El proceso de aprendizaje desde la nueva modernidad: ¿Utopía moderna? María Eugenia Collell Schnaidt



María Eugenia Collell Schnaidt. Arquitecta 1995, Magister en Diseño Urbano 2008, Doctorado de Urbanismo en proceso, tema: Gestión del Hábitat Sustentable. Docente investigadora Asistente a medio tiempo, ejerciendo desde el 2011 en el área de Estudios Urbanos de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo Carlos Raúl Villanueva de la Universidad Central de Venezuela. Ponente invitada 2018-actual y Coordinadora del Diplomado de Planificación de Hábitat y Ciudad Comunal. Jefe de proyecto de paisajismo del Rio Tuy para el Laboratorio Internacional de Hábitat Popular 2020. Participó en el Diplomado Formación Integral para el Docente UCV: ALETHEIA en el año 2017. Siendo el incentivo para investigar y ejercer sobre educación a distancia, diseño instruccional y competencias para la sostenibilidad, con publicaciones de ponencias, artículos arbitrados e investigación para el trabajo de ascenso: Sostenibilidad Urbana como tema en la formación del Arquitecto en la EACRV 2019. 

Resumen. Enfrentarnos como sociedad al Covid-19 tiene implícito un proceso de aprendizaje colectivo que ha permitido el desarrollo de competencias metacognitivas en el individuo, no solo a escala nacional o regional, sino también mundial.  Las experiencias colectivas externas, nos insertan en un proceso de aprendizaje guiado por el temor y el miedo. El objetivo del presente artículo es analizar los enfoques teóricos de los procesos de aprendizaje, resaltando el enfoque conectivista y su intencionalidad en la reedición de una nueva modernidad constructora de la “nueva normalidad”. Esto enmarcado en el contexto venezolano y el salto multidimensional que implica en tiempos de pandemia la actuación de docentes y estudiantes de todos los niveles educativos.

“Lo que somos depende del conocimiento que tenemos y lo que seremos depende de lo que seamos capaces de aprender” Javier Martínez Aldanondo .

1. Introducción
Reaccionar ante la posibilidad de desaparecer, nos exige aprender a conocer, a reconocernos con nuestras individualidades y colectividades culturales que le dan sentido a la vida y ahí es donde nos comprometemos, cuando aprendemos a querer y a sentir que todos tenemos efectivamente algo que aportar. Sabemos qué para lograrlo debemos informarnos y formarnos, insertarnos en este proceso de aprendizaje vertiginoso y tan delicado que, en nombre de la pandemia, está siendo globalizado. El objetivo del presente artículo es analizar los enfoques teóricos de los procesos de aprendizaje, resaltando el enfoque conectivista y su intencionalidad en la reedición de una nueva modernidad constructora de la “nueva normalidad”. Esto enmarcado en el contexto venezolano y el salto multidimensional que implica en tiempos de pandemia la actuación de docentes y estudiantes de todos los niveles educativos. ¿Cómo insertarnos en esta vorágine sin ser víctima de la utopía del control, producto de la modernidad?; Desde el pensamiento crítico transmoderno ¿Qué podemos aportar? Comprender que siempre se está aprendiendo a ser y que lo único seguro que tenemos es el cambio constante, es lo que nos define como seres resilientes, competentes y capaces de aportar en la construcción de la nueva normalidad, a nuestro modo, desde nuestro entorno y con nuestra identidad. Un proceso de aprendizaje – enseñanza que todavía creo, no hemos emprendido, cuya construcción colectiva es nuestra responsabilidad. 

