Historia local agroalimentaria de las parroquias El Valle y Coche. Caracas, Venezuela. Zenobia Marcano, Rafael Rodríguez y Delfina Cadenillas


Los autores son cursantes del Diplomado en Planificación de Políticas Agroalimentarias. El siguiente artículo fue la primera entrega del diplomado. Uno de los elementos interesantes del trabajo es que citan trabajos de anteriores cohortes del diplomado, generando una continuidad entre diversos grupos.

Resumen. El artículo relata las transformaciones acaecidas en el territorio que hoy comprenden las parroquias El Valle y Coche de Caracas, haciendo énfasis en el impacto que el colonialismo y la modernidad tuvo en las culturas agroalimentarias así como en la relación ser humano - naturaleza que se evidencia en los cambios en los usos de tierras ricas para el cultivo, en áreas residenciales y comerciales, junto a los cambios de patrones de consumo y producción (culturas nutricionales y productivas). Por último, se relatan los procesos de emancipación vividas desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder, de manos del Poder Popular, que procura revertir los daños hechos a la naturaleza y en las culturas agroalimentarias. 

Descripción del territorio
Nuestra historia agroalimentaria está situada territorialmente dentro un valle  del sistema de la cordillera de la Costa, el cual está separado del mar Caribe a unos 15 km por el cerro llamado Waraira Repano. Es una zona sísmica, de clima  subtropical con temperatura media anual de 19,7 °C, siendo el mes más frío enero (una media de 14,6 °C) y el más cálido abril (media de 21,5 °C). En los meses de diciembre, enero y febrero aparecen abundantes nieblas frías en las zonas más altas y en la cordillera.
Las precipitaciones varían entre los 900 y 1300 mm anuales en el valle y hasta los 2000 mm en algunas partes de la cordillera. Cada año tenemos una época de sequía y una época de lluvia, que inicia generalmente en el mes de mayo. Contamos con una amplia red hidrográfica que convierte a nuestro valle en un amplio espacio de tierras fértiles, con aguas que bajan desde el Waraira Repano por las quebradas de Catuche, Anauco y  Caroata, entre otras, nutriendo al río Guaire, cuya  cuenca es una subcuenca del río Tuy.

El Valle de los Toromaima: integración con la naturaleza
Desde las montañas de la Cortada del Guayabo nace el río El Valle, el cual cruza nuestras Parroquias, El Valle y Coche.Todo este fértil valle, fue llamado en época de la colonia como Valle de los Toromaima o Valle de los Caracas,    por  estar  habitado  por  indígenas  de  familia  Caribe  que  así  se  nombraban,  que  criaban colectivamente y eran criados por el maíz, la yuca, la batata, frijoles, auyama, el ají, el maní, la piña  y la yerba Caracas, la cual abundaba en ese entonces en todo el territorio y le dio nombre a la ciudad fundada por los colonizadores (popularmente ahora la llamamos Pira). Su convivencia en viviendas colectivas facilitaba la distribución del trabajo de cada familia extendida en el conuco, la caza, la pesca y la recolección (Vargas, 2009, p.2). El desarrollo de técnicas de siembra en el Conuco que permiten que se regenere y descanse la tierra durante hasta 22 años (Sanoja, 1997, p.140), los llevó a organizarse en comunidades pequeñas que rotaban en el territorio, y no ha rotar los cultivos como se hace ahora debido a la alta concentración de población en las ciudades. Tal capacidad de movilidad y desplazamiento por el territorio también fue posible gracias a la tecnología desarrollada para extraer el veneno de la yuca amarga y fabricar el cazabe y el mañoco, alimentos de fácil de transporte y almacenamiento como reserva alimentaria por largo tiempo, (Sanoja, 1997, p.143).
