Resumen.-En el presente artículo hacemos una lectura propositiva
para entender los nuevos paradigmas emergentes de la educación que permiten la
integración de lo diverso, basados en 1) el pensamiento complejo de Edgar Morin -haciendo especial énfasis en
el concepto integrador de los bucles-
y 2) la neuroeducación, según la
propuesta de Carminati, Mabel y Waipan, Liliana (2012); con el fin
de generar propuestas concretas para la praxis educativa que reconozca la diversidad,
partiendo de lo que comparte el humano como especie, considerando las
particularidades de los grupos, comunidades e individuos participantes.
El artículo fue presentado en la IV Jornada de Investigación de la Universidad Latinoamericana y del Caribe llevado a cabo en el año 2017, en la que el autor fue parte del comité organizador.
Palabras clave: Pensamiento complejo,
neurociencias, praxis educativa.
De lo hegemónico a lo emergente
Para
dar inicio, se debe aclarar el concepto de paradigma del cual partimos. Una de las obras que colocó en la palestra dicho concepto fue la de
Tomas Khun, sobre todo en su libro “La estructura de las revoluciones
científicas” del año 1962. Tomas Khun definía a los paradigmas como
“realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto
tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad
científica” (2004: 13). Dichos modelos dan respuesta a las inquietudes del
colectivo humano, permiten actuar en la realidad y resolver problemas; sin
embargo, esto ocurre por un tiempo determinado.
Algunas
décadas después, el físico Fritjof Capra (1998) amplía el concepto y nos habla
del paradigma social al que define
como una: “constelación de
conceptos, valores, percepciones y prácticas compartidos por una comunidad, que
conforman una particular visión de la realidad que, a su vez, es la base del
modo en que dicha comunidad se organiza” (27). Lo interesante en la actualidad
es que los paradigmas se entrecruzan, se combinan, dialogan, luchan entre sí y
conviven, a pesar de la tendencia persistente a creer que se tratan de bloques
homogéneos. Por el contrario, se trata de sistemas abiertos que se
interrelacionan.
Las sociedades modernas se encuentran, desde hace
décadas, en una crisis paradigmática, según el análisis de Thomas Kuhn (ibídem). En este período de crisis
paradigmática, lo viejo ya no da respuesta, pero lo nuevo no termina de
emerger. Se tratan de tiempos de incertidumbre, de cambios bruscos, de
inestabilidad. Esta crisis paradigmática tiene múltiples reflejos en todas las
dimensiones humanas y en las artificiales disciplinas fragmentadas de la academia
moderna, incluyendo la educación. Según Kuhn, históricamente las crisis
paradigmáticas se han resuelto en la historia bien sea con la reafirmación del
modelo dominante, con el surgimiento de un nuevo modelo que sustituye al otro,
o por una síntesis de los modelos encontrados dialécticamente (Molina y
González-Méndez, 2008: 22). Lo que acá planteamos es que nos encontramos en un
momento histórico de crisis paradigmática, lo que aumenta la incertidumbre, los
cambios violentos, y la sensación de que la realidad supera las capacidades del
paradigma hegemónico de dar respuesta y ofrecer guías para la acción. Se trata
de una crisis que, sin temor a caer en lugares comunes, se presenta como una
gran oportunidad para aquellos que están preparados para aprender cosas nuevas
y deslastrarse de las visiones nacidas en otras épocas de certezas y pocos
cambios.
Del paradigma que no termina de morir
Este paradigma, que controla la aventura del pensamiento occidental desde
el siglo XVII, ha permitido, sin duda, los enormes progresos del conocimiento
científico y de la reflexión filosófica; sus consecuencias nocivas ulteriores
no se comienzan a revelar hasta el siglo XX.
Edgar Morin
Uno
de los autores que más ha impactado en nuestro entorno académico, sobre todo al
docente, es el francés Edgar Morin. Morin ha tenido una vida emocionante,
intensa, y planteó en la segunda mitad del siglo XX, que el mundo estaba
cambiando en su forma de entender la realidad. A esta nueva visión emergente le
llamó el pensamiento complejo. Este
pensamiento nuevo, supera, pero integra al mismo tiempo, el viejo
paradigma.
Morin
asegura que en el siglo XX se generó una “toma de conciencia” (2007:27), debido
a la adquisición de conocimientos sin precedentes por el modelo moderno, basado
en la “razón”, y el desarrollo de la ciencia empírica y lógica. Sin embargo, a
pesar de los grandes logros, existe una gran paradoja o antinomia,
que se evidencia en “el error, la ignorancia y la ceguera” del modelo
hegemónico.