2. El proceso de aprendizaje.
De acuerdo a la definición de aprendizaje de Doménech, “Aprender es adquirir conocimientos, no solo de tipo informativo sino también formativo.”; si le adjuntamos la definición de enseñar “… es favorecer la construcción de conocimientos…” (s.f., pag.1), podemos inferir entonces que el aprendizaje es un proceso de generación y construcción activa de conocimiento donde el docente y el estudiante son corresponsables y están signados por los distintos modos o enfoques teóricos y sus implicaciones instruccionales, fomentando el desarrollo de diversas habilidades y/o capacidades para comprender e interactuar con la realidad, de la cual forman parte y modifican constantemente.  
Tal y como lo expresa Marquès Graells “Aprender no es solamente adquirir información, es desarrollar habilidades que permitan seleccionarla, organizarla e interpretarla hasta que seamos capaces de aplicar con éxito este conocimiento a situaciones nuevas. Nuestro conocimiento es nuestro patrimonio.” (2001). Entonces estamos hablando de un proceso cognitivo, que es individual y que depende de los intereses y motivaciones que tenga el individuo en el medio donde se desenvuelve. 
La calidad del proceso está directamente relacionada con la interacción entre el profesor y los estudiantes y la interacción de este con sus pares.  Es decir, el conocimiento entonces tiene una buena dosis de construcción colectiva durante el proceso de aprendizaje a lo largo de toda la vida.
Aprender, tal y como lo dice Marquès Graells “no solamente consiste en adquirir nuevos conocimientos, también puede consistir en consolidar, reestructurar, eliminar... conocimientos que ya tenemos” (2001). Es un proceso que nos acompaña toda la vida y continuamente va sustituyendo conocimientos e incluso cambia la estructura física del cerebro, su organización funcional. Entonces requerimos desarrollar una habilidad especial que nos permita la asimilación al cambio: la flexibilidad; acompañada de la racionalidad, entendida como la capacidad de pensar y la metacognición que nos permite autorregular nuestro proceso de aprendizaje. 
García G., plantea que, 
“En la sociedad del conocimiento, cada persona ha de asimilar una base de conocimientos rigurosos y estrategias eficaces; tiene que saber qué pensar y cómo actuar ante las situaciones relevantes a lo largo de la vida; hacerlo desde criterios razonables y susceptibles de crítica; ser sensible a las exigencias cambiantes de los contextos; desarrollar el pensamiento reflexivo, crítico y creativo.” (2009, pág. 2)
Se trata entonces de desarrollar todas las potencialidades personales del individuo a través del proceso de aprendizaje, su intelecto, el afecto, sus valores morales, su sociabilidad y su capacidad estética.  
El mismo está invariablemente dominado por la motivación del individuo, su inteligencia (capacidad de razonar) y la experiencia como factores básicos. Cabe cuestionarse en este momento histórico de pandemia, donde nada es como antes y hay un dominio de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) ¿Son suficientes estos factores básicos para motorizar procesos de aprendizajes racionales, asertivos y dialécticos? Acaso no se convierte en un proceso de aprendizaje excluyente, donde el que tiene conexión y recursos puede y ¿el que no? ¿Cómo condiciona el aislamiento físico la sociabilidad del individuo?  En supuestos propios, el contacto físico no debe ser sustituido por el virtual.  El desarrollo de la humanidad, entendida como la capacidad de compresión del otro, del respeto mutuo, de empatía, requiere no solo mirarnos a través de una pantalla, requiere contacto físico, identificar al otro como par, para darle significado a los procesos de aprendizajes. Al fin y al cabo, se aprende para dar solución a algo que colabore con el desarrollo personal y en consecuencia de la humanidad.
Por último, hago énfasis en la definición que hace Zapata sobre el aprendizaje como “…el proceso o conjunto de procesos a través del cual o de los cuales, se adquieren o se modifican las ideas, habilidades, destrezas, conductas o valores como resultado (…) del estudio, la experiencia, la instrucción, el racionamiento o la observación.” (2015, pág. 72). El aprendizaje es el proceso, no solo el resultado o producto, el cual genera satisfacción y/o frustración, emoción que permitirán al individuo introyectar la experiencia como aprendizaje y utilizarlo en otros entornos y situaciones.
El proceso de aprendizaje ha sido conceptualizado en diversos enfoques teóricos, que han ido cambiando, evolucionando, incluso mutando en paralelo con el desarrollo de la sociedad moderna postindustrial y sus avances tecnológicos.  A continuación, se presenta de forma muy resumida los enfoques relevantes a este ensayo.

