Máximo Rojas. Arquitecto. Docente investigador de la FEVP. Correo electrónico: max.rch33@gmail.com
¿Es la política de sustitución de importaciones socialista? La respuesta podría estar en la práctica del capitalismo de Estado, en el entendido de que podría servir para las minorías opulentes -la burguesía-, o bien estar al servicio de las mayorías -todo el pueblo-; en el caso de China cuando el Partido Comunista asume la conducción del pueblo chino se puso en práctica la política de la nueva democracia contenida en el documento de Mao Tse-Tung de 1940 (lectura recomendable). En los primeros pasos se confiscó y entregó al Estado nada más que la propiedad de la gran burguesía monopolista, que había sido el pilar del imperialismo en el país. La parte principal de las empresas de la burguesía nacional fue convertida en empresas mixtas, que se van transformando paulatinamente en empresas socialistas. El documento de Mao divide la revolución dirigida por el partido comunista chino en dos etapas históricas, la primera es la revolución de la nueva democracia, y la segunda es la instauración del socialismo. Lenín explica (cuestiones de la organización de la economía nacional):
Teóricamente, no cabe duda que entre el capitalismo y el comunismo existe cierto período de transición. Este período no puede dejar de reunir los rasgos o las propiedades de ambas formaciones de la economía social, no puede menos de ser un período de lucha entre capitalismo agonizante y el comunismo naciente, en otras palabras, entre el capitalismo vencido pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero muy débil aún.
Ya Gramsci lo repetiría con su léxico revolucionario en otros términos.
En los países que avanzaron y avanzan en el socialismo, no se habla de sustitución de importaciones, se habla de industrialización, condición SINE QUA NON para construir el socialismo.
El Comandante Fidel Castro en su informe a la VII Cumbre de los Países No Alineados "La crisis económica y social del mundo", título con que se edita dicho documento por la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado (La Habana, 1983), en la página 139, nos dice:
Con posteridad, el capital extranjero se orientó, con preferencia en América Latina, a beneficiarse de los mercados nacionales protegidos, en el contexto de políticas de sustitución de importaciones e impulso a la industria nacional, que se pusieron en marcha en la década de 1930 y con mayor rigor después de la Segunda Guerra Mundial. Se apropian de las industrias y mercados protegidos y adquieren bases industriales internas, aunque la orientación fundamental era producir para el mercado interno para así captar los beneficios de las políticas de protección.
La política de sustitución de importaciones, se trata entonces, de una práctica montada sobre un "discurso nacionalista" que facilita a las empresas transnacionales y de paso a la burguesía de cada uno de nuestros países, a enriquecerse con una pantomima sobre la industrialización. Ante esta pantomima hubo resistencias, el nacionalismo salió a dar la cara contra la manipulación de las transnacionales y de las burguesías parasitarias, pero el nacionalismo entendido a la manera de Briceño Iragorry: "El nacionalismo no es una categoría opuesta al internacionalismo, sino al imperialismo". En el caso de América Latina, muchos gobiernos -nacionalistas diría yo- entre las décadas de los 30 y los 50 como México, Brasil, Argentina y Venezuela, trataron de aplicar la industrialización aplicando la sustitución de importaciones y el que caminó más lejos fue el gobierno de Juan Domingo Perón, que durante su primer mandato, años 1946-1955, conmovió al país con las nacionalizaciones de los ferrocarriles, los teléfonos, el gas, entre otras más; le dio impulso a la industria automotriz convirtiendo a la Argentina en pionera en esta materia en América Latina; se montó un reactor atómico experimental y de investigación; los astilleros y las industrias básicas tomaron un inusitado impulso; apareció la fábrica de aviones y otros armamentos y ¡cuidado no! la oposición amparada por Gran Bretaña y los EEUU lograron ahogar al bebe en la cuna y deponer semejante nacionalismo que hasta de fascista fue acusado. En el año 55 juan Domingo Perón llegaba a Venezuela como exiliado, un país donde se practicaba algo semejante en cuanto a construcción e instalación de industrias dentro de un concepto de sustitución de importaciones completamente distinto a lo que se aplicó después de 1958. Los historiadores tienen aquí un aspecto que todavía no ha sido bien analizado, y en espera de una objetiva evaluación, un objetivo balance.
