Mirar la pandemia desde las medicinas naturales y terapias complementarias. Parte I. Javier Nouel


Dr. Javier Nouel. Educador. Naturópata. Miembro del Congreso Permanente de Medicinas Naturales y Terapias Complementarias. Asesor del Instituto Nacional de Nutrición. Docente investigador de la FEVP

Introducción
El autor procura explicar en tres artículos el fenómeno de la pandemia del 2020 desde otros paradigmas para colaborar en la compresión de un fenómeno que no puede ser explicado desde la epidemiología y las ciencias de la salud del enfoque hegemónico fragmentario de manera aislada; por el contrario, se requiere entender que estamos frente a un escenario multidimensional, geopolítico, político económico, comunicacional, sociológico e histórico sin precedente, que requiere de una mirada crítica, integral e integrativa, ya que las medidas tomadas de forma global con sus particularidades en cada país, no responden a las ciencias médicas de manera estricta, sino que se trata de una combinación de lógicas y racionalidades muchas de las cuales carecen de sustento científico.
La tesis central de los siguientes artículos es que explicar el fenómeno desde otros paradigmas, en este caso de las medicinas naturales y terapias complementarias, con un enfoque transdiciplinario y crítico, permitirá salir del escoyo en el que se encuentra buena parte de la humanidad y que amenaza con ser cíclico, lo que significaría una nueva era de oscurantismo.
Esta primera parte introduce la discusión comparando los datos oficiales de la OMS con respecto a otras enfermedades que padece silenciosamente la humanidad, dejando abiertas preguntas para la reflexión.
La segunda parte del artículo explicará la diferencia en la concepción del fenómeno salud-enfermedad y de las enfermedades virales del paradigma hegemónico fragmentario, reduccionista y mecanicista, propias del siglo XIX, con sus variantes contemporáneas, comparándolas con las miradas integrales, complejas, multicausales y multifactoriales de las medicinas naturales y terapias complementarias, con énfasis en la explicación de las enfermedades virales, que permitirá entender de una forma muy diferente el escenario pandémico actual, sin recurrir a teorías de conspiración.
Finalmente, el tercer artículo recogerá lecciones de la coyuntura actual, y explicará de forma alternativa lo acertado de las medidas tomadas por el gobierno venezolano en términos geopolíticos más que epidemiológicos, entendiendo que en los últimos años el país ha estado bajo asedio multifactorial, con un terrible bloqueo financiero, amenazado constantemente de invasión militar, cuya presión se ha acrecentado exponencialmente incluso en tiempos de pandemia, con acciones y declaraciones de guerras perpetuadas principalmente por el gobierno de los Estados Unidos. A pesar de este escenario, Venezuela ha mantenido la disciplina y ha evitado lamentables escenarios confusos que bajo el asedio, significaría un caos, como los acontecidos en Ecuador por la irresponsabilidad de sus gobernantes.

La pandemia
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia del COVID-19 el 11 de marzo del 2020. Recordemos que el conteo de casos comenzó en diciembre del 2019 en Wuhan, China.
Para el 03 de abril, el director general de la OMS informó que: “Se han notificado más de un millón de casos confirmados de COVID19 a la OMS, incluidas más de 50 000 muertes”[1]. Es decir que en casi 5 meses, se han registrado unas 50.000 muertes relacionadas al temible virus. Las cifras son alarmantes.

Competencia o cooperación
Afortunadamente la humanidad hoy ha llegado a un nivel de sensibilidad en la que cada muerte es dolorosa y nos empujan a hacer lo que sea para evitar el sufrimiento humano, más allá de las miradas maltusianas[2] del siglo XIX que hoy aún se evidencias en ciertos núcleos de poder mundial, que apuestan a eliminar a los más débiles en una competencia salvaje, creyendo que así es que evoluciona la vida. Nada más prejuicioso y acientífico que este mirada neocolonial propia de los imperios de antaño. Hoy cada vez más científicos están conscientes de que la vida avanza por la cooperación, la empatía, la compasión y la solidaridad; y que en cambio, la competencia y la supervivencia del más fuerte y el más apto, al que responden los modelos neoliberales privatizadores, es la autodestrucción de la especie humana. Quizás este sea uno de los principales aprendizajes en términos de economía política en este contexto.

