Volver a Villanueva (Lección 04): Reversibilidad del valor urbano de la arquitectura y del valor arquitectónico del urbanismo. Abner Colmenares.
Abner Colmenares. Arquitecto. Profesor y ex-decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela.
Tomado del sitio: https://arqueoarquitectural.blogspot.com/
Este ensayo se origina en el texto nuestro del sub-capítulo “Arquitectura como ciudad - Ciudad como arquitectura”, del Capítulo 2, “Ideas de Villanueva acerca de la arquitectura”, contenidas en la publicación, Colmenares, Abner J. (2003), Los ideales de Carlos Raúl Villanueva: de las bellas artes al minimalismo, Caracas, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central de Venezuela.
Creo que el arquitecto debe ser un humanista. Su visión debe ser global, universal y por lo tanto local. En efecto, nadie podrá entender lo accidental sin antes haber descubierto los grandes rasgos de lo esencial. Deduzco, por consiguiente, la reversibilidad del valor urbano de la arquitectura y del valor arquitectónico del urbanismo. Ambos representan aspectos opuestos de una sola entidad. Considero al arquitecto como máximo responsable y único director del proceso urbanístico, desde la obra aislada hasta la obra colectiva de la comunidad. Villanueva, 1962. (1)
Carlos Raúl Villanueva dedujo “la reversibilidad del valor urbano de la arquitectura y del valor arquitectónico del urbanismo”, según nuestra interpretación, a partir de su profundo conocimiento sobre las ideas que fraguaron la modernidad(2). Entre estas destacaron la visión optimista del progreso civilizatorio y la noción humanista de ciudad moderna. Tales ideas formaban parte de los imaginarios establecidos por la burguesía industrial ‒mundial y localmente‒, para alcanzar los grandes objetivos imperantes del modelo de desarrollo económico capitalista. En el contexto intelectual del “espíritu de los tiempos”(3) modernos, pensamos que Villanueva abordó tanto la arquitectura como el urbanismo, desde la racionalidad operativa del proyecto arquitectónico. Tal lógica cartesiana procedimental va a encontrar en la idea de reversibilidad ‒entre la arquitectura como ciudad y la ciudad como arquitectura‒, una de las lecciones más importantes que ha legado el maestro Villanueva(4). Reversibilidad entendida como “aspectos opuestos de una sola entidad”, que requieren el desarrollo de una capacidad creativa, dialéctica, para pensar la ciudad como una totalidad, integrada por arquitecturas, las cuales, a su vez, deben contribuir a la conformación del conjunto urbano; es decir, de pensar y diseñar la ciudad, en un sentido y en el contrario, de ir de la totalidad urbana a las partes arquitectónicas y viceversa(5).Villanueva concibe la relación arquitectura-ciudad en términos similares a otros intelectuales humanista, tanto del renacimiento(6) como de la modernidad(7), teniendo al hombre como centro de su actividad creativa. Por lo cual, la ciudad se asume en su condición cívica y la arquitectura en su circunstancia urbana, como referencia a la inevitable reversibilidad operativa de lo particular a lo general y de lo local a lo universal. Como afirman los arquitectos P. Villanueva y M. Pintó, “El urbanismo y la arquitectura fueron siempre para Villanueva el anverso y el reverso de la misma moneda”(8). De esta manera los límites entre arquitectura y ciudad quedan disueltos: cada edificación debe contribuir a la definición de la condición urbana y cada sector urbano debe contribuir a la dilucidación del hecho arquitectónico. Consideramos que tal bi-direccionalidad arquitectura-ciudad, en Villanueva, está arraigada en tres raíces: la formación académica en la Escuela de Bellas Artes; los estudios racionalistas de la nueva ciencia del urbanismo, y el conocimiento sobre la sistematización de la arquitectura funcionalista, elaborada por los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna.
