ir enderezando las cargas. Lo cual es absolutamente posible. Presionemos para que ello ocurra.  

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