Nuestros ancestros Caribes también desarrollaron andenes para sembradíos estables, cuyos restos pueden encontrarse en la zona de Petare, los cuales constituyen la  base  para una agricultura estable  que  aprovecha  los  acuíferos  y  redes  de  riachuelos  y  manantiales (Rivas-  Rivas, 2020).  Las innovaciones para domesticar plantas para alimentarnos, que datan de 10.000 a 7.000 años A.C. (Sanoja, 1997, p.84), así como otras técnicas y tecnologías agroalimentarias y conocimientos adaptados a cada territorio para asegurar abundante pesca, caza, semillas para sembrar y frutos para recolectar durante muchos  siglos  para  alimentarnos,  resguardados  en  la  memoria  de  múltiples  idiomas  originarios  y transmitidos oralmente de generación en generación, permitieron preservar una gran biodiversidad.
Nuestro legado indígena nos enseña que el mejor trabajo ha sido siempre en Cayapa, en colectivo,  en convite, con mano vuelta͙ en unidad y respeto  mutuo con la madre naturaleza.
Ya habían transcurrido 68 años del inicio de la invasión armada de Cristóbal Colón al continente, y había dejado una estela de aniquilamientos de pueblos indígenas en las islas del Caribe, la isla de Cubagua para extraer las perlas, y para fundar las ciudades de Coro (1511) y Cumaná (1515-1521), cuando las y los habitantes del valle de los Caracas  se organizan confederados por Guaicaipuro para luchar en defensa de su territorio y su cultura orientada hacia la crianza de la vida y de todo lo que permite que ésta se reproduzca, ante la llegada de los invasores del imperio Español a su región en 1555.

Y llegó la modernidad…
En la guerra asimétrica contra el imperio español, quienes no fueron masacrados por las armas y las enfermedades, tuvieron que desplazarse hacia sitios alejados. Sus conocimientos y modos de vida en co-crianza con la naturaleza fueron llamados atrasados, inferiores, no civilizados. Las sabias y los sabios fueron acusados de hechiceros, y por ello asesinados o arrinconados͙ sus saberes fueron comparados con supersticiones. La lógica de la cooperación fue reemplazada por la lógica de la dominación entre seres humanos y la lógica de la dominación sobre la naturaleza.
Nuestro territorio, las aguas que en ellos corrían, los seres que en él convivían, fueron vaciados de su espiritualidad y convertidos en objeto, en mercancía que empezó a comprarse y venderse por dinero. La modernidad nos separó material y espiritualmente de la naturaleza que cuidábamos y criábamos con trabajo colectivo para perpetuar la abundancia de nuestras fuentes de alimentación, y fue convertida en propiedad privada, concentrada en pocas manos, bajo las figuras legalizadas de encomiendas, resguardos, latifundios, haciendas o plantaciones. Prohibido el tránsito, la siembra, la caza y la recolección en ellas, las llenaron de esclavizados y esclavizadas que  no eran considerados seres humanos, sino mercancía para ser explotada.  La biodiversidad fue sustituida por monocultivos o  ganado criados a gran escala para la exportación, mercancía explotada para la acumulación de ganancias.
Dos modelos se enfrentaron: El modelo endógeno del policultivo en conucos con trabajo colectivo y rotación territorial para dejar descansar a la tierra, fue sustituido por un modelo exógeno, de monocultivos a gran escala con trabajo esclavizado  primero, y luego con jornaleros. De ejercer la soberanía sobre  nuestro territorio y sobre nuestra alimentación, pasamos a trabajar para el hacendado, para el patrón, a ganar dinero para poder comprar lo que vamos a comer, el alimento convertido en mercancía.

Fundación de la parroquia: pasado agrícola
En 1864 por decreto de Juan Crisóstomo Falcón, fue establecido El Valle como parroquia del Municipio Libertador (la parroquia Coche formó parte de la parroquia El Valle hasta el 16 de agosto de 1992). De acuerdo a la historia recopilada por Rangel (2018) siguiendo testimonios de Julio Pérez,  vecino del Valle, en la zona ya se había construido la iglesia "Nuestra Señora de la Encarnación" donde reposan libros de bautizos que datan del año 1672 y a principios del siglo XX, aún se escuchaba la expresión "Vamos para Caracas". Sobre el origen de la palabra Coche, Fagundez (2017) presenta 2 versiones, de acuerdo al señor Joffre Istúriz, habitante del sector y participante de la casa cultural La Floresta de dicha parroquia: La primera se centra en la abundancia de venados en la zona y el uso de los pueblos originarios de la palabra Coche -que en idioma náhuatl está relacionaban con el venado-, y para decir “vamos a Coche”, querían decir “vamos a cazar venado”.  La otra versión dada por Iztúriz surge en la época colonial, con el repartimiento de tierras y riquezas, la parroquia tenía grandes sembradíos de caña, trigo e incluso se dice que el mejor papelón de Venezuela provenía de este sector, al cual los señores de la alta alcurnia se transportaban en elegantes carruajes y cuando pasaban por el pueblo de San Roque, hoy en día Longaray, la gente del lugar decía: “ahí van los coches”.