En primer lugar asumimos, que la formación en la Escuela de Bellas Artes de París dejó una huella profunda en Villanueva, la cual se concretó, entre otras enseñanzas adquiridas, en el cuestionamiento crítico a las reglas del academicismo clasicista. Desarrollando el método de la experimentación rigurosa, permitiéndose una gran libertad para la determinación de la forma y del espacio arquitectónico, tal como se originó en la práctica del eclecticismo historicista(9), de las primeras décadas del Siglo XIX. En consecuencia, Villanueva definió un método de proyectación arquitectónica basado en el ensayo, abierto a la exploración, pero riguroso. Entendido como proceso razonado de experimentación, que se inicia con la comprensión de la totalidad del conjunto (en particular en la relación de la edificación con la ciudad) y se concreta en la composición cuidadosa de las partes arquitectónicas, con énfasis en la definición del espacio interior. Otra lección aprendida en la Escuela de Bellas Artes ‒que son relevantes para entender a Villanueva‒, la podemos encontrar en los principios académicos que definieron la arquitectura como una triada de valores interrelacionados ‒Comodidad, Permanencia y Belleza‒, que tiene su origen en las teorías de Vitrubio, en la época del Imperio Romano.(10) Por esto re-afirmamos que el maestro abordó la arquitectura como proceso de búsqueda, de experimentación, a partir del equilibrio, o la contradicción, entre la rigurosidad del pensamiento académico y la libertad de elecciones propias del eclecticismo.
En segundo lugar, además de su formación en la Escuela de Bellas Artes, Villanueva cursó estudios urbanos por siete meses en el Instituto de Urbanismo de la Universidad de París entre 1937 y 1938. Los recién fundados estudios de urbanismo ‒propios de las ideas progresistas imperantes en las ciudades europeas de entreguerras‒, planteaban un objeto de estudio doble: el análisis de la ciudad industrial desde las problemáticas sociales, económicas, políticas, de salubridad e higiene, y la aplicación de métodos científicos para el ordenamiento de los procesos de expansión y renovación de la ciudad burguesa. El urbanismo moderno se diferenciaba del urbanismo académico por su condición operativa integral, científica, que buscaba la eficiencia y productiva de la ciudad industrial. Mientras que los métodos operativos de la ciudad tradicional, estaban más ocupados por los valores escenográficos y simbólicos, heredados, primero del Manierismo, y posteriormente del Barroco. El urbanismo, que estudió Villanueva en París, planteaba la comprensión socio-económica de los procesos de urbanización y la aplicación de técnicas de ordenamiento urbanístico, fundadas científicamente, para fomentar el desarrollo de la ciudad moderna como espacio para la reproducción social del capital.(11) Villanueva consideraba que sus estudios de urbanismo fueron fundamentales para completar su formación profesional, tal como expresó en una entrevista, donde comenta la relación arquitectura-ciudad:
Entonces pensaba lo mismo que pienso hoy, respecto a esto: arquitectura y urbanismo son dos materias inseparables, que forman una unidad... Necesitaba aquellos conocimientos de urbanismo para poder ejercer ampliamente mi profesión… Una ciudad no es obra de una generación, sino de la acumulación de obras de varias épocas y períodos. Villanueva, 1974.(12)
En tercer lugar, luego de Segunda Guerra Mundial, mientras que el urbanismo europeo se concretaba en la reconstrucción de las ciudades destruidas y la construcción de nuevos barrios residenciales o industriales en las periferias de las grandes ciudades, los arquitectos modernos asumen el debate para definir cuál es papel de la arquitectura en la conformación de la ciudad moderna. En este contexto, de novedades y cambios civilizatorios, el arquitecto franco-suizo Le Corbusier y el historiador checoslovaco Sigfried Giedion crearon en 1928, los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), con el objetivo de contribuir desde la disciplina arquitectónica en los problemas operativos y teóricos de la arquitectura y el urbanismo, con lo cual estaban apuntalando implícitamente el avance de la sociedad capitalista eurocéntrica.