Newton Rauseo Díaz. Arquitecto, Doctor en Arquitectura
(ambos en la Universidad Central de Venezuela, UCV), Diploma de Postgrado y
Maestría de Artes (ambos en Diseño Urbano, Oxford Brookes University,
Inglaterra). Profesor Titular e Investigador en la Facultad de Arquitectura y
Urbanismo, UCV. Autor de tesis, trabajos académicos, artículos y libros dentro
de la línea de investigación: La gestión productiva de la morfología urbana.
Amplia experiencia en el ejercicio profesional de la planificación urbana y del
diseño urbano en Venezuela.
Universidad Central de Venezuela
Área de Estudios Urbanos / Escuela
de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva
Correo electro.
newrau@gmail.com
Resumen.-Hacemos una
breve interpelación de la producción económica en Venezuela dentro del
capitalismo mundial del siglo XX, pues fue en este contexto que se produjo la
planificación empírica y se aceleraron los procesos de urbanización de sus ciudades.
Ello es crucial para comprender la inserción de la producción y sus epistemes
de aglomeración, economías (ej. externas, de escala), etc., como parte de los
procesos de prácticas social y espacial tanto de la sociedad como de sus
hábitats. La materialización de asentamientos humanos o hábitats en cualquiera
de sus formas (urbano, rural, indígena, otros) y escalas (micro, medio, macro)
es un proceso donde actúan entes, agentes y actores que realizan actividades de
gestión para la producción de sus espacios (físico, social, económico,
político, cultural), dentro de modos de producción específicos a diversos
tiempos; que en el caso de la modernidad venezolana estuvo impactado por el
extractivismo petrolero que, hasta hoy, cambió radicalmente la gestión del
Estado, apuntalándolo como entidad vital de la sociedad y sus hábitats urbanos.
I. Desde el modelo de modernización del
siglo XX….
La
conformación de la sociedad venezolana y de sus ciudades durante la modernidad
del siglo XX significó un gran salto en el proceso estatal liberal de
construcción social y cultural, pues de previas prácticas de relaciones
sociales de producción feudal (agropecuaria) con fuertes lazos europeo durante
los siglos XVI, XVII, XVIII y mediados del XIX a otra pre-capitalista
(manufacturera) a finales del siglo XIX y comienzos del XX, pasó a pretender
ser una sociedad industrial (hidrocarburos, minerales, franquicias) en sólo
décadas del resto del siglo XX, hasta alcanzar el capitalismo moderno y sus
paradigmas para maximizar el lucro de las empresas privadas. Se fortalecen las
ideas positivistas occidentales basadas en principios de orden, progreso y
modernización. El poder empresarial privado de Estados Unidos de América, junto
a sus gobiernos, favorecen la implantación en Venezuela de regímenes políticos
autoritarios que reducen los intereses europeos e introducen los de las
corporaciones estadounidenses (petroleras, industriales) acentuando la
dominación, el subdesarrollo y un aparato productivo altamente rentista y de dependencia
perpetua, impulsado por la dupla capitalismo de Estado (lo público)-Sociedad
Civil empresarial (lo privado) enlazados a la esfera mercantilista mundial.
La
importancia de la actividad petrolera en Venezuela estriba por lo que significó
como primera industria a gran escala. Por ejemplo, en cuanto a dinamizar
importaciones para sus propias actividades de producción y consumo, incluyendo
personal técnico y profesional proveniente de corporaciones extranjeras:
Stándar Oil, Shell, etc., con prácticas espaciales de hábitat exclusivo en los
denominados Campamentos Petroleros: asentamientos cercanos a los campos
productivos, donde las prácticas sociales estaban previamente diseñadas y
controladas por estos trusts desde
sus sedes matrices. También resonaron cifras de importaciones de otras ramas
industriales (automotriz, manufactura) inducidas por el desarrollo petrolero,
donde se infiltraron transnacionales con mercancías artificiales (mobiliarios,
vestidos, electrodomésticos, etc.), moldeando gustos y modas en la población
urbana que ayudaron a desarrollar valores foráneos y honrar productos
provenientes del exterior.