Morin
observa que:
1. La
causa profunda del error no está en el error de hecho (falsa percepción), ni en
el error lógico (incoherencia), sino en el modo de organización de nuestro
saber en sistemas de ideas (teorías, ideologías);
2. Hay
una nueva ignorancia ligada al desarrollo mismo de la ciencia;
3. Hay
una nueva ceguera ligada al uso degradado de la razón;
4. Las
amenazas más graves que enfrenta la humanidad están ligadas al progreso ciego e
incontrolado del conocimiento (armas termonucleares, manipulaciones de todo
orden, desarreglos ecológicos, etc.).(Ibídem)
Morin
asegura que el modelo moderno posee una visión “unidimensional”, donde surgieron “paradigmas que mutilan el
conocimiento y desfiguran lo real”. Este modelo lo denomina el “paradigma de la
simplificación”, y se basa en procesos de “disyunción, reducción y abstracción”
de la realidad, a las que consideran base de la “patología del saber”, “la
inteligencia ciega” (Ibídem: 29).
Así, los sistemas educativos fragmentan la realidad en distintas ramas del
conocimiento y disciplinas. Con respecto a lo diverso, el paradigma hegemónico
tiende a homogeneizarlo, no reconociendo las diversas visiones o negando su
contemporaneidad (Lander, 2000: 26). Sin embargo, estas separaciones son
ficticias, como nos muestran los paradigmas emergentes en un contexto
globalizado, donde la información viaja a velocidades nunca antes imaginada.
Morin
ubica el origen del pensamiento unidimensional en René Descartes -1596-1650-,
quien estableció la separación ego
cogitans y res extensa, es decir,
la separación entre el individuo que
conoce y la realidad estudiada.
Dicha separación es la base del ideal del pensamiento “objetivo” – separación sujeto /objeto-. La misma fragmentación
conlleva a la separación entre ciencias y humanidades, lo que, según Morin,
conlleva a una “inteligencia ciega”, a una visión abstracta de la realidad, que
se aleja de lo concreto. Así, si el conocimiento se considera absolutamente
objetivo, la educación procura vaciar dicho conocimiento en individuos
homogeneizados que no participan en la construcción del mismo. Así, la
diversidad de culturas, de pensamientos, de epistemes, de condiciones, no es
reconocida. De lo que se trata es de modelar conductas de individuos atomizados
para insertarlo en una sociedad determinada y, en el momento contemporáneo, en
el mercado, el cual se encuentra dominado por entes supranacionales, que tienen
intereses no en lo local, sino, en lo transnacional[1].
Es
interesante observar que este modelo moderno, poseía a su vez una visión mecanicista (Morin, 2007: 52), en tanto Johannes Kepler
-1571-1630- popularizó en las ciencias la idea de que “…la máquina celeste ha
de ser comparada no a un organismo divino…”. Es decir, la realidad, el cosmos,
el universo, está constituido por máquinas complejas. Así mismo, Julien De
Matrtrie -1709-1751- escribió la obra “El hombre máquina”, en el que se
comparaba al organismo humano con una máquina muy compleja. En tal sentido, la
educación basada en este paradigma hegemónico posee un tinte mecanicista,
reproducido en las visiones conductistas y funcionalistas aún presentes en la
praxis educativa.
Todos
estos preceptos fueron desarrollando el
modelo analítico-reduccionista o empírico-analítico
que ha aportado grandes avances a la humanidad; sin embargo, Morin asegura
que este modelo también posee el germen de la autodestrucción humana.
Estos
factores conllevan a su vez a la hiperespecialización
en donde:
- No se concibe la unión entre lo uno y lo múltiple (unitas multiplex)
- Se unifica abstractamente la realidad anulando la diversidad
- Se yuxtapone la diversidad sin concebir la unidad de lo real (Ibídem: 30).
Así
mismo, el paradigma de la simplificación:
- “destruye los conjuntos y las totalidades” (Ibídem)
- Aísla todos los objetos de sus ambientes
- No concibe el lazo inseparable entre el observador y lo observado (Ibídem: 31)
- No acepta la crítica
- Fragmenta la realidad en disciplinas inconexas.
Morin
asegura que: “Mientras los medios producen cretinización vulgar, la Universidad
produce cretinización de alto nivel”. En tal sentido, afirma que “La
metodología dominante produce oscurantismo porque no hay más asociación entre
los elementos disjuntos del saber y, por lo tanto, tampoco posibilidad de
engranarlos y de reflexionar sobre ellos” (Ibídem).
En
la educación, este modelo está emparentado con el modelo conductista funcionalista dominante en buena parte del siglo XX, el
mismo modelo que Paulo Freire denominaba bancario,
impositivo, antidialógico,
autoritario (Freire, 2008: 104)
Por
otra parte, otro factor importante cuestionado en el pensamiento moderno, es el
pretendido imperio de la razón, en
donde la emoción y los impulsos son reprimidos, así como lo lúdico; es decir
que el ser humano era visto más como una máquina compleja a la que había que
modelar la conducta a través de la repetición, la represión y el premio.
Es
de resaltar que este modelo se ha venido sustituyendo por enfoques constructivistas, nacidos de paradigmas interpretativos y socio
críticos, que conciben la construcción colectiva de los saberes y la
educación, superando la pretendida absoluta objetividad, por la
intersubjetividad; sin embargo, el viejo paradigma no termina de morir y el
nuevo no termina de nacer.