(13) El urbanismo originado por los CIAM se caracterizó por su doble concepción operativa: racionalista y funcionalista, como respuesta cónsona a los problemas urbanos derivados del desarrollo de la sociedad industrial. Así mismo, promovió el estudio de los temas de la ciudad moderna(14), desde la zonificación para optimizar la producción industrial; la tipología de vivienda para las masas y sus estándares mínimos de habitabilidad; y la distribución racional de los bloques de viviendas para su óptimo asoleamiento y ventilación. Villanueva derivó de los CIAM, según nuestra interpretación, su interés por la condición determinista que asumió la arquitectura y el urbanismo moderno. Tal vez por esta razón Villanueva afirmaba que:
El urbanismo contemporáneo es una disciplina que tiene como principal objeto la creación del medio social y biológico más cónsono para lograr el bienestar físico y espiritual del hombre. Trabajo moral y ético, más bien que uno de pura forma. El urbanista debe crear un sistema que logre adelantar la civilización: debe cuidar especialmente el esqueleto, es decir, la estructura que alberga y protege a la comunidad urbana, debe utilizar un sistema libre, flexible y orgánico que traduzca tanto lo humano como lo social. Hay que recalcar que el urbanismo de hoy, como la misma arquitectura, se basa sobre un ideal social, y no formal. Villanueva, 1974
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Plano de conjunto de la Unidad Habitacional 2 de Diciembre (ahora Urbanización 23 de enero) Proyecto Carlos Raúl Villanueva . |
En conclusión, debido a su amplísimo bagaje cultural y profesional, además de su avidez por mantenerse al día en los avances de la arquitectura y el urbanismo eurocéntrico, Villanueva pudo promover, con autoridad y conocimiento, a lo largo de su carrera profesional y docente, la noción que el diseño arquitectónico moderno no se puede plantear aislado del urbanismo. Como consecuencia, el arquitecto debía superar tanto los esquemas obsoletos de tipo académico, centrados en la estética historicista de los objetos arquitectónicos, como en los planteamientos reduccionistas, de tipo funcionalista de la modernidad, ajustados a la “estética de la maquina” y participar activamente en el diseño de una arquitectura generada en toda su complejidad humana, en la cual la ciudad es el dato de partida, el “punto cero de origen” del proyecto. Esta cita ayuda a comprender sus ideas:
El aspecto dramático de conflicto entre el anhelo purificado de la voluntad arquitectural y las férreas necesidades impuestas por la enajenación humana actual no exime de participar en la lucha por un nuevo urbanismo. Villanueva, 1965.
La idea de ciudad moderna que se materializa en la obra de Villanueva es algo más que la simple fusión de las ideas de Escuela de Bellas Artes y del urbanismo francés con las ideas de los CIAM. Es una noción híbrida, compleja. Él mismo está consciente del laberinto del urbanismo moderno cuando insta al cuestionamiento de las ideas del CIAM por una práctica más racional, pero con contenido social, y preocupación por los significados y códigos culturales:
La descomposición del fenómeno urbano en una gran gama de funciones (a partir de las cuatro famosas del CIAM; habitar, trabajar, circular, cultivar el cuerpo y el espíritu), que permanecen como separadas, aisladas sin conexión entre ellas, con un arreglo coherente a una manera de ver y analizar las cosas, también esquemática, que fue una de las características del urbanismo de esa época y que todavía se aplica en las oficinas burocráticas y se enseña en muchas escuelas y universidades. A semejante concepción es necesario contraponer una visión más amplia, más aglutinante de esas funciones. Una visión que abarque todas las posibles relaciones entre las partes preservando, dentro de la necesaria complejidad, los valores tangibles por ellas reducidas. (...) Por eso insisto, hay que volver a comenzar, aceptando íntegra y honestamente el fenómeno urbano como definitivo y local.(15) Villanueva, 1965.
