THOMAS SANKARA: “Un Aliado real para la Liberación de las Mujeres en el África”. Diónys Rivas Armas y Merlyn Pirela Aguiar
Diónys Cecilia Rivas Armas
Docente
– Investigadora. FEVP
Merlyn Pirela Aguiar
Integrante del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas
pirelamerlyn@gmail.com
Resumen. En uno de los países más empobrecidos de la Madre
África, un hombre en 1983, alzó su voz con conciencia crítica y convirtió en
acción la idea de descolonizar el pensamiento de un pueblo desde el ser y la
unidad, con una visión íntegra y digna de la relación de igualdad y
emancipación, que reivindicara la creación cultural de su país, donde los
derechos humanos se convirtieran en un derecho colectivo de hombres y mujeres y
la liberación integral de la mujer en un paso ineludible para cualquier
revolución y la felicidad real de los pueblos. Sankara afirmaba: “… no habrá
revolución social verdadera hasta que la mujer se libere”. Tomsank como lo
llaman algunos o también conocido como “El Che Africano”, fue el protagonista
visionario de discursos para todos los hombres y mujeres, que vivían en los
campos y en las zonas urbanas, de los más débiles, indefensos y humillados por
el sistema patriarcal y colonizador, no olvidó nunca a nadie. Y especialmente,
es interesante rescatar y recordar su mirada feminista mostrada el 8 de Marzo
de 1987, donde pronuncia un discurso inspirado en la liberación de la mujer,
como una exigencia real y significativa de las batallas que deben darse en
Burkina Faso, contra la dominación y explotación en el plano económico,
político, cultural y social, para así alumbrar el horizonte de una gran
ausente: La mujer. En este sentido, el estudio y conocimiento de las experiencias
revolucionarias en los pueblos de África, Asia, América Latina y El Caribe, es
determinante para reivindicar nuestra historia e identidad. En este caso,
nuestro estudio se centrará en las ideas Thomas Sankara: “La Esperanza del
África”, que hablo en nombre de las mujeres del mundo entero, lo cual
constituyó un tema central de su visión política.
Palabras
Claves: Thomas
Sankara, Mujeres, Burkina Faso, África.
I.
TOMÁS SANKARA: LA
TRANSICIÓN DE ALTO VOLTA A BURKINA FASO
El África Subsahariana históricamente ha
sido un territorio de permanente lucha y de batalla en los ámbitos político,
económico, cultural y social, entre otros, según Zanotelli (2011): “es el
continente mártir, el continente crucificado” (citado por Batá, p.179), frente
al poder y dominación de Europa.
A partir de finales de los años 50 y los
años 60, se inician procesos de emancipación, de la mano de líderes más
comprometidos con el panafricanismo y la revolución cubana, para la lucha
contra el colonialismo y neocolonialismo que eran sometidos los pueblos
africanos, así como los pueblos de la diáspora africana. Se dan procesos
orientados a la vindicación de la unidad de las y los africanos nacidos en
África o fuera de ella y oprimidos durante la historia reciente, hacia la
hermanación de los descendientes y resignificación de la negritud africana.
Aun cuando se iniciaron procesos de
emancipación y liberación, no dieron respuestas a las demandas sociales y
étnicas de los países del África, ya que la democracia o libertad anhelada se
construyó bajo la mirada y vigilancia de gobiernos europeos, continuando de
esta manera el colonialismo con líderes negros privilegiados, con la persistencia
de un pensamiento eurocéntrico, androcéntrico, hacia el apoyo y continuidad de políticas
neoliberales, que lejos de lograr una emancipación real, se continuó rompiendo
la tradición africana y la esperanza del pueblo que buscaba una mayor
democratización de la política africana hacia la igualdad y transformación económica
y social.
En este marco, Alto Volta, no escapa del
fracaso de este modelo, que consolidó un estado poscolonial con estructuras
político-administrativas y económicas que el colonialismo había impuesto, con
dependencia externa y la presencia de élites políticas africanas alejadas de
las necesidades del pueblo.