Cuenta el Dr. Eduardo Gallegos Mancera (1986) que en la época colonial El Valle y Coche eran latifundios con grandes extensiones de caña de azúcar, vaqueras y caballerizas, pertenecientes al General Eduardo Mancera (haciendas  Sosa, Santo Domingo y Coche, que  iban desde lo que es actualmente el Paseo de los Próceres hasta el Hipódromo) y a los Lander Gallegos (La Rinconada y Tazón).  El Dr. Mancera recuerda mangos, acacias, mamones, guayabas, así como numerosos manantiales.
El testimonio de Alberto Castillo (Godoy, 2014, p. 91-92) da cuenta de que en 1945 aún habían haciendas en la zona: 
yo tenía tres añitos, llegamos directamente a la hacienda La Rinconada, donde hoy en día se encuentra El Hipódromo y El Poliedro͙ nuestra abuela nos llevaba todas las tardes a bañarnos en el río El Valle, allí frente a lo que hoy en día es el Club de Suboficiales, allí había un puente colgante, del lado de allá en las instalaciones militares, eran haciendas de mandarinas y naranjas, cuyo propietario era de apellido italiano Vichonati.  
Asimismo  recuerda que Faustino Longaray y Manuela Aranaga de Longaray, eran los dueños de los terrenos del sector que hoy lleva ese nombre, que habían comprado cuando empezaron a vender las haciendas de caña.
Aún es recordada por sus habitantes la abundancia de agua cristalina para la siembra, la pesca y la recreación en nuestras parroquias, cruzadas por el río El Valle, segundo río más caudaloso del valle de la ciudad de Caracas, que nace en las montañas de la Cortada del Guayabo, cerca de la población de San Diego en el estado Miranda, a 1.300 mts sobre el nivel del mar, que recibe su afluente de las quebradas Turmerito, Cantarrana, San Antonio, Pucustapón, Bejarano y Piedra Azul.  Segundo Fumero (Godoy, 2014, p.59-62) relata que el río El Valle “venía del sector arriba de San Pedro, de La Cortada El Guayabo, San José, y le caía la Quebrada de Los Indios, que viene de Los Teques: "Recuerdo las sardinas y peces se veían allí donde estaba el pequeño dique. Allí en el aguacristalina pescábamos de vez en cuando”. También describe la abundancia de cacería en la zona: “...mi papá salía en la noche se metía en el monte sobre todo a la Quebrada de Los Indios y en la mañana dejaba algo. Yo paraba la oreja y oía. Eso es lapa, es un pedazo de venao͙”. 
Otras referencias del Equipo 1 Comuna Forjando los sueños de Ezequiel Zamora (2018), citando al libro "El valle y sus cercanías", refieren que algunos pobladores aún recuerdan una laguna que se encontraba ubicada en los espacios del actual Centro Comercial El Valle, como un lugar de entretenimiento y compartir familiar.
Estos testimonios describen al río antes de ser construido sobre su cauce el Embalse La Mariposa, de 1946 a 1949 (sector Las Mayas, a 8 km de Caracas), para surtir de agua a Caracas  (aunque a partir de 1957, Caracas se surte de agua  desde el sistema Tuy -río Tuy-, y  el embalse se llena con agua extraída del río Guárico, concentrada en el embalse de Camatagua, en el estado Aragua).  En la zona de las nacientes del río, en los altos mirandinos, operan actualmente diversas empresas que embotellan el agua para venderla como agua mineral.  