Ante
la acción dominante del positivismo liberal occidental, surge una visión
alternativa de explicación de la producción del hábitat aplicable a los
patrones de prácticas sociales y espaciales en Venezuela. Según Edward Soja
(2008), la Escuela Neo-Marxista de Economía Política Urbana creó un nuevo
paradigma de estudio de la ciudad y de su compleja geohistoria que influiría
profundamente y politizaría radicalmente el saber urbano hasta la actualidad.
Para este autor la metrópolis fordista-keynesiana, las aglomeraciones de
producción a gran escala, el consumo de masas, las prácticas de bienestar
social y el poder gubernamental constituían el centro de interés de esta
escuela. También se interesó por la sub-urbanización masiva, el surgimiento de
una cultura del consumo basada en el automóvil, la fragmentación política
metropolitana, la decadencia de la ciudad interior, la creciente segregación y desigualdades,
las cambiantes relaciones entre el trabajo y la gestión, las tecnologías
disciplinarias del fordismo filantrópico y del Estado de Bienestar keynesiano,
y el surgimiento de movimientos sociales con objeto de lograr mayor justicia
social. Por otra parte, Manuel Castells (1974) considera que la base conceptual
de la gestión urbana es socio estructural, y que el Estado y la Sociedad Civil
tienen las funciones fundamentales. Al hablar del sistema urbano dice que su
estructura está formada por tres subsistemas: el sistema económico, el sistema
político o de gestión y el sistema ideológico o simbólico. Afirma que el
sistema político (lo estatal) implica básicamente los organismos de gestión, y
que, típicamente, un área urbana tiene cuatro subelementos: los específicos
-agencias urbanas, órganos de planificación- y los generales -municipalidad,
delegación de la autoridad central-. Pero el autor no identifica a las
comunidades populares como entes gestores actuantes en la producción
morfológica urbana, como sí sucede en los barrios pobres de las ciudades
venezolanas. Con estos dos autores, se introduce un paradigma
epistemológico-analítico importante, en cuanto que la política estatal -ya sea
a escala macro y media (nacional, regional, estadual) o local a nivel urbano
(municipal)- incide de manera determinante en las decisiones y las acciones de
planificación, programación, proyectos, ejecución material de la producción del
hábitat y su administración en el tiempo; y, en consecuencia, crucial en la
gestión urbana. Pero, habría que agregar que, en la Venezuela del siglo XX, la
política no solo tiene espacio de representación de entes públicos o estatales
y de la Sociedad Civil organizada (Partidos políticos; gremios patronales o de
asalariados; etc.), sino también del ente comunitario popular -tanto de las
masas (ejemplo: en manifestaciones y protestas sociales; cabildos abiertos;
etc.) como de sus organizaciones propias (comités de barrios; asociaciones de
vecinos; clubes sociales, deportivos, culturales; etc.)- quienes usualmente
tienen claro sus objetivos y metas en cuanto a la calidad de vida urbana que
desean, pero poseen poco poder político-económico para obtenerlos.
La
sociedad moderna venezolana ha sido relativamente tolerante, y eso se
manifiesta en sus ciudades que, a pesar de su carácter rentista, han tolerado
la materialización de fenómenos tanto de economías como deseconomías -y hasta
infraeconomías- en su proceso de urbanización, con sus morfologías físicas y no
físicas. Impulsamos un examen crítico de la sociedad como sistema integrador, y
las interrelaciones que la caracterizan, en la búsqueda del conocimiento acerca
de los cambios sociales en el medio urbano. Estos cambios actúan conjuntamente
para dar justificación lógica al rápido crecimiento de las ciudades,
contribuyendo a la realidad tangible urbana; que deberá favorecerse con el
desarrollo de áreas de producción; los procesos de transformación de
parroquias, urbanizaciones, barrios, conjuntos habitacionales, infraestructura,
servicios de equipamiento urbano, etc.
En
la Venezuela moderna las inversiones urbanas han sido favorecidas en función de
la conveniencia de los poderes públicos y privados en el tiempo, ya que es a
partir de la aplicación de presupuestos en áreas centrales, residenciales,
industriales, de servicios (mejor dicho, los factores de tierra, capital y
trabajo), que se entiende y se justifica el hábitat urbano como producto y
productora de economías de aglomeración y de escala: su típico funcionamiento
como generadora de capital.
