Censo demográfico: más que una operación estadística, una herramienta sociopolítica del estado nación (Parte II). Hugo Casanova
Costado antropológico del censo e importancia sociopolítica para el
estado-nación
Hugo Casanova: Profesor de la FEVP. Correo: casanovade@gmail.com
Resumen
La Estadística actual es conocida como ciencia
de datos y los censos nacionales, como su método por antonomasia. Sin embargo,
la rica polisemia del térmico censo, nos invita a una revisión de su
historia, que, por demás, es una deuda con esta ciencia, pues la reconstrucción
de su historia, dada a partir de los últimos giros epistémicos de los años
sesenta, ha dejado pocos aportes que hagan honor a los cambios paradigmáticos
ocurridos. Esto es, censo se sigue concibiendo, desde la CEPAL, como una gran
operación estadística de los gobiernos, mero instrumento. Por lo tanto, en este
artículo discutiremos los distintos usos léxicos del término como un método
censal, separándolo de los instrumentos de recolección de datos y, por último,
nos adentraremos en su historia sociopolítica y costado antropológico.
Breve introducción
En la primera parte de este
artículo discutimos la gran polisemia del término como elemento de su proceso
histórico y mostramos su deslinde frente a instrumento o conjunto de
operaciones estadísticas o técnica; veníamos discutiendo que censo es un método
de la ciencia sociopolítica y nos proponemos, en esta segunda parte, avanzar en
este aspecto. De tal manera que continuaremos con la conclusión del último
aparte de deslinde de instrumento frente a método.
Deslinde de censo como instrumento frente a método.
Viene de la parte I
Pero aun manteniendo, en la
definición, el término datos, lo
complicado sería reinterpretar, en otras épocas, los elementos del
procedimiento cognitivo. ¿Qué fue recoger,
evaluar, etc., datos, en el esclavismo o feudalismo, frente a modernidad?, épocas
desde las que se pretende fue institucionalizado el censo por los estados. Sin
duda tendríamos que reconstruir su historia de rupturas epistémicas y ver,
seguramente, que su hilo discursivo tiene que ver con las formaciones sociales
históricas. Esta variación en el tiempo y su acompañamiento por los distintos
paradigmas sociopolíticos es lo que lo diferencia de la técnica; pues las
técnicas simplemente cambian su eficacia por la mejora de los materiales y
mecanismos de ingeniería. Con el censo, esto no es así. Obviamente que todo
método usa técnicas y las mejora, pero no nos detendremos en este aspecto.
Sin establecer la estrategia de acción[i]
(el cómo) la pregunta por el qué conocer podría resultar en respuesta
obvia en las actuales circunstancias sociopolíticas de extensión de las
democracias a nivel mundial, pero no así para las antiguas civilizaciones desde
las cuales se pretende reconstruir el método conservando una neutralidad que no
afecte la generalidad conceptual de Naciones Unidas. El costado epistémico, cognitivo, del método, nos conduce a las
finalidades (lo teleológico), al para qué;
pues los qué y los cómo quedarían inutilizados o
inservibles sin los para qué. En este
punto es donde el lexicógrafo muestra al concepto de censo en sus
significaciones económicas y políticas (las segundas) celosamente guardadas,
con exclusividad, como actividades del antiguo
Egipto o de la Roma Imperial. Una
lista o padrón no por ellos; sino para,
la economía y la política. Actualmente son listas, también, para lo social y lo
político, para la nación y para el estado; para lo público y lo privado. Todos
estos para qué actuales, acompañan a
unos cómo y unos qué metódicos y civilizados, domados o humanizados, democráticos
por fuerza de tener república moderna. De tal suerte que el método censal
actual pretiere al contexto democrático y se subsume en él, luciendo neutral, laxo, no invasivo, aceptado,
necesario para el informante y extendido a una clase (tipología) censal muy rica por el amplio espectro social
imperante. Actualmente no solo hablamos de censos de población y vivienda, sino
agrícolas, económicos, electorales, de ciencia y tecnología, etc. igualmente
para una infinidad de procesos administrativos y de planificación se hace
necesario censar. La tipología censal es tan amplia como las formas
democráticas necesarias. Pero no siempre hubo República. El cómo, y el qué, las estrategias
cognitivas y de acción marcan la diferencia.