En 1960, el presidente de Alto Volta,
Maurice Yaméogo (líder de la Unión Democrática Voltense - UDV), proclama “la
independencia” frente a Francia y el 22 de Septiembre Alto Volta forma parte de
la Organización de Naciones Unidas. En este contexto, Batá (2011) expresa:
Francia
dejaba un país saqueado, sin clase dirigente y sin la sólida estructura social
de los reinos Mossi. Se había extinguido el uso comunitario de las tierras y se
habían creado grandes latifundios en los que los campesinos trabajaban la
tierra de los europeos, durante pocos meses al año (p.33).
Alto Volta, es parte de las antiguas
colonias francesas de África Occidental, se encuentra ensamblado entre Malí,
Niger, Costa de Marfil, Togo, Benín y Ghana, sin acceso al mar, limitando al
norte con el desierto de Sahara y está surcado por tres brazos del río Volta
(el Volta Negro, el Volta Rojo y el Volta Blanco).
Cerca de 60 etnias diferentes conviven en
Alto Volta, donde la etnia mossi representa el 48 % de la población, predomina
la religión musulmana y el idioma francés (legado impuesto por la
colonización), mientras el idioma originario es el mooré, hablado por los
mossi. En los años 70, se dio el fenómeno del abandono del campo y una
desorganizada urbanización, que llevó al empobrecimiento de las zonas rurales,
devastación de los bosques, árboles frutales que constituían parte importante
de la alimentación y de los recursos naturales (manganeso, fosfato, bauxita,
plomo y níquel), por parte de los franceses, lo que implicó progresivamente la
importación de bienes de primera necesidad y aumento de las ayudas del
exterior.
Sankara, resume al Alto Volta: “como el conjunto de todas las desgracias de
los pueblos, una síntesis dolorosa de todos los sufrimientos de la humanidad”.
Ante este panorama, Tomsank hizo su aparición en el escenario político en 1981
y se rebeló con una visión humanista frente al modelo colonial y devastador que
históricamente y culturalmente impuso dependencia económica, injusticia,
desigualdad y empobrecimiento de los pueblos para el dominio y riqueza del
mundo occidental.
Thomas Isidore Noel Sankara, nació el 21
de diciembre de 1949 en Yatenga en el Reino Mossi, en la parte que
limita con el desierto de Sahara. Su madre pertenecía a la etnia mossi y su
padre de la etnia peul. A los 6 años, inicia la escuela primaria, destacándose
en el liceo, en lengua francesa y religión. Cuando cumple los 17 años, logra
ingresar en la Escuela Militar, la única posibilidad de continuar los estudios,
ya que para una familia pobre ingresar a la universidad estaba reservado para
las élites francesas que se formaban en Alto Volta para ser líderes políticos y
continuar la explotación territorial y la esclavización de hombres y mujeres.
Su formación militar permitió que prestara servicio en Madagascar, donde presenció
levantamientos populares en 1971 y 1972 y obtiene el grado de oficial.
En busca de fortalecer su formación
política e ideológica, tuvo en sus manos las obras de Carlos Marx y Lenín.
Sankara (1972), escribe en su diario: “un
militar sin formación política no es más que un criminal en potencia”. Posteriormente,
Sankara, estudia en la Escuela de Paracaidismo en Francia, donde se traslada a
París y tiene la posibilidad de encontrarse con otros compatriotas e
intercambiar sobre las ideas de las Revoluciones que se estaban gestando en
África y América, lo que refleja el crecimiento de su conciencia política.
En Marruecos continua sus estudios de
paracaidismo, donde establece una estrecha relación con otro oficial voltense,
Blaise Campaoré y viven de cerca las necesidades del pueblo en comparación a
las riquezas de la clase dirigente y burguesa.
En 1974 vuelve a Alto Volta y participa en
un conflicto fronterizo armado con Malí, irónicamente dos países pobres,
padeciendo una sequía muy fuerte. Sankara considera inútil e injusto dicho
conflicto, sentencia: “si tenemos que combatir, hagámoslo para sobrevivir,
conscientemente y por voluntad común y no para fortalecer las fronteras entre
dos pueblos unidos en todo”. Dos años más tarde, le otorgan el mando de la
división de paracaidistas del Centro Nacional de entrenamiento de mando al sur
del país. En 1979, es ascendido a Capitán y trasladado a la División Operativa
de Ouagadougou, ese mismo año se casa con Mariam Sankara.