De los siete saberes y el concepto de
bucles de Morin
Ante
este escenario, Morin asegura que surge una visión
multidimensional que reconoce la diversidad del conocimiento y que emerge,
no de abstractos simplificados y reducidos, sino que, por el contrario, de la
realidad concreta. Esta nueva visión le llamó pensamiento complejo:
la
complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones,
retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo
fenoménico. Así es que la complejidad se
presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del
desorden, la ambigüedad, la incertidumbre (Morin: 2007: 32).
Partiendo
de esta visión que integra lo fragmentado, que reconoce la contradicción y la
diversidad, así como el lado oscuro de lo humano, lo difícil de medir y
cuantificar; que también reconoce que no sólo somos homo sapiens, sino también homo
ludens, homo demens, homo complexus; se va construyendo una propuesta educativa
novedosa, que acepta lo diverso, lo complejo, y supera la visión conductista y
funcionalista, mecanicista y cuantitativista, hegemónica durante buena parte
del siglo XX.
Morin
escribe para la UNESCO a finales del siglo XX, Los siete saberes de la educación para el futuro (1999). En este
escenario, plantea:
1.-Dar
a conocer y enseñar la ceguera del pensamiento limitante desarrollado en la modernidad,
su error y la ilusión (Morin, 1999: 5)
2.-“Los
principios de un conocimiento pertinente”: con lo que se refiere a la necesidad
de contextualizar el conocimiento, considerando lo local y lo global, lo
multidimensional y lo complejo (Ibídem: 15)
3.-“Enseñar
la condición humana”: esta condición recorre no sólo lo biológico, como en el
modelo educativo tradicional, sino que la vincula con la condición cósmica,
terrestre y cultural. Morin desarrolla ideas en función de los bucles del
espiral que representa el crecimiento, la evolución de la vida. Cada bucle de
este espiral es una dimensión donde se relacionan aspectos imposibles de
fragmentar, como lo hace el modelo convencional. Los bucles que nombra y que son
de interés en el presente artículo son cerebro-mente-cultura
(Ibídem: 26); razón–afecto-impulso (Ibídem).; individuo-sociedad-especie (Ibídem:
27).
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Bucles de lo humano. Gráfica desarrollada por el autor |
Cada
bucle visualiza la interrelación de cada aspecto indivisible y necesario de concebir
nuevamente como unidades complejas interrelacionadas. Así mismo, se evidencia
la unidad en la diversidad de lo humano, su relación con lo individual, lo
social, la aceptación de lo inexplicable, de la necesidad irracional del baile,
del canto; de la necesidad de la sin razón, del reconocimiento de los sentires
que escapan de la racionalidad obsesiva.
4.-“Enseñar
la identidad terrenal” (Ibídem: 33):
En tal sentido, Morin plantea una herencia paradójica: por un lado la herencia
de la muerte, en tanto el humano tienen la tecnología capaz de generar la
destrucción de la especie e impulsar grandes sufrimientos con las armas, la
contaminación, entre otros. Pero, por el otro lado, plantea la muerte de los
preceptos cosificados modernos, para dar paso a la esperanza, a la posibilidad
de impulsar una nueva visión, un nuevo mundo posible.
5.-“Enfrentar
las incertidumbres” (Ibídem: 43): en
un mundo en constante cambio, se hace necesario aprender a afrontar lo dinámico,
a diferencia de otras épocas donde la realidad no era tan vertiginosa como en la
actualidad, y se constituían subjetividades e instituciones basadas en lo
estable. Morin nos habla de varios niveles de incertidumbre: el de la realidad
y el del propio conocimiento. Tanto en uno como en otro, cabe la cita que se le
atribuye al físico Max Planck: “No podemos asumir que ninguna ley física
existe, o que si ha existido hasta ahora, seguirá existiendo de la misma forma
en el futuro”.
6.-“Enseñar
la comprensión” (Ibídem: 51): En este
contexto diverso, cambiante, la educación debe enseñar a ser comprensivo. Morin
plantea que algunos obstáculos para la comprensión son: el egocentrismo, el
etnocentrismo, el sociocentrismo, y el espíritu reductor; todos estos
obstáculos no permiten el reconocimiento de lo diverso. Para enseñar la
comprensión, se hace necesario, pues, construir una nueva ética y una nueva
conciencia que comprenda la complejidad y diversidad humana, impulsando a su
vez la tolerancia y una cultura planetaria nunca antes vista.
7.-“La
ética del género humano” (Ibídem: 59):
para cerrar, el último saber que plantea Morin es el relacionado al bucle individuo-sociedad. Para ello, la
democracia, la dialogicidad, la
ciudadanía terrestre y la comprensión de la humanidad como un todo, son claves
en la nueva educación.
