Deconstrucción de la mirada neocolonial de la agroalimentación y la salud en América Latina y el Caribe. Tercera parte. Javier Nouel




Dr. Javier Nouel. Fundación Escuela Venezolana de Planificación, Coordinación de Proyectos de Investigación.
Resumen. El presente trabajo es el último de tres artículos en el cual el autor busca deconstruir la mirada neocolonial de la salud y la agroalimentación que imposibilita el diálogo de saberes entre diversas epistemes a pesar que la Organización Mundial de la Salud la impulsa desde el año 1978. El autor plantea que las disciplinas relacionadas a estas áreas, influenciadas por el enfoque positivista, reproduce lo que denomina dispositivos epistémicos de exclusión, con los que se niegan de forma acrítica y prejuiciosa otros enfoques de salud y alimentación que persisten en el mundo, y en particular en América Latina y el Caribe, a pesar de que sus prácticas son eficientes y se presentan como vías con la que muchos pueblos gestionan su salud y alimentación. Se trata de una revisión documental de fuentes críticas, en la que el autor redefine conceptos y categorías para lograr la deconstrucción del enfoque hegemónico moderno reflejado en la salud y la agroalimentación. En este artículo el autor expone los dispositivos de la fragmentación y el colonialismo, el darwinismo social, el maltusianismo, el antropocentrismo y el mito del retraso de los otros.

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Fragmentación y colonialismo  

El pensamiento fragmentario de personajes como Descartes, Comte, Newton, Darwin, Malthus, entre otros, influyeron enormemente en el pensamiento moderno hasta del siglo XX, que se expandió a todo el mundo. 
Este paradigma, que controla la aventura del pensamiento occidental desde el siglo XVII, ha permitido, sin duda, los enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica; sus consecuencias nocivas ulteriores no se comienzan a revelar hasta el siglo XX (Morin, 2007: 30).
Es así que se generó una visión hegemónica del conocimiento basada en la fragmentación de la realidad, que apuntaló hacia la hiperespecialización, lo que generó a su vez, una serie de debilidades: englobados en lo que Morin denominó inteligencia ciega:

La inteligencia ciega destruye los conjuntos y las totalidades, aísla todo sus objetos de sus ambientes. No puede concebir el lazo inseparable entre el observador y la cosa observada. Las realidades claves son desintegradas. Pasan entre los hiatos que separan a las disciplinas. Las disciplinas de las ciencias humanas no necesitan más de la noción de hombre (…) La metodología dominante produce oscurantismo porque no hay más asociación entre los elementos disjuntos del saber y, por lo tanto, tampoco posibilidad de engranarlos y de reflexionar sobre ellos (Ibídem: 31).
Por su parte, la física de la India y activista ambientalista la Dra. Vandana Shiva asegura que:
Una importante fuente de amenaza a nuestra supervivencia ecológica y creciente cultura de inseguridad es la autoridad y el dominio de construcciones abstractas, y una negación de lo real, lo concreto, lo que da vida. Este “escape” de nuestro ser como especie biológica está arraigado históricamente en la división cartesiana/newtoniana entre mente y materia, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre las cualidades primarias y las secundarias. En una concepción del mundo reduccionista y mecanicista, lo construido tiene primacía y es más real que la propia realidad. Este dominio de las construcciones abstractas sobre la realidad vivida se basa en la división y la separación, la descontextualización y la enajenación, y una ceguera ante la desintegración que resulta de separar lo que está interconectado. La atomización se ha convertido en el pensamiento y en la práctica dominante (Shiva, 2007: 117).
Necesitamos un nuevo paradigma para responder a la fragmentación provocada por varias formas de fundamentalismo, un nuevo movimiento que nos permita cambiar la cultura dominante y penetrante de la violencia, destrucción y muerte, por una cultura de no violencia, vida y paz creativas (Ibídem: 118).