Para 1983, Sankara se hace del poder
político en Alto Volta, a través de un golpe de estado que contó con un gran
apoyo popular, de los partidos de izquierdas y con oficiales con visión
progresista. En principio decide cambiarle el nombre al país, de Alto Volta
nombre acuñado por los franceses, sin sentido para la población, pasa a llamarlo
Burkina Faso “La Tierra de Hombres Dignos”, que según Tomsank tenía más
coherencia con su cultura y descendencia, partiendo de la elevación de la
autoestima de un pueblo que se encontraba desmoralizado y empobrecido, gracias
a la burguesía francesa, que luego de la segunda guerra mundial, decidieron
arremeter con más fuerza en África debido a la devastación y el error de este
hecho en la historia
mundial.
Tomsank, un apasionado de las ideas panafricanistas, diríamos que desde
la niñez, pues siempre tuvo coraje ante las injusticias, por ende a su padre lo
encarcelan unas tres veces por su causa, gracias a las normas del
apartheid, aplicadas no solo en Sudáfrica por los ingleses, sino en toda África
como medida adoptada por los europeos en su locura por el hambre de recursos
naturales. Tuvo el valor, en un contexto como el de los años 80 a nivel mundial
(recordemos que Venezuela atravesaba por una crisis económica) de plantearse ante
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en contra de sus políticas
de austeridad disfrazadas de ayuda.
También marcó pauta, en dirigirse a su
pueblo de manera clara y sincera, sobre las desigualdades existentes entre
hombres y mujeres, trabajar para alfabetizar a su pueblo, ampliar el acceso a
la salud, valorar su identidad y prácticas culturales milenarias, la lucha
contra la corrupción interna, por ello los franceses decían: “Ese LOCO de
Sankara”, siendo realmente la gran esperanza para África.
Desde estas ideas instauró y desarrollo profundas
y reales reformas para su país, como por ejemplo la reducción de su sueldo, se
manifestó y aprobó leyes en contra de la ablación (extirpación de un órgano o
tejido corporal, en el caso de las mujeres africanas, el clítoris) y la poligamia,
trabajó muy fuerte en la erradicación del VIH, construyó escuelas en las
comunidades rurales de Burkina, estableció reformas a nivel agrario y de
derechos sobre la tenencia de la tierra, ya que los terratenientes franceses al
igual que en la época de la colonia venezolana, controlaban grandes extensiones
de terrenos, que eran trabajados con mano de obra muy barata, por ello instó a
las campesinas y campesinos a trabajar reforestando y sembrando productos
autóctonos, él decía: “Para conocer el
imperialismo que nos tiene oprimidos no es necesario ir muy lejos, solo miremos
lo que comemos diariamente y lo tendremos muy de cerca”.
Como militar, trabajo arduamente para la
unión cívico militar, los militares debían por obligación realizar trabajo
social, sembrar, contribuir con la alfabetización, y ser patriotas, sustituyó
grandes vehículos Mercedes por Renault (suponemos que estaba claro que la industria
automotriz se sustentaba de minerales extraídos en condiciones de explotación
en África), las personas de su gobierno viajaban en clase económica, decía: “ya viajaran y aterrizaran igual si se van
en clase económica”.
Era necesario que Burkina Faso se
reforestara, que volviera a ser un país verde, fue así como en 4 años se plantaron
aproximadamente 10 millones de árboles, expresó: “ya van a ser tres años que en Burkina Faso todos los acontecimientos
dichosos, matrimonios, bautizos, condecoraciones, visitas de personalidades y
demás se celebren con una ceremonia de plantación de árboles” (Sankara, 1987).
Por tanto, en función de las lecturas
publicadas sobre Thomas Sankara (pensando que quien escribe, manipula los
hechos), se considera el pensamiento de Sankara como ROMÁNTICO desde una visión
negativa, ya que rompe con la visión colonial de gobernar. Siendo África un
continente con mujeres y hombres dignos y valerosos para liberarse de la
opresión, que ahora más que nunca los afecta.
