Orángel Rivas. Docente investigador de la FEVP. Correo
electrónico: orangelrivas@gmail.com
Introducción. La
experiencia del estado socialista soviético es el resultado de tres procesos,
según los autores Jorge Sgrazzutti- Antonio Oliva[1].
Afirman que dos procesos paralelos se desarrollaron en los países europeos a
raíz de la Gran Guerra
(1914-1917), en primer lugar, el crecimiento de la hipertrofia del Estado
planificador que pretendió concentrar la industria armamentista y a los abastecimientos para el frente de
guerra bajo un único mando; por lo general militarizado, donde destaca el
empresario y planificador guillermino alemán Walters Rathenau, de suma
importancia en las altas esferas de los imperios centrales. Por otro lado, la
expansión de fórmulas teórico-prácticas de organización racional del trabajo y
de la explotación capitalista, donde las expresiones más conocidas fueron las
ideas del obrero metalúrgico devenido en planificador empresarial americano,
Frederick Winslow Taylor, que devinieron en las recetas para la organización
científica del trabajo.
Los
anteriores procesos (centralización de la planificación económica y las recetas
de la organización científica del trabajo), según los mismos autores
anteriores, se combinaron con otro proceso, en la tierra lejana de los zares,
que fue la toma del poder del Estado por parte de organizaciones políticas y
sociales que promocionaban al
proletariado ruso a sujetar las riendas de su destino con sus propias
manos, que encontró en la guerra civil (1917-1923), numerosos obstáculos para
construir un tipo de sociedad hasta ahora inexistente.
La
experiencia soviética ha condicionado el devenir de la construcción del
socialismo desde ese entonces, ha pasado a ser un paradigma que no ha sido
superado. Pareciera ser que la marca del socialismo es: propiedad estatal que
se identifica con propiedad social, relaciones sociales de carácter salarial y poder
político centralizado. Este artículo
reflexiona sobre el condicionamiento que tiene la ciencia de administración del
trabajo en la organización del trabajo en
la Unión
Soviética de Lenin, la
visión de Marx y Lenin sobre el trabajo asociado y desafíos hacia el porvenir
en cuanto a la autogestión de la vida comunal.
Momento histórico de la revolución rusa
Una vez que ocurre la revolución de octubre de
1917, las amenazas sobre la
República soviética por parte del capital y del imperialismo
son un peligro para el gobierno soviético, lo cual, en conjunto con el
paradigma dominante de organización del trabajo, determina el curso de la URSS en cuanto a las
relaciones sociales de producción.
El mismo Lenin realiza un balance, entre el 29
de abril y el 3 de mayo de 1918, y
afirma:
La situación internacional de la República Soviética es difícil y crítica en grado sumo, pues el capital y el imperialismo
internacionales, movidos por sus intereses más profundos y cardinales, aspiran
no sólo a volver las armas contra Rusia, sino también a llegar a un acuerdo
sobre el reparto del territorio de ésta
y la estrangulación del Poder soviético.[2]
Enfatiza la
urgencia de lo económico y del aumento de la capacidad defensiva de la República:
la táctica obligatoria de la República Soviética
debe consistir, por una parte, en poner todas las fuerzas en máxima tensión
para lograr el fomento económico más rápido posible del país, aumentar su
capacidad defensiva y crear un poderoso ejército socialista; por otra parte, en
aplicar en la política internacional una táctica obligatoria de maniobras, de
repliegues y espera hasta el momento en que madure definitivamente la
revolución proletaria internacional, que está sazonando hoy con mayor rapidez que
antes en toda una serie de países adelantados.[3]
Organización
científica del trabajo
El trabajo se ejerce de determinada manera, con una
determinada organización del mismo, una determinada forma de relaciones
sociales, para llevar adelante el proceso productivo. Cada modo de producción
tiene su forma de relación social, en el esclavismo, surge la propiedad privada
sobre los medios de producción. El amo
es dueño de los medios de producción, del producto total y del propio productor
(el esclavo). En este modo de producción el dominio y control del esclavista
sobre el esclavo es férreo. El amo es responsable del mantenimiento del
esclavo, todo el esclavo le pertenece
como si fuera una máquina, tiene que alimentarlo, vestirlo y darle lugar donde
dormir.
La característica central del feudalismo es la apropiación,
por el señor feudal y como renta de la tierra, del plus trabajo de los
campesinos avasallados. Había dos clases sociales fundamentales: los señores
feudales y los campesinos siervos.
Los campesinos eran la gran base sobre la que descansaba la
producción material. Sus condiciones eran cualitativamente superiores al
esclavo. Aunque carecía de derechos ciudadanos y estaba ligado a la tierra, el
siervo era dueño de parte de su fuerza de trabajo y reconocido como individuo.