Es así que las múltiples fragmentaciones del enfoque empírico analítico, genera un pensamiento reduccionista y separatista que no permite que los saberes académicos nazcan del contexto local y regional, sino que, por el contrario, niegan los saberes locales, y reproducen lo saberes construidos en el centro de la hegemonía cultural, constituyéndose en un importante dispositivo del colonialismo. Así mismo, se separaron las ciencias de carácter o interés técnico, en este caso la medicina, la agronomía y la nutrición, de los saberes sociales y humanísticos, como la antropología, la sociología, la historia; y con ello se dificultó la educación crítica en la formación técnica. En este sentido, lo técnico se constituye en el centro simbólico de la hegemonía, haciendo perder validez a la reflexión social, histórica y filosófica. En este contexto, el saber técnico fragmentado no permite la reflexión crítica y hermenéutica para la interpretación y reconocimiento de las otras formas de educar, sanar, alimentar y producir, en tanto se sustenta en la idea de que los otros están estancados en el pasado, que es su propio pasado, constituyéndose en un dispositivo importante de la colonialidad del saber.
El darwinismo social y la justificación de la barbarie ilustrada
Entre algunos elementos que la ciencia moderna mantiene del pensamiento colonial, se evidencian lo que hoy se conoce como darwinismo social. El británico Charles Darwin (1809-1882) revolucionó el pensamiento occidental al hablar de la evolución de las especies. Sin embargo, esta visión se trasplantó al estudio de las culturas, por lo que los pueblos subordinados por el imperialismo colonial se consideraron inferiores y, en aras de la evolución, se justificó en múltiples ocasiones su eliminación, el genocidio y el etnocidio (Monsonyi y Bracho, 2017:17).
En el documental Racismo destino final (BBC, 2007) se expone como en India dominada por los británicos desde el siglo XVII, se usaron los argumentos evolucionistas para justificar la barbarie. Los sistemas agrícolas locales y ancestrales fueron dominados y monopolizados por la corona británica. En 1870 se vivió una intensa sequía que generó una caída importante en la producción de alimentos. En otras oportunidades los sistemas locales de almacenamiento e intercambio ancestrales protegieron las comunidades de eventos como este. Sin embargo, producto de la colonización y la modificación y dominación de los sistemas agroalimentarios, centralizados y monopolizados por la corona británica, y subordinados a los mercados internacionales, India experimentó una de las peores hambrunas. Simultáneamente el imperio realizó la más grande hazaña de catering de la historia, en la celebración de la coronación de la Reina Victoria como emperatriz de India, celebración que duró una semana y donde dieron de comer banquetes a unas 60.000 personas.
El imperio británico destinó a la fuerza la agricultura de India a la producción de trigo y arroz para el mercado internacional colonialista. Los asesores del Virrey Lord Lytton, justificaron las hambrunas con argumentos evolucionistas y de las fuerzas del mercado, asegurando que la mortandad se debía a la inferioridad de los hambrientos. Para 1877, millones de campesinos de India, que en otrora vivieron con dignidad, padecieron hambrunas inhumanas. Este es otro ejemplo de la compleja realidad colonial y la relación de la hegemonía cultural, en la justificación de la dominación política. La justificación de la colonización desde el darwinismo social ha estado presente en todas las colonias y permanecen como metarelato en las excolonias.
Otro ejemplo de la India, es la historia vivida por la ancestral medicina Mharma, sistema basado en el uso de las manos desde un muy sofisticado conocimiento de la fisiología y anatomía humana, la cual fue perseguida por los colonos británicos, siendo casi exterminada, ya que sus practicantes eran encarcelados y mutilados de dedos y manos para que no pudiesen practicar la medicina tradicional. Sin embargo, la práctica ancestral logró resistir la represión colonialista y se mantuvo en secreto llegando hasta nuestros días como un importante alternativa en India (Nalin, 2001). Así mismo, en Venezuela, los saberes chamánicos fueron demonizados por las misiones religiosas, quienes convencían a los indígenas que se trataba de expresiones del diablo, siendo de poco o ningún interés académico de científicos ligados al tema de la salud, inclusive relegándolos a la “clandestinización” (Villalón, 2007: 36). Sin embargo, es bien sabido hoy, como lo expuso el Dr. en Ciencias Sociales y antropólogo de la U.C.V. Ronny Velásquez en el 5to Congreso de Medicina Natural y terapias complementarias, llevado a cabo en Caracas en mayo del 2012, que las grandes empresas transnacionales envían a antropólogos, farmacéuticos, entre otros, a comunidades indígenas de Nuestra América para extraer sus conocimientos y luego patentarlos, lo que se denomina biopiratería (Senluy y Nouel, 2012)[1].
El Maltusianismo
Otro principio abstracto que permanece fuertemente en la academia y la tecnocracia contemporánea es lo que se conoce como maltusianismo. Thomas Malthus (1766-1834), fue un importante miembro de la Real Academia Británica que en su “Ensayo sobre el principio de las poblaciones” de 1798, aseguró que los seres humanos se multiplicaban mucho más rápido que su capacidad de producir alimentos, por lo que predijo hambrunas en el futuro. La visión maltusiana sigue siendo de gran influencia en el mundo, justificando las hambrunas en términos de sobrepoblación y escasez; sin embargo, para “el año 2008 vimos los niveles de hambre más altos de la historia mundial en la población pobre, al mismo tiempo que vimos una cantidad de cosechas y ganancias récord para las corporaciones agroalimentarias más grandes” (Holt-Giménez y Patel, 2010: 25). A pesar de esta realidad, muchos sectores siguen temiendo a las predicciones de Malthus, aunque, desde la colonia, la abundancia y el derroche de las minorías, significan la miseria de millones de seres humanos.