3. Enfoques teóricos.
Se plantea el análisis de los enfoques teóricos: conductista, cognoscitivo, constructivista y conectivista (ver gráfico 1), tomando en cuenta que, su efectividad de acuerdo a Zapata (2000)  y parafraseando, depende del cuándo el enfoque puede ser el mejor según las necesidades del estudiante, el estilo de enseñanza, el ambiente de aprendizaje y los objetivos de formación; también el cómo de un enfoque según el contexto dado. (2015, pág. 72).  Este punto es fundamental al momento de seleccionar un enfoque en particular. Ya que permite un espacio de interacción y relacionamiento de elementos de varios enfoques para lograr el objetivo de formar al individuo.
3.1.   Conductista: el aprender como adquisición de respuestas.
Es un condicionamiento clásico y operante de reflejos condicionados por mecanismos de estímulo-respuesta-refuerzo. El aprendizaje se da por las conexiones entre estímulo y respuestas. El individuo aprende a condicionar sus respuestas, según el estímulo recibido. El docente regula el proceso y es responsable exclusivo del mismo. Desde esta perspectiva, se puede decir que, este enfoque está enmarcado en la corriente epistemológica del positivismo, cuyo objetivo de pensamiento es intensificar la evolución, llevar al hombre hacia una sociedad perfecta, sin conflictos, organizada por la ciencia: La utopía del control, de la modernidad típicamente moderna. Con los estímulos adecuados, se obtiene la sociedad deseada. Las posibilidades que este enfoque conductista ofreció en su momento, aún no han sido superadas. Por tal motivo, estamos en presencia de una reedición del mismo, cuya explicación está en el enfoque conectivista.

3.2. Cognoscitivo: el aprender como adquisición de conocimiento con significados.
Gagné en 1965 se preguntó ¿cómo se aprende? Ya no era el estímulo o la respuesta, es el proceso entre ese estímulo y la respuesta lo que genera el conocimiento. Para Merrill y Gagné (1965)  el aprendizaje está basado en la forma de adquirir, almacenar y procesar la información. Es un proceso activo, consiste en la adquisición y representación exacta del conocimiento externo al individuo y requiere de factores como la motivación, captación y comprensión, adquisición y retención de la información para convertirla en conocimiento.  Recoge y reinterpreta algunas ideas del conductismo, como el refuerzo y el análisis de tareas. Este enfoque se puede ubicar dentro de la perspectiva epistemológica del empirismo, ya que se ocupa de los hechos que acontecen en la realidad, es autocorrectivo y progresivo. En su proceso el individuo recibe, organiza, almacena, acomoda y asimila el conocimiento, lo que cambia las estructuras cognitivas del ser. La conducta del docente estimula la conducta del estudiante, ambos son corresponsables del producto o resultado del proceso.

3.3. Constructivista: el aprender como construcción de significados.
En este enfoque el individuo construye el conocimiento desde la acción, las experiencias anteriores y la interacción constante con el medio. El cuestionamiento y la investigación son las bases metodológicas para este proceso, que presume una adaptación y la construcción de nuevos esquemas de conocimiento generado por la relación de equilibrio entre lo que se conoce, el desequilibrio de nuevos conocimientos que, cuando se asimilan reequilibran las estructuras mentales. Es un proceso de transformación del conocimiento. Para Marquès Graells “El constructivismo considera que el aprendizaje es una interpretación personal del mundo” (2001).  El estudiante construye el significado de los contenidos que le llegan a partir de elementos personales, experiencia e ideas previas e implícitas, para representar con sentido el nuevo conocimiento construido. “La perspectiva constructivista sugiere que más que extraer el conocimiento de la realidad, la realidad solo adquiere significado en la medida que la construimos” (Doménech, pág. 6). El papel del docente es de suma importancia, es el encargado de escudriñar las experiencias que trae el estudiante, para poder conectarlas con los nuevos conocimientos y llegar a ellos. Desde el punto de vista epistémico, se enmarca en la perspectiva hermenéutica, ya que la experiencia nos cambia continuamente y estamos constantemente comprendiendo la realidad, e interpretándola tal como lo plantea Gadamer. Este enfoque se apoya en el desarrollo del pensamiento cognoscitivo.