En el capitalismo aparece la relación social de
trabajo asalariado, el anterior esclavo,
que muta a campesino y siervo, se
transforma en “trabajador libre”, donde
el capitalista es dueño de los medios de producción, y el trabajador es dueño
de la fuerza de trabajo, percibe una
remuneración (salario) para la reproducción de su fuerza de trabajo y de la su
familia.
En
el sistema capitalista, todos los métodos para multiplicar la potencialidad del
trabajo colectivo se ejecutan a expensas del trabajador individual. Todos los
medios para desarrollar la producción se transforman en medios de dominar y
explotar al productor: hacen de él un hombre truncado, fragmentario, o el
apéndice de una máquina. Le oponen, como otras tantas potencias hostiles, las
fuerzas científicas de la producción. Sustituyen el trabajo atractivo por el
trabajo forzado. Hacen que las condiciones en que se desarrolla el trabajo sean
cada vez más anormales, y someten al obrero a un despotismo tan ilimitado como
mezquino[4].
En el capitalismo quien organiza y dirige el proceso
productivo es el capital, y para ello utiliza la administración científica del
trabajo, como uno de los métodos que el
capital utiliza para aumentar la producción y la productividad. El primero que
fomentó la organización científica del trabajo fue Frederick Winslow Taylor
(1856 – 1915), que consistente en una
técnica de racionalización del trabajo del obrero mediante el estudio de tiempo
y movimiento, con análisis de las tareas de cada obrero, descomponiendo los
movimientos y procesos de trabajo, como parte de la estructura general de la
empresa. Este autor plantea el principio de la cooperación entre directivos y
operarios, donde la remuneración sea por eficiencia o por unidad de producto y
el trabajador produzca más y evite la simulación del trabajo, a tal efecto
propone distintos mecanismos para lograr la cooperación, entre éstos destacan:
renumeración por unidad de trabajo, una estructura de jefes para coordinar la
labor de la empresa y puedan colaborar e instruir a sus subordinados y división
del trabajo entre directivos y operarios.
En la “organización científica" del trabajo está la
sustancia de la hegemonía del trabajo asalariado en la URSS, porque el marxismo no
ha desarrollado una forma específica del organización del trabajo, compatible
con el principio de “productores libres y asociados”, caracterizado por la
democracia desde la base obrera, por la democratización de las relaciones
sociales de producción y por la apropiación social del proceso productivo y de
sus resultados, lo cual es opuesto a las relaciones sociales adversariales,
jerárquicas, que por su propia naturaleza son
relaciones sociales subordinadas, esto es asalariadas.
Visiones
de Lenin sobre Taylor
La
visión de Taylor fue asumida en la
URSS como la manera de aumentar la productividad, ante el
cual Lenin tuvo una postura contradictoria. Primeramente, tuvo una postura de
crítica, luego adopta el sistema Taylor.
Lenin,
crítico de Taylor
Lenin considera que Taylor propone un sistema
de procedimientos moderno de explotación del obrero, y publica un artículo que
denomina Sistema “Científico” de estrujar el sudor[5] , donde
afirma:
El mayor desarrollo de la técnica, la mayor rapidez en el
progreso, todo eso hace que la vieja Europa vaya a la zaga de los yanquis. Pero
lo que la burguesía europea toma de Norteamérica no son las instituciones
democráticas, no son la libertad política ni el régimen republicano, sino los
modernos procedimientos de explotación del obrero[6]
En el mismo artículo Lenin destaca la difusión
del sistema de Taylor en Europa y la propia Rusia como un sistema “científico”.
De lo que más se habla actualmente en Europa, y en parte de
Rusia, es del “sistema” del ingeniero Federico Taylor. Hace poco, en
Petersburgo, en la sala de actos del Instituto de Ingenieros de Vías de
Comunicación, el señor Semiónov pronunció un informe acerca de dicho sistema.
Taylor mismo lo ha descrito llamándolo sistema “científico”, y su libro se
traduce y se propaga celosamente en Europa [7].
Lenin describe el objetivo y lo sustantivo del “sistema científico” de Taylor: estrujarle al obrero tres veces
más trabajo en una jornada laboral, mediante el control del tiempo y del
movimiento.
¿En qué consiste ese “sistema científico”? En estrujarle al
obrero tres veces más trabajo en el transcurso de la misma jornada laboral. Se
hace trabajar al obrero más fuerte y hábil; se registra valiéndose de un reloj
especial –en segundos y décimas de segundo- el tiempo que se invierte en cada
operación, en cada movimiento; se elaboran los procedimientos de trabajo más
económicos y productivos; se reproduce el trabajo del mejor obrero en una cinta
cinematográfica, etc.[8].
Lenin, incluso denuncia en su carta el malgasto
acelerado de la energía nerviosa y muscular del obrero producido por
el “sistema científico”, pero que existe un excedente de obreros para
sustituirlo.
