Tomado del portal http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2015/10/Golpe-de-Tim%C3%B3n.pdf
Palacio de Miraflores, Caracas, 20 de octubre de 2012
El nuevo ciclo de la transición
Estamos conversando sobre todo el
tema económico, revisando papeles, documentos, planes, proyectos, el cierre de
ciclo, la apertura del nuevo ciclo ante la victoria bolivariana del pasado 7 de
octubre, que abrió el horizonte político, y, además, la victoria popular, la
victoria bolivariana, que garantiza la estabilidad del país. Estaba leyendo por
ahí que los bonos venezolanos se dispararon. El mundo sabe, Pdvsa aparece ahora
como la segunda empresa dentro de las 500 más grandes de América Latina, una de
las grandes del mundo, sólida, y Venezuela sigue ocupando el lugar que le
corresponde.
Y eso es sólo posible y seguirá
siendo posible por este rumbo, por estos horizontes, por estos andares, por
estos caminos de la construcción del socialismo. Aquí tengo al [libro de]
István Mészáros,1 el capítulo XIX, que se llama “El sistema comunal y la ley
del valor”. Hay una frase que hace tiempo subrayé, la voy a leer, señores
ministros, ministras, vicepresidente, hablando de la economía, del desarrollo
económico, hablando del impulso social de la revolución: “El patrón de medición
-dice Mészáros- de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y
políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación
bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y
autogestión general”. Entonces, venimos con el tema de la democracia, el
socialismo y su esencia absolutamente democrática, mientras que el capitalismo
tiene en su esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del
capital y de las élites capitalistas. El socialismo no, el socialismo libera;
el socialismo es democracia y la democracia es socialismo en lo político, en lo
social, en lo económico. También lo dice Giordani, en su libro La transición
venezolana al socialismo, de nuestro querido ministro y amigo y maestro Jorge
Giordani. Cuando habla Jorge ahí de unos factores que son determinantes en la
transición: uno de ellos es la transformación de la base económica del país
para hacerla esencial y sustancialmente democrática, porque la base económica
de un país capitalista no es democrática, es antidemocrática, es excluyente y
de allí la generación de riqueza y de grandes riquezas para una minoría, una
élite, la gran burguesía, los grandes monopolios, y de allí también la
generación de la pobreza y la miseria para las grandes mayorías. El problema es
económico, no se puede separar lo social de lo económico, siempre pongo el
ejemplo del agua, H2 O, hidrógeno y oxígeno, lo económico y lo social. Aquí
está el libro: La transición venezolana al socialismo, condiciones que orientan
el tránsito, es decir, la transición. Cuando se trata de la revolución o
transformación productiva, dice Giordani, en cuanto a la transformación
productiva ligada al modelo de acumulación, estaría definida por cinco
aspectos:
1. La modificación de la base
productiva del país, buscando una mayor democratización del poder económico.
2. El cambio en el rol del
Estado, para lograr que el proceso acumulativo se oriente a la satisfacción de
las necesidades básicas de la mayoría de la población y a la defensa de la
soberanía.
3. La incorporación de mecanismos
de autogestión productiva a nivel colectivo.
4. La utilización de una planificación
democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas.
5. La ubicación autónoma del país
frente a la internacionalización del sistema capitalista.
Son elementos que ayudan a
orientar el tránsito y de eso estamos hablando hoy, sobre la economía y cómo
ahora, con el nuevo ciclo que se abre, debemos ser más eficientes en el
tránsito, en la construcción del nuevo modelo político, económico, social,
cultural, la revolución. Este esfuerzo que hemos hecho y estamos haciendo, que
es grande y debe ser mucho más grande, es eso que dice Jorge: modificar la base
productiva del país, de manera tal de asegurarnos una democracia económica. Por
ejemplo, aquí en la Base Miranda, en La Carlota, ha venido naciendo un polo de
desarrollo científico-tecnológico, y esa es una de las líneas estratégicas del
tema que estamos hablando, la ciencia y la tecnología, la independencia, todo
esto está relacionado.
Recordemos los cinco grandes
objetivos históricos del Programa de la Patria que ahora vamos a comenzar a
aplicar.
Se trata de los pasos que hemos
venido dando, por eso hablamos del tránsito, transición, etapa. Nada de esto
existía en Venezuela y nada de esto existiría en Venezuela si, se impusiera el
capitalismo, que nos convirtiría de nuevo en la colonia que éramos. Por eso la
revolución política es previa a la económica. Siempre tiene que ser así:
primero revolución política, liberación política y luego viene la revolución
económica. Hay que mantener la liberación política, y de allí la batalla
política que es permanente, la batalla cultural, la batalla social.