En cuanto el momento que estamos transitando, es de considerar, que si produjésemos todo lo que comemos, tendríamos una gran sustitución de importaciones; igualmente con la producción del acero para construir nuestros ferrocarriles (vías y material rodante), nuestras fábricas de cemento, entre otras muchísimas cosas materia intensiva de discusión para después de la cuarentena). Construir una petroquímica sólida, poderosa capaz de permitirnos edificar a la Venezuela que dentro de cincuenta años, con un porcentaje del 20% de crecimiento intercensal de la población, tendrá estimadamente ochenta millones (80.000.000) de habitantes; esto traducido en viviendas nos indica que tenemos que construir un promedio de 220.000 viviendas por año, más las requeridas por saneamiento de la marginalidad urbana, aceptemos otras cien mil unidades más por año, hasta saldar una de las deudas sociales heredades del capitalismo y por esta razón es imperativo atender el documento del Comandante Fidel Castro ya citado:
La industrialización es un proceso decisivo para el desarrollo del Tercer Mundo,; una necesidad que nadie se atrevería a negar, aún cuando existan opiniones diversas al intentar establecer sus características específicas, mecanismos y plazos para cada país. Pero no cabe duda a que la industrialización del Tercer Mundo equivale, en términos estratégicos, a sentar la principal base material y tecnológica para acceder al desarrollo. El esquema clásico que postula la agricultura y los productos primarios como adecuada especialización para los países subdesarrollados, y deja la producción industrial en manos de los países desarrollados, no hace más que intentar eternizar un patrón irracional, desigual e injusto que rechazan con firmeza nuestros países.
El documento citado del Comandante Fidel está vigente a pesar de tener ya 37 años. Nuestro Comandante Hugo Chávez nos legó un hermoso horizonte, hagámoslo nuestro construyendo el socialismo, conscientes de que para lograrlo tendremos que empeñarnos por sobre todas las dificultades ¡Tenemos con que!
No se donde leí que la planificación es un proceso social y que la utopía podía ser "pura" o ser "concreta" y por supuesto la "utopía estratégica"; pues no, la planificación es socialista, y el socialismo es independencia. "La utopía, los sueños son fruto de esta falta de independencia, de esta debilidad. lo sueños son lo que el destino depara a los débiles". ¡Ayuda Lenin a razonar!
El investigador y militante revolucionario Máximo Rojas pone el acento en un aspecto fundamental para garantizar que el socialismo no sea una quimera sino una realidad sólida: la industrialización. La experiencia en América Latina nos indica que ese es el reto cardinal de cualquier nación que quiera alcanzar la prosperidad y la soberanía. Y ese es el blanco principal: 1) de los enemigos externos; quienes toleran con gusto los discursos radicales siempre y cuando no vengan acompañados de obras reales en el marco de la industrialización; y 2) de sus cómplices internos - sean del color que sean- que obtienen sus ganancias y sus comisiones de la importación indiscriminada de todo aquello que nosotros podemos producir con un poco de apoyo y creatividad. Hoy vemos en pleno desarrollo, que la ventaja en términos estratégicos la tienen las naciones que como China, Rusia e Irán han asumido compromisos con la industrialización y la modernización como bases de su soberanía. De eso nos habla Máximo Rojas, con la angustia de haber luchado toda su vida por la construcción de una nación independiente ; y con la esperanza de que su mensaje llegue esta vez a nuestro pueblo creador y a quienes dirigen la economía nacional. Esperamos que no le toque repetir el título de uno de los libros de Mario Briceño Iragorry: "Mensaje sin destino". De que oigamos voces de alerta como la del maestro Máximo Rojas depende, no solo el porvenir de la Revolución Bolivariana, sino el futuro de la Nación venezolana.
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