La Neuroeducación y la complejidad
La
complejidad es el marco filosófico y epistémico que nos permite entender los nuevos
avances del conocimiento humano, que nos generan una realidad superior, capaz
de construir una educación de un futuro que es hoy. La propuesta se constituye
en nuestro marco epistémico y ontológico crítico
e interpretativo que usamos para transitar
a través de la mirada de las neurociencias, propias del enfoque empírico-analítico, logrando generar sin
tapujos una postura dialógica que integre enfoques paradigmáticos diversos. Se
trata de reconocer y visualizar, desde lo teórico para ir a la praxis, los bucles
indivisibles entre el cerebro (lo
físico) - la mente (el proceso) – la cultura (el conjunto); así como la
relación compleja entre la razón – el
afecto – y el impulso. Esta nueva comprensión nos lleva a entender la
relación entre el individuo - la sociedad – la especie.
Algunos
conceptos claves a manejar en esta sección son:
- Neurociencia: Conjunto de disciplinas que estudian la estructura y el funcionamiento del sistema neurológico del ser humano.
- Neuroeducación: Disciplina que integra el conocimiento de las neurociencias a la educación.
- Resiliencia: Este concepto, muy de moda en los últimos años, se refiere a la capacidad humana de aprender de las dificultades. De hecho, se cree que las estructuras y funciones neurológicas se modifican y se han modificado, en función de la resolución de problemas y dificultades. Antropólogos y arqueólogos han concluido que los períodos de mayor evolución neurológica del ser humano, han sido los de mayores dificultades como en la época de las glaciaciones, entre otras.
- Ritmos circadianos: Se refiere a los bio-ritmos humanos que está en estrecha relación con el ambiente (horarios, incidencia solar, temporada del año, entre otros). El entendimiento de los bio-ritmos permite al docente diseñar de mejor manera las experiencias didácticas para alcanzar procesos de aprendizaje más significativo y armoniosos con la naturaleza psico-neuro-endocrino-inmunológica de los grupos e individuos, evitando, por ejemplo, largas jornadas teóricas, en la que no se respetan los tiempos corporales.
Los hemisferios cerebrales y la
educación
Se
calcula que el cerebro humano tiene alrededor de 100.000.000.000 neuronas, la
misma cantidad de estrellas que se cree tiene la vía láctea. Por otra parte, se
sabe que el cerebro humano posee dos hemisferios unidos por el cuerpo calloso,
el que se encarga a su vez de la interrelación de ambos hemisferios.
Se
cree que en el hemisferio derecho se desarrollan aspectos relacionados a la
intuición, la imaginación, la estética, la percepción tridimensional. Por otra
parte, en el hemisferio izquierdo se desarrollan los aspectos vinculados al
razonamiento, el pensamiento lógico, el lenguaje, las matemáticas, entre otros.
En
la educación convencional, de carácter memorístico, impositivo, racionalista,
se hace énfasis en las habilidades vinculadas al hemisferio izquierdo; sin
embargo se reprimían las relacionadas al hemisferio derecho. En la actualidad,
se sabe que el cerebro funciona como un todo, y que los bucles cerebro-mente-cultura, y razón-afecto-impulso, son indivisibles.
En tal sentido, ya Pascal afirmaba en el siglo XVII: “El corazón tiene razones
que la razón no entiende”. Por este motivo, se deben generar procesos
educativos que incluyan tanto las habilidades y destrezas vinculadas a lo
lógico, matemático, lingüístico, racional, así como a lo vinculado con lo
creativo, la imaginación, la intuición, el instinto, comprendiendo la relación
indivisible entre la razón, los afectos y los impulsos. Se trata de volver a
unir lo que la tradición moderna fragmentó: las ciencias y las humanidades. Así
mismo, se debe reconocer que existe una interdependencia multidireccional entre
el cerebro como estructura biológica compartida por la especie humana, con los
fenómenos psicológicos, que se constituyen como experiencias en lo individual,
junto a lo cultural, compartida entre grupos humanos. Se trata de ir de lo
biológico-universal humano, pasando por lo psicológico-individual, llegando a
lo social-compartido.
El cerebro Triuno, la educación y los
bucles de la complejidad
En
la década de los 70 del siglo pasado el neurólogo norteamericano Paul McLean
planteó la existencia del cerebro triuno,
en el cual se identifican tres grandes procesos neurológicos vinculados a
estructuras cerebrales. Aunque esta propuesta tiene sus detractores, ha
permitido el entendimiento de la realidad compleja del humano, vinculado al
bucle razón-afecto-impulso descrito
por Morin.
Este
cerebro triuno está compuesto del cerebro reptil, el mameliano y el cortical,
que pasamos a describir a continuación:
·
El
cerebro reptil: Está vinculado a los impulsos básicos de supervivencia, como la homeostasis; así mismo, se relaciona en particular a instintos de
huida, de lucha y a la construcción de rutinas. Acá lo vinculamos al impulso en el bucle razón-emoción-impulso.
·
El
cerebro mameleano: Constituido por el sistema límbico, es compartido entre el ser humano y los mamíferos.
Este cerebro está relacionados a las emociones de empatía como el amor, la
relación maternal y paternal, etc. Para nuestros intereses en el presente
ensayo, hacemos énfasis de su relación con el afecto.