Mirar el contexto permite entender la realidad en su complejidad
Para entender el confuso contexto lleno de temor y pánico mundial, es importante revisar otras cifras sobre todo por el manejo de la situación en el año 2020, en la que se han presentado medidas nunca antes tomadas en la historia de la humanidad.
Recordemos que la OMS es una organización política, no científica, que se apoya en instituciones científicas. Una sutil pero importante diferencia. Así mismo, recordemos que como toda institución, sus financistas pueden ejercer distintas presiones (conflicto de intereses); y como toda institución humana, es susceptible a errores.
En tal sentido, el problema de la pandemia decretada en marzo por la OMS no es solo un asunto epidemiológico, se trata de un asunto geopolítico sin precedentes sobre todo por las consecuencias que han tenido en el planeta; pero el relato de fondo presentado es que es un asunto científico y epidemiológico. Si solo vemos lo epidemiológico no entenderemos el contexto. Se necesita, no una mirada fragmentaria propia del siglo XX y de los medios de comunicación y la epidemiología, sino una mirada crítica y holística, en la que podamos hilar cabos sueltos en este escenario tan complejo. Esta mirada holística y crítica debe comprender la actual situación como un tema geopolítico, más que epidemiológico, y las medicinas naturales y terapias complementarias, podrían ayudar enormemente por explicar el fenómeno salud enfermedad desde otro paradigma.
Pero para lograr una comprensión integral y profunda, no hace falta recurrir a teorías de conspiración, que podrían sobredimensionar más la situación y acrecentar el pánico social; propongo en este artículo manejar datos oficiales de la OMS pero desde una óptica transdisciplinaria y crítica.

Revisar datos sobre la Influenza
La influenza o gripe común es definida por la OMS como una infección vírica aguda y las clasifica en 4 tipos (A, B, C y D). Así mismo, la OMS calcula que anualmente causan entre 3 a 5 millones de casos graves y 650.000 personas mueren en el mundo por enfermedades respiratorias relacionadas a estas gripes[3]. Es importante aclarar que estos virus se encuentran esparcidos por todo el planeta. Se calcula entonces que se asocian entre 1.000 y 2.000 muertes diarias por gripe común.
Un dato interesante para el análisis es que hoy en día el virus A(H1N1) o gripe porcina responsable de la pandemia del 2009 que también puso en alerta al mundo y que aparentemente tuvo su origen en México, es considerado hoy por la OMS un virus que produce la gripe común[4].
Otro dato interesante que podemos observar en los informes referentes a las gripes de la OMS, es que en los países tropicales año tras año las gripes comunes tienen baja incidencia comparado a los países de cuatro estaciones en épocas de gripes estacionales, es decir, las temporadas frías del año.[5] Esta diferencia se da por las condiciones climáticas. Vivir durante varios meses bajo climas muy fríos mantiene al organismo bajo estrés que afecta su fortaleza; así mismo, las personas suelen estar en sitios cerrados con calefacción y ventilación artificial, sin recibir luz solar, entre otros factores relacionados a la vulnerabilidad a las gripes comunes[6].
Este último argumento explicaría bien porque la región tropical, donde están la mayoría de los países más pobres del planeta, y con sistemas de salud golpeados por la economía neocolonial, no se ha visto grandemente afectados por el síndrome respiratorio agudo (SAR) ni se han generado contagios comunitarios masivos. En vez de ver esta diferencia ambiental, los medios de comunicación y ciertos organismos amarillistas y racistas prefieren alegar nefastos argumentos hipotéticos como que la enfermedad se ha extendido pero estos gobiernos incapaces no han podido detectar la expansión del virus. Estos argumentos dan cuenta más de sus propios prejuicios y visión reduccionista de la epidemiología que de la realidad misma, y dan cuenta de una visión apocalíptica más asociada a literatura distópica y películas hollywoodenses, lo que nos obligaría incluso a llevar el análisis a lo cultural y al análisis crítico del papel de la industria cultural en el pánico global.

Revisar datos sobre tuberculosis
La tuberculosis es una enfermedad producida por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis) y que suele afectar a los pulmones. Está dentro de las 10 principales causas de mortalidad en el mundo y se considera que la bacteria afecta a más del 30% de la población mundial.
Para el año 2018 se calcularon unos 10 millones de afectados y más de un millón de muertes relacionadas a la tuberculosis[7]. Algunas cifras llegan a los 2 millones por año, lo que nos diría que podrían morir entre 2.000 y 5.000 personas al día por tuberculosis.
Vale decir que la recuperación es lenta (6 meses) y puede haber personas que padezcan de consecuencias de la enfermedad durante toda su vida.
Una diferencia fundamental con el COVID-19 es que no tiene presencia importante en todo el planeta, se da principalmente en población muy pobre, por lo que a los medios de comunicación parece que no les es atractivo “informar” sobre esta lamentable y dolorosa situación que nos atañe a todos y todas.