La
división del espacio urbano está afectada por la economía de aglomeración, es
decir, el aprovechamiento de las concentraciones de recursos en las ciudades
para localización de actividades económicas y obtener mayor rendimiento en
términos de rentabilidad de la inversión. Aglomeración de: mano de obra,
infraestructura (energía, agua, telecomunicaciones, etc.), servicios,
transporte, almacenamiento, etc.; producen a su vez aglomeraciones de
actividades económicas: secundarias (industrias pequeñas, medianas, pesadas),
terciarias (servicios, oficinas, comercios, turismo). La economía de escala es
el modelo que mide el poder que tiene una empresa cuando alcanza un nivel
óptimo de producción rentable para ir produciendo más a menor coste; que para el
capitalismo implica lucro del cual se apodera el propietario privado. Ello
influye las decisiones de localización urbana pues son interdependientes; lo
que puede verse en la fenomenología de aglomeración. Por ejemplo, la
aglomeración de actividades similares (industrias, comercios, oficinas) puede
crear economías de escala: minimiza los costes de desplazamiento y atrae
clientes.
Cuando
decimos economías nos referimos no sólo a economías de aglomeración y a
economías de escala, sino también a las actividades urbanas de producción de:
1) rentas implícitas (economías rentistas), que han sido función de entes
privados; 2) soporte para las rentas (economías externas), función de entes
públicos (estatales) y; 3) rentas menores, función de comunidades pobres incluyendo
la materialización de su propio hábitat. Pero, la acción de estas economías
produce reacciones y hasta contradicciones que pueden llegar a controvertir el
orden.
Los
hábitats urbanos representan un gran ahorro para las empresas de producción ya
que en ellas además de conseguir las economías externas, es decir, inversiones
cruciales para su desarrollo económico que son realizadas por entes públicos
como infraestructura de base (acueductos, cloacas, energías,
telecomunicaciones, etc.), el sistema de transporte y la urbanización física
(calles, espacios públicos, equipamientos); obtienen las economías de
aglomeraciones necesaria para sus actividades, se interrelacionan y
complementan con otras actividades productivas, lo cual redunde en notables
disminuciones en los costes de producción.
En
el caso venezolano, el Estado (acorde con los dineros aportados al Fisco
Nacional) interviene en vivienda e infraestructura. Esta última representó en
el siglo XX, según Luis Carlos Palacios (1980), dos tercios o la mitad del
capital fijo invertido en la ciudad, de ahí la importancia de las economías
externas en el desarrollo del sistema urbano. Su participación en el proceso de
producción y circulación de capital (vinculado a los monopolios privados)
aumenta considerablemente; y, acorde al autor, constituye el 70% de la
inversión bruta, ya sea en forma directa o transferencias crediticias,
excepciones impositivas, etc. Mantiene una función importante en la esfera de
la circulación a través del presupuesto y los controles de la liquidez y de la
actividad bancaria. Al mismo tiempo, el Estado se encarga en gran parte de los
servicios urbanos, o de bienes de consumo colectivo, de la organización y
control de la salud, la educación, la recreación, es decir, de la reproducción
de la fuerza de trabajo. Por ello el Estado y su economía política es
considerado en forma especial dentro del análisis de la producción del hábitat.
Las
Políticas Urbanas -como planes y ordenanzas de zonificación; planes de
renovación urbana; erradicación de ranchos; expropiaciones para inversiones
urbanas en vialidad, transporte, áreas verdes; etc.- ejercen influencia
determinante en la consolidación o desarraigo de zonas y su desarrollo. Las
medidas económicas también contribuyen, por ejemplo: disposiciones como
liberación de alquileres y códigos de edificación; relocalización de
industrias; etc. Otras acciones son los impuestos municipales que, al
incrementarse por la ubicación céntrica de inmuebles, tienden a desplazar a los
residentes -por venta de sus bienes parcelas y edificaciones- pues no tienen
capacidad de pago de los mismos, perdiendo el derecho de revalorización urbana
que adquieren estos bienes al ser empleados para desarrollos de alta
rentabilidad. La mudanza forzada de residencia perjudica a estos habitantes
pues los desvincula de sus fuentes de empleos y servicios. El traslado de
fuentes de empleo también contribuye en el desplazamiento de residentes. La
falta de dotación y funcionamiento de servicios infraestructurales y comunales
en algunas áreas tiene consecuencias alarmantes de afectar zonas urbanas ya
desarrolladas pero de creciente densidad de construcción y actividades. Todas
estas políticas pueden ejercer gran presión, y convertirse en impulsoras de
deseconomías e infraeconomías.