La
definición actual del método, como estrategia
cognitiva y de acción, se ha
naturalizado en el contexto democrático imperante, pues su modo y contenido son
discutidos socialmente. Esto es, la construcción
de los perfiles (lo cognitivo) responde a intereses sociopolíticos y
económicos y a sus grupos. Hablar de datos,
sin hablar del perfil que se
construye es poner un aura de neutralidad a su alrededor que no tiene. Pero
estas estrategias, así como ahora están implicadas por la vida republicana (con
toda su discusión ideológica interna), en otros tiempos estuvieron implicadas
por la ideología imperante de dominación y vasallaje. Esto es, los censos de
otrora no estuvieron ligados necesariamente a procesos democráticos. Los censos
de la antigüedad podrían definirse igualmente como conjunto de operaciones; sin embargo, al ver el carácter de tales operaciones algunos investigadores habrían
preferido quedarse solo con la evidencia simple de hallazgo de listas, troncos,
piedras, nudos de cuerda o papiros, no en estado natural, obviamente, sino
repujados, tallados, pintados o escritos; no como simples objetos ónticos,
inmediatos y que ante los ojos del empirismo ingenuo invocan, desde la
antigüedad, una neutralidad que no tuvieron. Esto es, si aplicásemos la definición
de censo de Naciones Unidas desde la antigüedad, en un ejercicio de
anacronismo, e incluyéramos el contexto sociopolítico y económico no podríamos
salvar al método como científico (en un sentido genérico, pues la ciencia es
cosa más cercana), pero ni siquiera como pre científico o protoestadístico a menos que admitiésemos, como se hace ahora, que
la actividad científica no se puede deslastrar de sus para qué ni de sus cómo.
Valoración que nos conduce al ethos
de la ciencia y más allá, a una ética develadora del proyecto de civilización
que se defendía en la antigüedad imposible de equiparar con el actual.
La
simple lista, como sugerimos anteriormente, es nula per sé y como, en sentido kantiano, una sensación sin concepto es
ciega, ningún antropólogo o egiptólogo la admitiría a secas sin humedecerla de
historia. Tal nulidad histórica se pretendió en neutralidad, pero es
precisamente aquella la que le da orientación y sentido, la que le quita el
velo de inocencia. El positivismo postuló por años que solo el contexto de
justificación daba sentido a la investigación, desechando al resto de los
contextos que se levantaron a partir de la segunda mitad del siglo pasado; y
aún la tradición positivista, que tarda en transmutarse en las academias y centros
de investigación, insiste en ello. Las listas y padrones actuales, bajo la
mirada de la República son muy distintos a las listas y padrones antiguos por
las circunstancias sociopolíticas debidas a las rupturas históricas.
Censo
actual es perfil identitario de una nación. De tal modo que el universo de
discurso censal tiene referentes y connota aspectos comunes a todos los
censados, no solo por la connotación propia de “censo” sino también por la del
interés que cada uno tenga. Censo actual refiere a una colectividad que,
unificada en ciudadanía, desea conocerse como grupo o sociedad para la praxis y
el intercambio. Este universo de discurso está constituido por las diversas
características observadas en las unidades de análisis. El censo actual pertenece
al ciudadano, constituyendo sistemas de información que configuran un perfil de
sociedad. Su finalidad alcanza una multidimensionalidad que va desde lo social
y demográfico hasta lo económico y político. Censo nacional es internacional,
ligado al resto de las naciones por los organismos internacionales (CEPAL),
pero censo local lo es para lo inmediato, para el acuerdo sobre problemas
comunitarios y entre uno y otro caben otros tipos, según las finalidades o la
intencionalidad propia de los grupos.