La complejidad del problema urbano y su relación con la arquitectura, entretejida en la idea de reversibilidad entre arquitectura y ciudad, fue plasmada plenamente en las propuestas de ordenamiento urbanístico que Villanueva proyectó para el Banco Obrero entre 1941 y 1960, como parte de las políticas públicas para la ingente tarea de “erradicación del rancho”(16). En particular, la idea de reversibilidad es muy evidente en el exitoso proyecto de Villanueva para la reurbanización de El Silencio entre los años 1942-1945.(17) Posteriormente, Villanueva participó en unos 24 proyectos de conjuntos habitacionales, aproximadamente(18), como proyectista, jefe de equipo y arquitecto consultor. El profesor Posani sostiene que es muy difícil dilucidar hasta qué punto es posible determinar el impacto directo de Villanueva en el desarrollo de la tipología de la vivienda popular en los proyectos ejecutados por el Banco Obrero. Experiencia, que según Posani, “no fue en ese aspecto donde logró los resultados más interesantes”(19). Lo que sí es cierto es que, en las obras donde está plenamente comprobada la participación directa de Villanueva en el desarrollo del proyecto, se puede evidenciar el impacto de las ideas del maestro sobre la reversibilidad de la arquitectura y el urbanismo, tal como se puede observar en el proyecto de la Unidad Habitacional 2 de Diciembre(20). Proyecto urbanístico que se estructura siguiendo los postulados fundamentales de la planificación urbana moderna: Ordenando las cuatro funciones primarias de la ciudad: habitar, trabajar, recrearse y circular, con los tipos edilicios, propuestos en la Grilla CIAM(21), para la vivienda colectiva: desde el super-bloque en gran altura (La unidad de habitación ideada por Le Corbusier), los bloques horizontales de baja altura y alta densidad, hasta las casas aisladas, acompañando la vivienda con los equipamientos urbanos mínimos.(22) Además se aplican los criterios de estandarización de los espacios vitales de las viviendas y de los componentes constructivos y el uso del concreto vaciado en sitio como material constructivo dominante.
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Caracas
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La obra urbanística-arquitectónica de Villanueva, incluyendo su obra cumbre y más representativa, la Ciudad Universitaria de Caracas (1944-1970), demuestra como la búsqueda de la condición de reversibilidad ‒de la arquitectura como ciudad y de la ciudad como arquitectura‒ son nociones que pueden ayudar a generar obras de arquitectura con gran valor urbanístico, y viceversa. En las cuales, citando al maestro, “el arquitecto es el máximo responsable y único director (…) desde la obra aislada hasta la obra colectiva de la comunidad.”
Abner J. Colmenares
Ex-decano FAU-UCV / AICA / 26-06-2020.
anrcol@gmail.com /@abnerCCS
anrcol@gmail.com /@abnerCCS
(1) 1980:79-80.
(2) De hecho Villanueva se convirtió en el arquitecto que pudo introducir al país, con sus obras y escritos, la idea de modernidad en la arquitectura, contribuyendo al desarrollo de la profesión como una actividad liberal, en la cual predomina el ejercicio del oficio, para cuya práctica se requiere un título académico y el reconocimiento del Estado. A diferencia de la gran mayoría de arquitectos venezolanos que se educaron en Europa o en los Estados Unidos de América bajo el canon modernista ‒quienes al regresar al país abrieron empresas para el ejercicio lucrativo de la profesión‒, el joven Villanueva prefirió trabajar como servidor público, asumiendo empleos o asesorías para el Estado. En consecuencia, sus actuaciones estuvieron orientadas hacia la valorización de la arquitectura y la ciudad, como hechos sociales “por excelencia” y como factores determinantes para el progreso y transformación de un país rural, aletargado económica y culturalmente, a un país urbano, moderno, signado por la idea de progreso eurocéntrica. Es importante precisar que Carlos Raúl Villanueva, se mantuvo alejado de los debates intelectuales sobre las causas y consecuencias de la modernidad burguesa, creada por el sistema capitalista, esto se evidencia en su silencio ante los grandes conflictos y contradicciones sociales que consolidaron el mundo moderno y que convirtieron a Venezuela en una región periférica, cuyo papel en la economía mundial fue reducido a una situación de dependencia, limitado a suministrar materias primas a muy bajos precios, en particular petróleo y hierro, entre otros recursos naturales. En esta actitud de silencio pudo coincidir con sus colegas arquitectos venezolanos, quienes también prefirieron asumir el rol de actores técnicos, y no el rol de profesionales comprometidos con las causas sociales, distanciándose de problemas objetivos, como el rápido crecimiento poblacional en las ciudades, ocasionado por la migración rural, y la aparición de barrios de ranchos autoconstruidos sin servicios, entre otros temas de las inequidades sociales que empezaban a marcar el ritmo de la realidad venezolana. Tal vez debido a las restricciones en la libertad de expresión existentes durante gran parte de su trayectoria profesional, Villanueva fue evasivo sobre temas como pobreza, justica social o segregación, limitándose a comentarios muy generales en los escasos momentos que fue increpado en alguna entrevista a tratar tales temas.