Por
deseconomías nos referimos a costes sociales que, como consecuencia del
crecimiento rápido de las áreas urbanas, producen fenómenos no previstos ni
deseados -aunque tolerados- de diversos tipos (sociales, económicos, políticos,
ambientales, etc.) y, en consecuencia, aumentos de costes de operación de la
producción propios de formas de desarrollo dentro de una estructura de carácter
capitalista en función de acumulación de capital. Los costes sociales son:
déficits, hacinamiento, condiciones inaceptables de habitabilidad, invasión,
violencia, desarraigos, marginación, crímenes, corrupción, contaminación,
degradación del ecosistema, etc. Esta aberrante morfología socioeconómica se
produjo en el tiempo en la medida que las unidades urbanas de la ciudad lo
fueron tolerando como mecanismo de segregación social y física-espacial, por el
descenso de status en el contexto social y económico, y a conveniencia de
obtención de beneficios para el capital. Se entiende por segregación la
tendencia a la organización del espacio urbano en zonas de fuerte homogeneidad
social interna y de fuerte disparidad social entre ellas, entendiéndose esta
disparidad en términos de diferencia y de jerarquía: desigualdad. Es permitida
por el sistema socioeconómico de la sociedad para su sustentación y
reproducción.
Como
infraeconomías exponemos aquellas economías nocivas pero en expansión a escala
local, nacional y mundial propias del submundo -oculto, soterrado, clandestino-
de la sociedad global; las no legales pero que existen, aunque “relegadas” por
el orden constituido, acumulando capital y poderes colosales. Su espacio de
representación tiene una dimensión desconocida oficialmente, pero de
extraordinaria apuesta cuantitativa por su poder de factura en dineros,
títulos, humana, etc. Hablamos de actividades como: el contrabando; la
prostitución; producción y tráfico de estupefacientes; el tráfico de gente; el
tráfico de armas; ejércitos mercenarios; mafia y gansterismo criminal que
influye y ha penetrado sectores económicos, políticos, sociales y otros;
crackerismo (hackerismo pernicioso) que interviene (con robo y perjuicio) la
información y seguridad de todas las actividades humanas, en especial las
sociales, económicas (financiera, bancaria, etc.), políticas, militares, y produciendo
no privacidad, inseguridad, conflictos y crímenes a través de medios
cibernéticos o computarizados; etc.
En
Venezuela la renta producida por la economía petrolera -centrada en la clase
dominante- requiere de circulación para su reproducción, por ello el Estado se
involucra en las actividades económicas urbanas a través de la Política Fiscal;
en el entendido de las posibilidades de sus ingresos estimulado por las
exportaciones, y la composición de sus gastos, que los tiempos petroleros
potencia. Ella opera sobre el nivel del consumo y/o la inversión ¿Cómo lo hace?
Constitucionalmente, el Estado está referido a los Poderes Públicos que ejercen
la autoridad y destino del país. El Poder Ejecutivo (nacional, estadual y
municipal) al dictar directamente las políticas de planificación de escala
general (económica, social) y territorial (urbana), no hace más que ejercer
función de gestión contralora a través de: 1) la intervención pasiva, mediante
los instrumentos legales que guían la planificación y norman el ordenamiento
del territorio a diversas escalas; y 2) la intervención activa, con la
ejecución de proyectos de construcción, administración y mantenimiento de
macro, micro e infra estructuras, así como también el financiamiento de
proyectos, programas y consumos.
