Autores: Bolívar, Maritza; Caraballo, Juan; Gómez, Cointa; León, William; Lizarzabal, Darwin; López, Patricia; Ojeda, Katiuska; Padrón, Carlos; Palma, José; Ravelo, Renzo; Rodríguez, Gabriela; Yépez Carmen; Zapata, Marta.
Egresados del Diplomado en Planificación del Hábitat y la Ciudad Comunal
INTRODUCCIÓN
Las luchas por los derechos al hábitat inclusivo, accesible y sostenible deben ser abordada desde una perspectiva Ecosocialista, asumiéndose como un derecho colectivo y de luchas unificadas, estableciendo un control democrático y dialéctico entre el poder constituyente y el poder constituido, a los efectos de la planificación del hábitat. En tal sentido, los movimientos sociales, son de donde surgen primordialmente las iniciativas y alternativas transformadoras.
Para contrarrestar las tradicionales dinámicas de funcionalidad del hábitat, es necesario reformar el enfoque de gestión para hacer frente a la desigualdad y a una mejor distribución y usos de los espacios. Esto implica, una reconstrucción estructural profunda de nuevos hábitos, métodos y procesos de trabajo para la creación colectiva, por lo tanto, debe ser un esfuerzo sistemático y prolongado para lograr efectivamente transformar el entorno.
En este orden de ideas, a pesar de la voluntad y los esfuerzos del Estado, actualmente se manifiestan desigualdades, carencias de bienes, servicios públicos y otros derechos básicos. Las alternativas para superar estas carencias deben ser proyectadas considerando las particularidades existentes, a fin que las nuevas creaciones se acerquen más a las ciudades comunales.
Los movimientos sociales de diferentes condiciones territoriales deben estar vinculados entre sí, ya que al superar el aislamiento el proceso de reconfigurar del hábitat responderá mejor a una imagen social diferente y a un mayor control democrático sobre la producción y usos de los espacios conjuntamente con el Estado.
En el marco de las observaciones anteriores y en función de la lucha contra las carencias y desigualdades, se proyecta un cambio de paradigma en las consideraciones para la construcción del hábitat, guiando los esfuerzos en la unidad de trabajo multidisciplinario en todas las áreas involucradas en el desarrollo espacial y funcional del entorno habitable. Es por ello que éste documento abordará en tres partes las reflexiones sobre los aspectos prioritarios, iniciando con los fundamentos teóricos e ideológicos a través de una mirada hacia los procesos de urbanización para contextualizar el punto de partida, seguido de un enfoque socio crítico y perspectiva en la construcción de la Ciudad Comunal.
Una segunda parte, que analizará desde un enfoque Económico-Productivo- Social-Técnico los instrumentos necesarios para la construcción de un nuevo modelo de hábitat, reconociendo a la Ciudad Comunal como estructura de organización popular y al habitante como sujeto social en la transformación de los espacios en que se desarrolla. Asimismo, se destaca la importancia de Plan de Desarrollo Económico de la Nación como guía para la construcción de dicho nuevo modelo y la necesidad de moldear según este plan los instrumentos y herramientas vinculadas al ordenamiento del territorio.
Finalmente, una tercera parte orientada a la práctica con un enfoque Ecosocialista que definitivamente es la clave para la transformación del hábitat, promover la conciencia reflexiva y generar un cambio de perspectiva en las estrategias de planificación y gestión del hábitat.
1. Una mirada hacia los procesos de urbanización
En el prólogo de
la Nueva Agenda Urbana (2016), se recopilan
las
inquietudes
de
las naciones del mundo, también se establece que ha llegado el
momento en que las ciudades pueden llegar a ser fuentes de soluciones a las problemáticas mundiales en la actualidad y que no son causantes de las mismas.
Para ello, resulta importante
un
cambio de paradigma basado en la ciencia
de
las ciudades, el establecimiento de normas y principios para la planificación,
construcción, desarrollo, gestión y mejora de las áreas urbanas en sus cinco pilares de aplicación principales: políticas urbanas
nacionales, legislación y normativas
urbanas, planificación y diseño urbano, economía local y finanzas municipales e implementación local. Nueva Agenda Urbana, 2016. (Ver Anexo N°1).