La democracia socialista del siglo XXI
Estamos tocando puntos claves de
este proyecto, que si no los entendemos bien y lo asumimos bien, pudiéramos
estar haciendo cosas buenas, pero no exactamente lo necesario para ir dejando
atrás de manera progresiva y firme el modelo de explotación capitalista y
creando un nuevo modelo: el socialismo venezolano, bolivariano, del siglo XXI.
El nuevo ciclo de la transición;
la construcción del socialismo, de nuestro modelo. Nosotros debemos
territorializar los modelos. Yo me imagino, por ejemplo, un sector de Sarria,
la calle real de Sarria, el edificio y la panadería, el Pdval y la Farmapatria
son elementos nuevos, como de un injerto. Ahora, compañeros, compañeras,
camaradas, si este elemento no formara parte de un plan sistemático, de
creación de lo nuevo, como una red, esto sería A y esto sería B, esto sería C,
D, E, etc., y una red que vaya como una gigantesca telaraña cubriendo el
territorio de lo nuevo, sino fuera así, esto estaría condenado al fracaso; esto
sería absorbido por el sistema viejo, se lo traga, es una gigantesca amiba, es
un monstruo el capitalismo. Esto lo digo yo no para que nos sintamos
acogotados, amilanados; todo lo contrario, es para coger más fuerzas ante la
complejidad del desafío. Recordemos la Unión Soviética, lo que el viento se
llevó: en la Unión Soviética nunca hubo democracia, no hubo socialismo, eso
derivó y los líderes no se dieron cuenta o si se dieron cuenta no pudieron, y
el imperio aquel golpeando, la culpa no es sólo de la Unión Soviética, la culpa
fue también de todas las agresiones externas, sabotajes económicos, guerras
biológicas, bacteriológicas, bombardeos y explosiones en la industria petrolera
soviética y luego las contradicciones, las divisiones, la cultura. Por eso el
socialismo en el siglo XXI que aquí resurgió como de entre los muertos es algo
novedoso; tiene que ser verdaderamente nuevo, y una de las cosas esencialmente
nuevas en nuestro modelo es su carácter democrático, una nueva hegemonía
democrática, y eso nos obliga a nosotros no a imponer, sino a convencer, y de
allí lo que estábamos hablando, el tema mediático, el tema comunicacional, el
tema de los argumentos, el tema de que estas cosas sean, lo que estamos
presentando hoy, por ejemplo, que lo perciba el país todo; cómo lograrlo, cómo
hacerlo. El cambio cultural. Todo esto tiene que ir impactando en ese nivel
cultural que es vital para el proceso revolucionario, para la construcción de
la democracia socialista del siglo XXI en Venezuela.
Autocrítica para rectificar
Ahora, la autocrítica; en varias
ocasiones he insistido en esto, yo leo y leo, y esto está bien bonito y bien
hecho, no tengo duda, pero dónde está la comuna. ¿Acaso la comuna es sólo para
el Ministerio de las Comunas? Yo voy a tener que eliminar el Ministerio de las
Comunas, lo he pensado varias veces, ¿por qué? Porque mucha gente cree que a
ese ministerio es al que le toca las comunas. Eso es un gravísimo error que
estamos cometiendo. No lo cometamos más. Revisemos. Firmé un decreto creando
algo así como ente superior de las comunas. ¿Dónde está? No ha funcionado.