El resultado es que en las mismas 9 ó 10 horas de la
jornada laboral se le estruja al obrero tres veces más trabajo, se dilapidan
despiadadamente todas sus energías, se absorbe con triplicada rapidez cada gota
de energía nerviosa y muscular del esclavo asalariado. ¿Qué se morirá antes?
¡Hay muchos esperando a las puertas de la fábrica!
Culmina Lenin esta carta con una toma de
posición de las consecuencias del progreso técnico y científico en el capitalismo. (Leer sobre
el carácter neutral de la ciencia y la técnica). “El progreso de la técnica y de la ciencia es
en la sociedad capitalista el progreso en el arte de estrujar sudor”.[9]
Las
críticas al “sistema científico” de Taylor son el resultado del estudio
que hace del mismo, lo que le hace afirmar que “el taylorismo es la
esclavización del hombre por la máquina”[10].
Lenin
reflexiona sobre la naturaleza del capital que siempre está en movimiento, que
no puede detenerse un solo instante dada la situación de crisis y por
competencia que le es inherente, ante lo cual por necesidad nuevos medios para
abaratar la producción, que se convierten en instrumentos de opresión. En tal
sentido, sostiene:
El capitalismo no puede permanecer parado ni un solo
instante. Debe avanzar y avanzar. La competencia, que se agudiza sobre todo en
época de crisis, como la que estamos sufriendo, le obliga a inventar nuevos y
nuevos medios de abaratar la producción. Pero la dominación del capital
convierte todos esos medios en instrumentos de opresión, cada vez mayor, del
obrero.[11]
El taylorismo,
remata Lenin, es uno de los medios que se convierte en instrumento de opresión,
pero que aproxima el tiempo en que el proletariado tomará en sus manos toda la
producción social, que resulta de la aplicación de los principios tayloristas,
en función del bienestar de los obreros.
El
taylorismo, sin que lo quieran sus autores y contra la voluntad de éstos,
aproxima el tiempo en que el proletariado tomará en sus manos toda la
producción social y designará sus propias comisiones, comisiones obreras, para
distribuir y ordenar acertadamente todo el trabajo social. La gran producción,
las máquinas, los ferrocarriles, los teléfonos, todo eso ofrece innumerables
posibilidades de reducir cuatro veces el tiempo de trabajo de los obreros
organizados, asegurándoles un bienestar cuatro veces mayor que el de hoy. Las comisiones obreras, con el concurso de
los sindicatos obreros, sabrán aplicar estos principios de distribución sensata
del trabajo social cuando éste se vea libre de la esclavización por el capital”[12].
Prosigue
Lenin en su crítica profunda al Sistema Taylor:
Al
obrero no le pagan cuatro veces más, sino tan sólo vez y media, a lo sumo, y
eso sólo los primeros tiempos. En cuanto los obreros se hacen
al nuevo sistema, el pago se baja al nivel anterior. El capitalista recibe
enormes ganancias, y el obrero trabaja cuatro veces más intensamente, agotando
nervios y sus músculos cuatro veces más pronto.
A los
obreros recién admitidos los llevan al cinematógrafo de la fábrica, que les
muestra la producción “ejemplar” del trabajo. Obligan al obrero a “llegar a la
altura” de ese ejemplo. A la semana le muestran en el cinematógrafo su propio
trabajo y lo comparan con el “ejemplar”.
Todos
esos enormes perfeccionamientos se hacen contra el obrero. Con vistas
a aplastarlo y oprimirlo más todavía y a limitar la distribución racional,
sensata, del trabajo dentro de la fábrica.
El
capital organiza y ordena el trabajo dentro de la fábrica para oprimir todavía
más al obrero y para aumentar sus ganancias. Y en toda la producción social
continúa y aumenta el caos, que lleva a la crisis, cuando las riquezas
acumuladas no encuentran compradores y millones de obreros perecen y pasan
hambre, sin poder hallar trabajo[13].
Lenin, defensor de
Taylor
Lenin en el transcurso de cinco
años modificó su visión sobre la administración científica del trabajo de
Taylor. Resaltaba la importancia del sistema de administración de Taylor
como factor para mejorar la productividad
en la URSS, que debe adoptar el valioso y científico avance técnico en este
campo. En concreto, señalaba que la necesidad de elevar la productividad de los
recursos en diferentes sectores, por ejemplo en el de la construcción de
viviendas familiares. La posibilidad del
socialismo estaría determinada por la capacidad de combinar la dirección
soviética y la organización social de la administración con las últimas medidas
progresistas del capitalismo. Hay que introducir
en Rusia el estudio y la enseñanza del nuevo sistema Taylorista y su prueba y
adaptación
Lenin consideraba además de
necesario urgente aplicar el enfoque de la administración científica del
trabajo de Taylor a la URSS.