(3) La noción de “espíritu de los tiempos”, de origen alemán, derivada de la palabra Zeitgeist ‒espíritu de la época‒, y puesta en circulación por Hegel, entre otros filósofos idealistas, denota la concepción del mundo, tal como se expresa en el “espíritu” o carácter de un determinado pueblo, como consecuencia de las estructuras económicas y de poder imperantes. El Zeitgeist “representa un momento fundamental en el proceso de la historia” y se manifiesta en el clima intelectual, en un lugar y tiempo determinado. Ver José Ferrater Mora-J (1979), Diccionario de filosofía, Madrid: Alianza Editorial, páginas 1013-1014
(4) Considero que Villanueva con esta idea de “reversibilidad entre la arquitectura como ciudad y la ciudad como arquitectura”, desarrollada por él desde que proyectó la reurbanización de El Silencio en la década de los 40, anticipa algunas de las ideas elaboradas colectivamente veinte años más adelante por los arquitectos italianos de la denominada Tendenza, entre las que destacan: la relación inseparable e innegable, entre arquitectura y ciudad; la complejidad de los hechos arquitectónicos y urbanos y la inevitabilidad de la historia y la tradición para la garantizar la continuidad cultural. Arquitectos como Saverio Muratori, Ernesto Nathan Rogers, Giorgio Grassi, Vittorio Gregotti, Carlo Aymonino y Aldo Rossi, en su afán para preservar la ciudad tradicional, se oponen a las teorías del funcionalismo y la preponderancia de los objetos arquitectónicos sobre los hechos urbanos, promovidas por la arquitectura moderna. Rossi formalizó las ideas de La Tendenza en su texto seminal La Arquitectura de la Ciudad de 1966.
(5) El pensamiento reversible es la capacidad cognitiva que tienen las personas de razonar de forma bidireccional, es decir, en un sentido y en el contrario. Gracias a la reversibilidad del pensamiento podemos racionalizar los problemas o situaciones de una manera más dialéctica, tratando los temas desde la totalidad hasta las partes integrantes y viceversa. El epistemólogo y biólogo suizo Jean Piaget desarrolló la idea de pensamiento reversible, como parte de su investigación sobre el desarrollo de la psicología evolutiva y los procesos cognitivos humanos. Ver por ejemplo Jean Piaget (1968) Psicología de la inteligencia, Buenos Aires: Proteo y Jean Piaget (1991) Seis estudios de psicología, Barcelona: Labor.
(6) Ver por ejemplo la concepción cívica de la ciudad ideal del renacimiento como respuesta a los conceptos sobre la sociedad y el individuo, en los tratados De Re Aedificatoria (hacia 1450) de León Batista Alberti o L´idea dellÁrquittetura, 1615 de Vicenzo Scamozzi.
(7) Ver por ejemplo las críticas a la ciudad industrial y la vulnerabilidad del hombre moderno, en particular de la situación de la clase obrera, originadas en la escuela alemana de sociología urbana. Entre las que destacan las ideas humanista de Georg Simmel sobre la relación de la personalidad del individuo y la vida metropolitana y su impacto en la cultura del consumo y la psicología de lo urbano, que se puede consultar en el ensayo de Simmel, G. (1978 [1903]) Las Grandes ciudades y la vida intelectual, en Discusión, teorías sobre los sistemas sociales (Barcelona: Barral Editores), pp. 11-24.
