Los pueblos campesinos, migrantes e indígenas desde lo teórico en el estudio de la Etnoecología. Richard Gutiérrez Hernández
Richard
Gutiérrez Hernández
Antropólogo
Docente investigador de la Escuela
Venezolana de Planificación
Correo-e:
richgutierrezh@gmail.com
Resumen: Los pueblos indígenas, afrodescendientes y comunidades locales, poseen
particularidades de sus propias dinámicas, insertas a su vez, dentro de
la amalgama cultural del ecosistema global. Las ciencias sociales buscan
analizar la realidad con herramientas cada vez más precisas. Tal es el caso de
la etnoecología. Esta disciplina comprende las formas de pensamiento de la
cultura hegemónica, haciéndola ‘más sensible’ a la realidad tangible y a las
peculiaridades de los pueblos.
Los pueblos indígenas,
afrodescendientes y comunidades locales, poseen particularidades de sus
propias dinámicas, insertas a su vez, dentro de la amalgama cultural del
ecosistema global y de la presión social hegemónica. Las ciencias sociales se
plantean estrategias para el estudio de tales sociedades; siendo la oportunidad
de realizar aportes desde lo particular a lo general, desde las peculiaridades
propias de cada grupo humano, hacia el entramado en las esferas de interacción
en los espacios geopolíticos y socioculturales. La relación de los humanos con
su entorno, ha sido uno de los planteamientos de los investigadores, a los
fines de hacer descripciones profundas y explicaciones complejas a realidades siempre
cambiantes. Uno de tales aportes lo representa la etnoecología.
La etnoecología, representa el
estudio interdisciplinar de las relaciones, desde el punto de vista cultural,
entre el ser humano y la naturaleza. La interdisciplina comprende los
basamentos de la antropología y de ciencias naturales y sociales (Reyes y Martí
2007: 46). La disciplina madre, la ecología,
representa “…el estudio de las
interrelaciones entre cosas vivientes en un medioambiente”. Asimismo, la ecología humana investiga la actividad
del hombre y las manifestaciones observables en su entorno (Kottak, 2002:14).
Según
Victor Toledo (1990), la etnoecología se emplea hoy en día para estudiar las
“sociedades rurales tradicionales”. Este enfoque, siendo basado en preceptos
antropológicos, fue considerado por la disciplina como hijo menor de las etnociencias. Las etnociencias estudian
la totalidad de los saberes culturales en un grupo humano, por tanto la
etnoecología analiza los saberes relacionados con el medio ambiente y la
vinculación humana con éste. Una definición más amplia de etnoecología es
relacionada con los vínculos entre las sociedades y el medio ambiente (Toledo,
1990:23).
Desde
el punto de vista histórico, Reyes y Sanz (2007), refieren a la etnoecología en
un esquema determinista ambiental. El concepto de ecosistema, tomado de la ecología, incorporó a los grupos humanos
en un contexto de sistema ecológico,
siendo éstos los agentes causales de cambios producidos al ambiente, mediante
el aprovechamiento de la energía. En este sentido, la etnoecología nace de la
antropología cognitiva; ella consiste en determinar los sistemas
clasificatorios vegetales manejados por poblaciones indígenas y el uso de los
recursos naturales.
Los
primeros trabajos sobre la etnoecología se desarrollaron en los años 50 del
siglo XX. En los primeros años, en los trabajos Conklin (1954) y Frake (1962)
en Ruíz et al (2012), interesaba el
estudio de los “sistemas culturales” en la clasificación de la naturaleza (Ruíz
et al, 2012: 11). Toledo (1990), se
pregunta si trabajos como el de Levi-Strauss y Reichel Dolmatoff entre otros,
sobre la concepción mítica de la vinculación ser humano – naturaleza, tengan
que ver con las nociones etnoecológicas.