El sistema Taylor es necesario conocerlo, estudiarlo y
adaptarlos a los fines de la revolución, ya que consideraba al sistema Taylor:
como todo progreso capitalista, es una combinación de la
refinada brutalidad de la explotación burguesa y un número de grandes logros
científicos en el campo del análisis de movimientos mecánicos durante el
trabajo, la eliminación de movimientos inútiles y torpes, la elaboración de
correctos métodos de trabajo, la introducción del mejor sistema de contabilidad
y control, etc.
La república soviética debe adoptar a cualquier costo todo
lo que es válido en este campo en cuanto a logros de ciencia y tecnología se
refiere [...] Debemos organizar en Rusia el estudio y la enseñanza del sistema
Taylor, experimentarlo sistemáticamente y adaptarlo a nuestros fines[14].
Entre el 29 de abril y el 3 de
mayo de 1918, Lenin trata el asunto de las tareas inmediatas del gobierno
soviético. El balance que realiza da cuenta de los peligros que se ciernen
sobre la República
soviética por parte del capital y el imperialismo:
La situación internacional de la República Soviética es difícil y crítica en grado sumo, pues el
capital y el imperialismo internacionales, movidos por sus intereses más
profundos y cardinales, aspira no sólo a volver las armas contra Rusia, sino
también a llegar a un acuerdo sobre el reparto del territorio de ésta y la estrangulación del Poder soviético.[15]
Por ello, Lenin resalta en la
urgencia de lo económico y del aumento de la capacidad defensiva. En tal sentido, reconoce que la vanguardia
del proletariado reivindica la tarea de fortalecer la disciplina en el trabajo, lo cual requiere de la utilización de métodos
científicos, en tal sentido, Lenin identifica al autor Frederick W. Taylor
aquel que tiene la estrategia para la organización del trabajo de manera científica,
ante lo cual afirma: “…se debe poner a la orden del día la
aplicación práctica y el ensayo de la remuneración por unidad de trabajo
realizado el aprovechamiento de lo mucho que hay de
científico y progresista en el sistema Taylor[16]…” Lenin reconoce las debilidades de la
clase obrera rusa en relación a otros
países, por lo cual en Rusia se deben aplicar el sistema Taylor, porque
plantea la adopción de métodos de trabajo más racionales. Al respecto afirma:
El ruso es un mal trabajador
comparado con los de las naciones adelantadas. Y no podía ser de otro modo en
el régimen zarista, dada la vitalidad de los
restos del régimen de servidumbre. La tarea que el Poder soviético debe plantear con toda
amplitud al pueblo es la de aprender a trabajar. La última palabra del
capitalismo en este terreno -el sistema Taylor- , al igual que todos los
progresos del capitalismo, reúne toda la
refinada ferocidad de la explotación burguesa y varias conquistas científicas
de sumo valor concernientes al estudio de los movimientos mecánicos durante el
trabajo, la supresión de movimientos superfluos y torpes, la adopción de los
métodos de trabajo más racionales, la implantación de los sistemas óptimos de
contabilidad y control, etc.[17]
De acuerdo con Lenin, la
posibilidad de realizar el socialismo en la República soviética
requiere del estudio y la enseñanza del sistema Taylor para elevar para
productividad del trabajo.
La República soviética debe
adquirir a toda costa las conquistas más valiosas de la ciencia y de la técnica
en este dominio. La posibilidad de realizar el
socialismo quedará precisamente determinada por el grado en que logremos
combinar el Poder soviético y la forma soviética de administración con los
últimos progresos del capitalismo. Hay que organizar en Rusia el estudio y la
enseñanza del sistema Taylor, su experimentación y adaptación sistemáticas. Al
mismo tiempo, y con el propósito de elevar la productividad del trabajo, hay
que tener presentes las peculiaridades del periodo de transición del capitalismo
al socialismo que reclaman, por un lado, el establecimiento de las bases de la
organización socialista de la emulación y, por otro, la aplicación de medidas
coercitivas para que la consigna de la dictadura del proletariado no quede
empañada por una blandenguería del poder proletario en la práctica[18].
Relaciones sociales y organización
del trabajo bajo el mando del capital
La relación
social de producción específica del capitalismo es de naturaleza antagónica
entre los trabajadores asalariados, que son dueños de su fuerza de trabajo y
trabajan, y los capitalistas dueños de
los medios de producción que no trabajan. Las mismas se concretan un proceso de
trabajo donde el asalariado utilizando medios de trabajo modifica el objeto de
trabajo que se materializa en productos,
en valores de uso.[19]
La manufactura propiamente dicha no sólo somete
a los obreros, antes autónomos, al mando y a la disciplina del capital, sino
que además crea una gradación jerárquica entre los obreros mismos[20]
El proceso
anterior ocurre dentro del marco de una organización del trabajo jerárquica,
con una división horizontal y vertical
del trabajo bajo el dominio del capital. La división horizontal está
referida a las distintas funciones propias del trabajo viviente mercantilizado
y la vertical al mando jerárquico del capital que asegura la asegurar la
expansión continua del plus valor sobre la base de la máxima explotación
practicable de la totalidad del trabajo.