Sankara, representa uno de los presidentes
más justo y humilde de la historia de África, América y El Caribe (aunque
actualmente se hable de Pepe Mujica), pues su discurso caminaba con su práctica
revolucionaria, su principio de no privilegio se mostraba en los pocos bienes
que poseía (murió sin haber culminado el pago de la hipoteca de su vivienda).
Las ideas anteriormente expuestas,
claramente incomodaban al colono francés, que le convenía seguir manteniendo la
dominación, a través del disfraz democrático ejercido por líderes comprados,
como en el caso del asesino de Sankara, Campaoré, quien se perpetuó en el poder
hasta el 2014, cuando le tocó renunciar y huir de su país.
En este sentido, consideramos, que es
imprescindible descolonizar el pensamiento, mente y corazón de algunos líderes
africanos para lograr un real desprendimiento del mundo occidental y construir
el hombre y la mujer nueva con la ética y estética del mundo africano.
II.
EMANCIPACIÓN DE LA
MUJER… UNA POLÍTICA NUEVA, JUSTA Y REVOLUCIONARIA
Tomás Sankara enarbola la bandera de
emancipación de la mujer y cuestiona la sociedad africana, donde el hombre tradicionalmente
ha dominado a la mujer, convirtiéndose así en uno de los primeros jefes de
estado en defender los derechos de las mujeres, proponiendo su liberación e invitándolas
a trabajar fuera de la casa y a quedarse en la escuela aunque estén embarazadas.
Sankara nos recuerda (2015):
en
este aspecto también nos tenemos que deshacer de prácticas feudales, la
educación tradicional sostiene que el chico siempre está por encima de la
chica, especialmente en la escuela, cuando las niñas quedan embarazadas, las
escuelas las expulsan ¿no?, son simplemente excluidas, pero nadie se interesa
en saber si el otro responsable del embarazo está o no en la misma clase. Pero
incluso si es así, el niño permanece en la escuela. Por lo tanto los niños
pueden provocar tantos embarazos como quieran. Pueden empezar a tener hijos
desde sexto grado. Pero las niñas, si se quedan embarazadas, son expulsadas.
En este marco, estableció una política
dirigida a la promoción de los derechos de las mujeres en la sociedad de Burkina
Faso, para romper con prácticas discriminatorias y de opresión hacia las
mujeres, como los matrimonios forzados, la mutilación genital femenina o la
ablación, la poligamia y el hecho de que los hombres tuviesen todo el poder
sobre la familia, promoviendo la reconstrucción de la relación entre hombres y
mujeres. Desde la Revolución Burkinesa, las mujeres empezaron a tomar parte en
las actividades políticas del país, en los altos cargos gubernamentales, a
recibir formación militar y unirse al ejército, sosteniendo que: “nuestra revolución se dirige a todos los oprimidos
y explotados y por tanto se dirige también a las mujeres… debemos dar un
trabajo a cada mujer de este país, debemos dar a cada mujer los medios para
llevar una vida honesta y decente”.
En Burkina Faso, un hombre por primera vez
en el África envía un mensaje a las mujeres y les sugiere las batallas que deben
emprender para reivindicar su libertad, desde una mirada crítica a la vida y
realidad de las mujeres y en especial las que trabajan en el campo,
quienes al mismo tiempo se encargan exclusivamente de
la educación y alimentación de sus hijos e hijas en condiciones muy
desfavorables, ya que sufren más la falta de una alimentación adecuada y de
atención médica. Batá (2011), en su libro “El
África de Thomas Sankara”, señala lo que Sankara manifiesta:
por
la mañana, desde la aldea, se atisba una larga fila de mujeres caminando hacia
los campos, con los utensilios de trabajo a la espalda, las faldas de colores
que casi tocan el suelo de las pistas y los hijos en brazos o atados a la espalda
con una tela de algodón. Dobladas bajo el sol, luchan con la tierra para
recoger sorgo, mijo y algodón. Con lo que producen compran vestidos, medicinas
y utensilios para la cocina (p.100).