Nicolás,3 te encomiendo esto como te encomendaría mi vida: las comunas, el
estado social de derecho y de justicia. Hay una Ley de Comunas, de economía
comunal. Entonces, ¿cómo vamos a estar nosotros haciendo…? Lo mismo pregunté en
Ciudad Caribia: ¿Dónde está la comuna, no la comuna, las comunas? ¿Dónde vamos
a crear las comunas, las nuevas? Y allá en Ciudad Belén, seguimos entregando las
viviendas, pero las comunas no se ven por ningún lado, ni el espíritu de la
comuna, que es mucho más importante en este momento que la misma comuna: la
cultura comunal. ¿Me explico? ¿Será que yo seguiré clamando en el desierto por
cosas como éstas? Todos aquí tenemos que ver con esto, todos, desde mi persona,
la Presidencia de la República; aquí en torno a Miraflores debería existir ya
una comuna. Todos y todas tenemos que ver con eso; es parte del alma de este
proyecto. La autocrítica es para rectificar, no para seguirla haciendo en el
vacío, o lanzándola como al vacío. Es para actuar ya, señores ministros,
señoras ministras, las comunas, manden a buscar la Ley de las Comunas, léanla,
estúdienla. Mucha gente —estoy seguro—, no digo que ustedes, por allá, más
allá, ni la han leído, porque creemos que no es con nosotros. La Ley de la
Economía Comunal, mucha gente ni la ha leído, porque creemos, que no, lo mío es
otra cosa, eso no es conmigo. Si tú preguntas, ¿cuáles son las que llaman
comunas en construcción? Estoy seguro de que en la mayoría de esos grandes o
medianos o pequeños proyectos que estamos adelantando, desde viviendas,
ciudades nuevas, polos de desarrollo científicos, polos de desarrollo
agrícolas, como allá en la Planicie de Maracaibo, allá en el municipio Mara,
hasta por allá por el estado Sucre, donde está la gran planta procesadora de
sardinas que inauguramos hace poco, una planta grandísima, hasta las empresas
del vidrio que expropiamos, la Faja del Orinoco, no existen las comunas. ¿Dónde
las vamos a buscar, en la Luna? ¿O en Júpiter?
Permítanme ser lo más duro que
pueda, y que deba, en esta nueva autocrítica sobre este tema, compañeros y
compañeras. Rafael Ramírez, por ejemplo, ya debería tener allá en la Faja del
Orinoco unas 20 comunas, con Pdvsa, pero Pdvsa cree que eso no es con ellos. El
problema es cultural, compañeros. Y digo Pdvsa, con todo el reconocimiento a
esa gran industria. Las comunas, una vez incluso mandé a sacar no sé cuántas
copias, Carmen Meléndez, quiero sacarle otra vez 30 copias, le voy a regalar
una copia, otra vez, a cada ministro y a cada ministra de un librito rojo de
los tiempos de Mao Tse Tung sobre las comunas. Parece que nadie lo leyó porque
de regreso no recibí ni siquiera una hojita de un comentario sobre el libro. La
autocrítica, independencia o nada, comuna o nada, ¿o qué es lo que hacemos
aquí? Ahí tiene que estar la Misión Cultura, concentración de fuego, como la
artillería. Las micromisiones, el espíritu de las micromisiones es la
concentración de fuego. Díganme ustedes cuántos ministros, ustedes, mis
queridos compañeros, se han ido a dormir en un barrio tres días; dígame quién.
No puedo dar el ejemplo, cuánto quisiera yo hacerlo, pido perdón, no puedo,
pero ustedes sí pudieran irse para allá, pa’l Caño Cuibarro a ver cómo está el
proyecto de los indios cuiba y quedarse tres días allá, o sembrarse allí en
Sarría, un ministro, el viceministro, estar allí, transitar allí, vivir allí
unos días o ir, recoger, casa por casa, que eso no sea sólo para la campaña electoral,
esquina por esquina. ¿Ustedes no vieron el bombardeo de papeles que caen en el
camión donde yo ando? Ahora los tiran con piedras para que lleguen, o con
flecha, la otra vez estaba una flecha con un papel en la punta: Chávez ayúdame…
que no sé qué. Bueno, la comuna, el poder popular, no es desde Miraflores ni es
desde la sede del ministerio tal o cual desde los que vamos a solucionar los
problemas. No creamos que porque vamos a inaugurar la fábrica de Cemento Cerro
Azul o la fábrica de fábricas en Guanare, o la fábrica de computadoras, o la
fábrica de satélites, o la fábrica ésta y aquella ya estamos listos, no; o
porque nacionalizamos cementos… Cuidado, si no nos damos cuenta de esto,
estamos liquidados y no sólo estamos liquidados, seríamos nosotros los
liquidadores de este proyecto. Nos cabe una gran responsabilidad ante la
historia a los que aquí estamos. Véanse las caras, véanse los ojos en el espejo
cada vez que vayan al baño o a donde haya un espejo. Yo de primero.