El río El Valle también  fue embaulado en un cajón de concreto y desemboca en el río Guaire a nivel de Ciudad universitaria - Bello Monte, y forma parte de la red hidrográfica de la ciudad de Caracas  que tiene un alto grado de contaminación debido a que los ríos han sido utilizados como colectores del sistema de alcantarillado y cloacas desde 1874, y reciben aguas residuales de industrias y comercios.

La era petrolera: las tierras cultivables pasan a ser terrenos habitacionales y comerciales
Con el descubrimiento y la explotación de petróleo a partir de 1920, inicia la migración campo-ciudad y es creado en 1928 el Banco Obrero, el cual inicia un programa de construcción de viviendas para las y los trabajadores y obreros que necesita la etapa petrolera de nuestra Patria. El Banco Obrero compró muchas tierras para darles uso residencial y comercial no sólo en El Valle y Coche, sino en Caricuao, Las Delicias de Maracay, San Felipe͙. Hicieron un banco de tierras (Fundación Villanueva, 1997). Las tierras que estaban dedicadas a uso agrícola, pasaron a uso residencial y comercial.
El Dr. Mancera(1986) relata que en los años cincuenta las haciendas de la parroquia fueron vendidas a Eugenio Mendoza -Tazón- y otras al Estado venezolano (para instalaciones militares y otras son adquiridas por el Banco Obrero para viviendas). Recuerda de ese entonces “El cemento sepultando las antiguas vegas, el tractor derrumbando los mangos y cujíes, las recias caobas, los florecidos bucares, araguaneyes y apamates. Los bulldozers arrastrando las arenas finas del río͙”.
La Fundación Arquitectura y Ciudad(2013) reseña que en un terreno de 360 hectáreas, Carlos Raúl Villanueva diseñó para el Banco Obrero la Urbanización Delgado Chalbaud, en Coche, conjunto de 1.525 viviendas entre casas y  edificios de de cuatro pisos que estaban bastante distanciados entre sí, dejando grandes áreas libres como parques y plazas. Al respecto Joffre Istúriz, vecino de nuestra parroquia, detalla que las edificaciones diseñadas por Carlos Raúl Villanueva favorecían la comunicación entre las y los vecinos: “Primero hace la vereda que se comunicaba frente a frente, y en los patios, mientras los vecinos hacían sus labores cotidianas como tender la ropa, se ponían a conversar” (Fagundez, 2017).
Uno de los primeros edificios construidos fue el "Cerro Grande", con 14 pisos, diseñado por el arquitecto Guido Bermúdez en 1954 y construido por Banco Obrero. Sus bases permitieron resistir el terremoto de 1967 (Rangel, 2018). En 1961 se  concluye la construcción en la Urbanización Alberto Ravell en El Valle, del primer prototipo de edificio prefabricado hecho con tecnología venezolana, diseñado por el arquitecto Fruto Vivas, conjuntamente con el CENDES y el Banco Obrero (Fundación Arquitectura y Ciudad (2018).
Sobre la urbanización de Los Jardines del Valle, Torres (s/f, p.p. 3-5) afirma que el desarrollo original ejecutado por los propietarios de los terrenos, originalmente haciendas agrícolas productoras de la zona, presentaba un diseño de vivienda variadas, de dos, tres o cuatro habitaciones, “pareadas 2 a 2”, con jardín, porche y patio. Pero entre 1965 y 1970,  la renovación de los sectores de El Valle y Los Jardines implicó expropiaciones masivas (333 Has.) y cambios de paradigmas urbanos y arquitectónicos absolutamente contrastantes con el desarrollo germinal de viviendas obreras de 1928. Al respecto Alberto Castillo (Godoy, 2014) confirma que allí se construyeron casas de una y dos plantas, pero “cuando empezaron la intercomunal ¡acabaron con toda esa belleza mi amor! Empezaron a tumbar todas esas casas y dicen que le pagaban cuatro lochas y la gente tenía que irse para donde pudiera” (p.50).