En Alto Volta la esperanza de vida en
1983, era 43 años para los hombres y 46 para las mujeres y algunas zonas de 35
años, ya que en las zonas áridas rurales las condiciones de trabajo eran muy
duras y el número de hijos de cada mujer eran de 6 hijos e hijas. Muchos de los
embarazos, finalizaban con la muerte de la madre a causa de la pobreza absoluta
(75 % de la población vivía bajo esta situación).
En este sentido, Sankara impulsa una
política sin precedentes en el África negra para mejorar las condiciones y
estatus de las mujeres. Estableció la celebración del 22 de septiembre de 1984,
como el Día de “Mercado de los Maridos” (Maris au marché), donde invita a los
hombres a ir al mercado, hacer la compra y preparar la comida, para que así
experimentaran por sí mismos las condiciones a las que se enfrentan las mujeres.
De igual manera, instauró del 8 al 15 de marzo la “Semana Nacional de la Mujer”,
donde la Unión de Mujeres Burkinesa, cumple la tarea de sensibilizar a la gente
de todos los pueblos sobre la cuestión femenina. En 1985, anuncia una campaña
en contra de la mutilación sexual de las mujeres. En el Alto Volta en 1980, más
del 70 % de las mujeres habían sido sometidas a la escisión, la extirpación del
clítoris o la infibulación, expresaba: “la
mujer que sufre la escisión no puede alcanzar la plenitud del placer sexual y
por tanto es más difícil seducirla. Nos encontramos ante una forma moderna de
cinturón de castidad”.
De igual manera, se enfrenta a un tema
ocultado y olvidado, la prostitución, única forma de sobrevivir en muchas
ciudades, por lo cual Sankara planteaba que: “la prostitución es un fenómeno que combatimos porque degrada a la mujer
al rango de objeto, le quita personalidad y constituye un freno a su plena
liberación y realización”. Sostiene que el mundo masculino es cómplice de
la prostitución femenina, donde abusa del cuerpo de una mujer y exige castidad
en el cuerpo de otra. Estos hombres sostienen su práctica de adulterio, a
través del uso del cuerpo de la mujer como objeto de placer, pero al mismo
tiempo serían capaces de matar a sus esposas por una simple sospecha de
infidelidad. Para Sankara: “la
prostitución es la quinta esencia de una sociedad donde la explotación es la
norma. Simboliza el desprecio del hombre hacia la mujer”.
A partir de 1986 inicia una reforma en el
Código de la Familia, que permita una relación matrimonial donde hombres y
mujeres sean absolutamente iguales y la figura del jefe de familia desaparezca
del código civil burkinés, dando paso a la paridad de derechos y deberes de los
esposos. Se establece una edad mínima para casarse (20 años para los hombres y
17 para las mujeres), evitando que niñas menores sufran la violencia en manos
de hombres que le duplican la edad. Se elimina la entrega de dote (tanto en
dinero, como en bienes materiales), se prohíbe la venta de adolescentes y los
matrimonios obligados o acordados por familias, siendo el matrimonio una decisión
libre y consciente de hombres y mujeres. La poligamia queda fuera del sistema
legal y la monogamia se consagra como la forma legal de matrimonio, donde se
contempla el divorcio como recurso natural para disolver una relación
matrimonial aún sin el consentimiento del esposo. Además, el nuevo código
permite a la mujer víctima de violencia por parte de su pareja, abandonar la
casa y volver a su familia de origen con sus hijas e hijos. Por otra parte, se
garantiza el derecho de sucesión a las viudas y la igualdad de derechos para hijas
e hijos legítimos y naturales.
Desde el gobierno de Sankara, las mujeres
burkinesas gozaron del reconocimiento de derechos inexistentes en muchos países
del África, logrando su incorporación en los diferentes espacios de la
sociedad, a través del acceso a créditos, poseer tierras, ejercer alguna
actividad productiva y desde su espacio doméstico liberarse de la opresión del
hombre y tomar decisiones sobre su vida y su capacidad reproductora
(utilización de anticonceptivos) y así progresivamente lograr su participación
plena en la vida política y pública del país. Sankara siempre enfatizaba:” si perdemos la lucha por la liberación de la
mujer habremos perdido el derecho a una transformación positiva de la sociedad”.