La
superación de la confrontación entre el capital y trabajo, por su propia naturaleza,
implica procesos simultáneos, uno de
carácter político y otro económico, el primero se refiere a las relaciones de
propiedad, el segundo a las relaciones
de gobierno (dirección y control) del proceso productivo, los cuales están
estrechamente unidos, de tal forma que se condicionan mutuamente, porque quien
es propietario de los medios de producción tiene el gobierno de los mismos; y otro de apropiación social de los resultados
del mismo por parte de los productores
(clase trabajadora). Lenin y pareciera que incluso la
Oposición Obrera,
sólo disputaban lo relativo a las relaciones de gobierno y no la apropiación
individual de los resultados del proceso productivo.
Marx y Lenin y el trabajo asociado
“Una sociedad solamente estará dotada de sentido y efectivamente
mancipada cuando sus funciones vitales, controladoras de su sistema de metabolismo social, sean efectivamente
ejercidas de modo autónomo por los productores asociados, y no por un cuerpo
exterior y controlador de estas funciones vitales”[21]
Tomando en cuenta
numerosas referencias a su obra, que Carlos Marx había concebido al socialismo
como una sociedad organizada, cada vez más, en cooperativas de trabajadores,
tal como lo planteó, en forma incuestionablemente precisa, en La guerra civil
en Francia (“Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional
de los Trabajadores”), cuando dijo:
si la producción cooperativa
ha de ser algo más que una impostura y un engaño; si ha de sustituir al sistema
capitalista; si las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción
nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin
a la constante anarquía y a las convulsiones periódicas, consecuencias
inevitables de la producción capitalista, ¿qué será eso entonces, caballeros,
más que el comunismo, comunismo “realizable?[22].
Desde comienzos del siglo XVIII la cooperación fue ante todo una reacción
espontánea de la clase obrera contra los abusos del capitalismo, como es
hoy la economía social y
solidaria, las fábricas tomadas o recuperadas, que al menos en aquel entonces
fue identificada con el socialismo.
En la
Comuna de París se ordenó un registro estadístico de las
fábricas cerradas por los patronos y la elaboración de planes para ponerlas en
funcionamiento con los obreros que antes trabajaban en ellas, organizándolos en
sociedades cooperativas, y que se planease también la agrupación de todas estas
cooperativas en una gran unión.
El concepto de socialismo está ligado desde sus orígenes a
la cooperación. La misma palabra
socialismo en el sentido de doctrina económica se utilizó por primera vez en
Inglaterra en 1821-1822, en la correspondencia de Robert Owen y sus amigos. Hay
algo más que una simple ligazón histórica entre cooperación y socialismo.
Ernest Poisson expresaba una gran verdad cuando escribía,
siguiendo a Henri Sellier: “La cooperación es socialista por naturaleza”.
El sociólogo Saint
Simón, considera que las rentas sin trabajo, equivale a la explotación del
hombre por el hombre. Propuso el principio de reparto: “A cada uno según su
capacidad, a cada capacidad según sus obras”[23], que posteriormente Marx y Engels
modifican en “A cada uno según su
capacidad, a cada capacidad según su trabajo”.
Ferdinand La
Salle, 1825-1864 contemporáneo, con Marx y discípulo de Louis Blanck, por su parte, para el cual las cooperativas obreras
socialistas, son la solución al problema social; y como los obreros jamás
podrían reunir por sí solos capitales necesarios, los solicita al Estado.
Propiedad y trabajo libre asociado
Marx establece
una distinción entre propiedad privada y propiedad individual, el régimen del
capital es la primera negación de la propiedad privada individual, que en el
proceso dialéctico, genera una propiedad individual basada en la cooperación y
en la posesión colectiva de los medios de producción.
Afirmó de forma nítida
que:
El
sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de
producción, y por tanto la propiedad privada capitalista es la primera negación
de la propiedad privada individual, basada en el propio trabajo. Pero la
producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso
natural, su primera negación. … Esta no restaura la propiedad privada, ya
destruida, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era
capitalista: una propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión
colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio
trabajo[24]
Para Lenin, en concordancia con Marx, cuando se socializa una determinada unidad,
los trabajadores dejan de ser asalariados para convertirse en propietarios
individuales, pero no propietarios
privados de los medios de producción. En tal sentido, Marx afirma que “...
La Comuna
aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería convertir la propiedad
individual en una realidad, transformando los medios de producción, la tierra,
que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del
trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre asociado”[25].
Nacionalización y
socialización
Lenin aborda la
problemática de la diferencia existente
entre expropiación o nacionalización y socialización. La socialización consiste
en tener por parte de los trabajadores una capacidad de dirección propia de las
empresas (autonomía), de los procesos de producción, distribución, que se
llevan a cabo en las empresas, lo cual es un proceso relativamente más complejo
que la nacionalización, a la cual Lenin
la considera como algo simple.