Enfermedades crónicas no transmisibles
La OMS reconoce a las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) como las primeras causas de mortalidad en el mundo. Para el 2018 este organismo calculaba que fallecieron 41 millones de personas por estos padecimientos, es decir, el 71% de las muertes humanas en el mundo. Por otra parte, la OMS plantea que el 85% de muertes prematuras son por las ECNT, es decir que alrededor de 15 millones personas de entre 30 y 69 años mueren al año por estas causas. Dentro de las ECNT, la mayor mortalidad es de enfermedades cardiovasculares, alrededor de 17,9 millones; seguido por cáncer, 9 millones; enfermedades respiratorias, 3,9 millones; y diabetes, 1,6 millones[8].
La diferencia obvia con el COVID-19 es que se trata de enfermedades no transmisibles; sin embargo, no deja de ser importante, y el sufrimiento que generan a las personas que las padecen es muy grande; se trata de enfermedades que afectan a las familias y comunidades, y una persona puede padecerlas durante muchos años haciéndose farmacodependiente de por vida, lo que constituye un extraordinario negocio para las corporaciones farmacéuticas.

Aprendizajes de la última pandemia AH1N1del 2009
En junio del 2009 la OMS declaró al nuevo virus AH1N1 responsable de una pandemia.
Para enero del 2010, a más de medio de año de que la OMS considerase a la AH1N1 como pandemia, calculaba se habían registrado las 16.000 muertes.[9]
Para agosto del 2010 la OMS decretó el fin de la Pandemia.
Aproximaciones oficiales calculan entre 150.000 a 500.000 defunciones, aunque solo se reportaron alrededor de 18.000.
Resulta que una cosa es el registro de muertes y otras las aproximaciones que se hacen con modelos estadísticos. En todo caso, la OMS considera que la AH1N1 es hoy un virus más de gripe que está esparcido por el planeta.
Un elemento importante a recordar, dada la fragilidad de la memoria colectiva, es que la OMS fue severamente cuestionada por la comunidad internacional, medios de comunicación e incluso por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa por considerar que la alarma fue desproporcionada. De hecho, la OMS tiene publicada en su página web las respuestas a tales cuestionamientos[10].
En el marco de tal discusión, la OMS publicó el artículo “La evasiva definición de gripe pandémica” de  Peter Doshi[11] en el que se reconoce lo difícil de la definición; incluso, se afirma que no hay una definición oficial de pandemia, sino, que “procedían de las definiciones de «fase de alerta pandémica», no de una definición de «gripe pandémica»”. Todo lo cual nos indica que la epidemiología es una disciplina muy compleja que se aleja de conceptos y definiciones exactas; es decir, que hay mucho de interpretación lo cual es relativa e influenciable por múltiples factores incluso culturales, no solo por conflictos de intereses.

Preguntas finales para la reflexión
¿Por qué no hay alarma por parte de la OMS ante otros padecimientos más agresivos y más letales? ¿Por qué no se consideran aspectos ambientales y otros factores como estilos de vida, contaminación ambiental, cambios estacionales, privatizaciones de los sistemas de salud, manejo político de la coyuntura, entre otros que explicarían más científicamente y ayudaría aproyectar el comportamiento del virus en otros territorios (ejemplo diferencia entre países de cuatro estaciones y países tropicales)? ¿Por qué países como Nicaragua y Suecia han tomado otros caminos y han mantenido controlada la pandemia?
Creemos que se trata de una combinación de factores como los siguientes:
1.-La visión reduccionista, mecanicista y fragmentaria de las ciencias de la salud no permiten entender la situación de forma compleja, lo cual es hoy una necesidad vital más que una propuesta teórica
2.-El manejo de los medios de comunicación y de organizaciones como la OMS ha sido amarillista lo que ha desatado un verdadero pánico mundial, sustentado en la mirada fragmentaria hegemónica
3.-Los principales sectores de poder internacional buscan aprovecharse de la coyuntura según sus intereses sectoriales manejando la información a su propio criterio aprovechando el pánico mundial, basados en mitos y prejuicios culturales que parten de elementos religiosos y de la industria cultural (visión apocalíptica).




[2] Con miradas maltusianas nos referimos a la idea de sectores de la élite globalista que, siguiendo los preceptos demográficos de Tomas Malthus, creen que las crisis del futuro se generarán ya que la población mundial crece de forma exponencial, mientras que la capacidad de producir alimentos crece de forma aritmética. Estos preceptos aunque claramente falsos en términos estadísticos y demográficos, siguen vigentes para los sectores de poder que también esgrimen el darwinismo social, idea en la que los más débiles deben perecer como parte de la evolución de la vida.

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