·
El
cerebro cortical o neo corteza: Es el que caracteriza a
ser humano como especie y acá lo vinculamos con la razón.
La
comprensión de este funcionamiento -más allá de los cuestionamientos de otros
expertos de la caracterización realizada por McLean- permite comprender en la
educación la relación estrecha que hay entre la racionalidad (neocorteza), la
emoción (cerebro mameliano) y el impulso (cerebro reptil). Antes, en el modelo
educativo convencional, se reprimía tanto la emoción como el impulso, tratando
de imponer el imperio de la razón. Sin embargo, hoy se sabe que el aprendizaje
solo es posible con un equilibrio de estos bucles indivisibles. De hecho, el
aprendizaje es imposible ante la ausencia de emociones e impulsos. Por tal
motivo, los docentes deben trabajar con dinámicas que permitan el equilibrio
entre estos “cerebros”. Este equilibrio no sólo se logra con aspectos de
contenido (lo cognitivo-verbal),
sino que está relacionado con lo
estético-lúdico, lo corporal (kinestesia), lo vivencial (aprender haciendo), lo ontológico (el ser), lo interpersonal (el convivir), los sentires (lo emocional), la rutina (el impulso), la programación
neurolingüística como la concibe Sambrano (1997, 2016), entre otras dimensiones, factores y
estrategias.
Entendiendo
pues, la relación del bucle cerebro-mente-cultura,
así como el de razón-afecto-impulso,
se debe re establecer la vinculación, fragmentada falsamente en la modernidad, entre
la mente y el cuerpo. Ya
Descartes había establecido dicha separación, en la cual quedaría, pues, el
estudio de la ciencia en el cuerpo y la materia, lo medible, lo cuantificable,
mientras que los fenómenos de la mente, lo inmaterial, lo cultural, lo
espiritual, quedaron relegados a las humanidades y a la teología. De esta
fragmentación nació la falsa separación de las disciplinas aisladas, lo que
Morin denominó hiperespecialización, que
conlleva a la inteligencia ciega. Aún
hoy en Venezuela, se separa los estudios de bachillerato entre ciencias y
humanidades, lo tangible y lo intangible, el cuerpo- materia y la
mente-espíritu.
Aprendizaje, emoción, neuroeducación
y alimentación
En
el afán de entender la vinculación entre el cuerpo y la mente, la educación
debe contemplar, pues, el bucle cerebro-mente-cultura.
En tal sentido, existen aspectos fisiológicos que dentro de las neurociencias
deben contemplarse. Se debe entender la existencia de neurotransmisores que
permiten un proceso de aprendizaje relacionado a estados de calma y no de
ansiedad. Hoy se sabe que los estados de relajación y de emociones como la alegría,
son los que permiten un verdadero aprendizaje significativo. Por el contrario,
el modelo educativo convencional, punitivo, estresante, basados en la culpa y
la represión, no impulsa procesos educativos verdaderamente significativos. De
hecho, considero que esto puede estar vinculado a la actual crisis de la
educación, a la pérdida de legitimidad de la escuela y la academia en la
sociedad, así como de la desvinculación ente la realidad y las instituciones
académicas.
Los
neurotransmisores como la dopamina y
la serotonina están relacionados a
estados de calma y relajación; por el contrario, un desequilibrio en estos
neurotransmisores puede estar relacionado a la ansiedad, el malhumor, entre
otros estados que no permiten un aprendizaje significativo, en presencia de
situaciones estresantes y traumáticas.
Ante
esta realidad, expertos como Jasmín Sambrano (Ibídem), hacen uso de técnicas de relajación, respiración, yoga,
entre otros, para disponer al ser humano a un superaprendizaje, desde la comprensión del ser humano como un todo
indivisible, en ese bucle cerebro-mente-cultura,
vinculando la mente y el cuerpo, el individuo-la sociedad-la especie.
Estos
neurotransmisores están a su vez relacionados al tipo de alimentos que se
consumen. Así, pues, el consumo de carbohidratos refinados, o ultraporcesados, los
más consumidos en las sociedades contemporáneas por influencia de la industria
alimentaria (Instituto Nacional de Nutrición, 2015: 81; Organización
Panamericana de la Salud, 2015: 1), están vinculados a desequilibrios de estos
neurotransmisores, relacionados a su vez a estados ansiosos. Así mismo, el
déficit de micronutrientes –vitaminas, minerales y oligoelementos- presentes en
las frutas, vegetales y hortalizas, tienen un impacto negativo en el
aprendizaje.
Por
este motivo, se hace fundamental impulsar una alimentación adecuada para un
proceso fisiológico óptimo que permita un proceso de aprendizaje aún más
efectivo, haciendo énfasis en lo biológico-universal
humano. En tal sentido, se recomienda:
- Consumo de fuentes de aceites omega 3 y 6, ya que son excelentes nutrientes para el funcionamiento neurológico. Se consiguen en semillas oleaginosas como el maní, el merey, la almendra, el ajonjolí, la linaza, la nuez, semillas de ahuyama, entre otros. Así mismo, plantas silvestres como la verdolaga son ricas en estos aceites esenciales.