Sin embargo, la elevada concentración urbana plantea a las ciudades y a los países una serie de retos para atender las necesidades de las poblaciones en crecimiento. Comenzando con elementos básicos como: infraestructura, saneamiento, transporte, energía, vivienda, seguridad, empleo, salud y educación. Sin dejar de lado otros fundamentales como la comunicación y el esparcimiento. Mantener a la ciudad funcionando de manera sostenible e integrada es ciertamente uno de los grandes retos del siglo XXI (Bouskela et al, 2016).
Por otro lado, se requieren de posturas socio-críticas y
de una nueva visión para dejar de considerar a las ciudades exclusivamente espacios de acumulación de capital, supuesto explicado por Singer (1973), en el que establece que la historia
latinoamericana
es una
sucesión de
dependencias
coloniales, capitalistas, comerciales e imperialistas; lo que ha
generado una distorsión espacial sobre la
concentración de equipamiento de servicios, actividades económicas, centros
de poder, entre otros factores.
1.1 Derecho al hábitat desde un enfoque socio crítico
El denominado derecho a la ciudad, término originalmente acuñado por Lefebvre (1968), analiza la alienación y
deshumanización de las ciudades
contemporáneas, sujetas a
las
leyes del mercado capitalista y fundadas en relaciones sociales
fragmentadas, que bien sintetizó en las llamadas megalópolis.
Desde allí, toma cuerpo una corriente de pensamiento crítico en la que destaca el geógrafo y sociólogo David Harvey, para quien el derecho a la ciudad se refiere a la transformación del espacio urbano en algo de cualidad distinta, partiendo de los derechos fundamentales, pues se vincula con las luchas y reivindicaciones de los movimientos sociales para hacer posible la inclusión de amplios sectores de la sociedad, el ejercicio efectivo de derechos y un fuerte tejido social.
Para este enfoque, la transformación del espacio urbano debe darse primeramente desde lo económico, sustentado en lo político, social y cultural, teniendo como objetivo alcanzar el buen vivir basado en los derechos humanos, especialmente aquellos que, siendo colectivos dependen para su desenvolvimiento de la convivencia y relación en el seno de la comunidad. Así concebido, el derecho al hábitat es contrario a la visión capitalista que mercantiliza el valor del espacio urbano según su uso y demanda, lo divide en zonas que se corresponden con divisiones en sectores de clase, las cuales demarcan fronteras excluyentes (sociales y culturales), potenciando lo individual y privado sobre lo público y colectivo; lo mercantil y especulativo contrapuesto a la necesidad vital y su articulación en lo social.
Con una nueva perspectiva, se busca promover la participación de todos los ciudadanos en la construcción del hábitat, es decir, que el pueblo o sociedad civil (sin distinciones partidistas de la sociedad actual) contribuyan en la transformación del hábitat más allá de la retórica constante de subyugar el pensamiento socio crítico respecto a las posturas o pensamientos utópicos; es hora de enfrentar los nuevos retos que se le imponen a las ciudades.
1.2 Perspectivas en la construcción del hábitat
En el siglo XXI, el tema de la participación
está
dirigida
al contexto de la
comunidad organizada, generando expectativas en el mundo, ganando espacios día
a día donde su enfoque es el hábitat y el bienestar colectivo. Lo anterior se
fundamenta en el paradigma del ecosocialismo, donde se afirma la “necesidad de
producir y de consumir menos, es reivindicar el tiempo de vivir, y de vivir bien” (Tanuro, 2011). De igual forma, el ecosocialismo es:
Abrir un debate fundamental sobre el control
del tiempo social, sobre lo que es necesario para quien, por qué y en qué cantidades. Es despertar el deseo colectivo de un mundo sin guerras,
donde se trabaja menos y de otra manera,
donde se contamina menos, donde se desarrolla
las relaciones sociales, donde se mejora sustancialmente el bienestar, la
salud pública, la educación y la participación democrática.