El socialismo no se decreta
Las fábricas construidas con
fines capitalistas llevan las marcas indelebles de su “sistema operativo”, la
división social jerárquica del trabajo en conjunción con la cual fueron
construidas. Un sistema productivo que quiere activar la participación plena de
los productores asociados, los trabajadores, requiere de una multiplicidad de
procesadores “paralelos”, coordinados de la manera adecuada, así como de un
correspondiente sistema operativo que sea radicalmente diferente a la
alternativa operada de manera central, trátese de la economía dirigida
capitalista o de sus bien conocidas variedades poscapitalistas presentadas
engañosamente como “planificación”. ¿Cuántas horas le dedicamos al estudio
nosotros cada día, a la lectura, a la reflexión? Es necesario que le
dediquemos, yo diría que varias horas al día, por encima de todos nuestros
compromisos, porque estamos hablando de los elementos vitales de este proyecto.
A veces creemos que todo debe controlarse desde Caracas, no. Se trata de crear,
como dice Mészáros, un conjunto de sistemas paralelos coordinados y de ahí la
regionalización, los distritos motores. Pero no hemos creado ni uno todavía y
tenemos la ley, decretamos uno, pero lo decretamos y ya, y dentro de los
distritos motores las comunas. A veces podemos caer en la ilusión de que por
llamar, yo soy enemigo de que le pongamos a todo “socialista”, estadio
socialista, avenida socialista, ¡qué avenida socialista, chico!; ya eso es
sospechoso. Por allá alguien le quería poner a una avenida “socialista”,
panadería socialista, Miraflores socialista. Eso es sospechoso, porque uno
puede pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le
puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo. Eso es como el
chiste del chigüire y los indios. Llegó un cura español, eso hace muchos años,
en semana santa, recorriendo por allá los campos indios de los llanos y
entonces llega a un pueblo indígena y están los indios allí, bailando y tal,
ellos tienen sus formas de festejar, sus dioses, sus códigos, su gastronomía;
entonces el cura les dice: “Ustedes no pueden estar comiendo cochino en semana
santa. El jueves santo tienen que comer pescado o chigüire”. Porque había un
cochino gordo ahí y él intuyó que lo estaban esperando y entonces [les pregunta]:
¿entendieron? “Sí, entendimos”. “No pueden comer cochino ni carne de ganado”;
entonces, el cura antes de irse los lleva al río a bautizarlos y les pregunta:
“¿Usted cómo se llama?”. El nombre indio, Caribay. “No, no, qué Caribay, usted
se llama Juana. Nombres cristianos hay que ponerle a la gente”. Y ¿usted cómo
se llama? Otro nombre indio, Guaicaipuro. No, qué Guaicaipuro ni qué nada,
usted se llama Nicolás. Se fue y regresó el jueves santo y vio que estaban los
indios bailando y asando el cochino: “¿Cómo es posible que ustedes se van a
comer ese cochino? Yo les dije que no podían comer cochino”. Entonces, le dice
el cacique: “No, nosotros solucionamos el problema. Bueno, ese cochino lo
bautizamos y le pusimos chigüire”. Le cambiaron el nombre, lo llevaron al río y
lo metieron en el agua, “cochino, tú te llamas chigüire”, y se comieron el
cochino. Así estamos nosotros con el socialismo: “Tú te llamas socialismo,
chico”, pero sigues siendo en el fondo cochino. Yo hago estos comentarios,
producto de reflexiones, algunos estudios y comparando con la realidad.
Debemos injertar la propiedad social, el espíritu socialista
Vean esta vista. Esta es la
planta Mene Grande. Aquí cabe otra planta. Habrá que ver, por ejemplo, qué
produce esta tierra aquí al lado, Satélite Miranda, esto pareciera ocioso, esto
pareciera monte y culebra. Cada planta que nosotros instalemos debería tener el
mismo día de la inauguración producción propia, de guayaba, por ejemplo, en
este caso; ¿me explico? La planta ya debería tener terrenos que están
improductivos y, seguramente, son terrenos nacionales, mil hectáreas de
propiedad social que conviva con la pequeña propiedad. Tenemos que asociarnos
con los pequeños productores, pero tenemos que injertar la propiedad social, el
espíritu socialista, a lo largo de toda la cadena, desde el trabajo de la
tierra, donde se produce el mango, la guayaba, la fresa, hasta el sistema de
distribución y consumo de los productores que de ahí salen. Todo eso hemos
hecho en aras de la transición, pero no debemos perder de vista, compañeros y
compañeras, la parte medular de este proyecto: no debemos seguir inaugurando
fábricas que sean como una isla, rodeadas del mar del capitalismo, porque se lo
traga el mar.