Hay
una brecha (distancia epistémica y teleológica) muy grande entre estos censos
actuales, cuyo usuario es informante a la vez, y los antiguos (aquellos de los
que se pretende estado primero), y
donde no hubo informantes. Estos
tienen muy poco o nada que ver con los actuales por lo que son referidos como listas, no como método. Este
cambio de lista a método censal no se dio a través de una evolución técnica o
científica (contexto de justificación), sino a través de rupturas sociales y
políticas (giros políticos y sociales) donde lo teleológico (o causa final) es
un juego dialéctico entre fin y final.
Costado antropológico de censo
Una
crítica a los procesos de clasificación dice que son ad-hoc y que clasificaciones
como la enciclopedia china de Borges no tienen sentido, descartando así su lado
científico. Lo primero no es una crítica, es una realidad, lo segundo es un
juicio ingenuo, pues toda clasificación debe reunir las condiciones formales y
materiales que le den coherencia. Las formales, se refieren a la lógica y a las
métricas resultantes y, las condiciones materiales, a las posibilidades de
construcción de un grupo real; la enciclopedia adolece de esta segunda; no hay
nada que justifique su agrupamiento, no son ellas mismas un grupo, ni muestran
de sí mismas ni por sí mismas alguna característica común, ni mucho menos una
intencionalidad; falta ese aire de familia necesario, sustancial. Pero a las
sociedades y grupos humanos les sobran condiciones materiales; tan solo los
nominalistas son críticos respecto de la existencia de grupos sociales. Y
aunque es cierto que tales condiciones materiales o propiedades (elementos
sustantivos, sustancias segundas) o características, no logran cerrar a los
grupos, sociedades humanas o taxones zoóticos y botánicos, no dan suficiencia, pues
se hallan excepciones, individuos que no pueden clasificarse plenamente en
algún grupo; es, precisamente esta carencia de cerradura, la que permite
límites borrosos que fungen como vasos comunicantes entre los grupos, dejando
de ser conglomerados por estructuras sistémicas. El fracaso de las doctrinas
extremistas, al no poder argumentar, pe., la pureza racial, se debe a esta
imposibilidad de cerradura grupal y es esto lo que permite que las
clasificaciones sean ad-hoc. Y ser ad-hoc posibilita la praxis
sociológica.
Esta
característica les daría a los grupos, estricto sensu, una amplia
capacidad ontológica o de existencia real dependiendo de su praxis sociológica,
política, económica, etc.; praxis dada con base en toda la dinámica reinante en
la sociedad actual solo posible a partir del siglo XVIII y luego de los cambios
políticos producidos por los conflictos y revueltas en Europa y América en los
siglos XIX y XX; rupturas que cambian los procesos sociales otorgando mayor
movilidad. Las democracias permiten libertades bajo la filosofía de los
derechos humanos; libertades que se manifiestan sobre todo en el incremento y
diversidad de grupos atendiendo a una multiplicidad de intereses muy extenso.
Desarrollo sin precedentes del hecho comunitario, potenciados, ahora, por las
redes sociales e Internet; desarrollo de las libertades no exentas de una puja
por la dominación ideológica que incrementa la basura mental auspiciada por
filosofías lingüistas que ocultan la correspondencia entre palabra y hecho.
Todas estas formas son censitarias en el sentido que obedecen al
autorreconocimiento de sus miembros. En forma general, estar censado, implica
estar en tales grupos, pertenecer a ellos por constitución, luego por decisión;
el primero grupal, el segundo individual; registro social y antropológico. De
modo tal que no nos referimos tanto al ser sino al estar; que en
sentido de (García Bacca, 1984) es un estar
siendo; ser volcado sobre la realidad (en sentido sartreano) desarrollándose
como proyecto; nos hallamos siendo en un mundo de datos (dice Bacca); nos
descubrimos construyendo significados al construir esquemas de acción (Piaget);
trabajando, cocinando, peleando, pensando, jugando, etc.