Un mundo donde los productores asociados reaprenden a dialogar colectivamente con la naturaleza. Este
mundo no será menos rico que el mundo actual
como
dice la derecha, ni tan rico por la
gran mayoría de la población, como dice una cierta izquierda. Será infinitamente menos fútil, menos estresado, menos apresurado, en una palabra: más rico (Tanuro, 2011).
Por ello, en Venezuela se desarrolla un
proceso de transformaciones económicas, políticas, jurídicas, ideológico-cultural, sociales, físico-espacial y
ecológico que requieren de mecanismos que sirvan de enlace entre el Estado y
la comunidad organizada, para coordinar acciones orientadas a elevar las condiciones del buen vivir de la población. De tal manera, que las comunidades tengan
la capacidad de discutir y elaborar proyectos, que mejoren sus condiciones de vida.
En este momento histórico es necesario concretar la autogestión como forma
alternativa de organización social. Es oportuno para que los integrantes de las
comunidades organizadas
asuman la postura del compromiso social, disposición
del
trabajo comunitario,
responsabilidad social en
conjunto con
el Estado
y la participación ciudadana; en función de construir un abanico de prioridades para la
acción social y su desarrollo, como también la planificación del hábitat y de la Ciudad
Comunal, orientados sobre la base para propiciar espacios en donde se fortal ezca el
sentido de pertenencia e identidad, fundamentados en el desarrollo sustentable y sostenible.
La planificación del hábitat, bajo un enfoque ecosocialista, muestra una ruta
clara para emprender este camino, se relaciona con
la teoría liberadora-
emancipadora, involucrando la planificación y
la relación del ser humano en todas
sus dimensiones de transformación del ecosistema, para alcanzar la armonía entre
la naturaleza y la sociedad, para así lograr un mayor nivel de bienestar.
2. Instrumentos para la Planificación
del Hábitat y la Ciudad Comunal
La construcción y organización de un nuevo modelo de hábitat requiere un gran compromiso desde el punto de vista político, económico, social, cultural, urbano, técnico, productivo y ecológico. Por esta razón, la toma de decisiones debe ser cónsona con la complejidad estructural de un modelo multidimensional enfocado al fortalecimiento de lo común, respetando el derecho individual de los ciudadanos. Dinamizar la acción colectiva en torno a objetivos comunes para luchar contra las desigualdades de la ciudad tradicional, no es una tarea fácil, es un trabajo que amerita la unidad en la planificación científico-social de todos los sectores involucrados en el desarrollo de un espacio geográfico específico.
La planificación del hábitat y la Ciudad Comunal corresponde a un hecho inédito, en este sentido:
Se proyecta una coyuntura especial para la planificación del hábitat, dado por los planteamientos paradigmáticos plasmados jurídicamente por el Estado con la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000), las diversas Leyes, Ordenanzas y Decretos, que buscan ser práctica social con los Planes de la Patria del Poder Ejecutivo en gobiernos continuos a partir del siglo XXI (Rauseo, 2019. p. 5).
El plan socialista de desarrollo económico y social de la nación 2019-2025,
figura como el principal instrumento para la
construcción del nuevo modelo de hábitat, considerando como frente de batalla la democracia espacial,
mediante la reorganización de los servicios básicos, usos
y tenencias
de
la tierra,
entre otros. De manera que, diseñar el concepto de
Ciudad Comunal nos presenta un paradigma epistémico-analítico dentro del
proceso de toma de decisiones
en
todos los niveles. (Ver anexo Nº2).
La Ciudad Comunal como
paradigma de
la organización
popular a escala
local,
debe enfrentar los obstáculos impuestos
por
la parálisis pragmática de
distintos sectores, transferir competencias
de
las tradicionales
estructuras de
gobierno a la nueva estructura comunal constituye afrontar
el
peor de los miedos del individuo; el miedo al cambio. Crear
instrumentos que socaven la concepción
tradicional
de
la ciudad supone enfrentarse al
mundo capitalista, un enfrentamiento
sin
duda alguna desigual pero necesario.