3.4. Conectivista: el aprender como conectar fuentes de información.
Esboza como es el proceso de aprendizaje en la sociedad de la información. Marquès Graells nos señala que “Para aprender es necesario establecer conexiones entre fuentes de información, que cambian y crecen sin cesar.” (2011). Es más importante el canal de acceso a la información que lo que contiene, ya que cambia constantemente. Se soporta en la integración de los principios explorados por las teorías del caos, las redes, la complejidad y la auto-organización. Dentro de los principios plantea que, el aprendizaje puede residir en dispositivos no humanos; es clave la habilidad de ver conexiones entre áreas, ideas y conceptos; el desarrollo de la capacidad de saber más, es más crítica que aquello que se sabe en un momento dado; la habilidad para discernir entre la información que es importante y la que es trivial es vital, así como la capacidad para reconocer cuándo esta nueva información altera las decisiones tomadas en base a información pasada. 
El individuo es el punto de inicio del conectivismo, que pasa por un ciclo de desarrollo del conocimiento que le permite mantenerse actualizado en el campo donde ha formado conexiones. El aprendizaje y el conocimiento están en la diversidad de opiniones, como resultado y la toma de decisiones en sí misma, es un proceso de aprendizaje.
La experiencia digital nos hace copartícipes en los procesos de aprendizaje colectivos y la red es el aprendizaje.  Este enfoque cuestiona la construcción del conocimiento y su significado. La velocidad de cambio que genera el bombardeo constante de información, permite intuir que es un proceso de acción-reacción.  Vale la pena preguntar ¿tiene el individuo la posibilidad de desarrollar procesos cognitivos para ser y saber que está aprendiendo? ¿Cuáles son las fuentes válidas del conocimiento? ¿Quién controla el conocimiento en la red?
La conectividad es la propuesta teórica del aprendizaje digital. Falta mucha tela que cortar. Zapata concluye: 
“las ideas centrales del conectivismo son dos: primero, que el aprendizaje son solo conocimientos (contenidos) útiles en distintos contextos y que por tanto pueden estar almacenados (soportados) en dispositivos y, segundo, que el individuo debe contar con una disposición (debe disponer de competencias, habilidades, para utilizar esa información.” (2015, pág. 95)
A diferencia de los enfoques teóricos anteriores se puede evidenciar que no se trata de cómo se obtiene el conocimiento, sino de los medios para su utilización. Desde esta perspectiva, los estudiantes deben convertirse en excelentes pescadores para saber dónde y que pescar para aportar a la humanidad. Preocupante el hecho de que se desvirtúa el papel del docente como guía. Cabe cuestionarse ¿Quién gestiona los contenidos en la red? ¿será quien domine a la humanidad?