II. …Hacia una transición para un nuevo
modelo
Tomando
en cuenta la práctica social y la práctica espacial venezolana moderna del
siglo XX, el pensamiento de Lefebvre (1973), Wolf (1972) y otros autores,
hacemos un balance de las contradicciones del espacio social y de su producción
en el capitalismo:
1. La contradicción principal se sitúa entre el
espacio no sólo local sino el producido globalmente -a escala mundial- y sus
fragmentaciones, que resultan de las relaciones de producción capitalistas
respecto a la propiedad privada de los medios de producción (instrumentos,
fábricas, etc.) y de la tierra, es decir, del espacio mismo. El espacio físico
-mientras se forma como totalidad mundial y local- se desmenuza, y es
intercambiado (mercadeado) fragmentariamente por las ciencias parcelarias.
2. El dominio sobre la naturaleza, sometida a las
excesivas exigencias de la ganancia (de plusvalía, ligada a las técnicas y al
crecimiento de las fuerzas productivas), conduce a la destrucción de la
naturaleza.
3. De esta manera, el espacio social producido es sede
de una contradicción específica: si hay urbanización de la sociedad y en
consecuencia absorción del espacio rural por el espacio ciudad, simultáneamente
hay urbanización de la ciudad. Las periferias rurales de la ciudad (suburbios)
son sometidas a la propiedad del suelo urbano y sus efectos: renta de bienes
raíces, especulación, economía espontanea o provocada.
4. A la morfología socio-física de dispersión -en la
periferia-, a la segregación que amenaza las relaciones sociales, se opone otra
morfología socio-física, pero de centralidad que acentúa sus formas como
centralidad de decisiones (de riqueza, de información, de poder, de
(in)seguridad, etc.).
5. La producción del espacio social capitalista
moderno no toma en cuenta el tiempo sino para sojuzgarlo a las exigencias y
presiones de la productividad.
6.
La sociedad y el modo de producción capitalista -con su implícita ideología de
dominación-, disocia y separa sus elementos al mantenerlos dentro de una unidad
impuesta y superpuesta a la separación. Es la `formula trinitaria´: tierra,
capital, trabajo. Este modo de producción impone una unidad represiva (el Estado)
a una separación (segregación) generalizada de los grupos sociales, de las
funciones, de los hogares. Particularmente en el espacio urbano.
7. La clase social dominante y dirigente capta para su
uso la posibilidad de automatización que hace posible el no-trabajo. Por
ejemplo, no amplia los ocios sino subordinándolos al plustrabajo, al
plusproducto, al plusvalor -por el sesgo de la industrialización y de la
comercialización del ocio (transformado en neg-ocio: negar el ocio): del
cultivo del cuerpo (ej. spas, gimnasios, clubes deportivos, etc.), las
diversiones (ej. cines, discotecas, etc.), las recreaciones (ej. clubes,
centros comerciales, celulares y aparatos cibernéticos, etc.), del intelecto
(ej. Internet, etc.)-, y de los espacios de éstos. Esteriliza el no-trabajo, al
consagrarlo a su propio ocio sin capacidad creativa más allá que la lucrativa.
Los valores del trabajo degeneran -a través de la alienación mecanizada-, y
tienden a no ser reemplazados. La estrategia de esta clase automatiza más rápido
y mejor la gestión que la producción.
8. El individuo -en el capitalismo moderno- se
encuentra a la vez “socializado”, integrado, sometido a presiones y coacciones
pretendidamente “naturales” que lo dominan (en su cuadro espacial, la ciudad y
sus extensiones), y separado, aislado, desintegrado. Contradicción que se
traduce por la angustia, la frustración, la revuelta. Pero, para esto hay
“soluciones”: conductistas, redes, el Estado.
9.
La sociedad presenta relaciones dialécticas: de un lado la(s) `voluntad(es)´
oficial de lo público (lo estatal) y lo privado, es decir, lo formal. Del otro,
la asociación al margen, es decir, descarriado de esa(s) `voluntad(es)´, lo no
formal. Escisión que debe resolverse en una concepción de equidad, de justicia
de las relaciones en el espacio; pero esta solución aún es utópica y no impide
para nada la disolución de prácticas sociales reales que no logran encontrar su
sitio (su espacio y sus `topos´ adecuados).