Lo mismo pasa con las viviendas.
¿Dónde están las zonas productivas de Ciudad Caribia? Ya hemos entregado
bastantes viviendas ahí, pero la zona industrial no la veo. Y recuerdo haberlo
dicho hace años, cuando empezamos ahí, y fuimos, y caminamos: allá está El
Junquito, allá está el mar, Dios mío, aquí es bien bueno el frío de la noche
para el turismo, hacer unas posadas, que ya deberían estar hechas. Decía Simón
Bolívar: “No nos va a llegar lo que queremos por prodigios divinos”. Ya debería
haber ahí un sistema de posadas, restaurantes con vista al mar. Hay una montaña
mágica que yo la llamo la muralla, es el Camino de los Indios. ¿Cómo es que
dijo Cipriano Castro?: “La huella insolente del extranjero, la huella insolente
del español invasor, ¡jamás pudo pasar por esa trocha!”, por ese camino. Creo
que hasta restos humanos se consiguieron por ahí, o fueron restos de artesanía
indígena, por eso se llama el Camino de los Indios, y el otro: el Camino de los
Españoles, pero este era el camino de Guaicaipuro, por ahí no pasaba español
alguno, o más bien, por respeto a la España de hoy, debemos decir, imperialista
alguno, por ahí no pasó imperialista alguno.
Eran los caminos de Guaicaipuro,
el camino del cielo, son siete escalones que se ven clarito desde el aire.
Entonces, recuerdo que hablamos, mira esto está bien bueno para la siembra de
cítricos, ahí se dan los cítricos, las flores y hasta una terraza dije que
hicieran para la zona industrial. ¿Dónde está la zona industrial? ¿Tú viste la
terraza? ¿Dónde están las industrias? No hay. Eso es en Ciudad Caribia. Seré
feliz el día que lo vea. Desde el primer día que empezamos a entregar viviendas
ahí ha debido comenzar, incluso una vez yo dije, ¿por qué tenemos que esperar a
que estén las viviendas, que es un proceso más largo? Estamos haciendo el
distribuidor, la vialidad, eso es un esfuerzo ciclópeo, eso de Ciudad Caribia,
pero por qué esperar a que termine todo eso, antes de empezar a sembrar los
arbolitos, los viveros para los cítricos, para las flores, agricultura urbana,
tubérculos. Por ahí cerca está Carayaca, una vez caminamos y llegamos a
Carayaca, por ahí uno le llega a la Escuela Naval, por detrás, por la parte del
patio, pero que yo sepa, no hay ni una hectárea todavía, ¿verdad? Una vez que
no andaba muy apurado me metí por ahí, por la autopista Caracas-La Guaira,
entradas, caminos a ambos lados. Métanse por ahí para que vean.
Yo me metí y conseguí siembras de
tomate, y un hombre manejando una motobomba, le dije: ¿De dónde sacas tú el
agua? “De allá abajo de la quebrada, a mano derecha viniendo, una entradita
ahí”, y vi siembras de mangos de esos grandotes, injerto, y cría de pollos en
un pedacito de tierra, pimentones, etc. Le pregunto al hombre: ¿Y quién es el
dueño de esto? “El señor tal”; ¿y cuánto te paga? “Bueno, a veces sí, a veces
no”. Explotado, ven, son pequeñas granjas. Inauguramos hace poco la carretera
Mamera-El Junquito. Díganme si han visto la primera granja ahí, colectiva.
Recuerdo que hace como tres años fui por ahí, y la primera imagen que tuve, qué
potencial tan grande, qué territorios tan bonitos, qué colinas tan hermosas,
qué clima tan hermoso. Terminamos la carretera y no hay una sola unidad
productiva que hayamos creado nosotros. Creemos que la carretera es el
objetivo, ¿será el ferrocarril el objetivo?, ¿será la carretera el objetivo? ¿O
cambiar toda la relación geográfica-humano socioterritorial y cultural de sus
inmediaciones a lo largo de un eje? Este último sí es, pero a veces no lo
queremos entender, a veces no, casi nunca lo entendemos.
El objetivo es el pueblo
Tú te acuerdas, Jacqueline, hace
como cien años, tú eras presidenta de Hidrocapital y yo, viendo televisión, vi
que estás en la Cota 905 lanzando una tubería de agua, te llamé, no te conocía
casi, y te digo, doctora, ingeniera Jacqueline, ¿cuál es el proyecto de
acompañamiento del eje del tubo?, ¿es sólo el tubo?, y ese poco de ranchos que
están ahí, ¿nadie los ve?, ¿es el objetivo el tubo?, ¿es el objetivo el
oleoducto? ¿o es un instrumento?, ¿es el objetivo la carretera?, insisto. Una
vez veníamos con Carrizales, recuerdo, él era ministro de Transporte e
Infraestructura, veníamos de Elorza rumbo a Mantecal en unos helicópteros y yo
veo que están trabajando las carreteras. Le dije, vamos a aterrizar ahí, entre
Mantecal y Elorza. Le pregunto a los trabajadores: ¿dónde viven ustedes?
Mantecal, Elorza. ¿Cuántos tienen casa propia? Casi ninguno. ¿Qué tipo de
vivienda ocupan? Un rancho, arrimao. Recuerdo que le dije a Carrizales: oye,
qué bueno hubiera sido, o sería, ponme el dibujito aquí otra vez, voy hacer
otro dibujito. Fíjate, aquí está Elorza, Mantecal y la carretera, kilómetros,
miles y miles de hectáreas cruza esa carretera y resulta que los mismos
trabajadores que laboran en la carretera no tenían vivienda. Preguntaba yo a
unos ingenieros que estaban ahí: ¿en una hectárea caben cuántas casas? Ponle 10
hectáreas, 800 viviendas, de esas sencillas, que no son edificios ni nada, y
entonces, aprovechando el impulso, como se dice, de la maquinaria que va por la
carretera, millones de bolívares, técnicos, ingenieros, los mismos trabajadores
que no tienen vivienda hubieran hecho aquí una urbanización para los
trabajadores que laboraron en la carretera. No es lo mismo esto que terminamos
la carretera, cesaron en su trabajo, y qué esperarán esos trabajadores. La
mayoría, que se vuelva a dañar la carretera para volver a trabajar sobre la
misma carretera y así les pasa la vida, rodeados de tierra por todas partes, y
terminan la vida sin vivienda y dejando a sus hijos sin vivienda. Y no sólo
vivienda. Yo agarraría este pueblito aquí de diez hectáreas y a lo mejor aquí
al lado cien hectáreas más, ganadería, agricultura. Ustedes saben, la carretera
vista desde el punto de vista del capitalismo, ¿a quién beneficia más la
carretera? Al latifundista que ahora va a sacar más ganado y va a bajar los
costos.
El pata en el suelo a lo mejor se
beneficiará, porque quizás, si tiene bicicleta, una bicha vieja, va a poder
andar en bicicleta por la carretera en pedacitos para ir al otro pueblo, o a
caminar por la carretera, ese es el beneficio que le trae al pata en el suelo,
al explotado; en cambio, al que tiene un hato, una hacienda y unos camiones, le
beneficia un millón de veces más que al pata en el suelo. Entonces, con la
carretera, desde el punto de vista tradicional, lo que estamos haciendo es
ampliar la brecha y no nos damos cuenta muchas veces cuál debe ser entonces la
fórmula. Lo que estoy dando es una orden con las reflexiones, para que ustedes
ajusten las cosas con los que trabajan y trabajen de verdad en equipo y se
comuniquen y trabajemos en equipo y le demos el máximo valor agregado a todo,
por más pequeño que sea un proyectico por allá, en un pueblito de Mérida. No,
que esta es una cría de truchas, ¿y más allá qué hay? Por más pequeño que sea,
tenemos que darle este carácter. Creo que en estos años hemos acumulado
experiencia, hemos creado entes que no existían. Creo que hemos venido
acumulando recursos, inyectando recursos y seguiremos haciéndolo. Creo que
tenemos unos nuevos códigos; creo que tenemos una nueva arquitectura legal,
jurídica, empezando por la Constitución; tenemos leyes de consejos comunales,
leyes de comunas, economía comunal, las leyes de los distritos motores de
desarrollo; pero no le hacemos caso a ninguna de esas leyes; nosotros, que
somos los primeros responsables de su cumplimiento. Yo espero ver respuestas a
estas reflexiones y a esta autocrítica pública que estoy haciendo.