Dichos
instrumentos deben comprender
un
amplio abanico de consideraciones tanto técnicas como políticas, desde
los
criterios de construcción de viviendas
hasta la aplicación de instrumentos de ordenación del territorio.
Las obras de construcción ejecutadas en
la
Ciudad Comunal deben atender a criterios socio-ecológicos específicos. De manera tal, que los principios de sostenibilidad
(acceso a servicios, reducción
de CO2, comercio justo,
reducir-
reutilizar-reciclar, entre otros.) no se vean interrumpidos por prácticas que se contra
posicionen a la teoría ecosocialista. Deben
existir instrumentos de planificación, seguimiento y control que garanticen que dicho modelo de hábitat
se crea en
armonía con la madre tierra,
considerando a
la construcción como una parte del todo y no como un agente modelador del medio que la rodea.
Por otra parte, los instrumentos de ordenamiento territorial deben cumplir una función integradora, entre
la visión técnica institucional y la visión de
los
saberes populares, teniendo como fundamento el plan de desarrollo comunal. Desde
la infraestructura
hasta la organización del territorio existen un sinnúmero de
elementos que deben ser tomados en cuenta a la hora
de
planificar la ciudad comunal, emplear una metodología de investigación – acción nos permitiría detectar nodos críticos para aplicar los correctivos
necesarios. Métodos de recopilación de información como: encuestas, entrevistas y consultas; facilitarán la selección y
sistematización de los datos, con la finalidad de construir nuevos modelos de
gestión que sean dirigidos por las
comunidades organizadas.
No existen instrumentos oficiales que permitan delinear y dar forma al nuevo
modelo de hábitat y estructurar la Ciudad Comunal, de manera tal:
Ante la ausencia de lineamientos para materializar la configuración de “Ciudad Comunal”, próximo en el sistema agregativo popular, luego de la configuración de los consejos comunales y las comunas y los conflictos -en medio del proceso de transición actual- con la cogestión del poder y su ordenamiento combinado -de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo-, se abren condiciones para repensar la configuración socio-espacial del territorio a escala local, considerando la materialización de una democracia participativa y protagónica. (Herrera, 2019, p. 5).
En necesaria la creación de nuevos instrumentos o transformar los ya existentes, en beneficio de la configuración de la Ciudad Comunal, la cual requiere
de
una visión estratégica donde el poder constituyente y el poder constituido comulguen en el debate de
ideas desde
un enfoque dialéctico, entendiendo que tanto los líderes políticos, los institucionales, los técnicos, los líderes sociales y el
pueblo organizado conviven y se desarrollan en un espacio geográfico común. Por lo tanto, las bondades de una Ciudad Comunal serán aprovechables por el colectivo.
Siguiendo este orden de ideas, se hace referencia a herramientas que
permiten instrumentalizar la construcción de la Ciudad Comunal, es por ello que, la Fundación Escuela Venezolana de Planificación a través del diplomado Planificación del Hábitat y la Ciudad Comunal presenta la “Rueda Socialista”, un instrumento de recolección de información aplicable a cualquier ámbito geográfico
comunal, el cual tiene como finalidad
la sistematización de datos inherentes a 5 dimensiones especificas; Social, Urbana, Productiva, Ecológica y Autogobierno,
coherentes con las planteadas en el Plan de la Patria 2019-2025, abarcando de esta
manera las áreas sensibles un área geográfica
local para su posterior análisis,
facilitando la creación y aplicación de nuevos
planes de gobierno cónsonos con la realidad del territorio. Con la aplicación y posterior análisis de este instrumento, se sugiere que debe agregarse una dimensión cultural, ya que por medio de la cultura se puede formar e instruir a
los habitantes, con valores que generen respeto a la
integridad,
solidaridad y
tolerancia;
para ser aplicados
en
el nuevo modelo de Ciudad Comunal.