Se puede ser decidido o
indeciso en el problema de la nacionalización, de la confiscación. Pero la
clave está en que la mayor decisión del mundo es insuficiente para pasar de la
nacionalización y la confiscación a la socialización … La clave del momento
actual consistía ayer en nacionalizar, confiscar con la mayor decisión, en
golpear y rematar a la burguesía, en acabar con el sabotaje. Hoy sólo los
ciegos podrán no ver que hemos nacionalizado, confiscado, golpeado y acabado
más de lo que hemos sabido contar. Y la socialización se distingue precisamente
de la simple confiscación en que se puede confiscar con la sola “decisión”, sin
saber contar y distribuir acertadamente, pero es imposible socializar sin saber
hacer eso[26].
Cooperativas
expresión del trabajo asociado
La forma organizativa de tipo productivo, donde los trabajadores pueden
pasar en el socialismo de trabajadores asalariados y dueños formales, nominales
de los medios de producción a dueños colectivos y efectivos de los medios de
producción y de los procesos productivos, distributivos, acumulativos y
comunitarios en los que participan son las cooperativas de trabajadores, porque
es la única que garantiza, de acuerdo a la experiencia organizativa, el grado
de desarrollo de la base material y
tecnológica existente, la superación del antagonismo entre capital y trabajo,
propio del capitalismo y del dominio del
capital sobre el trabajo y constituyen… “formas de transición
entre el régimen capitalista de producción y el de producción asociada”[27]. Por otra parte,
Las
fábricas cooperativas de los obreros mismos son, dentro de la forma
tradicional, la primera brecha abierta en ella, a pesar de que, dondequiera que
existen, su organización efectiva presenta, naturalmente, y no puede por menos
de presentar, todos los defectos del sistema existente. Pero dentro de estas
fábricas aparece abolido el antagonismo entre el capital y el trabajo, aunque,
por el momento, solamente bajo una forma en que los obreros asociados son sus
propios capitalistas, es decir, emplean los medios de producción para valorizar
su propio trabajo[28].
Consolidación del cooperativismo
El
movimiento cooperativo es para Marx una fuerza transformadora, que muestra en
la práctica, con evidencias que el sistema de subordinación del trabajo al
capital puede ser superado, cuando sostiene que:
Reconocemos
el movimiento cooperativo como una de las fuerzas transformadoras de la
sociedad presente, fundada en el antagonismo de las clases. Su gran mérito es
el de mostrar en la práctica que el sistema actual de subordinación del trabajo
al capital, despótico y empobrecedor, puede ser suplantado por el sistema
republicano de la asociación de productores libres e iguales[29].
Sin embargo,
señala que con el dominio del capital el despliegue del sistema
cooperativo está limitado, porque
para convertir la producción social
en un sistema de trabajo cooperativo amplio y armonioso, son indispensables los
cambios generales. Estos cambios no se obtendrán nunca sin el empleo de las
fuerzas organizadas de la sociedad. O sea, el poder de Estado, arrancado de las
manos de los capitalistas y de los grandes propietarios, debe ser manejado por
los productores mismos [30].
Ciertamente Marx fue un defensor del
cooperativismo, con gran sentido de realismo para superar las experiencias
cooperativistas que el mismo había criticado.
En su discurso inaugural de la Asociación Internacional
de Trabajadores, en 1864 señalaba:
Pero
quedaba en reserva una victoria aún mayor de la economía política del trabajo
sobre la economía política de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativista,
especialmente en las factorías en régimen de cooperativas, establecidas sin
ayuda alguna, por los esfuerzos de unos cuantos valientes. Nunca se exagerará
bastante el valor de estos grandes experimentos sociales. Con hechos, no con
palabras ellos han demostrado que la producción a gran escala y de acuerdo con
los requerimientos de la ciencia moderna es posible sin la existencia de una
clase de patronos que contrate a una clase de trabajadores; que para dar fruto
no es necesario que los medios de producción estén monopolizados como medios de
dominación y extorsión del hombre trabajador; y que, al igual que el trabajo de
los esclavos y de los siervos, el trabajo asalariado no es sino una forma
transitoria e inferior, destinada a desaparecer frente al trabajo asociado
realizado con mano decidida, mente despierta y corazón alegre.
