¿Decidir entre salud y economía o distinguir entre confinamiento, cuarentena y resguardo social? Hugo Casanova
Hugo Casanova. Estadístico. Docente investigador de la FEVP
La BBC News Mundo, el 12 de junio, publicó una entrevista hecha al premio Nobel de Química 2013, Michael Levitt, el cual valientemente emitió sus radicales y negativos juicios respecto de los confinamientos, como los llama, como técnica sanitaria contra el Coronavirus. Muchas cosas nos llaman la atención del Nobel, vamos a destacar, la afirmación que hace según la cual el “confinamiento” actual es una medida medieval; aunque su afirmación no afecta las decisiones políticas como sí la visión que tienen del problema presidentes como Bolsonaro de Brasil, Trump de EEUU, Piñera en Chile o Duque en Colombia o, incluso, López Obrador en México; el Nobel parece interpretarlos extendiendo sus comentarios que los resumiremos como la creación de una dualidad entre economía y salud, en el sentido según el cual, las cuarentenas perjudican a la economía y por lo tanto, tendrían que impedirse; así, los países mantendrían valientemente sus economías pese al ataque de la pandemia. Esto ha sido expresado por algunos mandatarios incluso con términos que ridiculizaron el problema como la ya famosa “gripesita” de Bolsonaro o aquella patética fórmula de Trump de enjuagarse la boca con un lavaplatos o de Duque que expresaba que todo se resolvía manteniendo la distancia. Lo cierto es que las epidemias sí han ralentizado las economías al diezmar a la población, tan solo el caso excepcional de la Peste Negra entre 1346 y 1351, la cual, venida de Asia y habiendo diezmado al 60% de la población europea creó un gran vacío en los trabajadores que aceleró cambios en la economía (ver, http://agendapublica.elpais.com/) pero en el resto de los casos la influencia ha sido devastadora. Lo curioso en este siglo XXI es que el Dr. Levitt, junto a los mandatarios, al enfocar el problema desde la edad media, lo está viendo con mentalidad medieval. Por lo tanto, actualizaremos estos enfoques para el siglo XXI.
La BBC News Mundo, el 12 de junio, publicó una entrevista hecha al premio Nobel de Química 2013, Michael Levitt, el cual valientemente emitió sus radicales y negativos juicios respecto de los confinamientos, como los llama, como técnica sanitaria contra el Coronavirus. Muchas cosas nos llaman la atención del Nobel, vamos a destacar, la afirmación que hace según la cual el “confinamiento” actual es una medida medieval; aunque su afirmación no afecta las decisiones políticas como sí la visión que tienen del problema presidentes como Bolsonaro de Brasil, Trump de EEUU, Piñera en Chile o Duque en Colombia o, incluso, López Obrador en México; el Nobel parece interpretarlos extendiendo sus comentarios que los resumiremos como la creación de una dualidad entre economía y salud, en el sentido según el cual, las cuarentenas perjudican a la economía y por lo tanto, tendrían que impedirse; así, los países mantendrían valientemente sus economías pese al ataque de la pandemia. Esto ha sido expresado por algunos mandatarios incluso con términos que ridiculizaron el problema como la ya famosa “gripesita” de Bolsonaro o aquella patética fórmula de Trump de enjuagarse la boca con un lavaplatos o de Duque que expresaba que todo se resolvía manteniendo la distancia. Lo cierto es que las epidemias sí han ralentizado las economías al diezmar a la población, tan solo el caso excepcional de la Peste Negra entre 1346 y 1351, la cual, venida de Asia y habiendo diezmado al 60% de la población europea creó un gran vacío en los trabajadores que aceleró cambios en la economía (ver, http://agendapublica.elpais.com/) pero en el resto de los casos la influencia ha sido devastadora. Lo curioso en este siglo XXI es que el Dr. Levitt, junto a los mandatarios, al enfocar el problema desde la edad media, lo está viendo con mentalidad medieval. Por lo tanto, actualizaremos estos enfoques para el siglo XXI.