Las
condiciones materiales se conjugan con las formales, las métricas, pues la
medición procede ordenando a los grupos según su grado de cohesión que se
manifiesta en la distancia antropológica que hay entre una etnia y un equipo
deportivo; se conjuga con la distancia sociológica y sicológica de la praxis,
creando una amplia tipología censal, desde características “duras” como las
culturales e históricas, hasta las más contingentes como los grupos de
pertenencia o gremios. Que estos grupos adquieran otras denominaciones, aparte
de censo, como colegio, gremio, asociación, comuna, etc., es cosa de la ciencia
particular y su técnica. Como puede verse, estar censado es un modo de
reconocimiento grupal de origen antropológico y de realización sociopolítica o
sicosocial, pues censo termina siendo parte del método sociológico y de la
ciencia política para la transformación social.
En
síntesis, lo que une a censo como método y la ciencia social, no es la dualidad
ciencia- método, que responde a la dualidad kantiana sujeto-objeto y el método
como mediación, útil para los instrumentos. Al darle a censo un origen
antropológico nos referimos al monismo estar siendo que impone un método
encarnado en los grupos ¿Qué haremos? ¿Cómo lo haremos? ¿Cuántos necesitamos? Y
que objetiva a la realidad, no solo la construye verbalmente; de tal
encarnación se separa el método instrumental.
Censo y Estado
Foucault
(2006) al hablar del origen
de la Estadística lo ubica como una estrategia de desarrollo del conocimiento del
Estado sobre los territorios que recién se constituían en estado-nación en la Europa
en el siglo XVII; pero se queda corto, pues introduce el sesgo del estado
controlador que va a minimizar al sujeto. Esto nos parece extremo. Ciertamente
todo estado moderno nace con una oficina de estadísticas y Hacking (1995),
va a decir que todo estado fue, al nacer, estadístico a su manera. Esta
relación entre estadística, como disciplina y estado viene asociada a los
censos; pues, los nuevos territorios, hechos nación, requerían del conocimiento
de la población y su cultura. Ya no siendo estos territorios conglomerados
de parcelas gobernadas por reyezuelos, los nuevos estado-nación comenzaban
a constituirse en sistemas territoriales; esto es, sobre el espacio de
la nación se construirían los diversos sistemas de desarrollo, producción, vías
de comunicación, educación, servicios, etc. De hecho, la Estadística y la
Etnografía, fueron creadas, tempranamente, por los historicistas alemanes, como
disciplinas descriptivas de los territorios; la primera para el estado nación y
la economía; la segunda para la cultura; luego le seguiría toda la ciencia
social restante.
Dada
la cerradura político territorial de las naciones emergentes en el siglo XVII
se hace necesario su unificación y desarrollo surgiendo así el concepto de
nación como sistema; que, por analogía con el cuerpo humano, posee subsistemas,
órganos, tejidos y células fundamentales.
De modo que, entendiendo a la nación como una superposición de capas
sistémicas sobre el territorio, tiene que desarrollarse la demografía, la
epidemiología, la defensa, la educación, la producción, etc. como subsistemas
de la nación. Por ejemplo, los que ingresan al sistema demográfico (nacimientos),
los que salen de él (muertes), la reproducción del sistema (matrimonios), y se crea
el registro civil como historia demográfica. Todos estos subsistemas se
corresponden con una tecnología social y una sociología que permiten y facilitan
la movilidad de las comunidades y, por tanto, desarrollo de lo antropológico.
