Carta al presidente de la Polar. José Gregorio Linares

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José Gregorio Linares. Historiador. Profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela, Profesor Investigador de la Escuela Venezolana de Planificación.
Tomado del diario CuatroF

Señor Lorenzo Alejandro Mendoza Giménez:
El empresario ecuatoriano Luis Noboa recomendaba a los herederos de grandes compañías: “hay que emplearse a fondo en la actividad empresarial y no distraerse con la política”. Compatriota Lorenzo Alejandro, no ha seguido ese sabio consejo. Es muy raro que eso te esté pasando. El éxito de tu familia obedece, en gran medida,  a que no se “distraen con la política”, se “emplean a fondo en la actividad empresarial”. Siguiendo este criterio los Mendoza, que se iniciaron con una modesta fábrica de jabón y velas en 1855, construyeron la más poderosa corporación venezolana: el Grupo Polar.
Tu abuelo, el abogado Lorenzo Alejandro Mendoza Fleury, trabajó para varias empresas de cervezas. Un día concibió una idea audaz: crear su propia fábrica de cerveza. Las condiciones eran adversas: no disponía de suficientes recursos, la Segunda Guerra Mundial dificultaba la adquisición de equipos e insumos, y otras empresas cerveceras estaban firmemente posicionadas. Sin embargo, en mayo de 1941, fue constituida legalmente “Cervecería Polar”. El capital inicial fue de Bs. 1500, suma irrisoria si se compara con el patrimonio de las cervecerías establecidas en el mercado. El domicilio de la fábrica no podía ser más humilde: el Algodonal, en la Parroquia Antímano.
Tu abuelo pudo sortear los obstáculos porque se dedicó a levantar el negocio y no se “distrajo” conspirando contra ningún gobierno. En 1949 le entregó la dirección de la empresa a tu tío el ingeniero químico Juan Lorenzo Mendoza Quintero, un empresario tenaz e innovador que murió en 1962 con apenas 35 años. Tu abuelo se encargó de nuevo del negocio hasta 1969, fecha de su fallecimiento. A partir de ese momento tu padre, el psiquiatra Lorenzo Alejandro Mendoza Quintero asumió exitosamente la responsabilidad hasta su deceso en 1987. Ninguno de ellos intrigó contra el gobierno ni buscó protagonismo político; su centro de interés era “la actividad empresarial”.
Tú eras un niño para entonces, visitabas la fábrica y te “distraías” jugando a que eras un trabajador más. Pero ya no eres un muchacho y la política no es un juego. Te recomendamos seguir el precepto de quienes construyeron el emporio que sin esfuerzo heredaste: “emplearse a fondo en la actividad empresarial y no distraerse con la política”. ¿O es que no te importa que tu “distracción” eche por tierra el esfuerzo empresarial de tus antepasados? 
El silencio de los Mendoza
Domingo Alberto Rangel en su obra La oligarquía del dinero recalca que la familia Mendoza, dueña del grupo Polar, “tan beligerante en sus métodos comerciales, casi no manifiesta actividad alguna en la política”. A eso le llama el “silencio de los Mendoza”. En efecto, durante su larga trayectoria empresarial –que se inicia con una fábrica de jabón en 1853, y se potencia con la creación de la Cervecería Polar en 1941–se han suscitado hechos controversiales en la historia política de Venezuela; sin embargo los Mendoza nunca expresaron públicamente sus opiniones. Nunca.
No se sabe de parte de quien estuvieron durante la Guerra Federal (1859-1863); si se emocionaban o huían ante el grito de “oligarcas, temblad”. No hicieron públicas sus valoraciones acerca de Guzmán Blanco, no cuestionaron sus actos de corrupción ni aplaudieron su proyecto modernizador. Nada dijeron tampoco del gobierno de Cipriano Castro (1899-1908), ni siquiera cuando este mandó a la Rotunda a varios banqueros que le negaron apoyo económico. Y cuando la generación del 28 se enfrentó a Gómez (1908-1935) no apareció, que se sepa, ningún Mendoza para denunciar públicamente los desmanes de la dictadura, a pesar de que hubo gente de la alta sociedad que sí lo hizo. De las medidas represivas que López Contreras (1936-41) tomó contra el pueblo de Caracas nada dijeron. Nada opinaron acerca de las leyes petroleras y tributarias que aprobó el gobierno de Medina Angarita (1941-45), ni siquiera sobre la fundación de Fedecámaras durante esa administración. Tampoco opinaron acerca del trienio adeco (1945-48) y las irregularidades en las recién creadas CVF y CTV. No emitieron juicios sobre la Asamblea Constituyente de 1947, ni acerca del derrocamiento de Rómulo Gallegos (1948). No dijeron una palabra del régimen de Pérez Jiménez (1952-1958). Nada, absolutamente nada a favor o en contra. Y durante la Cuarta República, cuando la calidad de vida de la población llegó a los más bajos índices de miseria y la represión al más alto nivel de crueldad, nada opinaron. Nada.
Ahora a ti, el acaudalado heredero de Empresas Polar, le ha dado por hablar en la tribuna pública en actitud altisonante. Has roto en forma grandilocuente el proverbial “silencio de los Mendoza”. Y no lo haces para buscar soluciones concertadas ante la difícil coyuntura; ni par ejercer la solidaridad con tus compatriotas, los que han contribuido a incrementar tú ya inmensa riqueza; lo haces para denigrar contra el Gobierno y cuestionar sus políticas públicas a favor del pueblo. Pues bien, para andar diciendo lo que andas diciendo, ¿no sería mejor que te hubiese quedado callado?
Te recomiendo dos cosas, y no te voy a cobrar por la asesoría:1) En tu caso, dada tu condición de heredero de un emporio económico y vistas tus escasas dotes como político, es mejor, “emplearse a fondo en la actividad empresarial y no distraerse con la política”. 2) No sigas creyendo que “para amasar una inmensa fortuna hay que hacer harina a los demás”.

Atentamente

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