José Gregorio Linares. Profesor
de la Universidad Bolivariana de Venezuela, profesor investigador de la
Escuela Venezolana de Planificación. Responsable Académico de la
Universidad Experimental de la Gran Caracas.
El 23 de mayo de 1813 Simón Bolívar al frente de un pequeño ejército llega a Mérida, ciudad clave en la ruta que sigue la Campaña Admirable (24 de febrero - 6 de agosto de 1813), cuyo propósito es liberar a Venezuela del dominio español e impedir el avance realista contra la Nueva Granada republicana. En Mérida, su pueblo y su municipalidad le confieren a Bolívar el título de Libertador con el que a partir de entonces le conoce el mundo entero. Este nombramiento, concedido a un joven brigadier de apenas 29 años cuya victoria contra un poderoso enemigo no está asegurada, es un acto visionario, una audaz premonición.
El 23 de mayo de 1813 Simón Bolívar al frente de un pequeño ejército llega a Mérida, ciudad clave en la ruta que sigue la Campaña Admirable (24 de febrero - 6 de agosto de 1813), cuyo propósito es liberar a Venezuela del dominio español e impedir el avance realista contra la Nueva Granada republicana. En Mérida, su pueblo y su municipalidad le confieren a Bolívar el título de Libertador con el que a partir de entonces le conoce el mundo entero. Este nombramiento, concedido a un joven brigadier de apenas 29 años cuya victoria contra un poderoso enemigo no está asegurada, es un acto visionario, una audaz premonición.
Dadas las circunstancias hubiera sido
suficiente con rendirle honores al joven militar por su exitoso desempeño en la
reciente campaña que permitió derrotar a las partidas realistas que controlaban
las poblaciones a las orillas del Magdalena en Nueva Granada. O que se le aupara
para que siguiera su marcha con destino a Caracas, pero sin otorgarle laurel
alguno. O que se le reconociera por su
valiente decisión de combatir en condiciones desfavorables por el ideal republicano.
Pero no: Mérida y los merideños no se conformaron con eso. Mérida y los
merideños vieron algo más que un militar en el bisoño brigadier que hacía un
alto en sus tierras. Mérida y los
merideños tuvieron una visión, se asomaron al porvenir y auguraron que Nuestra América sería independiente
y que al frente de esa gesta estaría Simón Bolívar. Con el título que le
otorgaron, no solo le reconocieron sus acciones y su espíritu de sacrificio: le
asignaron un destino, el de Libertador.
El joven que llega a Mérida viene de Nueva
Granada, desde donde emprendió la Campaña Admirable. Estaba convencido de que “en cuanto nos presentemos en
Venezuela, se nos agregan millares de valerosos patriotas, que suspiran por
vernos aparecer, para sacudir el yugo de sus tiranos y unir sus esfuerzos a los
nuestros en defensa de la libertad”. Se proponía llevar “nuestras armas contra
las enemigas; y formar, de este modo, soldados y oficiales dignos de llamarse
las columnas de la patria”.
Atrás quedaban los vacilantes e incrédulos
que se habían negado a acompañarle en la Campaña Admirable, aquellos que no entendieron
que la liberación de Venezuela era la única garantía de salvación de Nueva Granada
porque “nosotros nos hallamos invadidos, y por consiguiente forzados a rechazar
al enemigo más allá de la frontera”. Entre los pusilánimes está Francisco de Paola
Santander quien le escribió a su
comandante Manuel del Castillo, enemigo del Libertador: “A fuerza de mil
vueltas y revueltas me he escapado hasta hoy de no ir a Venezuela” (31 de julio
de 1813).
A Bolívar lo
acompaña toda una pléyade de héroes de la Nueva Granada y de Venezuela. Entre
los venezolanos están José Félix Ribas, Jacinto Lara, Rafael Urdaneta; y entre
los neogranadinos Atanasio Girardot, Antonio Ricaurte, Luciano D`Huyar, entre
otros. Avanzan, “sin otro estímulo que la humanidad; sin más ambición que la de
la gloria de romper las cadenas que arrastran sus compatriotas y sin más
esperanza que el premio que da la virtud a los héroes que combaten por la razón
y la justicia”.