La organización comunal como catalizador en las acciones de ordenamiento, administración y gestión del territorio debe focalizar sus esfuerzos en el desarrollo sostenible y sustentable de este nuevo modelo, orientándose hacia la autorregulación del sistema ciudadano, potenciando sus capacidades a través de los distintos distritos motores de desarrollo que formen parte de su ámbito geográfico. La planificación de sitio también ofrece ventajas a la hora de pensar en un boceto para la ciudad comunal, ya que la misma consiste en la planificación colectiva de la comunidad, con la finalidad de convertir dicho sitio en un lugar que refleje la identidad de los ciudadanos que lo habitan.
La Ciudad Comunal debe ser reflejo de todos sus actores y representarse de forma congruente
y equilibrada en todas sus
dimensiones: Económica-Productiva,
Social, Urbana, Ecológica, Cultural y Administrativa. Por esa razón, desarrollar
herramientas
que
permitan su construcción,
supone elevar la conciencia de lo común a niveles superiores a
los reflejados en la legislación vigente en materia de
ordenación del territorio. Adecuar leyes, normas e instrumentos al plan de desarrollo
económico y social de
la
nación, facilitaría la
construcción de
la ciudad comunal, colocando
al
habitante
como
un agente
activo
en dicha construcción, sobre
el
cual reposa la responsabilidad de diseñar el entorno que
más se ajuste a
las
necesidades colectivas.
Los ciudadanos están en la obligación y tienen el derecho de diseñar modelos de hábitats que se ajusten a las necesidades
del
colectivo. De manera tal, que la
planificación de la Ciudad Comunal debe estar orientada a lograr la justicia social mediante instrumentos que le permitan autogobernarse y
auto renovarse.
Herramientas ya utilizadas como el catastro, los sistemas de información geográfica y la cartografía, deben ser transformadas y repensadas con la finalidad de lograr su
humanización y de esta manera conseguir su efectiva aplicación en la construcción
de
las estructuras del estado comunal, puesto que, la renovación de dichas herramientas permitirá crear instrumentos, procedimientos,
líneas y estrategias
destinadas al nacimiento de la Ciudad Comunal.
Siguiendo las
enseñanzas del maestro Simón Rodríguez: “Inventamos
o erramos”. Es tiempo de crear, inventar y transformar políticas
de gobierno que permitan concretar el sistema de agregación comunal, el cual según la ley orgánica de las comunas no se detiene en las fronteras de la Ciudad Comunal, sino que
continúa un poco más allá, hasta llegar a la Confederación Comunal y la necesaria
constitución del Estado comunal.
3. El uso de las herramientas tecnológicas en la gestión de la Ciudad Comunal
La organización de la Ciudad Comunal debe servir como una estrategia a la accesibilidad y mejoramiento de la calidad de vida, mediante la elevación de los niveles de gestión de los servicios públicos y el perfeccionamiento del ejercicio del Poder Popular; no se trata entonces en esta etapa, la utópica situación de la eliminación del Estado nacional, sino de la integralidad de los diferentes niveles de Gobierno y la funcionalidad en torno a la satisfacción de la vida de los ciudadanos y ciudadanas, es decir la mayor suma felicidad posible.
La mayor parte de los
servicios
públicos
requieren que entre los
ciudadanos y los gobiernos
se
lleven a cabo diferentes
transacciones,
que impli can el
intercambio de
información y creación de nuevos procedimientos en el ejercicio de
los
derechos de los
habitantes y el cumplimiento de las funciones
de
los gobiernos
en
los diferentes
niveles que se encuentran.
Los gobiernos del mundo destacando los de América Latina, han iniciado diferentes caminos para ganarse la confianza de la ciudadanía a través de la mejora de los servicios públicos; en Venezuela esta optimización de los servicios públicos en la tesis de la Ciudad Comunal, es la participación directa de la ciudadanía en el ejercicio del Gobierno para mejorar la vida de los que en esa Ciudad Comunal habiten, o dicho de otro modo la transferencia de competencias. Aquí es necesario enfatizar que esta propuesta en nuestro país, esta cuasi estructurada, es decir, aunque hemos avanzado con plasmarla en la legislación que desarrolla el Poder Popular y es nombrada taxativamente; no se conoce la primera Ciudad Comunal en Venezuela, hemos avanzado con bastante dificultades, errores y correcciones en la organización de consejos comunales, comités de trabajo e incluso en comunas, en un factor numérico importante, pero que actualmente no determina el tipo de gobierno social, económico e instrumental en nuestro país, es una realidad inobjetable.