- Consumo de carbohidratos integrales. En el mundo tropical tenemos la yuca, el ñame, plátanos como el topocho, la papa con cáscara, el ocumo, entre otros. Así mismo, cereales como el arroz integral, la avena, el maíz integral, entre otros. Las leguminosas son ricas en fibras, carbohidratos y aminoácidos esenciales.
- Consumo de mucha agua diariamente, que permiten una adecuada nutrición y un correcto funcionamiento intraorgánico, considerando que más del 70% del organismo humano está constituido por el vital líquido.
- Consumo de frutas, vegetales y hortalizas, ricas en vitaminas, minerales y oligoelementos, fundamentales para el proceso de aprendizaje y correcto funcionamiento intraorgánico.
- Evitar a toda costa el consumo de productos refinados ultraprocesados como harinas, embutidos, enlatados, aceites refinados, entre otros. Estos alimentos, que son los de mayor consumo de la población, están vinculados a una gran variedad de problemas aún hoy poco difundidos. De hecho, los alimentos ultraprocesados invaden los mercados de alimentos y son los de mayor demanda por parte de la población[2]. Se relacionan a la ansiedad, el mal manejo de las emociones, las dificultades de atención, problemas cardiovasculares, diabetes, cáncer, entre otros.
Para
complementar las recomendaciones arriba descritas, se recomienda la práctica de
ejercicio físico, ya que generan que el organismo libere endorfinas que están
relacionadas con estados de bienestar y placer; así mismo, ayudan a mejorar la
circulación sanguínea y mejorar la capacidad de concentración; todos estos
factores se relaciona directamente a los estados de atención y al rendimiento
físico y cognitivo. Por otra parte, los ejercicios físicos bien direccionados y
diseñados, permiten generar experiencias lúdicas, participativas, colaborativas
y cooperativas, que generan que las experiencias didácticas consideren y
exploren aspectos de convivencia ciudadana, la resolución de conflictos, así
como dimensiones afectivas, corporales y éticas.
Recomendaciones generales
preliminares
En
este escenario tan complejo, planteamos, pues, las siguientes recomendaciones a
los docentes:
- Realizar pausas activas y ejercicios psicofísicos[3]. Esto permite al docente respetar los biorritmos de los participantes, estimular la circulación sanguínea, liberar tensiones, producir endorfinas, serotonina y dopamina; todo lo cual tiene un impacto positivo en los procesos de aprendizaje integral.
- Conocer los ciclos y tiempos biológicos de la especie humana, haciendo énfasis en la característica del grupo y los individuos participantes -no todos tenemos los mismos ritmos-.
- Usar luz natural y tener contacto con la naturaleza –salir del aula-jaula-. Estos estímulos son muy beneficiosos en el proceso educativo.
- Considerar las condiciones ambientales en general, teniendo cuidado con los aspectos relacionados a contaminantes como los auditivos. Así mismo, en lo ambiental, estar atentos ante aspectos estéticos, vinculado al orden, la armonía, e inclusive la higiene física y emocional. Estos elementos estimulan estados de placer, generando buena disposición al trabajo, impactando positivamente en el aprendizaje.
Las inteligencias múltiples y la diversidad
Para
la década de los 80 del siglo XX, Howard Gardner desarrolló el concepto de
inteligencias múltiples. Este concepto nos permite superar la visión
conductista-funcionalista de la educación convencional, basada en los aspectos
racionales, dejando a un lado otras habilidades y destrezas.
Para
el modelo tradicional, ser inteligente es sinónimo de una cultura memorística,
basada en el culto al libro y a la academia. Desde la propuesta de Gardner, se entiende
que la inteligencia va más allá de la capacidad de resolver problemas. Sambrano
(2016) asegura que:
Esta idea
de múltiples inteligencias, en una época en la que las élites sólo podían
alcanzar niveles superiores en la educación, en especial en las universidades
de gran prestigio, significó un gran avance en el planteamiento de aceptación
de diversidad, versatilidad y posibilidades de inclusión de algunas minorías
afectadas por la gran hegemonía del paradigma del cociente intelectual
inamovible (16).
Considero
que lo que Sambrano denomina “el paradigma del cociente intelectual inamovible”
responde a la hegemonía del enfoque empírico analítico, mecanicista y
cuantitativista, descrito más arriba.
Gardner
habló de las siguientes inteligencias:
- Inteligencia lingüística
- Inteligencia lógico matemática
- Inteligencia visual espacial
- Inteligencia musical
- Inteligencia kinestésica
- Inteligencia naturalista
- Inteligencia intrapersonal
- Inteligencia interpersonal:
Existen
otras propuestas que surgieron posteriores a la propuesta de Gadner que
inclusive hablan de habilidades en el uso de las tecnologías, en las finanzas,
entre otros. Lo importante, más allá del cuestionamiento de estos conceptos, ha
sido la superación de una educación basada en aspectos meramente cognitivos,
memorísticos, cuantitativistas, alejada del contexto de los educandos,
excluyente de lo diverso.