Pero con gran responsabilidad advertía que
Al
mismo tiempo, la experiencia del período (...) ha demostrado sin lugar a dudas
que el trabajo cooperativo, por excelente que sea en teoría y por muy útil que
sea en la práctica, si no va más allá del estrecho círculo de los esfuerzos
ocasionales de unos trabajadores a título individual, jamás será capaz de
detener el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, de liberar a las
masas ni de aliviar siquiera mínimamente la carga de sus miserias. Para salvar
a las masas obreras, el trabajo cooperativo tendría que desarrollarse a escala
nacional y, consiguientemente, debería ser fomentado con medios de la misma
naturaleza. Sin embargo, los señores de la tierra y los señores del capital
usarán siempre sus privilegios políticos para la defensa y perpetuación de sus
monopolios económicos. Por eso, lejos de promoverla, seguirán poniendo todos
los obstáculos posibles en el camino de la emancipación del trabajo.”[31]
Al
mismo tiempo que alababa ese "trabajo
asociado realizado con mano decidida, mente despierta y corazón alegre",
indicaba los grandes impedimentos que limitaban el despliegue del
cooperativismo en las condiciones de dominio del capital. Por lo cual, la revolución
política, la conquista del poder político de los trabajadores es una condición
fundamental para la emancipación del trabajo: “Sin embargo, esta emancipación tuvo su correlato teórico en una
fórmula que la teoría marxista posterior dejó en la opacidad ante las enormes
dificultades históricas que se alzaban para su realización práctica: la
asociación de trabajadores libres”[32]
.
El modelo estatista hipertrofiado que conocemos de la
experiencia del socialismo real y la consecuente descalificación de los
intentos autogestionarios, que intentaban ser alternativas anticapitalistas
derivó en menosprecio de las posibilidades políticas del movimiento cooperativo
durante varias décadas.
Lenin, tesis sobre las cooperativas
Lenin,
por su parte, en lo fundamental concibe dos tesis sobre el cooperativismo. La
primera, donde las cooperativas se inscriben como parte de la lucha de clases y
no como meras empresas mercantiles. La otra tesis es la cooperativa como
instrumento pequeñoburgués, concebido como un “cooperativismo neutro”, donde no
están vinculadas a la estrategia de
lucha de clases, y coloca el énfasis en
las cooperativas de consumo, y no luchar contra la propiedad de los medios de
producción por parte de los capitalistas.
Una,
la línea de lucha de clase del proletariado, el reconocimiento del valor que
tienen las cooperativas como un instrumentos de esta lucha, como uno de sus
medios auxiliares, y la definición de las condiciones en las cuales las
cooperativas desempeñarían realmente ese papel, en lugar de ser simples
empresas comerciales. La otra línea es la pequeño-burguesa, que oscurece el
problema del papel de las cooperativas en la lucha de clase del proletariado,
les otorga un significado que va más allá de esta lucha (es decir, confunde las
opiniones proletarias y las de los patronos sobre las cooperativas) y define
sus objetivos con frases generales que también pueden ser aceptables para el
reformador burgués, ese ideólogo de los grandes y pequeños patronos progresistas[33].
Lenin destaca el carácter clasista de las cooperativas
Todos saben que cada ciudad y cada vertsa de ferrocarril
arrastran a la economía campesina al ciclo comercial y capitalista. Los
"populistas de izquierda" son los únicos que se niegan a ver la verdad
que deshace su teoría pequeño-burguesa. Esta verdad consiste en que cada versta
de ferrocarril, cada nueva tienda que se abre en la aldea, cada cooperativa que
facilita las compras, cada fábrica, etc., arrastra a la economía campesina al
ciclo comercial, y ello significa que el campesinado se está dividiendo en
proletarios y pequeños patronos que contratan mano de obra asalariada. El
cooperativismo es inseparable de la lucha de clases, y por su ambigüedad
genética puede ser empleado a favor o en contra de la emancipación humana,
dependiendo de qué clase social lo impulsa en un sentido o en otro[34].
Al morir Lenin, en la década del 20 del siglo
pasado, se inició la muerte sobre las
opciones sobre las diversas propuestas de socialismo, lo cual está unido a la
guerra del fascismo contra la
URSS y la puesta en práctica por Stalin de un modo particular
de construcción social, que postergó la alternativa socialista autogestionaria,
lo cual se profundiza por el fracaso de la autogestión yugoslava. De tal
manera, que quedó truncado el desarrollo
práctico y teórico de la “asociación de trabajadores libres”.
Hacia
el porvenir
El porvenir socialista pudiera estar
caracterizado por la progresiva apropiación del proceso productivo por parte
de los individuos, los cuales se apropian de los resultados del proceso
productivo, que realizan de forma libre y asociada, donde prevalece la democracia
en las relaciones sociales de producción y en la vida comunal, la dirección colectiva, trabajadores
asociados (abolición del trabajo asalariado), la remuneración por aportes de
trabajo pasado y trabajo vivo realizado,
la propiedad socialista sustituye
la propiedad pública y privada de los medios de producción, avanzando hacia la extinción del Estado capitalista, donde progresivamente la clase trabajadora va asumiendo de hecho la dirección y la
autogestión de la sociedad y de la vida comunal y la responsabilidad colectiva de los espacios
comunes.