(8) Villanueva, Paulina y Maciá Pintó (2000) Carlos Raúl Villanueva, Madrid: Tanais Ediciones y Alfadil Ediciones
(9) El eclecticismo historicista surgió en la primera mitad del Siglo XIX, como oposición a las rígidas normas del Neoclasicismo, impuesto por la Academia de Bellas Artes de París, desde el siglo XVIII. El eclecticismo promovió una mayor creatividad y libertad para la determinación formal, a pesar de su limitado apego a las formas del pasado.
(10) En una conferencia de 1963, Villanueva hace referencia a la triada vitrubiana en los siguientes términos: “La arquitectura debe primeramente servir, es decir, llenar la función y la comodidad. Segundo, debe también permanecer: para este fin buscamos entonces la solidez por las leyes de estabilidad de estructura y con ayuda de la técnica. Y para terminar, debe agradar, es decir, la forma y la plástica también deben tomarse muy en cuenta al realizar obras grandes o pequeñas.” Es por esto que pensamos, que la comodidad, la asume como la valoración del programa que define los cometidos y características funcionales de la edificación; la permanencia, la entiende como la relación entre la solidez material, la economía de recursos y los materiales y técnicas de construcción; y la belleza, la concibe como la manifestación estética del carácter y significación de la forma y espacio arquitectónico. Este discurso lo desarrolló Villanueva en una conferencia dictada en 1963, titulada “La arquitectura, sus razones de ser, las líneas de su desarrollo”, publicada en la revista Punto, N° 46, junio 1972, pp. 179-183.
(11) Los novedosos estudios de urbanismo emergen como disciplina técnica, rigurosamente científica, en oposición a la arquitectura académica, disciplina que aún se consideraba como una de las Bellas Artes, con una carga alta de subjetividad, al estar dominada por problemas estéticos y de estilos, dejando en segundo plano los problemas técnicos. El urbanismo moderno se planteó como principal objetivo apuntalar la creación de la ciudad industrial como el dispositivo social más cónsono para lograr la más alta productividad económica, sin descuidar el bienestar físico y espiritual del hombre, lo cual podía aumentar la productividad del obrero y consecuentemente las ganancias. El urbanismo de la modernidad, como la misma arquitectura, se basó en la creación de las mejores condiciones espaciales para el desarrollo de la actividad industrial, en particular: localización óptima de las áreas industriales, creación de las redes de transporte para movilizar materias primas, mercancías y mano de obra, dotación de viviendas higiénicas y ventiladas para disponer de una clase trabajadora y dotación mínima de los servicios públicos requeridos. Así mismo, el urbanismo emergente moderno, introduce la producción de un nuevo espacio social para las nuevas clases sociales dominantes ‒burguesía industrial, funcionarios públicos y elites de técnicos e intelectuales de las profesiones liberales‒ distinto al de las élites de la iglesia o los nobles. Espacio social inédito integrado por zonas residenciales ‒separadas de los barrios obreros‒, equipamientos culturales, zonas comerciales para el consumo, espacios públicos y parques.