Esta
situación fue contexto que tensionó para contraponer cambios sociales con el
advenimiento del proceso de transición hacia el socialismo. Se proyecta una
coyuntura especial para la planificación del hábitat, dado por los
planteamientos paradigmáticos plasmados jurídicamente por el Estado con la
nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2000), las
diversas Leyes, Ordenanzas y Decretos, que buscan ser práctica social con los
Planes de la Patria del Poder Ejecutivo en gobiernos continuos a partir del
siglo XXI.
Esbozamos
algunos de los artículos de la Ley Constituyente del Plan de la Patria y el
Proyecto Nacional Simón Bolívar: Tercer Plan Socialista de Desarrollo Económico
y Social de la Nación 2019-2025, que posibilita la utopía de un nuevo modelo de
habitar de los habitantes venezolanos en el hábitat urbano.
En
el Capítulo II, el Artículo 5 “Del Sistema de Planes del Plan de la Patria”,
expresa los tipos de planes: espaciales, sectoriales e institucionales,
delineados en las Agendas Programáticas de Acción respectivas, y precisa la
posibilidad de un sistema de políticas, programas, proyectos, metas e
indicadores, para la concreción dialéctica en la transformación de la sociedad.
El Art. 6 “De las escalas, actores y competencias en el proceso de
planificación”, establece que el Sistema de Planes del Plan de la Patria tendrá
diversas escalas, asumiendo como principios la visión sistémica, unidad dentro
de la diversidad y categoría de totalidad: 1. La escala Local partiendo de la
Comuna como unidad base, seguida del sector urbano y la ciudad; 2. La escala
Subregional; 3. La Regional; 4. El País como unidad sistémica. Del Art. 11 “De
las Premisas y Dimensiones del Plan de la Patria”, destacamos que éste asumirá
la sociedad como una realidad sistémica abarcando de manera integral e
interconectada las dimensiones ético-cultural, política, social, económica y
espacial; además, deberá garantizar y desarrollar el marco legal y de
organización que son las bases político ideológicas y prácticas de la
democracia participativa y protagónica, para el tratamiento integral de estas
dimensiones en las escalas espaciales nacional, regional, subregional, local y
comunal. Por su parte, el Art. 22 “Del ECOSOCIALISMO como doctrina cultural
revolucionaria”, establece que los Planes Espaciales, en particular de la escala
local y subregional, así como de los sectores urbanos y comunas, atenderán de
manera especial y concreta las premisas del ecosocialismo como variable de
diseño, economía, códigos de valor y funcionabilidad de la ciudad socialista
como unidades funcionales, democráticas, incluyentes, de espacialización del
nuevo modelo social. Deberá profundizar de manera dialéctica las políticas
estructurales de temas de relaciones causales como economía local, equipamiento
urbano socialista, la infraestructura, la renta de la tierra, el espacio
público socialista, sistemas integrados y eficientes de transporte público y
usos del suelo, recolección de desechos sólidos. Así como el Sistema de Planes
del Plan de la Patria asumirá como premisa, en la escala de la vivienda, que no
hay vivienda ecosocialista sin hábitat. La ciudad socialista, como desarrollo
del derecho humano a la ciudad, debe incorporar variables de diseño asociadas a
la geohistoria, tradiciones y costumbres, así como el empleo de fuentes
alternas de energía eficientes. En el Art. 33 se designa al Plan de la Patria
para impulsar el modelo histórico social ecosocialista, fundamentado en el
respeto a los derechos de la Madre Tierra y del vivir bien de nuestro pueblo,
desarrollando el principio de la unidad dentro de la diversidad, la visión
integral y sistémica, la participación popular, el rol del Estado Nación, la
incorporación de tecnologías y formas de organización de la producción,
distribución y consumo, que apunten al aprovechamiento racional, óptimo y sostenible
de los recursos naturales, respetando los procesos y ciclos de la naturaleza.
Además, el Sistema de Planes deberá definir políticas y acciones concretas para
la preservación del recurso hídrico y protección contra la desertificación de
suelo y procesos asociados al cambio climático mundial.
Respecto
a las escalas, tomamos algunas declaraciones de Ricardo Menéndez
(http://www.fii.gob.ve/?p=1682)
En
la escala subregional el protagonismo lo asume el área económica, ya que “son
subregiones de desarrollo económico, que comprenden el abordaje y la
concentración de fuerzas de todos los ministerios para impulsar un desarrollo
de los factores productivos con base en las potencialidades que tiene cada zona
del país.