El 8 de marzo de 1987, Thomas Sankara
pronunció un discurso para levantar las voces y clamores de las mujeres, que se
titula: “Liberación de la Mujer: Una exigencia del futuro”:
“No es corriente que un hombre se dirija a tantas
mujeres a la vez. Tampoco lo es que un hombre sugiera a tantas mujeres a la vez
las batallas que hay que lidiar”. Así inicia su discurso, con alegría y
placer, recordando siempre a su madre, hermana y esposa para dar una
mirada consciente, digna y honorable a
las mujeres. Y expresa que a través del materialismo dialéctico se ha hecho
visible la condición de explotación de la mujer, donde su situación como objeto
sexuado depende de la estructura económica y relaciones de clases que se
establecen en la sociedad y consagra la desigualdad social entre hombres y
mujeres. Sankara (1987) exclama:
El
paso de una forma de sociedad a otra es la que institucionaliza esta desigualdad.
Una desigualdad creada por la mente y por nuestra inteligencia para hacer
posible la dominación y la explotación concretadas, representadas y
experimentadas por las funciones y las atribuciones a las que hemos relegado a
la mujer.
En su discurso, sostiene que la
esclavización histórica de la mujer, nació con la propiedad privada y la
distribución desigual de tareas, creando la división social y sexual del
trabajo, donde la mujer entrega su amor, ternura y regazo para el cuido de su
pareja, hijos e hijas y el hombre amo de sus esclavos y tierra, se apropia de
su mujer y así imponer la familia patriarcal con la opresión permanente de la
mujer en cuanto a su fuerza de trabajo y como objeto sexual. Por tanto, está
convencido que la violencia, no cesará en el sistema capitalista que explota y
esclaviza a las mujeres a nivel social y económico, donde se permea el
patriarcado en estrecha relación con la explotación de clases y el sometimiento
de la mujer. Así lo expresa Tomsank (1987):
En
este ciclo de violencia, la desigualdad sólo acabará con el advenimiento de una
sociedad nueva, es decir, cuando los hombres y las mujeres disfruten de los
mismos derechos sociales, producto de cambios profundos en los medios de
producción y en las relaciones sociales. La suerte de la mujer solo va a
mejorar con la liquidación del sistema que la explota.
De igual manera, hace referencia al sexismo
y machismo de los hombres, para mantener su dominio y violencia sobre las
mujeres y exacerbar su trato cruel que muestra la
superioridad del sexo masculino sobre el sexo femenino, subordinada desde sus
funciones “naturales” y “originales”. Esta situación de opresión es sufrida y
vivida tanto en mujeres negras de Burkina Faso y mujeres blancas de África del
Sur. Cuestiona el adulterio y la infidelidad de hombres revolucionarios, que
exigen la pureza de sus mujeres y la reducción de su vida al trabajo doméstico
y la reproducción biológica. En este sentido, Thomas Sankara (1987), es muy
contundente con sus afirmaciones:
Mujer fuente de vida, pero también mujer objeto. Madre
pero criada servil. Mujer nodriza pero mujer excusa. Trabajadora en el campo y
en casa, pero figura sin rostro y sin voz. Mujer bisagra, mujer confluencia,
pero mujer encadenada, mujer sombra a la sombra del hombre.
Señala en su discurso que el 51, 7% de la
población son mujeres, con una fuerte carga de trabajo doméstico, y un 99% son
analfabetas, con escasa formación profesional y sometidas a trabajos con bajos
sueldos, acosadas y en precarias condiciones, obligadas a permanecer activas
por sus hijos, la familia y la sociedad, sin duda sometidas y explotadas por el
sistema neocolonial e influidas por una ideología conservadora. Sankara enuncia:
“nunca seremos capaces de dibujar un
retrato exacto de la miseria que sufren las mujeres”.
Desde la Revolución Burkinesa, expresa en su discurso algunos de los logros
en la lucha por la emancipación de la Mujer:
·
Creación
de la Unión de las Mujeres de Burkina (UFB): Une a todas las mujeres militantes
para el combate libertador, responsable y comprometido para transformar la
realidad.
· Participación
de las mujeres en las tomas de decisión, en el ejercicio efectivo del poder
popular, lo que ha permitido el surgimiento de una nueva conciencia entre las
mujeres hacia la igualdad y la unidad.
