El aro de baloncesto y su espacio implícito como determinantes de las relaciones cívicas en la comunidad. Marcos Coronel




Marcos Coronel es un arquitecto venezolano, graduado de la Universidad Central de Venezuela donde también es profesor de la cátedra de diseño en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Estratega de Políticas Urbanas y cofundador de PICO colectivoHa sido profesor y ponente invitado en la Ecole Nationale d'Architecture Paris Val de Seine; Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca; Manchester School of Architecture; Tecnológico de Monterrey; y en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario. Su trabajo de infraestructuras sociales en barrios populares es considerado por Curry Stone Design Prize entre las 100 prácticas más relevantes de diseño social en el mundo, 2017. En 2018 obtiene el Premio Young Architects in Lain America en la 16th Bienal de Venecia. Recientemente ha sido nominado al premio Royal Academy Dorfman Award London 2020.



A finales de 1891 el profesor de cultura física James Naismith [1], dio origen al aro de baloncesto y al juego en sí mismo. La invención se expandió rápidamente, llegando a radicarse en pocos años como deporte olímpico y más tarde también como una actividad de masas. 
Pero el baloncesto realmente se transformó en juego popular durante la década de los 40’s, cuando comenzó a practicarse en calles, plazas y parques con pistas de asfalto, en el entorno de los bloques de vivienda que dieron forma a los guetos de Harlem, la llamada ”Meca Negra”, y otras comunidades afro descendientes de la contradictoriamente golpeada y pujante Nueva York de mitad de siglo XX. 
A partir de este momento, aros de hierro propiciaron la intervención de solares inhóspitos y peligrosos dentro de comunidades estigmatizadas y barrios degradados, dando paso a lo que de facto, se convertiría en el espacio diverso y más propenso de cohesión en estas comunidades. 

Un squad se abre paso en una partida de baloncesto en Harlem, New York. Foto: Andre D. Wagner 2018 

El baloncesto se reprodujo como una práctica rebelde en comunidades de asentamientos populares y barrios urbanos de todo el mundo, y la propia cultura que conlleva, permitió conservar reductos invulnerables e infalibles que estarían regidos por sus propias reglas, en un consenso para salvaguardar el espacio de intercambio intrínseco a la comunidad, donde el aro es un bastión.
Desde la versión mas vernácula, pasando por el tablero de acrílico y la profesionalización del juego, con el tiempo, el aro llegó a convertirse ya no solo en instrumento deportivo, sino en un verdadero significante social, símbolo de las relaciones de convivencia que se suscitan en el entorno de sectores populares. Y a su vez, el espacio que se conforma a partir de la presencia del mismo, se constituyó como el principal centro de colectividad, donde se agrupa la afluencia cultural y social más determinante en la comunidad.

Escolares juegan al salir de clases en una media cancha de baloncesto, bajo la mirada de los habitantes de una comunidad vertical en el centro de Caracas. Lote Deportivo -Amenidades Urbanas / Proyecto: Ricardo Sanz y Rodrigo Marín. Plan Maestro: Camilo Gónzalez. Foto: José Alberto Bastidas. 2018 

Por esta razón es común que los procesos de lucha en la comunidad, estén vinculados con el rescate de intersticios para su conversión en ''canchas'' deportivas. Verdaderas trincheras donde se labran las relaciones directas y los contactos cotidianos más elementales. 
Cuando la comunidad da especial importancia a la dotación deportiva, en realidad se refiere tácitamente al aro y al espacio de influencia donde se establece el juego, pero en el fondo, está planteando el lugar que realmente facilita todo tipo de intercambios y actividades que únicamente se justifican con su presencia. 
En muchas ocasiones, al margen de abundantes deficiencias y problemas que persisten en las comunidades, a la hora de determinar cuáles son las estructuras que ponen en valor y representan mayor utilidad para sí mismas, el aro y su entorno no tienen discusión. 
Sin embargo, también es cierto que el perímetro signado por el aro es sujeto de manías y prejuicios. Aun está en discusión cómo espacios abiertos y libres, donde no aplica la censura, que son propiedad de nadie pero de todos al mismo tiempo, pueden perdurar como verdaderas instituciones. 

Vecinos se reúnen al final del día, en torno al espacio deportivo donde se articula el centro de la comunidad. Parque Comunitario La Pantalla. Cumaná, Venezuela / Proyecto: Gabriel Visconti y Orlando Vásquez (Aga estudio) + Taller Activo. Coordinación de proyecto: Juan Carlos Castillo (PICO Colectivo) Foto: José Alberto Bastidas. 2015 

Habitualmente, los aros están colgando de postes en las esquinas, paredes y rejas de las veredas. Estructuras ancladas a los muros en señal de apropiación dentro un perímetro que encierra límites flexibles, perfectamente integrados a la vida cotidiana que comparten los vecinos. 
Donde se instala un aro inmediatamente se conforma un lugar, sin importar la forma o el tamaño del espacio. Un ámbito difuso e indeterminado que solo está definido por la existencia de este elemento básico, capaz de atribuirle sentido a ese sitio preciso. 
Un aro en buen estado puede ser signo de entendimiento, fraternidad y respeto en la comunidad, reforzando la jurisdicción del lugar para su consolidación en territorio común.

James Naismith y compañía 1891 / Juego de baloncesto en Curbed, NYC 2018/ Canasta improvisada en un gueto de Harlem 2018 / Tablero y cesta con un ring de bicicletas en el Barrio La Vega, Caracas 2019. 

Lógicamente, en comunidades populares prácticamente no existen vacíos sin construir, pues cada metro cuadrado de suelo está ocupado por la prioridad de habitar. Sin embargo, es recurrente que el aro, esta sencilla y elemental pieza, haya logrado evitar que pequeños reductos disponibles desaparezcan por completo en favor del espacio plural. 
Sin la presencia del aro, difícilmente se justifica el espacio libre en la comunidad. Por eso afianzarlo, comporta un efecto más allá de su propia condición. El aro, es el punto donde gravita lo público en la comunidad: El juego, pero también el mercado, las fiestas, los cines, las asambleas, y todo el tejido social y cultural presente. 
De alguna manera, el aro representa para la comunidad, lo que la cruz a la iglesia, o la estatua a la plaza. El aro de baloncesto y su espacio implícito, son el nuevo gen de construcción de lo cívico en la comunidad.

[1] Bellis, Mary. "James Naismith: The Canadian Inventor of Basketball." ThoughtCo, Feb. 11, 2020, https://www.thoughtco.com/james-naismith-basketball-1991639

La investigación que conllevó a este artículo fue realizada junto a las arquitectas Bárbara de Sousa, María Isabel Ramírez Arriaga, Karína Domínguez, y el Sociólogo Urbano Alfredo Pineda, durante el proyecto Placeground en la comunidad La Vega, Caracas, dentro del programa Caracas City 450. 2019

Comentarios

  1. Original visón acerca del significado de la cancha de basquet y su correpondiente aro en la conformación de las redes sociocomunutarias. Nos da una pista para abordar de una manera más integral lo relativo a la cultura, la resistencia , la recreación y el deporte como espacios para la vida.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario