Resumen: En el presente escrito se presentarán algunas ideas y reflexiones sobre la Diplomacia de los Pueblos en El Caribe, como espacio de convivencia e integración más allá de las fragmentaciones geográficas, históricas, étnicas, lingüísticas, social, económica y jurídica – política, que han definido el mosaico caribeño. La Diplomacia de los Pueblos, como proyecto de sociedad compartido por los pueblos del Caribe, constituye una plataforma de transformación y complementariedad que permitirá la integración, considerando los aportes de las pensadoras y pensadores Nuestros Americanos y Caribeños. Este trabajo se sostiene desde las ideas aportadas por el investigador venezolano Andrés Bansart, sobre los procesos de integración y cooperación en El Caribe, reflexionando en relación a su diversidad multidimensional y el carácter heteróclito de la región. Reconocerse mutuamente, dialogar y cooperar es la propuesta para fortalecer los lazos de los pueblos del Caribe que comparten un territorio geográfico y la amalgama de expresiones étnicas como producto único y excepcional.
Reflexiones Iniciales
Dos
continentes y dos civilizaciones se entrelazaron y compartieron una historia de
dolor, esclavización, explotación y opresión, pero durante siglos se
mantuvieron vivas y conservaron sus valores, prácticas ancestrales y
cosmovisión. Hoy, sabiamente estos pueblos están tomando la palabra y proponen
reinventar sus relaciones desde el ser, del nosotros y la solidaridad. Siendo
la solidaridad el sentimiento de unidad y de lazos sociales para el logro del
equilibrio y desarrollo en armonía y paz. Esta solidaridad abarca las acciones
de reciprocidad, complementariedad y cooperación pacífica entre los colectivos
humanos organizados políticamente, en espacios diferenciados y fragmentados,
pero orientados a la construcción y transformación para la integración de los
pueblos hermanos.
Estos pueblos
que están reiventando, reviviendo y reescribiendo su historia como fuerza
política de conciencia y participación, tienen sus raíces en la civilización negro-africana
y la civilización indo-americana, que han evolucionado dependiendo de los
ecosistemas en los cuales se van desarrollando y en una reconciliación
permanente con la madre tierra, donde no existen rupturas entre la sociedad y
la naturaleza, como lo expresa Bansart (2014): “la sociedad y la naturaleza se
interpenetran y comparten la vida” (p.163).
Es importante recordar, que estas
sociedades y grupos étnicos lucharon para sobrevivir al dominio de sus
territorios y la colonización, manteniendo al máximo sus elementos culturales
tradicionales para darle continuidad histórica a su existencia y a su identidad
étnica. Al respecto Amodio (1999) señala: “la identidad profunda de estos grupos se
mantiene, más allá de la conquista de su territorio” (p.11), lo que ha dado
lugar a uno de los mayores patrimonios de Latinoamérica y El Caribe, nuestra
gran diversidad cultural y étnica.
En este
sentido, es importante entender y comprender de dónde venimos, quienes somos,
cual es nuestra historia, quien la escribió, quien la vivió, quien la sufrió,
como ha sido la evolución del Caribe y que podemos aportar desde una toma de
conciencia para compartir una visión de mundo, que explique una racionalidad
diferente de ser, pensar, vivir y existir. Significa darle fuerza a un
pensamiento complejo que vincule la razón y la emoción, el cuerpo y el alma,
que de sentido a la idea de comunidad, del bien común, de la comunicación, de
la reciprocidad, la complementariedad, del compartir y la convivencia para el
mundo que queremos tener y el mundo que estamos construyendo, para el ser
humano y para la vida en equilibrio con la naturaleza.
África es la
cuna de la humanidad y los restos humanos más antiguos han sido encontrados en
las Américas. Por tanto, en ambos continentes, el Africano y el Americano,
mucho antes de la colonización, sus pueblos habían desarrollados civilizaciones
con una ética y filosofía relacionada con la naturaleza y valores de
convivencia, de organización política y social que han sido transmitido de
generación en generación, a través de la oralidad, fuerza vital de los saberes
y sabidurías que acerca a la sociedad a la naturaleza e ilumina una búsqueda
más respetuosa y equilibrada para la vida en comunidad. De acuerdo a Fernández
(2012):
El discurso oral tradicional es un bastión de
resistencia… las tradiciones orales africanas son el resultado de la odisea de
pueblos que, sin utilizar la escritura, han conservado su génesis, su esencia,
su razón de ser, sus creencias, lo vivido memorizado y acumulado en el
subconsciente y en la conciencia (p.19).
Sin duda,
existe una conexión entre los pueblos de El Caribe desde lo cultural,
espiritual, religioso y lingüístico, como fruto de las expresiones más hermosas
de la creatividad y resistencia de los pueblos, dando resignificación a la
fuerza de la causa unionista, donde las fronteras construyen una identidad
sobre la diversidad y un mosaico étnico como vehículo para su integración,
reciprocidad y complementariedad. Simón Bolívar (1815) en la Carta de Jamaica, nos
recuerda: “la unión es lo que nos falta para completar la obra de nuestra
regeneración. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por
prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos” (p.
37).
Hacia la Diplomacia de los Pueblos
En el marco de
fortalecer los lazos e integración entre los pueblos que comparten el Mar
Caribe como espacio de vida y límite de sus fronteras para la unión
latinoamericana, la Diplomacia de los Pueblos, se convierte en la génesis que
traspasa los territorios geográficos para compartir visiones, saberes y
experiencias que dibujen una causa y anhelo común de justicia para alcanzar un
mundo posible, que reconozca la diversidad, pluralidad y respeto a las diferencias
y soberanía de los países. Se trata de una diplomacia de la dignidad de los
pueblos, que trasciende la diplomacia de los estados. Para Bansart (2013):
La diplomacia de los pueblos significa el intercambio
entre comunidades de base de dos o más territorios: intercambio de
preocupaciones, análisis y experiencias. Representa la posible elaboración de
proyectos entre comunidades de base en vista a un desarrollo humano común y un
cuidado de su ambiente (p .68).
Desde estas
ideas la diplomacia de los pueblos, propone que el sujeto central de
transformación son las comunidades de bases, colectivos y movimientos sociales,
que se organizan y dialogan en su quehacer cultural, social, ideológico y
político para la cooperación, integración, intercambio y creación de puentes
entre los diferentes territorios del Caribe, donde prevalecen los intereses
populares, comparten los saberes ancestrales originarios, para una
reconciliación con la historia, la naturaleza y el equilibrio ecológico con
preeminencia del ideal unionista de los pueblos.
Simón Bolívar
y el patriota José Martí, desde sus ideas y pensamientos proclamaron la
necesidad de la unión en el marco de la integración latinoamericana y caribeña,
expresaron que el fundamento de la unión de los pueblos descansa en el respeto
a la dignidad y soberanía de los pueblos, como causa común contra los opresores
y proyecto liberador. Así lo manifestó Simón Bolívar en 1815: “yo deseo más que
otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su
extensión y riquezas que por su libertad y gloria” (p. 30).
Esta visión libertaria
y de unión continental, fortalece los principios de la diplomacia de los
pueblos, como espacio de convivencia, fomento de las relaciones y diálogo de
los pueblos que apunta a visibilizar la práctica diplomática de “los condenados
de la tierra”, históricamente discriminados y oprimidos. Se trata de rescatar
sus experiencias históricas de luchas sociales que potencia la toma de
conciencia sobre la realidad de Latinoamérica y El Caribe y genera nuevas
posibilidades de relacionamiento dentro y fuera de los Estados, frente a la
crisis de su legitimidad.
De igual
manera, la diplomacia de los pueblos, concibe el respeto a la madre tierra como
principio de vida, ya que el ser humano forma parte de la naturaleza, participa
en su armonía y conservación para vivir en sinergia con los múltiples elementos
de la tierra, como señala Andrés Bansart (2014), “la ética negroafricana y la
andina abrazan el principio del vivir-conforme-a-la naturaleza” (p. 111), se concibe a la naturaleza como la vida
en la tierra y la naturaleza humana, en relación con todo el equilibrio de la
tierra.
En este marco,
en respeto a la historia y sabiduría ancestral, los pueblos de Latinoamérica y
el Caribe, proponen y luchan por un nuevo proyecto de integración, reciprocidad
y complementariedad como orden cósmico, principio de existencia, crecimiento
social, natural y humano para la liberación del ser, saber y hacer. Por tanto,
se proponen nuevas prácticas y alternativas que apunten a la inclusión y la
visibilización de las identidades emergentes y de resistencia hacia la
participación y protagonismo en la conducción de sus vidas y de la sociedad
donde forman parte.
La diplomacia
de los pueblos, como parte de las epistemologías del sur, propone el paradigma
del “Buen Vivir”, que centra su preocupación en el ser colectivo y en las
comunidades de base que exigen, demandan y aportan a su ritmo, en función de
sus necesidades. La diplomacia de los pueblos, es una alternativa para repensar
el desarrollo de los países en respeto a su dignidad, para la justicia,
igualdad, equidad y la realización plena del ser humano en equilibrio con los
impulsos de la naturaleza, en la construcción de un mundo multipolar y en
perspectiva para la unión latinoamericana y caribeña. Bansart (2014), apunta un
concepto del “Buen Vivir”:
Permite, en muchos casos, vivir con menos, pero
aumentando la calidad de vida de todos. Supone una serie de derechos ecológicos
y de garantías sociales, económicas y culturales. Se traduce, para el conjunto
de la naturaleza y para las comunidades humanas, en un aumento de la calidad de
vida y, para estas últimas, en un arte de vivir y convivir. (p.146).
De acuerdo a
las ideas de Bansart, el “Buen Vivir” busca la complementariedad de todos los
seres humanos que viven en comunidad, que mutuamente aportan y participan de
acuerdo a sus necesidades, como relación esencial de unidad de todos los
elementos que integran la naturaleza. Esta ética de integración de los pueblos,
como poseedores y dadores de la vida, construye y perpetúa la reciprocidad,
desde el intercambio de elementos culturales y sociales que soportan la función
de la tierra y permiten mantener el respeto al resto de la naturaleza y
agrandar la biodiversidad y acercarnos a las filosofías del África y del Abya
Yala.
La diplomacia de los pueblo, es el ideal
de justicia para muchos, que permite la posibilidad de acercamiento y consenso
de distintas culturas y territorios que vivieron una misma historia y desde la
solidaridad en un marco de respeto y autonomía, asumen una postura militante
por la justicia y la autodeterminacion. Para Reinaldo Bolívar (2014):“la espiritualidad recorre El Caribe, es el
fruto de la unidad, el unionismo, es la diplomacia de los
pueblos” (Conferencia en el Centro de Saberes Africanos, Americanos y
Caribeños).
Consideraciones Finales
La
diplomacia de los pueblos, como proyecto compartido en El Caribe y portador de
los principios de integración, que busca romper las fragmentaciones
geográficas, históricas, étnicas, lingüística, social, económica y política, es
posible desde la imaginación, toma de conciencia y empuje de un “Ecosocialismo caribeño“, que según
Bansart (2013):
Este
ecosocialismo no puede ser importado de los centros de poder coloniales,
neocoloniales o imperialistas que, durante cinco siglos, proyectaron hacia la
región caribeña sus propios conflictos y contradicciones, impusieron sus propias
formas de pensar, impidiendo a los pueblos caribeños pensarse a sí mismos (p.88).
Para lograr la integración y cooperación
caribeña desde una visión ecológica y holística de su realidad, la diplomacia
de los pueblos, es el camino para establecer un diálogo real y directo, donde
la reciprocidad y complementariedad permitirá crear una zona de paz, armonía,
justicia para consolidar la unión hacia el “Buen Vivir”.
Para emprender y sostener los procesos de
integración en El Caribe, Bansart (2013), propone “fortalecer la autogestión a
nivel inter-territorial para que los pueblos, unidos, puedan materializar su
derechos cívicos y mejorar su calidad de vida” (p. 69) a través de los círculos
de la integración, relaciones con las instancias oficiales, organización de las
comunidades de base y creación de redes (educación mutua, investigación-acción
cooperativa, ecológicas, micro-económicas, interculturales, de reflexión
política, universitarios).
Como reflexión final, considero que la
diplomacia de los pueblos, es la reconciliación y el recuerdo de un
conocimiento ancestral cimentado, que por tradición oral las comunidades han
mantenido vivo, en una palabra, una melodía, en un símbolo, en un elemento
estético, en un objeto artesanal y en equilibrio con la naturaleza y el mundo.
Referencias
Bibliográficas
Amodio, E. (1999). Los Caníbales Mutantes: Etapa de transformación étnica de los Caribes
durante la época colonial. Boletín Americanista. Año IL, N° 49. Universidad
de Barcelona.
Bolívar, S. (1815). Carta de Jamaica. Caracas: Editorial el perro y la rana.
Bansart, A. (2013). Ecosocialismo e Integración: La Diplomacia de los Pueblos. Caracas:
PDV CARIBE.
Bansart, A. (2014). Ecosocialismo, negroafricano e indo-americano. Caracas: Editorial
Laboratorio Educativo.
Fernández, M. (2012).
A la Sombra del Árbol Tutelar. La
Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
Excelente articulo Camarada
ResponderEliminarExcelente articulo, ciertamente estamos perdiendo o hemos perdido la tradicional verbal, el cuento de esquina la transferencia de saberes, perdida de tradiciones e identidad local. Hacia alli debemos enfocar nuestro rumbo para rescatar nuestra identidad.
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