La tradición de las viviendas con jardines y patios exteriores, así como los patios interiores característicos de las casa coloniales, permitían a la familia tener siembras a pequeña escala y cuidar de ellas. Desde el siglo XIX se preservaba esta tradición: de acuerdo a un informe del Cabildo Metropolitano de Caracas citado por Pedro Cunill Grau (2012), desde 1817 se practicaba la siembra en casa:
En patios y huertas de las casas crecen árboles frutales, flores y hortalizas que embellecen el paisaje urbano y son transadas en el mercado͙. Este clima permite tener en todos los tiempos del año, y con abundancia, naranjas, limas, limones, higos, melones, sandías, duraznos, manzanas, membrillos y otras muchas frutas, a más de que también resulta de esto haber en todo tiempo abundancia de raíces y de verduras de todas las especies, de flores, yerbas medicinales, de forraje fresco para las bestias, no sólo en los pueblos inmediatos, sino en los barrios y arrabales de la ciudad (p.17).
El cambio de uso de la tierra de agrícola a residencial y comercial, consolidó la separación y división jerárquica colonial entre campo y ciudad, en la cual la PRODUCCIÓN de alimentos se concentra en el CAMPO,  en  monocultivos  a  gran  escala,  PARA  abastecer  a  LA  CIUDAD  que  consume  a  través  de intermediarios y  negocios distribuidores (mercados, automercados, abastos, ferias, etc.); la ciudad NO SIEMBRA y  por ello no está contemplado en este modelo tierras y espacios para tal fin.
Desde la colonia, las parroquias El Valle y Coche  han sido históricamente centro de acopio y distribución de alimentos (la producción de monocultivos en haciendas y plantaciones estaba destinada en su mayoría a la exportación), por ser la entrada a la ciudad de Caracas desde el estado Miranda y desde el occidente del país. Cuenta Segundo Fumero en su testimonio (Godoy, 2014, p.p.59-62), que por La Mariposa 
llegaban los arrieros, pasaban por esa vía con sus burros, traían mercancía de los Valles del Tuy o de Altagracia pasaban a Caracas hacia El Valle. Subían con otra mercancía para los pueblos͙ Esta gente venían del campo traían maíz, caraota, plátanos todo lo traían de los Valles del Tuy. Cuando subían llevaban Kerosén, velas cosas así. Agrega Segundo Fumero que donde está el economato de la Policía Técnica Judicial (hoy CICPC) en La Mariposa, era el matadero donde beneficiaba la gente que tenía ganado de   ltagracia del Tuy.
Asimismo, el Dr. Mancera (1986) recuerda que la parroquia El Valle tenía dos vías de comunicación: Una vía era un trencito -una locomotora y dos vagones que luego convertirían en tranvía- que salía desde Puente Hierro. La otra constituía entonces la entrada sur de Caracas, por la cual llegaban a la capital frutas y hortalizas procedentes del Tuy, de San Diego y San Antonio de los Altos:
hacia Los Jardines, se hallaba el expendio de víveres más prestigioso de la parroquia, el de José González, a cuyo almacén de compra y venta llegaban diariamente por centenas desde las comarcas agrícolas más productivas, arreos de mulas y burros con los rubros más solicitados -caraotas, verduras, hortalizas, café, frutas, aves y huevos, carne de cerdo, entre otros- para adquirir en la tienda del isleño las más variadas mercancías, desde harina y pescado hasta telas, kerosén y velas.