Sin
embargo, en América Latina tal cerradura político territorial se hizo de modo diferente
a la vieja Europa; mientras que en esta los países se constituyeron por acuerdo
en Wesfalia (1648), en América fue por transustanciación [Aufhebung en
Hegel; según la interpretación y traducción de (García Bacca, 1986) que descompone en
transformación (cambio de forma) y transmateriación (cambio de materia) dando
una sustancia]. Esto es, sería
transustanciación de colonias en estado-nación (sustancia) o independencia; esto
es, un difícil proceso de transformación del territorio y de transmateriación o
búsqueda de identidad, pues los imperios y sus oligarquías continúan impidiendo
este proceso interviniendo la cultura, deformándola y generando una sociología
de la dependencia que impide mirarnos como nación retardando su desarrollo
sistémico y orgánico. Esto impuso un sistema censal más como auditoria colonial
usando la comparabilidad entre países para ordenarlos según sus grados de
“desarrollo” y auspiciar sus políticas de empréstitos. Censos bajo la doctrina
positivista que crea la dualidad sujeto-objeto, donde los países colonizados
son el segundo. De modo que diseña cuestionarios que ven a la nación como
objeto de los organismos internacionales y no como sujeto de desarrollo
endógeno; censo como instrumento, técnica censal aplicada a los espacios
urbanos más densamente poblados; cuestionarios que modelan solo una parte de la
sociedad. Ahora bien, en Venezuela, esto ha comenzado a cambiar, pero falta
sincronía entre lo local y lo nacional. Esto excede la finalidad de este
artículo, pero va mostrando el costado sociopolítico del censo.
Históricamente
puede verse esto; usaremos a la Antigua Roma como ejemplo, pues en ella se
atribuye el origen del censo con un monarca de dudosa existencia, Servio Tulio (Bravo, 1998) (Poucet, s.f.). Inicialmente, los monarcas de la
Antigua Roma intervinieron la organización social de los territorios de las
siete colinas de la región del Lacio donde se construiría la ciudad (Rostovtzeff,
1977);
el pueblo se organizaba en curias, formación de pequeños caseríos; los
desarrollaron y multiplicaron para la defensa creando, por tanto, un ejército
de milicianos según su capacidad económica (timocracia) para poder construir
sus armas. Posteriormente empalaron los caseríos creando la Roma Cuadrata
con un primer foro o plaza, para las reuniones, pues vivían en colinas (Nicolet, 1982). Esto es, el proto
estado romano se crea interviniendo a las comunidades, que, antropológicamente
y en nuestro concepto, estaban ya censadas, pues se reconocían como grupo;
digamos, más pedagógicamente, censo antropológico. Censo es el autorreconocimiento
de un grupo creado por necesidad gregaria, primera, pues toda sociedad se halla
siendo. Esto es importante porque la monarquía no habría podido crear lo
que no existía (sería de Perogrullo decir que el monarca no hace sociedad, pero
la puede intervenir). De tal manera que redistribuye lo que ya existe.
Ahora
bien, el crecimiento de Roma como imperio, no se hizo solo militarmente, sino
igualmente, por dedición (Espinosa, 2004); lo que imponía, en ambos casos, un
modelo de coexistencia con los otros pueblos. Las monarquías y luego los
emperadores usaron la capacidad y potencialidad de las familias, que se
concibieron, por un largo tiempo, como unidades productivas, centradas en un
fuerte paterfamilias de amplio poder que mantenía las costumbres y preservaba
la cultura romana (Amunátegui Perelló, 2005), no sin que hubiese,
obviamente, una provechosa mezcla. Luego, la República crea al censor con
amplios poderes de mantenimiento de la pax deorun, distribución del Ager
publicus, potestades electorales, poderes para construir acueductos,
gradas, muros, juzgar el comportamiento del paterfamilias o denunciarlo ante
los magistrados (origen de la censura social y política), permitir la
ciudadanía del esclavo, etc.; en pocas palabras, el censor romano es la
institucionalización del censo como método sociopolítico, praxis social, por el
estado imperial; pero, repetimos, esto no sería posible sin que eso,
censable, no tuviese un estado primero, real, práctico, concreto, no estuviese
ya censado, no existiese como unidad, el grupo, la tribu; y posible de
modificar, pasar a estado primario. Se diría actualmente, condiciones
iniciales, punto de partida.