Referencias Bibliográficas
1.Jorge
Sgrazzutti- Antonio Oliva. Aportes para la comprensión del taylorismo
soviético de Octubre a la NEP (1917-1929) Jorge Sgrazzutti- Antonio
Oliva. Anuario digital.
www.anuariodehistoria.unr.edu.ar/ojs/index.php/Anuario/article/view/235
2.Lenin. Obras escogidas. Tareas inmediatas del gobierno soviético. Ediciones Progreso, Moscú, 1973
3.Carlos Marx. El Capital. México : FCE, 2014
4.Azcurra, Teoría macroeconómica. Ediciones Cooperativas. 1a ed. Buenos Aires, 2006
5.Ricardo Antunes en Sentidos del Trabajo. 1 a ed. - Buenos Aires: Herramienta: Taller de Estudios Laborales, 2005.
6.La Guerra civil en Francia. Editorial Progreso, Moscú, 1977
7.La Doctrina cooperativa. Ediciones Inteercoop. Buenos Aires, 1971
8.Lenin. Acerca del infantilismo “izquierdista” y el espíritu pequeño burgués. Editorial Progreso ,1976
9.Humberto
Miranda Lorenzo Marxismo y Socialismo Autogestionario.
https://www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso06/conf3_miranda.pdf
10. Iñaki Gil de San Vicente. Cooperativismo obrero, consejismo y autogestión socialista
https://marxismocritico.com/2012/04/10/tesis-sobre-el-cooperativismo-socialista
[1]
Aportes para la comprensión del taylorismo soviético de Octubre a la
NEP (1917-1929) Jorge Sgrazzutti- Antonio Oliva Anuario Nº 29 / ISSN
1853-8835 / pp. 9-47 /2017
http://anuariodehistoria.unr.edu.ar/ojs/index.php/Anuario/indexAportes
para la comprensión del taylorismo soviético de Octubre a la NEP
(1917-1929)
[2] Tareas inmediatas del gobierno soviético Obras escogidas. Tomo VIII 1918, Pág. 60
[3] Tareas inmediatas del gobierno soviético Obras escogidas. Tomo VIII 1918, Pág. 60
[4] Carlos Marx; El Capital, 1867.11 Libro I, capítulo: “La ley general de la acumulación capitalista.”
[5] “Pravda”, núm. 60, 13 de marzo de 1913
[6] “Pravda”, núm. 60, 13 de marzo de 1913
[7] IBID
[8] IBID
[9] Publicado en “Put Pravdi”, núm. 35, el 13 de marzo de 1914
[10] IBID
[11] IBID
[12] IBID
[13] IBID
[14] (Lenin, Vladimir Ilich (1965), “Las tareas inmediatas del gobierno soviético”, en Obras completas, vol. 27, Moscú.
[15] Tareas inmediatas del gobierno soviético Obras escogidas. Tomo VIII 1918, Pág. 60.
[16] Tareas inmediatas del gobierno soviético Obras escogidas. Tomo VIII 1918. Pág. 48
[17] IBID
[18] Tareas inmediatas del gobierno soviético Obras escogidas. Tomo VIII 1918, Pág. 46
[19] Azcurra, Teoría macroeconómica, Pág. 24.
[20] El Capital Tomo I Pág. 306. FCE
[21] Mészáros, Más allá del Capital, citado por Ricardo Antunes en Sentidos del Trabajo.
[22]
La Guerra civil en Francia, Pág. 69. Primera Edición: Esta obra tuvo
gran propagación entre 1871 y 1872, siendo traducida a varios idiomas en
Europa y los EE.UU. Fuente: Izquierda Revolucionaria, Sevilla - España.
[23] La Doctrina cooperativa. Ediciones Inteercoop. Buenos Aires, Pág. 45.
[24] Tomo I de El Capital, Capítulo XXIV
[25] Carlos Marx, La guerra civil en Francia; Obras Escogidas de Marx y Engels
[26] Acerca del infantilismo “izquierdista” y el espíritu pequeño burgués
[27] El capital-Carlos Marx, Pág. 418. Décima reimpresión. 1975.FCE
[28] Marx, Tomo III de El Capital (Capítulo XXVII “El Papel del Crédito en la Producción
[29] “Resolución sobre el trabajo cooperativo”, adoptada en el primer Congreso de la AIT. Marx y Engels.
[30] IBID
[31] Marx, Carlos, Engels, Federico: "Obras Escogidas". En Tres Tomos. Editorial Progreso. Moscú. 1975. T. III. Pág. 79.80
[32] Humberto Miranda Lorenzo Marxismo y Socialismo Autogestionario, Septiembre de 2007
[33] Lenin citado por: Cooperativismo obrero, consejismo y autogestión socialista
Iñaki Gil de San Vicente.
[34] Lenin citado por: Cooperativismo obrero, consejismo y autogestión socialista
Iñaki Gil de San Vicente.
Impecable articulo, super ilustrativo. Totalmente acertada la vision de Marx sobre las cooperativas.
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