Al llegar a Mérida, Bolívar denuncia
los crímenes cometidos por los invasores españoles y jura hacer justicia. En su
proclama “a los valerosos merideños” les manifiesta: “¡Oh, Dios, casi en
presencia de nosotros han hecho una espantosa carnicería en Barinas de nuestros
prisioneros de guerra, y de nuestros pacíficos compatriotas de aquella capital…
Mas esas víctimas serán vengadas, estos verdugos serán exterminados. Nuestra bondad se agotó ya, y puesto
que nuestros opresores nos fuerzan a una guerra mortal, ellos desaparecerán de
América y nuestra tierra será purgada de los monstruos que la infestan. Nuestro
odio será implacable y la guerra a muerte!” (8 de junio de 1813). A partir de entonces no
hay lugar para posiciones vacilantes.
En Mérida recibe el apoyo
multitudinario de su pueblo. Las mujeres apoyan efusivamente al nuevo
Libertador. Se convierte en Heroínas al servicio de la Patria: María Simona
Corredor, María Ignacia Uzcátegui, María Isabel Briceño, María Rosario Navas,
Martina Picón, María Isabel Serradas, María Montilla, Juana Evangelista Méndez,
Mariana Monsalve y la Comandante Anastasia Mendoza (nacida en Trujillo). Los jóvenes
merideños se alistan voluntariamente en las filas patriotas y aportan 500 soldados.
Se hace una colecta y los merideños entregan treinta mil pesos en oro a la
causa patriota. El canónigo Francisco Antonio Uzcátegui Dávila donó cañones,
ollas para la comida y pólvora, y su hermana regaló un cañón grabado con su
nombre. Por su parte Doña María Simona Corredor cedió una casa de su propiedad, y María de Jesús Navas presentó
a su hijo para que sirviera como
soldado de la libertad, y como éste se encuentra discapacitado, se ofrece para
sostenerle el fusil.
Desde hace diecinueve años todo esto
es recreado cada año en Mérida por los estudiantes y los docentes acompañados
por las fuerzas vivas de la ciudad. Al frente de esta iniciativa se encuentra
la Fundación “Bolívar Vuelve”, presidida por quien ha sido el alma de estos
festejos a lo largo de los años: Nelson Barrolleta. Este maestro ha insuflado
el espíritu de Bolívar en el pueblo merideño a lo largo de varias generaciones.
Junto a sus discípulos, entre quienes están Yeison Guzmán, el actual
protector del estado Mérida, y todo su equipo de colaboradores, han decidido
hacer de los colegios, las calles y las plazas de Mérida una Escuela Viva de
Historia Patria, una Escuela de resistencia ante las amenazas de agresión extranjera.
Nos recuerdan con los cantos, el teatro, los discursos, las pinturas y la escenificación de la llegada de Bolívar a
Mérida, no solo que por aquí pasó
Bolívar sino que “viene la hora para ponernos contentos, se fue Bolívar ayer,
pero hoy viene de regreso”. ¡Bolívar
vuelve!
La forma como el autor presenta el recuento de la historia, nos lleva a Merida recordando como la ciudad que elevo a nuestro Simón Bolívar visionariamente al titulo de Libertador, es como si le hubiese bendecido de forma futurista, el pueblo merideño nos trazo inequívocamente el sendero de patriotas con un destino imposible de cambiar. Será porque conocían y reconocían las vicisitudes que tuvieron que afrontar los jóvenes en su andar, el no declinar hasta obtener la libertad. Que en ésta ciudad acogedora de clima frío pero calidez humana se continué refrescando en la docencia el quienes fueron nuestros libertadores y contra quienes tuvieron que enfrentarse, que se lleve la historia a la dramatización continua hace que nuestras generaciones de relevo tengan presente el valor de nuestros patriotas como seres de carne y hueso, héroes de verdad no de pantalla, héroes de los que continuamos germinando en nuestros genes. Reconocimiento a quienes continúan con la ardua tarea de mantener viva la llama bolivariana y venezolana viva combatiendo la invasión de héroes de mentiras, de ficción de otro imperio a combatir y derrotar.
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