Cuarentenas, Confinamientos y Resguardo Social
En primer lugar,
tendremos que redefinir los grupos humanos involucrados en el problema para
diluir la aparente contradicción entre salud y economía; distinguiremos entre
confinamiento, cuarentena y resguardo social (guardarse, refugiarse, protegerse,
entre otros significados) debido a que son procedimientos que se aplican a
diversos grupos sociales y con objetivos distintos, por lo tanto, son conjuntos
excluyentes. El confinamiento o aislamiento es el proceso sanitario de
separar al enfermo de los sanos ya que su padecimiento es altamente contagioso
(caso de la lepra o la peste negra), independientemente que los tratamientos
actuales mejoren en el tiempo, el Covid-19 es altamente contagioso; en segundo
lugar tenemos las cuarentenas que ocurren cuando las personas son
asintomáticas y necesitan de un período de observación, por la duda de la
tenencia de la enfermedad, modernamente no se usa mucho el término, sino que se
dice que el paciente está en observación y esto lo usan mucho los médicos; una
persona en cuarentena está entre el confirmado y el sano, pues está en duda y
requiere de confirmación; también se le ha llamado asintomático, pues no
muestra signos o síntomas de la enfermedad. Finalmente, tenemos el resguardo social
que se ha dado no solo en epidemias sino también en guerras o catástrofes naturales;
guardarse en casa para evitar el contagio, huir del sitio infectado o de los
huracanes o erupciones volcánicas significa ponerse a resguardo; distinto del confinado,
por razones epidémicas, sería el refugiado por desastres naturales, guerras o hambrunas
que implican pérdida de sus viviendas o hábitat, son temas ya muy tratados,
pero nos ha interesado deslindar de la cuarentena, el resguardo social. En la
edad media cuando las personas huían de la peste buscaban resguardo o en la II
Guerra Mundial cuando las personas se resguardaban en sótanos, metros o bunker
anti bombardeos. Por el contrario, huir de la peste no es ponerse en
cuarentena, así como “quedarse en casa”, si estas sano, es ponerse a resguardo.
La confusión
proviene de este condicional (si estas sano), es decir, de la imposibilidad de
saber quién es sospechoso y quien sano, a menos que se haga un despistaje; por
lo tanto, hay que poner a resguardo a todos los no confirmados para buscar a
los sospechosos, tema operativo muy complejo, pues pueden diseñarse diversas
medidas como las zonas de colores que hizo México o el método 7+7 de Venezuela;
pero los casos extremos de impedir el resguardo social no es proteger a la
población sana y daña la economía. Los casos confirmados son aislados del resto
de los congéneres, los sospechosos o asintomáticos son puestos en cuarentena y
los sanos son puestos a resguardo por dos motivos, primero, para ralentizar el
contagio, debido a que la solución no está del todo en el sistema de salud por
inexistencia de vacuna; en segundo lugar, para ganar tiempo en la búsqueda de
los sospechosos, pues esperar por los síntomas y, en consecuencia, por el
desarrollo de la enfermedad trae caos social, como se ha visto en otros países.
Nótese que los grupos humanos que refieren las definiciones dadas son afectados
de modo diferente por la enfermedad. Las definiciones son operativas no
teóricas en el sentido que refieren procesos consecuentes. ¿Por qué es
importante redefinir la cuarentena? Porque evita confusión de grupos y ayuda a
resolver el problema, el tema del resguardo de la población le corresponde, en
general, al estado y al individuo, pero sin el empuje del primero el resguardo
de cada cual es más difícil, sobre todo cuando se desborda y sobre pasa las
posibilidades del ciudadano. Son los casos de muchos países.
El Resguardo social como problema económico
Ahora bien, dado
que todo problema epidemiológico es social, tratarlo implica la afectación de
los sistemas entramados, esto es, la economía, la educación, la política, entre
otros. De modo tal, que las estrategias que se diseñen deberán tomar en cuenta
el modo en que afecta el tratamiento de la epidemia a los demás sistemas,
particularmente al económico. Los casos confirmados y los sospechosos están en
el sistema de salud, los primeros bajo atención médica y los segundos en
cuarentena u observación; de modo que los sanos deberán ponerse a resguardo en
un plan que los cuide y que afecte lo menos posible a la economía. Digamos que
resguardarse y trabajar bajo un plan que deberá ser observado con cuidado.
Estas soluciones
están documentadas en la historia, en 1423 se construyó el primer lazareto en
San Lázaro, Venecia (ver entre otros https://www.xatakaciencia.com/)
para aislar a los contagiados; la primera ciudad que implantó la cuarentena fue
Ragusa (hoy Dubrovnik, Croacia) en 1377 creando una Ley que pone en cuarentena
a los barcos y caravanas que venían de zonas contagiadas (ver entre otros, https://www.bbc.com/mundo/)
esto es, al poner en cuarentena a los barcos y caravanas igualmente ponía a
resguardo a la población sana. Todo esto tenía el propósito de defender al
comercio y evitar el colapso de la población. Por lo tanto, el problema visto
de modo sistémico tiene que ver con el modo en que la epidemia amenaza a los
otros sistemas pivotando sobre el de salud. Esa es la novedad en la actualidad
y el asunto no es escoger entre la salud o la economía, pues en un sistema de
sistemas, sistemas entramados, abandonar a uno de los sistemas cuando está muy
desequilibrado implica el caos de la totalidad. Los países que no están
priorizando sus sistemas de salud, en este momento, pensando que esto no afecta
al resto de los sistemas, sufren de estrabismo epistémico, falta de foco
político por separarse de la realidad. Pero, sobre todo, falta de análisis.
Bien decía el tan criticado René Descartes, cuando creó el Análisis, divide el
problema en tantas partes necesarias para que puedas comprenderlo. Sin embargo,
el asunto del resguardo social depende de cuan esté preparado el estado para
realizarlo ya que al sistema económico privado no le compete ni puede
acometerlo, pero es otro tema.
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