En
los años subsiguientes, aunque hubo fluctuaciones en el interés sobre los
estudios etnoecológicos, en los años 90’s se evidencia un espaldarazo a nivel
internacional a la iniciativa etnoecológica, la cual se encontró apabullada por
sendos debates sobre el medio ambiente. El reenfoque de la etnoecología se
evidencia en la propuesta de Toledo (2002 en Reyes y Martí, 2007: 47), la cual
identifica el kosmos como “creencias
y representaciones simbólicas”, corpus
o “conocimiento ambiental”, y la praxis
o “los comportamientos que llevan a la apropiación de la naturaleza (Reyes y
Martí 2007:47). Tales nociones se
emplearon como variables de análisis, en estudios sobre vinculaciones humanas ambientales.
Una
de las definiciones de etnoecología más reciente, y por tanto, algo más precisa
en su definición, se refiere al “estudio interdisciplinar de los sistemas de
conocimiento, prácticas y creencias de los diferentes grupos humanos sobre su
ambiente” (Reyes, 2010:4). Otra definición de Toledo (1990), sobre la
etnoecología, la cual representa “aquella disciplina encargada de estudiar las
concepciones, percepciones y conocimientos sobre la naturaleza que permiten a
las sociedades rurales y espirituales de su existencia social a través de un
manejo adecuado de sus recursos naturales o ecosistemas” (Toledo, 1990: 24). Así,
se reconoce a las sociedades rurales sus concepciones y prácticas culturales en
pro del resguardo de sus propios recursos.
Desde la visión analítica de los
investigadores sobre el tema ambiental, los grupos indígenas ocupan un lugar
preponderante en la conservación de la naturaleza. Es por ello que los
estudiosos acuñaron términos para denominar los saberes indígenas, tales como Conocimiento Ecológico Tradicional,
Conocimiento Indígena, Conocimiento Ecológico Local, Conocimiento Popular entre otros términos análogos (Reyes y Martí,
2007:47).
Por
su parte, Berkes (1999), en su definición de Conocimiento Ecológico Tradicional
expresa que el mismo representa “un cuerpo acumulativo de conocimientos,
prácticas y creencias, que evoluciona a través de procesos adaptativos y es comunicado
por transmisión cultural durante generaciones, acerca de la relación de los
seres vivos, de uno con el otro y con su medio ambiente” (Reyes y Martí,
2007:47). Esto quiere decir que este conocimiento generacional agrupado y
consolidado adaptativamente, y transmitido por vía cultural, propicia
percepciones de afinidad de seres vivos y contextos ambientales.
Uno de los aspectos de interés a ser
mencionado en el presente trabajo, se refiere al enfoque etnoecológico sobre
los pueblos indígenas. A tal efecto, Toledo et
al (2001), analiza a nivel global el influjo y la interrelación entre la
diversidad cultural y su correspondiente conjunto de biodiversidad. Una
manifestación de ello es el extrapole entre multiplicidad orgánica y variedad
lingüística correlativa. Mediante el empleo de unidades analíticas tales como
las eco-regiones en la expresión
biológica de territorios indígenas, se evidencia un manejo de entre el 12 y el
20% del uso humano de grupos locales del territorio planetario (Toledo et al, 2001:8).
Por otro lado, el creciente interés
de la mayoría de las naciones del mundo por frenar la creciente depredación del
sustento para la vida planetaria, generó una serie de estatutos, tales como la
“Iniciativa para la Biosfera Sustentable”. Esta es una iniciativa vinculante
entre la investigación base para lograr diagnosis del estado del arte de los ecosistemas terrestres; el aspecto
divulgativo de la información recabada; y la agencia política ambiental, para
un óptimo manejo de los recursos (Salcedo, 2006: 15). Así, se encuentra una
motivación de las naciones por generar conocimientos ecológico-ambientales,
para responder de manera más efectiva a los manifiestos desequilibrios
planetarios, producto de la explotación de los recursos.
Además, la etnoecología se encuentra
interesada en el estudio de la pérdida o degradación ecológica de los ambientes
locales. Por ejemplo, desde espacios tales como el Laboratorio de Etnoecología
de la Universitat Autònoma de Barcelona, se realizan estudios comparativos en
grupos sociales de África, Asia, Latinoamérica y Europa en sus respectivos
medioambientes. Esto con la finalidad de explicar la ruptura de las relaciones
ambientales en la actualidad, producto, entre otros factores, del influjo de la
sociedad dominante; además de realizarse, desde estos espacios, investigaciones
comprometidas con las comunidades. Esto, con el sentido de generar propuestas,
las cuales redunden en el beneficio de los pueblos estudiados, en su bienestar
y el manejo sostenible de sus recursos naturales (Ruíz et al. 2012: 12-13).