Otra
propuesta muy de moda en la actualidad es la de la inteligencia emocional, desarrollada por Daniel Goleman en la
década de los noventa. Este concepto se refiere al manejo de las emociones de
un individuo. Una persona puede tener muchas habilidades cognitivas, pero no
necesariamente tiene un buen manejo de sus emociones. Hoy en día se plantea
desde las neurociencias que la cognición humana está basada en lo emocional
(Maturana, 1997: 88), por lo que se hace imposible separar estas dimensiones
como lo hace el enfoque convencional, que inclusive reprime la dimensión
emocional; en tal sentido, retornamos a la idea fuerza de reintegrar los bucles
inseparables razón-afecto-impulso, lo que obliga a transformar la praxis
educativa.
Conclusiones preliminares
El
enfoque propuesto en el presente artículo, permite comprender que la educación
no es, como cuestionaba Paulo Freire, un proceso de transmisión de
conocimientos rígidos, un vaciado o depósito de conocimientos a mentes sin luz; por el contrario, el
aprendizaje es un proceso super complejo
que toca los bucles cerebro-mente-cultura,
razón–afecto –impulso, que modifica
a su vez el bucle individuo-sociedad-especie.
Comprendiendo estas realidades, se hace necesario pasar de lo objetivo a lo intersubjetivo; de la pasividad del
alumno al reconocimiento de los múltiples saberes sociales extra muros y la
participación de todos los involucrados; de la unidimensionalidad de la
realidad a la multidimensionalidad.
Así, la educación no debe partir de las teorías y de concepciones establecidas a priori; por el contrario, debe surgir
del contexto cultural y ambiental en el que se lleva a cabo, emergiendo de los
intereses de los participantes, procurando dar respuesta a las necesidades de
las comunidades.
Esta
visión que va de la complejidad a las neurociencias, nos permiten entender que:
- La educación no es monopolio de las instituciones educativas; por el contrario es un proceso continuo, permanente, flexible, dinámico, libre.
- La educación es un proceso colectivo; tal como lo decía Freire: “nadie educa a nadie, todos nos educamos juntos mediados por el mundo”. En tal sentido, la unidad de la educación debe ser el grupo, no el individuo. Así mismo, la comunidad pasa a tener un papel estelar en el proceso.
- La educación no es un proceso rígido, memorístico ni meramente cognitivo. Si comprendemos al ser humano en su esencia bio-psico-socio-espiritual, vemos que la educación se trata de un proceso complejo que involucra todos estos aspectos, unificando lo fragmentado por la modernidad: la mente y el cuerpo, lo intangible y lo material. Se trata de una mirada holística de lo humano.
- El ser humano es primeramente un ser emocional (Maturana, 1997: 88).
- En tal sentido, se hace necesario comprender y trabajar en función de los cuatro pilares de la educación: el conocer (lo cognitivo), el hacer (lo praxiológico), el ser y convivir (lo ontológico y axiológico) (Unesco, 1996:34). Así mismo, se debe incorporar como quinto pilar: el sentir (lo emocional).
- Se debe entender que lo biológico determina el hecho educativo; pero vinculado de forma estrecha a lo cultural-espiritual, en ese bucle cerebro-mente-cultura. Lo cultural también ha determinado y determina lo biológico. Así mismo, el individuo, aunque inmerso en una sociedad, en una especie, tiene una voluntad superior, capaz de lograr cosas inimaginables, incluyendo modificar el devenir de la historia. Gramsci lo dijo mientras estaba preso: “ante el pesimismo de la razón, la fuerza de la voluntad”.
- La educación debe basarse en la idea de un mundo en el devenir, en constante cambio, en incertidumbre; para ello, los docentes deben ser emprendedores y atreverse a superar los paradigmas que no terminan de morir, generando una praxis que supere los contenidos y productos, enfocándose en los procesos y en la sabiduría emocional y vivencial que permitan a los participantes desarrollar sus potencialidades para un mundo complejo.
- La praxis educativa debe hacer énfasis en los procesos y en las múltiples inteligencias, más que en los productos finales y el aprendizaje cognitivo, teniendo como base lo emocional, la motivación y el autodesarrollo.
- La educación debe orientar a los participantes a empoderarse, a ser dueños de su propio destino, a construir confianza en sí mismo, en su cultura, en su historia, en sus particularidades, sin chauvinismos enajenantes, reconociendo lo diverso.
- No se debe pretender la homogeneización del ser, por el contrario, se debe partir de la diversidad y del reconocimiento de la unitas multiplex – la unidad en la diversidad-. Para ello el docente debe ser un orientador, un facilitador, un catalizador de potencialidades, un investigador, culto, en constante formación.