La
escala local se basa en la línea de la felicidad social que abarca el
socialismo en lo territorial, los servicios, la infraestructura, el
equipamiento urbano y las líneas sociales que tienen que ver con las misiones y
grandes misiones. “En la escala local, el plan de la patria luego de que el
poder popular lo elabora, termina siendo la hoja de ruta del Gobierno popular,
del nuevo método de gestión en el que todos los ministerios se abocan en el
seno de las comunidades para enfrentar los temas que han sido definidos como
los nudos críticos para el desarrollo” expresa Menéndez. En cada uno de los
corredores se definen planes con acciones y tiempos concretos de ejecución, de
quiénes son las responsables; se evalúan las decisiones que tomó la comunidad,
y si el abordaje es a corto plazo o mediano plazo.
Sobre
el Plan de la Patria Comunal, Menéndez dice que es un desarrollo integral de
las comunidades en el plano económico y social, para promover un nuevo método
de gestión del Estado que permita optimizar la experiencia del gobierno de
calle. “No es una visión clásica donde tienes un diagnóstico, llegas a una
valoración, y se realiza un documento de planificación, para luego ir la
realidad. Este es un proceso que está en permanente interlocución con la
realidad, se diseñan las líneas maestras y de trabajo con las comunidades, y al
mismo tiempo se van a aplicando los métodos de gestión. No es la visión de
planificación desde las oficinas y distante de la realidad, sino de las
instituciones presentes en las comunidades”. El Plan de la Patria Comunal se aplicará
través de dos escalas: la local y la subregional para lograr la transformación
integral del modelo de gestión del Estado.
III. Reflexión
Si
entendemos la planificación económica como parte del proceso de construcción
social de la sociedad y, por consiguiente, de la construcción espacial de sus
asentamientos humanos; la materialización del hábitat en cualquiera de sus
formas y escalas es un proceso donde deben actuar entes y sus agentes/actores
realizando prácticas de gestión, co-gestión y autogestión capaces de producir
espacios (físico, económico, social, político, cultural) dentro de un modo de
producción en transición, como es el caso actual venezolano. El nuevo contexto
político desafía el modelo capitalista liberal constituido durante el siglo XX
con la utopía Bolivariana en construcción desde comienzos del XXI. El reto es
superar los paradigmas económicos de aglomeración y escala a favor del capital
corporativo privado por los nuevos modelos de aglomeración de beneficios
sociales para alcanzar la escala de máxima felicidad posible para toda la
población de la sociedad. Pero ¿la superación del capitalismo de Estado es el
socialismo de Estado sólo en leyes y planes? La construcción de una nueva
sociedad no se logra sin la formación y concientización de toda la población
sobre: 1) Una necesaria sociabilidad igualitaria y sustentable ecológicamente;
2) La unidad en comunidad para la práctica social y práctica espacial hacia la
construcción del Poder Popular y su hábitat.
Referencias bibliográficas
Asamblea Nacional Constituyente de la República
Bolivariana de Venezuela (2019). Ley Constituyente del Plan de la Patria,
Proyecto Nacional Simón Bolívar, Tercer Plan Socialista de Desarrollo Económico
y Social de la Nación, Gaceta Oficial N° 6.442 (Extraordinario), 03-04-2019.
Caracas.
Castells, Manuel (1974). La Cuestión Urbana. Siglo
XXI Editores. Madrid, España.
Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, Gaceta Oficial Nº 5.453 (Extraord.). 24-03-2000. Caracas.
Lefebvre, Henri (1973). El pensamiento marxista y
la ciudad. Editorial Extemporáneos, S. A. México.
Palacios, Luis Carlos (1980). Acerca de la
estructura urbana, artículo en la revista Urbana Nº 1. Instituto de
Urbanismo. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad Central de
Venezuela. Caracas.
Soja, Edward (2008). Postmetrópolis. Estudio
crítico sobre las ciudades y las regiones. Editorial Traficantes de sueños.
Madrid, España.
Wolf,
Laurent (1972). Ideología y producción. El diseño. Editions Anthropos.
Barcelona, España.
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