Dolarizadores y desdolarizadores. Luis Britto García

 




Luis Britto García:  abogado, historiador, narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante. También es catedrático de la Escuela Venezolana de Planificación.

Si en algo son fecundas las crisis  es en la oferta de curalotodos y remedios mágicos. Durante la decadencia española, Francisco de Quevedo se burlaba de los pícaros “arbitristas” que ofrecían solucionar la ruina del Tesoro mediante trampajaulas que ni siquiera ellos entendían.

En la actualidad, el arma de la Guerra Económica que ha resultado más eficaz es un plan de dolarización forzosa, cuya exposición más explícita la formuló el  derrotado candidato de la oposición Henry Falcón en las elecciones presidenciales de 2018. Según él, cobrar y pagar en dólares no sólo remediaría todos nuestros males, sino que los haría imposibles.

El paquete chileno y la Deuda Eterna engañan creando  la ilusión de que se puede tener todo a cambio de nada, y  concluyen entregando nada a cambio de todo.

El único que saca dólares de la nada es Estados Unidos, que desde 1974 imprime papel verde sin respaldo; los demás tenemos que comprárselos.

El sector privado genera menos del 2,5% de las divisas que nos ingresan  anualmente; el resto de esa masa monetaria dolarizada tendría que proporcionarla el Estado.

La masa monetaria de Venezuela era en 2013 de 1.188.000.000.000 de bolívares, un 44.82% del  Producto Bruto Interno. El PBI para 2017 según el FMI sería de 215.307 millones de dólares; para obtener las divisas equivalentes aproximativamente a un 44,82% de esa magnitud deberíamos gastar la totalidad de nuestras reservas internacionales -que a mediados de 2017 totalizaban 9.928 millones de dólares- y todavía  encontrar otros 999.990 millones de dólares en momentos en que el país confronta problemas de liquidez para satisfacer compromisos internacionales y realizar importaciones indispensables. ¿Cómo lograr que circulen los dólares en el país? Vendiéndolo. Para ello, anular la soberanía, pues según los dolarizadores expresaron en el programa de Falcón, “las políticas monetaria y cambiaria son accesorias”. Después, rematar las empresas públicas: “Plan de recuperación y apertura del sector petrolero”.

Luego, regreso al improductivo sector privado de todas las empresas mediante las cuales el Estado asumió las tareas que aquél no pudo llevar a cabo. Según el programa de Falcón, “Se llevará a cabo un inventario de todas las empresas expropiadas por el gobierno en los últimos 19 años, con miras a regresarlas al manejo por el sector privado.En los casos en los que no se haya pagado una adecuada
indemnización a sus dueños, se buscará saldar esa deuda o regresar la empresa a sus dueños originales. En otros casos, se buscará la asociación o venta a inversionistas privados que permita la inyección de recursos para restablecer las condiciones de producción. Se propondrá la opción de canjes de deuda por inversión como una forma de buscar alternativas de ganar-ganar con los inversionistas”. La propiedad pública que pertenece a todos los venezolanos será el botín de una enorme piñata que sólo podrán apalear los capitalistas con fondos.

¿Podremos por lo menos comprar barato? Escuchemos a los dolarizadores: “La autoridad monetaria no debe hacer política social”. Por consiguiente, se operará una “Flexibilización de control de precios. Se implementará un esquema de ajuste gradual para llevar los precios de los hidrocarburos en el mercado interno a sus niveles internacionales. De la misma forma, se ajustarán gradualmente los
precios de la electricidad y otros bienes y servicios públicos a niveles consistentes con aquellos que prevalecen en otros países de latinoamerica”. Nada se dice del aumento de salarios necesario para
cancelar  precios dolarizados ¿No  suena esto como el Paquete Económico que detonó el 27 de febrero y acabó para siempre con AD y Copei?

Uno de los logros del bolivarianismo es haber logrado para Venezuela el menor índice de desigualdad de la América Latina capitalista. En lugar de traer la igualdad, la dolarización acentuaría la desigualdad. Sigamos leyendo el programa del opositor Falcón:  “Se firmarán contratos de estabilidad jurídica que permitirán garantizar la permanencia en el tiempo de las condiciones ofrecidas a socios
internacionales”. Los infames “contratos de estabilidad jurídica” son acuerdos privados en virtud de los cuales el Estado podría aumentarles los impuestos  a todos, menos a los extranjeros privilegiados que hayan suscrito tales componendas. Se violan así de una vez el principio que reserva la materia tributaria a la ley, y no al contrato, y el principio constitucional de la igualdad. Desde luego que alguien tendría que pagar los impuestos que dejan de pagar los “socios internacionales”, y esos sacrificados serían una vez más los nacionales.