(12) Entrevista titulada “El hombre y su mundo secreto. Carlos Raúl Villanueva: Modelador de Venezuela”, del año 1974, disponible en sitio web www.fundacionvillanueva.org/base/ventana.php?origen=Array[origen]&ubicacion=C-IV-2&palabra_clave=&q=&url=CIV2j.htm
(13) Los debates y publicaciones elaboradas en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) se van a destacar principalmente por la promoción de una arquitectura denominada “funcionalista”, que se fundamenta en: el empleo de los nuevos materiales y técnicas masivas de construcción; la estandarización de los componentes constructivos y de los espacios para las actividades modernas; los requerimientos de viviendas y equipamientos para las masas y los nuevos tipos edilicios (fábricas, edificios para el comercio y oficinas, bancos, estaciones de ferrocarriles, espacios para el entreteniendo y el ocio colectivo, etc.). La arquitectura “funcionalista” promueve la organización y separación de las principales actividades humanas, consideradas como funciones: trabajo, vivienda, transporte y ocio. Para esto el espacio, urbano o arquitectónico, entendido como “arte social”, se debe organizar y diferenciar de acuerdo a cada función. Mediante la realización de conferencias, publicaciones y 11 congresos internacionales, los CIAM se convirtieron durante 3 décadas en el laboratorio de ideas de la Arquitectura Moderna, hasta el año de su disolución en 1959. Además van a tener una influencia determinante en la definición de los principios teóricos y métodos proyectuales de la Arquitectura Moderna; promoviendo la superación de los esquemas obsoletos e inadecuados del proyecto arquitectónico y el diseño urbano imperantes, de tipo académico e historicista; y considerando la arquitectura como una herramienta económica y política.
(14) Para una revisión de las ideas y propuestas modélicas de la arquitectura desarrolladas en los congresos internacionales de la arquitectura moderna, consultar a Aymonino, Carlo (1973 [1971]) La Vivienda racional. Ponencias de los Congresos CIAM 1929-1930, Barcelona; Gustavo Gili. Leonardo Benévolo (1987 [1960]). Historia de la Arquitectura Moderna. Barcelona: Gustavo Gili. Así mismo, para conocer la “La Carta de Atenas” consultar el libro de José Luis Sert (1942). Can our cities survive? An ABC of Urban Problems, Their Analysis, Their Solutions, Cambridge:Harvard University Press
(15) Villanueva, 1980 [1965]:16.
(16) Los aciertos y desaciertos de este programa nacional de vivienda requieren de un análisis detallado y profundo, que se escapa al tema central de este ensayo. Esto se debe a las problemáticas de orden social y político que subyacen en un plan que pretendía erradicar, es decir eliminar los barrios populares y obligar a los habitantes de los ranchos a vivir en edificaciones que les cambiarían radicalmente sus modos de habitar. Para una aproximación a esta problemática recomendamos leer el ensayo del profesor Juan Pedro Posani titulado “Carlos Raúl Villanueva” en Caracas a través de su arquitectura, escrito junto con Graziano Gasparini y publicado en 1969, Caracas: Ediciones Fina Gómez, páginas 365-379.
(17) La reurbanización de El Silencio fue un proyecto pionero de la renovación urbana no solo en Venezuela, sino también en Latinoamérica. Fue la primera gran obra pública, a la escala de la ciudad, desde la época de las grandes obras de Guzmán Blanco para Caracas. Se hizo en un sector degradado e insalubre, en pleno centro urbano, al oeste de la cuadricula fundacional, conocido como barrio El Tartagal, llamado también, El silencio. La propuesta de Villanueva plantea un conjunto urbano en un lugar estratégico de confluencia de dos flujos mayores de tránsito de la ciudad (la vía que conduce al oeste ‒conectando con la autopista hacia el litoral central, el puerto y el aeropuerto internacional del país‒ y la vía que conecta el centro con el este de la ciudad). Para lo cual diseñó un parcelario en damero, conformado por siete bloques de viviendas, de 4 pisos de altura, alineados con la calle, creando un plano vertical contínuo, que ordena el espacio urbano, y producen la continuidad de la trama reticular de la ciudad. El corazón del conjunto es una hermosa y amplia plaza con esculturas y fuentes, como gran espacio público, que está delimitado por una larga edificación que tiene 7 pisos, para contribuir con su presencia volumétrica a definir el espacio público principal. El conjunto integra la vivienda con otras actividades superpuestas o yuxtapuestas: comercios, oficinas, recreación, juegos de niños, espacio para grandes concentraciones públicas y lugar de paso vehicular a escala de la ciudad. Las edificaciones siguen la tipología de bloques de viviendas de baja altura, cuyo frente urbano tiene a nivel de la calle comercios y hacia el interior de la manzana dejan espacios internos ajardinados de uso colectivo semiprivado. Ver De Sola Ricardo, Ricardo (1967) La Reurbanización de El Silencio, 1942-1945. Caracas: Inavi. El ingiero De Sola fue actor fundamental y testigo de excepción en la construcción de esta obra.