·
Eliminación
progresiva de las prácticas que desvalorizan a la mujer, como la prostitución,
la mendicidad, la delincuencia, el matrimonio forzoso, la ablación y las
condiciones de vida especialmente difíciles para las mujeres en Burkina.
· Procuras
en resolver el problema de suministro de agua, a través de la instalación de
molinos en los pueblos.
· Esfuerzos
para mejoras de vivienda, instalación de guarderías populares y jornadas de
vacunación.
· Promoción
de una alimentación sana, abundante y variada a través de la producción y
consumo de productos locales.
· Fomento
del trabajo organizado y colectivo para el combate de la discriminación y
liberación de la mujer.
· Insistencia
en la incorporación de la mujer al trabajo. Un trabajo liberador y emancipador
que le garantice a la mujer su independencia económica.
·
Que
el matrimonio se convierta en una acción enriquecedora para ser feliz.
Thomas Isidore Noel Sankara (1987), finaliza
sus palabras con la convicción feminista y el compromiso humanista: “no habrá revolución social verdadera hasta
que la mujer se libere. Que mis ojos no tengan que ver nunca una sociedad donde
se mantiene en silencio a la mitad del pueblo”.
III.
CONSIDERACIONES
FINALES
En 1983, Thomas Sankara se convirtió en
presidente de Burkina Faso (entonces llamado Alto Volta): “El país de los
hombres íntegros”, a través del apoyo popular de un golpe de estado que
construyó una auténtica revolución, dando la posibilidad al pueblo de
participar en la creación de su propio país hacia una vida más feliz.
Desde esta visión, la Revolución Burkinesa
se planteó un proceso que generara respuesta en la base de la pirámide social,
desde abajo, como camino para enfrentar el problema, lograr una distribución
justa y equitativa de las riquezas y delinear una equiparación solidaria en las
zonas y regiones con mayores dificultades económicas, que rompa con los
privilegios consolidados incluso por tradición, explica Sankara: “el sistema feudal –- no permite el
desarrollo e impide que las masas tengan un mínimo de justicia social”.
Sankara se convirtió en ejemplo de lucha,
humildad, coraje, amor y de conciencia no solo para el pueblo africano, sino
también de los pueblos latinoamericanos y caribeños, paradigma de lucha por la
independencia cultural y contra los privilegios de las élites. Su visión
humanista y de transformación social provocó fuerte oposición de los líderes
tradicionales, la clase media y el prejuicio de Francia y del mundo occidental,
lo que provoco su pronta y violenta muerte el 15 de octubre de 1987, lo que
significó la muerte de la luz y la esperanza del pueblo africano en el rincón
de Burkina Faso.
Sankara feminista en su práctica,
logra reconocer las diferencias, valorar los aportes y tener en cuenta las
necesidades e intereses de mujeres y hombres en el desarrollo de la sociedad,
es sin duda una contribución a la paz, la felicidad y la solidaridad
revolucionaria en el África.
Todas y todos deberíamos conocer la vida,
visión social y política de Thomas Sankara, soñador de la Revolución de la
Dignidad, para acobijar su inspiración, fuerza, rebeldía y pureza para
construir un mundo más justo. Como enuncia Fanon (1963): “para los condenados
de la tierra (…) debe gobernar por el pueblo y para el pueblo, por los desheredados
y para los desheredados” (p. 100).
IV.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Arraéz, David (2014).
Thomas Sankara: “Queremos ser los
Herederos de todas las Revoluciones del Mundo”. Venezuela: Misión Verdad.
Batá, Carlos
(2011). El África de Thomas Sankara. San
Isidro: Editorial Txalaparta.S.L.L.
Fanon, Frantz
(1963). Los Condenados de la Tierra. México:
Fondo de Cultura Económica.
Martín, Oscar (2005).
África, El Continente Maltratado: Guerra,
Expolio e Intervención Internacional en el África Negra. España: Cristianisme
I Justicia-Roger de Lluria 13.
Sankara, Thomas (1987).
La Liberación de la Mujer: Una exigencia
del Futuro. Traducido por Juan
Vivanco. Edición Marxists Internet Archive, 2010.
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