4. ¿Utopía moderna? 
Habermas (1981) nos dice que la modernidad es un proyecto que supone crear consenso constantemente. Significa esto cómo principio ¿homogeneizar a la humanidad bajo un control único? ¿Puede el enfoque conectivista ser efectivamente la “herramienta” para lograr tal fin? La literatura y el cine nos muestran esta utopía del control, en incontables obras: todos iguales, misma conducta, misma ropa, parte de un sistema interconectado, donde la individualidad o privacidad desaparece en una sociedad digital, de esclavos cibernéticos y la forma de conseguirlo es con un proceso de aprendizaje condicionante por estímulo-respuesta, a través de la red. 
El tiempo y el espacio se diluyen en la red, de la misma forma, el individuo se niega a si mismo cuando busca ser alguien más, al tiempo que, constantemente está siendo presionado, monitoreado y empujado a tomar decisiones, muchas veces incoherentes con sus necesidades. 
La manipulación de la big data, nos ha dado numerosos ejemplos. A través de cinco personalidades básicas, la información la presenta de cinco formas de llegar a esas personalidades y listo, se obtiene los resultados esperados. Como por ejemplo el referendo en Inglaterra sobre el Brexit en 2016, o las mismas elecciones en E.E.U.U, casualmente en el 2016 también.
Desde finales del siglo pasado, han avanzado las corrientes de pensamiento en América Latina como la del pensamiento crítico transmoderno, de la mano de Dussel, Hinkelammert, entre otros, cuya finalidad en grandes rasgos y sin detalle, busca reivindicar el pensamiento aborigen; demostrando la importancia de los saberes ancestrales sobre los “conocimientos occidentales” en nuestro continente. Por primera vez se voltea la mirada, no hacia lo impuesto por Europa y después E.E.U.U., donde lo mejor es producido y elaborado en el primer mundo “desarrollado”; sino el enfoque, que desde la reforma educativa de inicios del siglo XXI hizo énfasis hacia nuestras raíces, nuestra historia y nuestra sociedad. 
Uno de los grandes problemas que se presentan, está relacionado con la bibliografía, al punto de tener que editar todos los textos escolares. Pero ¿qué pasa cuando los estudiantes buscan en el internet? La diversidad de contenidos disimiles, siguen siendo una herramienta de colonización, porque los algoritmos de búsqueda están diseñados para complicar la búsqueda de temas “inadecuados”. Entonces nuestra generación de nativos digitales quiere todo rápido y fácil, se queda con lo primero que consigue y no expresa capacidad de crítica sobre lo que decide copiar y pegar. 
Esta condición Zygmunt Bauman (2004) sociólogo, la define como modernidad líquida, entendida en el actual momento de la historia en el que las realidades sólidas se han desvanecido, dando paso a un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia, agotador. Todo es rápido, en imágenes que crean emociones pasajeras y se convierte en un verdadero circulo vicioso que nos mantiene en esta reedición que llamamos nueva modernidad.
El tema es muy complejo y requiere investigación. Se asoma para dar marco a la crítica sobre el enfoque conectivista y lo delicado que puede ser simplemente adoptarlo como el adecuado en esta era digital. 

5. La nueva normalidad 
Al inicio de la cuarentena causada por la pandemia del Covid-19, se expresó un boom por numerosas redes sociales, que enfatizaban la posibilidad que ofrecía esta situación de volver a los valores familiares. Era el momento de rescatar la convivencia familiar, perdida por algo más de ¿30 años?, padres, madres e hijos por fin se sentaban a la mesa a reconocerse y a corresponsabilizarse por las acciones individuales dentro del núcleo familiar.  Al primer mes de la cuarentena surge el tema de la educación en casa, sería interesante revisar investigaciones (no se si existen) de los niveles de frustración de los padres por emprender una tarea titánica y de los hijos, cuyos esquemas de vida fueron sacudidos violentamente. Al fin y al cabo, la escuela no solo enseña contenidos, sino también enseña al individuo a socializar, a disciplinarse y a seguir las reglas para ser parte de la sociedad. Seguro debe haber casos muy positivos, pero conocemos también casos lamentablemente negativos. Al final todos perdemos como sociedad.
Se plantea en casi todo el sistema educativo superior el inicio de actividades a distancia y rápidamente se arma una oferta muy amplia de cursos, talleres, diplomados, etc. No es tiempo de pensar en el cómo, sino que es necesario estar al aire. Salen a la luz otros problemas: la conectividad a internet, la deficiencia de los servicios públicos, suministro eléctrico y la vida útil de los equipos, software, el costo de los operadores de internet, etc., y con ellos la exclusión de quien no tiene o no puede acceder a ellos. Nos enfrentamos entonces a la idea de una nueva normalidad que empieza a surgir después de 120 días de cuarentena, que no tenemos idea de cuanto nos va a llevar y de la cual nos sentimos corresponsables en su creación desde el contexto educativo.