Para abordar el camino de la Ciudad Comunal es importante enfrentar problemas relacionados con el marco normativo, la inflación desatada, la obsolescencia y dependencia tecnológica, la fragmentación institucional y las prácticas gerenciales desfasadas de una administración pública burocratizada y en esta etapa de guerra económica junto a la pandemia del COVID-19, parcialmente paralizada.
Para superar estas circunstancias, es necesario aprovechar el enorme potencial de las nuevas tecnologías y las innovaciones digitales que disminuyen los trámites administrativos burocráticos, reduciendo costos en cuanto a tiempo empleado y el asociado a lo económico. La participación del ciudadano para esta visión en donde modelos de gestión modernos y participativos, toman la acción de la ciudadanía en primer plano como referente de la acción pública; es la respuesta a la adecuación de un mundo en permanente expansión de su economía digital y expansión de datos, es obligatorio que los gobiernos se adapten para ser más ágiles y dedicarse a su función principal, la cual es solucionar los problemas de la gente y empoderar a los funcionarios públicos y a la ciudadanía para ello. En Venezuela se cuenta con el sistema Patria, en el cuál se encuentran los datos (biométricos, laborales, de servicios públicos, recientemente de síntomas del COVID-19, entre otros) de gran parte de la población, esta plataforma tecnológica podría servir de gestor para la realización de trámites administrativos y de servicios, disminuyendo el burocratismo que se genera en la realización de los mismos.
Los ciudadanos son cada vez más exigentes y tienen mayores expectativas en cuanto a la calidad de los servicios públicos que debe proveer el Estado y en el caso venezolano deben gestionarse con participación del Poder Popular, en virtud del permanente desarrollo de la democracia venezolana y la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
La posibilidad de innovar y mejorar la gestión del sector público en Venezuela, aunque sea difícil es absolutamente posible. La innovación en el sector público y privado venezolano en las últimas décadas, empujada por los cambios políticos, económicos y sociales ha avanzado enormemente. Incluso en medio de un feroz bloqueo económico ejercido por el gobierno de los Estados Unidos contra nuestro país; fenómenos como la globalización de los mercados, la economía digital y las redes sociales cambian la dinámica de las relaciones entre los ciudadanos y el gobierno. En este contexto la innovación como, por ejemplo, la organización de la Ciudad Comunal, no puede ser vista como un fin en sí misma, sino como una oportunidad para cambiar paradigmas y así alcanzar de manera más eficiente y eficaz los objetivos del Estado plasmados en la Constitución y desarrollados en el Plan de la Patria.
En este nuevo escenario donde existe un ciudadano mejor educado, con mayor conciencia de su capacidad y obligación de desempeñar y profundizar su relación con el gobierno, al mismo tiempo que profundiza sus papeles como contribuyente, elector y usuario de los servicios públicos, se vuelve cada vez más fiscalizador del uso eficiente, eficaz y transparente de los impuestos que paga y de los derechos que le otorgó la revolución bolivariana; lo que obliga a ejercer una participación más activa en la toma de decisiones y en la implementación de políticas públicas que afectan su vida y la de su comunidad.
Otro factor que influye notablemente, es la desconfianza de las personas con su gobierno, por temas de corrupción. Este delito se genera por diversas causas: la falta de transparencia en la ejecución de la política pública, la utilización de pocas herramientas tecnológicas en el proceso del desempeño administrativo, las debilidades institucionales en materia de profesionalización y capacitación del funcionario; y en el caso venezolano los bajos salarios motivado al esfuerzo del Gobierno por contrarrestar el bloqueo financiero; hace que se produzca un estigma sobre las personas involucradas en cargos públicos.