En resumen, los partidarios de la dolarización proponen  entregar la soberanía al dejar de ejercer la política cambiaria y monetaria, eliminar el control de precios, y elevar los de los hidrocarburos,
electricidad y otros bienes y servicios a niveles internacionales, lo cual haría imposible el costo de la vida. Para sustituir nuestra masa monetaria, que equivale casi a la mitad del PIB anual, el Estado debería adquirir divisas por esa magnitud y hacerlas accesibles al sector privado: a través de esta gigantesca donación, quedaría el sector público sin efectivo para  costear las importaciones indispensables para el funcionamiento de la industria petrolera,  la continuidad de las políticas sociales e incluso los servicios públicos más indispensables, como la salud, la educación y la defensa.

La dolarización no garantizará el pago de la deuda, sino su empeoramiento, pues proponen sus partidarios: “Se negociará con los acreedores internacionales una restructuración de la deuda externa que permita reducir significativamente los pagos de intereses y capital durante los próximos cinco años. La renegociacion utilizará los instrumentos legales existentes en los contratos de deuda que permiten la restructuración usando cláusulas de acción colectiva y consentimiento de salida. Se tomarán acciones legales para proteger a la nación de cualquier riesgo de embargo de sus activos y flujos externos. Se buscará restablecer el clima de confianza entre los inversionistas internacionales a través de una renegociacion amistosa basada sobre los principios de ganar-ganar”. Pero históricamente en Venezuela todas las renegociaciones de la Deuda (incluso el “mejor refinanciamiento del mundo”) no han hecho otra cosa que legitimar deuda ilegítima, contraída sin los requisitos legales indispensables, y agravar las condiciones o el monto total debido. Además de que, después de tantas concesiones, los dolarizadores sólo ofrecen “Garantías para endeudamiento internacional”. Su idea no es librarnos de la Deuda, sino contraer más. Principio de todo programa de recuperación fiscal es el saneamiento de la hacienda, el cobro de las acreencias pendientes y el castigo de los infractores. Los dolarizantes proponen exactamente lo contrario: “Se declarará una amnistía sobre los ingresos no declarados de capitales repatriados. Se garantizará que los ingresos por capitales repatriados no podrán ser gravados a tasas mayores a las vigentes en el momento de su retorno. Los emigrantes que regresen al país contarán con una exoneración del impuesto sobre la renta por un período de tres años a partir de su regreso”. ¿Cuánto dejará de percibir el Tesoro por estas costosas amnistías y exoneraciones para delincuentes tributarios y
capitales fugados? Los dolarizantes proponen eliminar todo tipo de protección a la industria nacional: “Se iniciará la negociación de Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y la Unión Europea, de forma de buscar apertura en los mercados de exportación potenciales. Se solicitará estatus de país observador en la Alianza para el Pacífico, y se trabajará con nuestros socios de Mercosur en la búsqueda de la integración de los dos bloques comerciales”. Brillante es esta idea de los dolarizadores de  buscar la salvación en Tratados de Libre Comercio que indefectiblemente arruinan las economías nacionales, cuando el propio Trump está denunciando los acuerdos de ese tipo en los que entra Estados Unidos, y acaba de salirse de la Alianza del Pacífico.

En Venezuela se hizo indispensable establecer un control cambiario porque la fuga de capitales estaba a punto de agotar las reservas internacionales: cabría preguntar qué garantizaría que el mismo mecanismo no drenara en forma casi instantánea los dólares de libre circulación y exportación.

Si en los últimos años Venezuela ha quedado literalmente desprovista de efectivo por el acaparamiento de éste por algunos bancos y por su contrabando de extracción por la frontera, cabría preguntarse también qué evitará que los mismos mecanismos desvanezcan los dólares que se utilicen como nueva moneda.

Con el plan de dolarización avanzan todos los efectos negativos expuestos. No lo decimos nosotros: lo afirman los propios artífices del proyecto.  Un país que no ejerce soberanía sobre su circulación
monetaria difícilmente puede ejercerla sobre los demás aspectos. De ninguna manera debemos atarnos a la piedra de molino del dólar, a punto de hundirse en el foso de la falta de respaldo.

Comentarios

  1. Naturalmente debemos evitar que por la vía de los hechos nuestra economía continúe dolarizándose sin que el pueblo llano pueda hacer nada para evitarlo, pues se ve obligado a pagar en dólares por la adquisición de cualquier bien o mercancía. Lo más peligroso de todo esto es que en el imaginario está calando la idea de que la solución a todo esto está en que se dolarice el salario: Si los precios están dolarizados por que no dolarizar el salario, piensan algunos. "Un país que no ejerce soberanía sobre su circulación
    monetaria difícilmente puede ejercerla sobre los demás aspectos", por tanto, si el Estado no explica en que consiste la dolarización y no enfrenta con firmeza los efectos de una dolarización que se da en la práctica, hace que la soberanía se fracture y por sus rendijas se escape el sentido de Patria. En ese sentido se hace necesario que este debate se desarrolle libremente con base en la realidad que vivimos los venezolanos del pueblo, y no a partir de creencias y postulados ajenos a las dinámicas de los hechos.

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