Vemos
claramente el uso de la potencialidad antropológica de las comunidades
“romanas” en una sociología y tecnología de expansión imperial que igualmente provocó
cruentos enfrentamientos internos con los plebeyos (asimilados posteriormente)
y destrucción de otras comunidades para poder captar esclavos como fuente de
trabajo. Esto es, desarrollar Roma, pues su cultura y esplendor requirió del
sistema esclavista (Anderson, 1979); el esclavo sostenía, con su
producción, todo ese desarrollo. Pero nos centramos en el uso de la capacidad
de los pueblos y en la creación de una tecnología de expansión, creando
colonias militares y los colonos como avanzada social que, en muchos casos,
respetaban la cultura. Estos aspectos siguen siendo controversiales; pero no
cabe duda del uso de las capacidades de las tribus para construir un imperio
sobre la base de la destrucción de otras tribus en una dialéctica del amo y el
esclavo que describe Hegel.
Conclusión
Hemos
tratado al censo con una generalidad; pero la gran polisemia del término
es, de hecho, un complejización de la gran riqueza que tiene su historia.
Riqueza que se manifiesta y entiende en su dinámica. El positivismo redujo el
término a instrumento y luego a operación estadística bajo una episteme
cuantitativa que opone a otra cualitativa; creando una confusión metodológica a
manera de un dualismo ontológico cuantitativo-cualitativo que ni siquiera los
positivistas críticos como (Díez & Moulines, 1999) sostienen. Pueden
usarse ambos términos para separar dos métodos, pero no pueden extenderse los
mismos términos para decir que existe la misma dualidad ontológica. Y eso es lo
que creen nuestros metodólogos, que hay cosas cualitativas y cosas
cuantitativas. De modo tal que el estrago metodológico no puede ser mayor.
Bajo
esa dicotomía no podría entenderse que las primeras oficinas estadísticas; pe,
en Alemania o Francia, en el siglo XVII, hacían una estadística etnográfica,
pues la palabra estadística refería a Estado y no a número. Lo
significativo es que al no tener unas técnicas cuantitativas desarrolladas
(cosa que sucedería en el siglo XIX) lo que hacían era una mezcla de aritmética
política con descripciones etnográficas de las comunidades; la fuerte polémica
la introdujeron los positivistas que describían la economía separada de lo
social y político pues comenzaban a madurar los intereses de las corporaciones;
por otra parte, medir los recursos de las colonias para el extractivismo,
introdujo al censo como exterioridad. Con el derrumbe del positivismo clásico
en la década de los sesentas del siglo pasado, lo metodológico, en América, no
logra su en sí, pues lo que sucede es que los llamados métodos
cualitativos se levantan como vencedores contra los cuantitativos; esto produjo
lo que llamamos estrabismo metodológico, pues logran solo un enfoque
parcial (estrabismo convergente) y evaden aspectos de la realidad que se mide
cuantitativamente (estrabismo divergente).
Censo
está ligado a lo metodológico, pero difiere en la episteme; para el
positivista, censo es una operación estadística que divide la realidad en
sujeto-objeto; para el constructivismo hay un monismo que ve a un sujeto
volcado sobre la realidad como proyecto, construyéndose; en comunidad (intersubjetividad)
y, por tanto, censado por esta, aceptado y reconocido por esta; por lo tanto,
no hay un método externo que se le aplique. Por demás, en este enfoque, sería
absurdo una riña metódica sino más bien, una complementariedad que vaya de lo
local hacia lo total, pasando por una infinidad de estadios sistémicos solo
abordables por la estructura estatal construida según las políticas a implantar;
construcción permanente de la totalidad o estado-nación.
El
gran inconveniente estriba en que, entendiendo la estadística como número, se
entiende al censo como recuento; otorgándole, además, a los números, una carga
ideológica negativa absurda. Así, se le quita, al mismo tiempo, a la
estadística, su costado sociopolítico.
Referencias
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11 de abril de 2019, de Amazonaws.com:
http://ecaths1.s3.amazonaws.com/historiaderoma/1107160271.J-Poucet---Los-Reyes-de-Roma.pdf
Rostovtzeff, M. (1977).
Roma. De los orígenes a la última crisis (Cuarta ed.). Buenos Aires,
Argentina: Eudeba.
[i] Que, como vimos atrás, tiene
que ver con el modo de transformación social, más que como diagnosis
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