3.1 Vivienda y seguridad en la Ciudad Comunal
La vivienda construida en el siglo XXI por la revolución bolivariana, para los más necesitados, en muchos de los casos viene equipada con muebles y enseres del hogar, además se les garantiza a los viviendo venezolanos: gas, transporte, vías de acceso, escuelas, parques, terrenos para producir alimentos y locales para que funcionen pequeños comercios; solucionando así la situación laboral de algunos. Constitucionalmente las organizaciones sociales son atendidas con créditos, financiamientos, y materias primas, también el Estado creó las farmacias populares, mercales, bicentenarios, entre otros establecimientos que dan empleos y garantizan el buen vivir.
Las grandes reformas del hábitat, más allá de ser solo iniciativas para generar mejores condiciones o corregir algunas condiciones físico - espaciales o sociales deberían llegar a ser el producto de movimientos colectivos para el bien común, donde se manifieste y materialice la nueva conciencia y valores ecosocialistas, construyendo una nueva sociedad. Se hace necesario tener una perspectiva más amplia y considerar otros puntos de vista o enfoques, para que el Poder Popular como garante de creación, materialización y ordenación de espacios dé un sentido realmente justo, equilibrado y sustentable a la espacialidad de las interacciones humanas que se produzcan en ese espacio geográfico.
La seguridad dentro de la Ciudad Comunal, debe consistir en asegurar distintos ámbitos: la educación desde la educación inicial hasta la superior, la funcionabilidad de los cuadrantes de paz, la comunicación con redes entre los consejos comunales; el deporte y las actividades culturales deben ser primordiales, para toda la población especialmente entre los niños y jóvenes, la salud debe ser garantizada con atención médica integral dentro de las comunidades. Es de suma importancia asegurar la participación del Poder Popular como factor de seguridad y resguardo, ya que esto permitirá la concreción de un autogobierno eficaz y efectivo
La relación directa entre el Estado y el ciudadano constituye una amplia, compleja y creciente área del conocimiento que abarca diversos campos científicos; en Venezuela, con la experiencia que han demostrado los consejos comunales y las comunas en su desarrollo, es propicio avanzar al siguiente paso en la escala comunal; lograr la consolidación de la Ciudad Comunal, como medio propicio para el desarrollo humano colectivo que potencie una mejor vida para nuestra sociedad.
Como parte final de estas consideraciones, se establece que la Ciudad Comunal se debe tomar como un planteamiento de organización, gestión y planificación popular, el cual puede ser aplicado a cualquier área geográfica (urbana, periurbana, rural, indígena, entre otras). De este planteamiento surge una contradicción, ya que el término “ciudad” es excluyente y realmente lo que se desea es crear hábitats basados en un enfoque ecosocialista, en donde los habitantes tengan calidad de vida y acceso a los servicios de forma equitativa.
Por lo tanto, para que exista una autogestión en la Ciudad Comunal, se plantean los CECOSECC: Centros de cogestión para la seguridad, instancias del gobierno comunal en los cuales comulgan; la visión del Estado y la del pueblo organizado, con la finalidad de lograr la máxima certidumbre dentro de la Ciudad Comunal. La existencia de los mismos, va a garantizar no solo la co-gestión con el Estado, sino la tan ansiada autogestión por parte del Poder Popular (en las otras 5 dimensiones: social, productiva, territorial, ecológica y cultural) en las comunidades. (Ver anexo Nº3).
La construcción y reconfiguración de nuevos hábitats no es una labor fácil, la cual debe basarse en el modelo ecosocialista establecido en el Plan de la Patria 2019-2025. En su elaboración deben estar involucrados todos los sectores de la sociedad (entes públicos y privados, Poder Popular, Poder Nacional, población en general, entre otros). Para así, poder realizar análisis y diagnósticos que permitan abarcar distintas perspectivas, para satisfacer las necesidades del colectivo y así alcanzar la mayor suma de felicidad posible.
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