Cambios de culturas agroalimentarias y nutricionales
Como destaca el Equipo 1 Comuna Forjando los sueños de Ezequiel Zamora (2018), en la actualidad el Mercado mayorista de Coche y el Mercado Municipal al detal, administrados por la empresa Integral de Mercados y Almacenes C.A., (INMERCA, C.A.), dependencia adscrita a la Alcaldía de Caracas, distribuyen para la ciudad de Caracas y zonas vecinas los alimentos que vienen desde diversas partes del país. En este modelo de distribución de alimentos, históricamente se han formado oligopolios y monopolios que centralizan el acopio de la producción de las familias  campesinas del interior del país, intermediarios que han sido denunciados desde hace muchos años por pagar una miseria al campesino y vender en la ciudad con sobreprecio para obtener ganancias. En ese sentido destacan que 
Rubros como la papa, el pescado, la carne, etc, se encuentran controlados por sectores económicos que funcionan dentro del Mercado Mayor denominados “Reyes”. Situación similar ocurre en el Mercado al Detal, donde los productos provienen del Mercado Mayor ubicado a aproximadamente 500 mts de distancia y se venden con un sobreprecio exorbitante. (idem)
Este modelo comenzó a gestarse en los años 50 con la Revolución verde. Con ella  llegó el veneno, la semilla importada, el paquete que hacía todo más fácil y rápido, y el afán por aumentar al máximo la producción en monocultivos a gran escala, que al final compraba el intermediario dueño del transporte que re-vendía al doble del precio. El conuco fue convertido en sinónimo de atraso, de trabajo duro como castigo, de modo de producción improductivo.
Con el avance de la modernidad y el crecimiento demográfico y urbanístico en la ciudad de Caracas, que empezó a concentrar los principales servicios y fuentes de trabajos por ser la capital del país, las transnacionales de la alimentación consolidaron su mercado en nuestro país y toda Latinoamérica. Para facilitar que tuviéramos más tiempo para llegar a tiempo a ser explotadas y explotados en el trabajo, nos ofrecieron por TV y radio que el progreso era la  comida más rápida, más cómoda, eso sí,  procesada por otros en el exterior. Nos dijeron que era más barato importar que producir͙ que todo lo de afuera es mejor, sobre todo si viene de tal transnacional o tiene tal marca que sale en la televisión͙  y nos hicieron desear comer la leche de Holanda, el salmón de Noruega, el chocolate suizo, el queso de Italia, el whisky de Escocia o el vino de Francia.  La Cola Cola llegó a sustituir el agua o el jugo en nuestros desayunos y almuerzos. El maíz que antes procesábamos en molinos comunales fue sustituido a partir de los años 60 por la harina pre-cocida de industrias Polar, hecha de maíz al que ya se le había extraído el germen, la fibra, el aceite.
Conocimos el agua embotellada, el pescado en lata, el jugo envasado en cartón y la bolsa plástica donde casi todo venía empaquetado. El envase plástico, el veneno químico, el transporte que emite CO2,  que nos hacían más fácil comer (todo dependía de cuánto dinero ganáramos), ensuciaron la tierra, las aguas, el aire y el cuerpo de quien consumía o trabajaba directamente con ellos.
La modernidad naturalizó que nuestro territorio y nuestras semillas son de otros; que lo fácil y rápido, ya empaquetado y procesado, es sinónimo de progreso; que es de status dejar que el campo trabaje y produzca lo que en la ciudad fácilmente compramos y consumimos. La modernidad hizo “normal”  ser consumidor o consumidora͙ y que el valor como persona (y las posibilidades para alimentarte) depende del dinero que tengas.
Sin tierras para sembrar, sin animales para cazar, sin ríos para pescar͙ sin sabias ni sabios que transmitieran sus saberes, nos hicieron dependientes del dinero para comer lo que otros producían. Tuvimos que asalariarnos, o convertirnos en jornaleros o pisatarios͙ trabajar individualmente para otros, a cambio de dinero para poder comer.

Con la revolución llegó la guerra… pero también el impulso para cambiar
La Revolución Bolivariana empezó a cambiar el sentido que estábamos dando a ese pasado, al presente y al futuro. El comandante Chávez desenmascaró a quienes traicionando al pueblo, fueron construyendo y enriqueciéndose con la dependencia (incluso alimentaria) y nos invitó a ser libres, a ser protagonistas de ese cambio.
En los últimos años, al hacer el imperialismo más duro el bloqueo, al bloquearnos el acceso a su modernidad, al enfrentarnos a la escasez programada y a la inflación inducida,  a un estado permanente de guerra económica y multiforme, volvimos la mirada hacia quienes migraron del campo a la ciudad y con ellas y ellos trajeron su memoria, sus guarapos, sus recetas, sus saberes y sabores. Estudiantes y docentes se re-encontraron con el conuquero y la conuquera, con la herencia indígena y afrodescendiente presente, con la luna para la siembra y las constelaciones para esperar la lluvia.