Otro de los enfoques principales de
la etnoecología, es el relacionado con la identificación de áreas de
biodiversidad, relacionadas con su respectiva diversidad cultural, a los fines
de su conservación. En el caso de México y Centroamérica, Toledo et al (2001), relacionan la riqueza
biodiversa de esta región mesoamericana con la multiplicidad de culturas allí
encontradas. Los recursos naturales y culturales plantean la emergencia de
generar modos de identificación de estas áreas ecológico-culturales. La
propuesta de los autores es la elaboración de un Atlas Etnoecológico de la
región mesoamericana, a los fines de la conservación ambiental y para generar
una base de datos sobre uso de los recursos por los pueblos indígenas; esta
acción se propicia mediante la intervinculación de organizaciones indígenas,
ONGs, entes públicos nacionales, organismos internacionales y grupos y
estudiosos conocedores de la zona de estudio (Toledo et al, 2001:8-11).
Los autores Toledo et al (2001), basan su trabajo eminentemente en los pueblos indígenas.
En su trabajo se observan rasgos de caracteres sociodemográficos,
territoriales, de zonas ecológicas, y biodiversidad. Esta información se empleó
en la elaboración de una base de datos etnoecológicos. Esta base de datos,
indica, que existe un solapamiento de las zonas protegidas y las poblaciones
indígenas.
Además,
la persistencia de presiones y el influjo histórico de agentes externos sobre
los territorios ocupados por indígenas, con un consecuente movimiento de
resistencia indígena y formas organizativas, a los fines del reconocimiento por
parte del Estado y los entes –transnacionales, públicos, privados, grupos
irregulares, entre otros- de sus derechos sobre el territorio. Se establecen
las Zonas Ecológicas de los pueblos indígenas y las áreas naturales protegidas,
las cuales visibilizan al aborigen ante los gobiernos mesoamericanos. También, la
importancia que reviste el conocimiento sobre la concepción indígena del
ambiente, es tomada en cuenta por los Estados para su comprensión y evidenciación
de estas concepciones, con el propósito de ser plasmadas en los planes y
programas de uso y desarrollo ecológico (Toledo et al, 2001: 12-30).
En la etnoecología, no sólo se estudian poblaciones
indígenas, sino que además se estudian otros tipos de comunidades, tales como
las campesinas. Tal es el caso de la investigación de Brush (1992) sobre la
variación en los aspectos de erosión
genética de los cultivos de papa en poblaciones campesinas de Perú,
producto de la influencia de la tecnificación de la agricultura de este rubro,
cuáles son los aspectos tradicionales de siembra se mantienen, y cuales han
cambiado. En las dos zonas estudiadas, el valle de Tulumayo y Paucartambo de
los andes peruanos, se observan las variaciones diferenciadas por la
incorporación de tecnología de siembra. En el valle persiste mayor porcentaje
de cultivo de papa tradicional, con las variedades ancestrales de este tubérculo.
Por tanto, el impacto previsto en las comunidades andinas por la incorporación
industrial de cultivos de papa ha sido minimizado por la persistencia cultural
del cultivo tradicional de este rubro tan importante para los habitantes de los
andes peruanos, y así, por extensión, a los cultivos a lo largo de
Latinoamérica (Brush, 1992: 173-182).
Como ya se ha expresado, la
disciplina etnoecológica estudia poblaciones indígenas y campesinas, entre
muchas otras. Estos estudios abarcan diversos temas. En el caso de los estudios
sobre migración, por ejemplo, se encuentra el proyecto sobre la “Movilidad y la
migración en la Amazonía Indígena: Perspectivas Etnoecológicas Contemporáneas”
(Hornborg, 2010). En este trabajo, se propone estudiar las vinculaciones y
relaciones sociales intra e intergrupos, indígenas y no indígenas en cuanto al
conocimiento acerca del medio ambiente.