Mayor eficiencia para mejores resultados
Y usted, mi querido amigo,
ministro, ministra, que no quiera, que le guste trabajar solo o sola, usted me
dice, yo tengo el poder de hacer lo que manda la ley, y en eso no tengo
contemplación. No debo tenerla absolutamente con nadie, porque también hay a
veces, celos; yo me he topado con ministros que se ponen celosos, o
viceministros. Ustedes están obligados a informármelo, no a quedarse callados.
Si algunos de ustedes ve que se ha venido conformando en algún ente, en algún
ministerio, esos cotos cerrados, díganmelo que yo tengo el poder que me da la
Constitución, que ninguno de ustedes tiene, yo les mando un misil, ustedes no
pueden hacerlo, yo sí, y lo hago con gusto; créanme que lo hago con gusto.
Triste es que nos quedemos callados, para que no me llamen piedrero. Aquí no
estamos de niños de segundo grado ni de la escuelita primaria, éste es el
gobierno revolucionario de Venezuela, ratificado por un pueblo hace dos
semanas, pero también muy criticado por un pueblo y con razones, y éstas son
algunas de las razones: falta de eficiencia. Por ahí en alguna parte leí, lo he
comentado también, pero como ya son varios consejos de ministros, varias
etapas, a lo mejor alguno de ustedes no me ha oído decir esto, a lo mejor lo
saben ustedes mejor que yo: un equipo que no se comunique o un equipo que se
comunique en un nivel muy bajo, no va a dar más. Necesitamos un nivel de
interacción, de comunicación, de coordinación, de cruzamiento o cruce de
planes, de diagnósticos, de problemas, de acción conjunta. Es como una guerra:
¿qué va a hacer la Infantería sola sin nosotros los tanques? ¿Y qué hacemos los
blindados sin la Infantería o la Marina sin el Ejército? ¿Qué hace el macho
solo o la hembra sola o la noche sola o el día solo, o la raíz sola o las ramas
solas? No somos nada, sin integración en la visión, en el trabajo, en todo
esto, difícilmente lo lograríamos. Por eso les pido, a Nicolás ahora que llegó
a asumir la Vicepresidencia y a los ministros y ministras que están llegando y
a los que se quedan, un esfuerzo más grandecito, un poquito más grande, en este
sentido. Voy a poner también de mi parte, mayor relacionamiento en todos los
órdenes.
Reforzamiento del Sistema Nacional de Medios Públicos
Otra crítica, y espero que nadie
se sienta mal, no voy a nombrar a nadie, pero en estos días he estado viendo,
como siempre, televisión. Veo algunos programas de nuestro canal, el canal de
todos los venezolanos y seguimos aferrados a aquello que ya pasó, incluso
dándole vocería a quienes casi no tienen nada que decirle al país, poniendo
videos, que esta persona dijo tal cosa. ¿Será eso lo más importante en este
momento? ¿Y la gestión de gobierno? ¿Por qué no hacer programas con los
trabajadores? Donde salga la autocrítica, no le tengamos miedo a la crítica, ni
a la autocrítica. Eso nos alimenta, nos hace falta. Me imagino, por ejemplo, a
mi querida Vanessa en la fábrica Copelia, hablando con más tiempo, con unos
expertos, dedicándole una hora. Me imagino a mi querido Mario allá en la planta
Cerro Azul, que sea a las 11 de la noche, qué importa, no importa, entrevistando
trabajadores, oyendo, caminando por la planta, viendo el cemento, mostrándolo.
No basta estas cuatro horas aquí, un sábado. Eso tiene que ser un plan
sistemático, permanente, continuo, etc. Y no sólo el canal 8, no, todos los
canales. Yo veo muy de cuando en cuando Tves, hay buenos documentales, y Vive;
pero me da la impresión de que cada uno anda por su lado. No tenemos en verdad,
aunque hablamos de ello, un Sistema Nacional de Medios Públicos, no lo tenemos.
Ernesto,5 conviértete tú en el líder de ese sistema. Créalo, vamos a crearlo,
que incluya, como sistema al fin, su interconexión con otros sistemas, o
subsistemas, medios comunitarios, medios populares de comunicación, el caso de
la corneta con el caballo que yo pongo, las televisoras regionales, los
periódicos regionales, internacionales, Telesur; cada uno anda por su lado. Esa
es la verdad. Estoy seguro que es así, no hay un Sistema Nacional de Medios
Públicos, no lo tenemos. Vamos a crearlo; tenemos los instrumentos. Lo que nos
falta es más voluntad y, a lo mejor, seguramente, más capacidad. Atrevámonos,
hagámoslo. Es necesario.
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