(18) En este vasto plan de vivienda popular, contó con la colaboración de un importante grupo de arquitectos venezolanos, entre los cuales destacan: Guido Bermúdez, José Hoffmann, José Manuel Mijares, Leopoldo Martínez Olavarria, Carlos Celis Cepero y Carlos Brando, quienes trabajaron en el desarrollo de los proyectos siguiendo las orientaciones de Villanueva.
(19) Posani, Juan Pedro (1969), óp. cit., página 376.
(20) A la caída del dictador Pérez Jiménez, en 1958, el urbanismo fue posteriormente denominado como Urbanización 23 de Enero. Este proyecto forma parte de los planes del dictador Marcos Peréz Jiménez para la "Erradicación del rancho", programa de vivienda que origino la reubicación de varios barrios de ocupación espontanea, construidos por migrantes rurales obligados a resolver su problema de vivienda, mediante la construcción de ranchos. Este tema social de poblaciones migrantes que son obligadas a habitar en edificios de alta densidad en altura nunca fue tratado por Villanueva.
(21) La Grilla CIAM, fue un instrumento analítico creado por el grupo Ascoral (Asamblea de Constructores para la Renovación Arquitectónica) grupo que había sido fundado en 1942 por Le Corbusier. La Grilla fue presentada en Bérgamo en 1949, con el objetivo de comparar los diversos temas y diseños discutidos en los congresos del CIAM. Se elaboró como síntesis operativa de las ideas expuestas en la Carta de Atenas. Las cuatro funciones se diferenciaron por colores y números: 1) Vivienda (verde), 2) Trabajo (rojo) 3) Cultivar el cuerpo y la mente (amarillo) y 4) Circulación (azul). El propósito de la Grilla CIAM fue simplificar el análisis y la comprensión de la planificación urbana en términos de la Carta de Atenas elaborada en 1933. También fue el precedente para futuras presentaciones dentro del CIAM, y permitió a los miembros exponer sus proyectos de con un lenguaje compartido que facilitaba su analisis. Para más información sobre la Grilla CIAM consultar el libro de Mumford, Eric (2000), CIAM Discourse on Urbanism, 1928-1960. Cambridge: MIT Press.
(22) Es importante destacar la aplicación, por parte de Villanueva, de los criterios funcionalistas derivados de las teorías de la ville radieuse de Le Corbusier, tal como se detallaron en la Grilla CIAM. Criterios que definen como núcleo inicial del proyecto urbanístico a la vivienda (entendida como la célula mínima de habitación); la cual al combinarse en un grupo mayor de unidades conformará una unidad de habitación; esta a su vez, al repetirse integrará la unidad máxima de agrupación, según el tamaño de la parcela a desarrollar. Cada unidad de agrupación estará dividida en las cuatro zonas funcionales: habitar, trabajar, recrear (el cuerpo y el espíritu: salud, educación, esparcimiento, etc.) y circular, teniendo como centro o corazón los centros comunales con los equipamientos y servicios públicos.
El reto que tiene la propuesta socialista revolucionaria bolivariana, de poder pensar un hábitat, incluyente, ecológico, lo verde, con espacios para el encuentro, que reconoce el valor de su idiosincrasia, prevalecen los seres, sobre la máquina, lo humano sobre lo económico, una sociedad que basa su desarrollo en la conjunción de lo colectivo, en contraste con el desarrollo capitalista hacia lo individual, lo exclusivo, donde priva lo económico, lo material, por encima de lo humanista, la Smart City, el contacto virtual, el consumismo. depredador, la identidad a través de una marca. La revolución debe responder.
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