En
el caso de la etnobotánica de los esclavos africanos en las tierras bajas de
Suramérica, los cautivos que lograron escapar hacia cumbes –o territorios tomados por los nativos africanos- ya poseían
conocimiento de la flora americana, por la incorporación en sus cultivos desde
el comienzo de la esclavitud, y esto les permitió acceder y usar el recurso
vegetal de manera óptima. Alexiades y Peluso por su parte, plantean la dinamicidad
del conocimiento de los Ese Eja, hablantes de Takana, de los territorios
peruano-bolivianos. Ellos, debido a los desplazamientos a los que fueron
objeto, desarrollaron un cúmulo de conocimientos sobre las plantas medicinales,
derivado tanto de sus conocimientos ancestrales como de aprendizajes foráneos. Feather,
en la misma área, encuentra que los Nahúa, hablantes de Panoano, influenciaron
su “mitología, cartografía, prácticas post-mortuorias, e incluso sueños” por
sus conocimientos adquiridos en la dinámica social, entre otras tantas
dinámicas dadas como consecuencia del movimiento que significa la migración de
grupos hacia zonas ecológicamente diversas (Hornborg, 2010:1).
Tales
ejemplos no hacen sino mostrar la constelación de temas de investigación como
elementos de análisis tomados por los etnoecólogos. En los casos de pueblos
indígenas originarios, así como de poblaciones campesinas y migrantes de otras
regiones y continentes, se divisa la dinamicidad de la cultura en relación con aspectos
etnoecológicos. Es decir, la observación de la relación ser humano y contexto
ambiental, para la generación adaptativa de patrones culturales, en
concordancia con sus medioambientes correspondientes.
La
posible “pregunta etnoecológica”, o por qué se necesita una mirada desde la
cual los grupos humanos son protagonistas de sus propias historias, o “desde el
punto de vista del nativo”, plantea una serie de interrogantes, en tanto que
problemas epistémicos, para la obtención, procesamiento y análisis de la
información cultural. De esta manera, la etnoecología plantea un interés
político en dar voz, al menos una voz ante la cultura dominante, de grupos
humanos tan diversos como diversos son los ambientes donde habitan, y esta
permanencia es un derecho de corresponsabilidad con estos pueblos, modificados
e influenciados culturalmente por el mundo occidental, y que negocia
constantemente para el mantenimiento de sus valores y prácticas culturales.
Finalmente, el giro epistémico que
representa la noción de reconocimiento de los conocimientos locales en la
preeminencia de los aspectos de conservación del ambiente, en las prácticas
ancestrales, y los mecanismos de resistencia, supervivencia y adaptabilidad a
los cambios ambientales, y producidos por humanos, genera una estabilidad y una
sustancia teórico-metodológica a los “etnoestudios” en general, y a la etnoecología en particular, confirmando
así, la noción de que todo está por hacer, antropológicamente y ecológicamente
hablando.
Bibliografía
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http://www.revistaargonautas.net/pdf/Rev-argonautas-[num-3].pdf
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En: AIBR, Revista de Antropología Iberoamericana, vol 7, Nº 1, ene-abr 2012,
pp. 9-32. Madrid. Documento PDF disponible en: http://www.aibr.org
Salcedo, José (2006) La comunicación de la ciencia ecológica en el medio rural. Tesis
para obtener el grado de Maestro en Filosofía de la Ciencia, Departamento de
Comunicación Social. Directora de Tesis: Dra. Alicia Castillo Álvarez. Facultad
de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Filosóficas. División de Estudios
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disponible en:
http://www.somedicyt.org.mx/tesis_ecologia.html
Toledo, Victor (1990) “La perspectiva etnoecológica.
Cinco reflexiones acerca de las “ciencias campesinas” sobre la naturaleza con
especial referencia a México”. En: Ciencias,
especial 4, 1990. Centro de Ecología, UNAM, México.
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al (2001) “El atlas etnoecológico de México y Centroamérica: fundamentos,
métodos y resultados” en: Etnoecología,
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