- En aras de superar la fragmentación educación-realidad social, las instituciones educativas deben profundizar en la investigación estudiantil y la educación por proyectos[4], desde la investigación-acción-participativa, sin convertir tales propuestas en camisas de fuerzas. Esto tiene como finalidad profundizar en el bucle individuo-sociedad-especie. En los Programas Nacionales de Formación de la Misión Alma Mater en Venezuela se está contemplado dicho proyecto transversal durante todo el estudio universitario, unificando a su vez, la teoría y la praxis, fragmentados en la educación moderna occidental. Lo propio ocurre en la educación inicial, básica y media, desde finales de la década de los 90 del siglo pasado, en la que se impulsa la educación por proyectos, partiendo de las potencialidades, necesidades e intereses de los educandos. Aunque la propuesta tiene ya varios años, consideramos que las dificultades en llevarla a cabo armónica y coherentemente responden a resistencias naturales que surgen en los procesos inciertos de crisis paradigmática.
- Para dinamizar la educación y vincularla a la realidad social se debe incorporar, como en el caso universitario venezolano de la Misión Alma Mater, el paradigma socio crítico, que permite cuestionar a la educación, la sociedad y sus instituciones, desde un enfoque profundo y académico, evitando visiones superficiales y fragmentarias. Sin embargo, el eje socio crítico no debe convertirse en una formación ideológica partidista; por el contrario, debe profundizar en la tradición crítica mundial, con especial énfasis la rica tradición de América Latina y el Caribe.
- En aras de contextualizar la educación se debe partir de la realidad local, sin descuidar la mirada global. Así mismo, se debe profundizar en los aspectos geo históricos, evitando abstracciones y extrapolaciones de modelos educativos ajenos a las realidades de las comunidades.
Por
otra parte, el trabajo docente tiene herramientas nunca antes imaginadas. Por
ello recomendamos:
- Visualizar y planificar cada experiencia educativa en los cinco pilares de la educación arriba nombrados.
- Trabajar en aspectos ambientales: utilizar lugares armoniosos, cuidar lo estético en función del grupo, utilizar luz natural de ser posible, realizar actividades vivenciales al aire libre.
- Trabajar aspectos nutricionales: impulsar una alimentación saludable que ayude al proceso educativo.
- Trabajar en función de los biorritmos: reconocer al grupo, sus tiempos, sus capacidades, sus potencialidades y limitaciones, utilizar “pausas activas” cada cierto tiempo, trabajando con ejercicios de relajación, estiramiento y respiración, explorando elementos kinestésicos.
- Utilizar dinámicas grupales participativas que recrean y refrescan la experiencia, a la vez que tocan lo lúdico y lo cooperativo, profundizando en un educación de calidad realmente significativa.
- Contextualizar la educación en aspectos socio-culturales y espirituales de cada grupo humano, sin prejuicios, sin imposiciones, sin pedanterías. Se trata del reconocimiento de la diversidad humana y biológica como plantea Morin.
- Trabajar desde los modelos constructivistas, la mayéutica, la horizontalidad, reconociendo, como en la andragogía y la educación popular, los saberes de cada participante y grupo, la propia luz de cada ser.
En
sí, se trata de entender -desde la complejidad y la neuroeducación- que el
proceso educativo hoy es más rico, más apasionante, más complejo, más
divertido, más flexible, más dinámico, más diverso. Así, se debe, pues, superar
las múltiples fragmentaciones de la realidad, construyendo un modelo que
denominamos holístico y crítico, pluriparadigmático,
pluricognitivo, multimetódico, intersubjetivo, desde el diálogo intercultural y
crítico.
REFERENCIAS
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Fritjof (1998). La trama de la vida.
Barcelona: Editorial Anagrama.
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Mabel y Waipan, Liliana (2012). Integrando
la neuroeducación al aula. Buenos Aires: Editorial Bonum.
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Aires: Siglo XXI Editores Argentina.
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Nacional de Nutrición (2015). Aproximaciones
a un modelo de nutrición holística, comunitaria y crítica. Caracas: Fondo
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colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Buenos Aires:
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argumento que obliga. En Pakman, Marcelo (Comp.), Construcción de la experiencia humana. Barcelona: Gedisa Editorial.
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ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e
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Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el
Siglo XXI. Paris: Autor. Disponible:
http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF [Consulta: 2016, enero 3]
[1] El sociólogo portugués, Dr.
Boaventura de Sousa Santos (2008), expone: “La demanda por la privatización
tuvo en la última década, un impacto enorme en las universidades de muchos
países, al punto que lo investigadores universitarios han perdido buena parte
del control que tenían sobre las agendas de investigación” (115).
[2] Para profundizar sobre el concepto
e impacto de los alimentos ultraprocesados en la salud individual y en aspectos
epidemiológicos, revisar el informe Alimentos
y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la
obesidad e implicaciones para las políticas públicas (Organización Panamericana
de la Salud, 2015).
[3] Los ejercicios psicofísicos son
actividades corporales que consideran aspectos emocionales y afectivos.
[4] Para profundizar en este tema,
revisar Lacueva, Aurora (2015). La
investigación en la escuela-casa de la cultura. Proyectos, actividades y
recursos.
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