6. Reflexiones y Conclusiones
Estamos conscientes de lo que no queremos, pero aún no está muy claro que es lo que queremos. En tal sentido me hago eco de algunas de las recomendaciones que presenta (Michinel, 2019), aportando en la definición de algunos aspectos: 
“Comprender que las experiencias cognitivas de los niños y niñas con la tecnología, afecta tanto la comunicación como las formas de pensamiento y conocimiento.” Es el docente el que debe desarrollar la habilidad y flexibilidad para encausar el desarrollo cognitivo del estudiante y se propone sea bajo el enfoque constructivista que asigne significados a las nuevas formas de pensamiento y conocimiento.
“Fomentar la conciencia de sus propias responsabilidades personales.” Sobre todo, inmersos como estamos en el enfoque conectivista. Se es responsable y corresponsable de los resultados del aprendizaje obtenido. Actividades como la coevaluación y la autoevaluación por medio de criterios de calificación expuestos desde el comienzo de la asignación, pueden ser de gran ayuda. Sobre todo, en la educación por proyectos colectivos.
“Estimular las habilidades sociales y la sana convivencia.” Este punto es fundamental y primordial. La interacción en las redes sociales arbitrada, guiada por un docente, puede mejorar actitudes y aptitudes sociales en los estudiantes y colaborar en estimular las habilidades sociales, la sana convivencia y el desarrollo de competencias metacognitivas.
En conclusión, el docente tiene un papel relevante en el desarrollo no solo de contenidos, sino también, de competencias en el estudiante, “se plantea en este escenario digital, promover en los estudiantes las capacidades y aptitudes idóneas para indagar, analizar y transformar la información con la finalidad de construir con el colectivo nuevos conocimientos.” (Michinel, 2019)
La tecnología es una herramienta que debemos aprender a utilizar para sacar el máximo provecho en beneficio de nuestra sociedad y por tanto para la humanidad. En esta era digital, como parte de la sociedad de la información en la que estamos insertos, solo queda seguir pensando ¿cómo utilizarla para seguir generando conocimientos en nuestros estudiantes sin convertirlos en esclavos digitales?

7. Referencias Bibliográficas
Bauman, Z. (2004). Modernidad Líquida. D. F. Fondo de Cultura Económica, México: Fondo de Cultura Económica. Recuperado el Abril de 2019, de https://catedraepistemologia.files.wordpress.com/2009/05/modernidad-liquida.pdf
Del Maestro, C. (2003). El aprendizaje estratégico en la educació a distancia. Cuadernos de Educación.
Doménech, F. (s.f.). LA ENSEÑANZA Y EL APRENDIZAJE EN LA SITUACIÓN EDUCATIVA. Obtenido de http://aulavirtual.fevp.gob.ve/pluginfile.php/24313/mod_resource/content/4/La%20ensenanza%20y%20el%20aprendizaje.pdf.
García G, E. (2009). Aprendizaje y construcción del conocimiento. En C. y. Lopez Aloso, Las plataformas de aprendizaje. Del mito a la realidad. (págs. 21-44). Madrid: Biblioteca Nueva.
Marquès Graells, P. (última revisión: 9/08/11 de 2001). El Aprendizaje: requisistos y factores. Operaciones Cognitivas. Roles de los estudiantes. España. Obtenido de http://peremarques.net/actodidaprende3.htm
Michinel, E. (2019). El aprendizaje de los nativos digitales desde sus vivencias, pensamientos y acciones. GACETA DE PEDAGOGÍA Nº 38.
Zapata-Ros, M. (Abril de 2015). Teorías y modelos sobre el aprendizaje en entornos conectados y ubicuos. Bases para un nuevo modelo teórico a partir de una visión critica del “conectivismo”. e - Usal Revistas. Education in the knowledge society (EKS), 16(1), 69-102. doi:http://dx.doi.org/10.14201/eks201516169102

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