En nuestras parroquias se encuentran los conuqueros Rubén Laya y Huber Coronado  quienes comparten sus saberes como descendientes de indígenas Kuiva y Wayuú respectivamente, con las nuevas generaciones. El primero, reconocido como Maestro Pueblo por el INCES y Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, está ubicado en el sector Longaray de la parroquia El Valle, donde fundó la Escuela Agroecológica Mi Conuco 86; por su parte Cornado está ubicado en el sector la Bandera, y es especialista en plantas medicinales. En nuestros planteles educativos avanza en todos sus niveles el programa  Todas  la  Manos  a  la  Siembra  y  el  Conuco  escolar;  muchas  y  muchos  jóvenes  estudian agroecología,  gestión  ambiental  o  nutrición  en  la  Universidad  Bolivariana  de  Venezuela.  El  Centro Agroecológico Bolívar en Martí, ubicado en La Bandera, impulsa talleres formativos en agroecología y la campaña “Con amor y maíz salvamos la Patria”.
El impulso a la agricultura urbana y a la participación en proyectos socioproductivos agrícolas y pecuarios también ha alcanzado a los Consejos Comunales, Comunas y  nuevos urbanismos creados a través de la Misión Gran Vivienda Venezuela, donde se impulsa la agricultura urbana. En Ciudad Tiuna, por ejemplo, aunque no hay un ente que se encargue específicamente de esa tarea, las y los vecinos que saben o están interesados ubican ciertas áreas en los jardines, techos o ventanas y siembran y cosechan, hasta ahora, tomate, berenjena, quinchoncho, caraotas, moringa, plátano, cambur, tomate chery, llantén, cebollín, cilantro, orégano, menta, toronjil y guayaba.
Desde el Consejo Comunal Santo Domingo Savio (Coche), de acuerdo al Equipo 1 Comuna Forjando los sueños de Ezequiel Zamora (2018), se ha venido estudiando “la posibilidad de incorporar áreas verdes familiares como patios productivos para la siembra de cultivos de ciclo corto como cebollín, cilantro, lechuga, ají dulce, entre otros que contribuyan  a la economía familiar y tributen a las ferias de consumo comunal, así como a la producción de distintas semillas que utilizarían los agricultores de nuestra parroquia y de otras parroquias”. Igualmente identificaron Áreas con vocación agrícola en el territorio de la Comuna: áreas verdes en el eje de la planificación urbana de la Unidad vecinal Coronel Carlos Delgado Chalbaud, áreas verdes  en la Unidad Escolar Bolivariana Carlos Delgado Chalbaud y  la Escuela Técnica Industrial Robinsoniana Gregorio Mac Gregor.
En un Taller de ensemillamiento organizado por la UBCH y este Consejo Comunal en 2019, se identificó quiénes saben sembrar, qué planta tiene cada quién y qué semilla puede compartir con sus vecinas y vecinos para sembrar en sus casas, y qué factores han afectado las cosechas, proceso que continuará al finalizar la cuarentena social voluntaria por la pandemia mundial generada por el virus Covid-19.  
Con la Comuna Forjando los sueños de Ezequiel Zamora de la cual forma este Consejo Comunal,  empezamos en mayo de 2020 a identificar espacios para la siembra de maíz cariaco, criar gallinas ponedoras y conejos, en articulación con otras comunas y los entes del gobierno encargados de facilitar procesos de formación y dotación para concretar el sueño comer de lo que podamos producir.
La presión de la modernidad que llevó a muchos propietarios de viviendas en las veredas  la Urb. Carlos Delgado Chalbaud a convertir el jardín en estacionamiento y el patio en habitaciones extras, dejó sin áreas con potencialidad para la siembra o cría residencial de animales, para el abastecimiento y la producción local o familiar de frutas, aliños, plantas medicinales y crías de gallinas o conejos, pero actualmente están tratando de impulsarse  través de técnicas como las mesas productivas, siembra en masetas o botellas,  o pequeñas jaulas. Hoy la mayoría vive en apartamentos en nuestras parroquias, pero saben que en sus macetas y balcones pueden crecer aliños y plantas medicinales, y ya no sólo plantas ornamentales.
La guerra también logró que muchas y  muchos nos encontráramos y articuláramos para “entreayudarnos” - como dice el Maestro Simón Rodríguez- con otras y otros en la ciudad. Nos cuenta el Equipo 1 Comuna Forjando los sueños de Ezequiel Zamora (2018), En 2016 los Consejos Comunales Coronel Carlos Delgado Chalbaud, Residencias El Estanque, Fuerza Comunitaria Irsopin, La Floresta 2007, la Floresta de Coche, Los Cedros II y Altos Cedros organizan Ferias de Hortalizas con productos provenientes de Carache, edo. Trujillo, Portuguesa, Cojedes, y el Edo. Aragua a través del Plan Pueblo a Pueblo. Pueblo a Pueblo es un plan de producción distribución y consumo, que tiene como premisas la planificación y la organización social de la producción, el cual tiene 3 años impulsando y desarrollando diferentes actividades desde Mesa Arriba Municipio Carache - Trujillo hacia otros estados. Posee una carga histórica, política y social, porque se ubica en la Ruta Argimiro Gabaldón, luchador de los años 60 perteneciente al Frente Guerrillero de Liberación Nacional Simón Bolívar y comprende los estados Trujillo, Lara, Barinas, Portuguesa y Yaracuy, donde se encuentran los ejes de producción primaria, así también, los estados Vargas, Miranda, Distrito Capital, Yaracuy, Lara, Portuguesa, Barinas, Aragua, Trujillo, donde se encuentran las organizaciones populares, que realizan semanalmente los puntos de abastecimiento Comunales del plan.
Desde 2008, quienes ya producían se re-encontraron en diferentes actividades de Trueque en Caracas. En 2015 más de 180 familias se organizaron para traer desde la cooperativa Cecosesola del Estado Lara, alimentos para su consumo mensual, en una apuesta política por la distribución sin intermediarios que se hace mensualmente en los espacios del complejo cultural Tiuna El Fuerte, en el sector Longaray de la parroquia El Valle. 
En la feria conuquera que se realiza el primer sábado de cada mes en el parque Los Caobos, nos fuimos dotando de plantas, alimentos y recetas producidos agroecológicamente.
Hemos avanzado, seguimos avanzando, sabiendo que aún nos falta: caminar la tierra, re-conocer nuestro territorio, así como la función de cada uno de sus seres en la cadena que permite la reproducción de la vida y agradecerle a cada uno y a cada una lo que nos ha dado, con-movernos con sus maravillas, sentir la pertenencia, querer como espíritus y no como objetos, re-ordenar el territorio, reinventarnos nuestro modo de vida, criar de nuevo a la naturaleza y dejar que ella nos críe y nos siga alimentando.

Referencias
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Gallegos Mancera, Eduardo. (1986). Recuerdos sobre El Valle. En  El Valle y sus cercanías. Caracas: Ediciones de la Fundación para la Cultura y las Artes del Distrito Federal (fundarte) e INCE. Disponible: http://microhistoriacaracas.blogspot.com/2011/09/un-pequeno-testimonio-sobre-la-historia.html
Godoy, Irma. (2014). A leer a El Valle. Literatura y oralidad. Caracas: Ediciones UBV
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Rangel, Johann. (2018). Se fortalece la organización vecinal en la parroquia de El Valle. Portal Vivienda en red. Disponible https://viviendaenred.net/inicio/index.php/venezuela/12358-2018-09-07-17-43-52
Rivas-Rivas, Saul. (2020). Recomendaciones a los Clap: Sembrar  esperanza y vida en tiempos del corona-Trump. Dirección General de Educación Intercultural del Ministerio del Poder Popular para la Educación y el Instituto Nacional de Idiomas Indígenas. Los Teques.
Sanoja Obediente, Mario. (1997). Los hombres de la yuca y el maíz. Colección Estudios, serie antropología. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.
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