De hecho, en los últimos 20 años la producción de alimentos mundial ha crecido más de 2% anualmente, mientras que la población mundial está creciendo el 1,14% al año (Hansen-Khun 2007; Rossi and Lambrou 2008). O sea, la población mundial no está por encima de la oferta de alimentos. Lo que sucede es que más del 90% de la gente que pasa hambre es demasiada pobre y no puede comprar la comida que existe (Ibídem:26).
La realidad nos indica que en el marco de la superproducción, es la distribución desigual, la especulación y acaparamiento, que se deriva de los sistemas colonialistas, las que genera las hambrunas, como lo indican organizaciones sociales como Vía Campesina; sin embargo, el maltusianismo se presenta como un importante dispositivo de exclusión que invisibiliza las condiciones estructurales neocoloniales, y desplaza la responsabilidad a los pueblos, en particular, los de los llamados eufemísticamente países en vías de desarrollo.
El antropocentrismo como continuidad oculta de las ideas teocéntricas occidentales
La justificación de la colonización por parte de la religión cristiana católica se fundamentó en la evangelización, es decir en “llevar la verdad revelada” a los primitivos, ya que el hombre blanco estaba hecho a imagen y semejanza de dios. En cambio, en el darwinismo social, con un “dios muerto”, el hombre blanco pasaba a ser el espécimen más evolucionado, y la colonización no era más que el resultado de la lucha por la supervivencia. En ambas visiones, el hombre blanco europeo se encontraba en la cúspide de la creación en una visión teocéntrica, la primera, y antropocéntrica, la segunda. En tal sentido, partiendo de la visión weberiana del conocimiento, el saber científico occidental, proviene de la visión cristiana de la cultura de la que emergió; se trata de un constructo más elaborado cuya genealogía contiene en sí dispositivos cognitivos del cristianismo europeo, en la que el ser humano, en particular el hombre blanco europeo, se auto posiciona como ser superior que puede hacer lo que quiera con los otros, incluyendo la naturaleza. En cambio, en las culturas americanas y otras que fueron dominadas y marginadas por los imperios, el ser humano se considera parte de la naturaleza, hermanados con otros seres vivos. La postura antropocéntrica del saber científico occidental genera o una mirada dominante y depredadora con respecto a la relación humano-naturaleza; en cambio, otras culturas tienen una mirada respetuosa, holística, en la que se comprende que el ser humano no puede vivir fuera de la naturaleza, por lo que todo lo que se haga agrediéndola, genera nefastas consecuencias en lo humano.
Para poder construir una educación multiversa en agroalimentación y salud integral, hay que superar tanto la visión teocéntrica cristiana, como la antorpocéntrica moderna, en tanto el ser humano no está por encima de la naturaleza; es parte de ella. En este sentido, las prácticas de agroalimentación deben partir de un profundo respeto por la naturaleza, en tanto todo lo que le afecte negativamente, genera daño en lo humano directa o indirectamente. Tal es el caso de la producción alimentaria con agroquímicos, así como el procesamiento de los alimentos, que están generando importantes impactos ambientales, epidemiológicos y socio culturales. Así mismo, la salud vista desde la visión antropocéntrica homogeneizadora, no considera con suficiente énfasis la importancia del contacto con la naturaleza como elemento de vida saludable, ni concibe la relación de la terapéutica con los recursos locales de cada contexto; por el contrario, impone fármacos, protocolos y procedimientos aislados de la naturaleza contextual. Es así que en el diálogo multiverso con el otro, la naturaleza debe dejar de ser ese otro dador infinito de recursos desde un punto de vista mercantilista, y depositario de desechos contaminantes, para retomarse como la vida misma, llegando a las nociones emocionales, afectivas y espirituales, que están tomando una nueva dimensionalidad en el contexto contemporáneo, en particular en las otras formas de sanar, educar, alimentar y producir de las experiencias a las que me refiero en esta investigación.
El mito del atraso de los otros - los otros como desnutridos y enfermos
En la visión neocolonial del darwinismo social se ha relacionado al mundo de los otros con retraso, pobreza, desnutrición y enfermedad. Un claro ejemplo de esta visión, es que muchos alimentos indígenas eran considerados de mala calidad. El dicho venezolano: “Ni indio es gente ni casabe bastimento”, dan ejemplo de esta visión[2]. Otra muestra interesante sobre el desprecio de la cultura hegemónica por sobre lo indígena, lo vemos en la siguiente cita:

Los aztecas, los mayas y los incas fueron previamente debilitados por el exagerado consumo de maíz. Se ha demostrado que los indios americanos pasaron, poco antes de la llegada de los blancos, de un régimen alimenticio variado a una alimentación basada en un 90% en el maíz, lo que produjo la aparición de artrosis, caries dental y una menor resistencia a las infecciones (Seignalet, 2001: 71).
Este médico francés del mundo contemporáneo, ostenta la visión neocolonial de la historia agroalimentaria, por lo que considera que los indígenas fueron diezmados más que por la barbarie europea, por tener una alimentación pobre y poco diversa.
La Historia de la Medicina en la Venezuela Colonial (Arteta, 2006) del médico y magíster en historia, el Dr. Federico Arteta de la universidad Centrooccidental Lisandro Alvarado (academia que forma médicos en Venezuela), sirve para citar otro ejemplo venezolano que refleja la visión neocolonial de la historia occidental y su relación con los otros, en este caso de un texto desarrollado para la educación de médicos, en el que se refleja la idea reduccionista de la alimentación indígena antes de la colonia, y que se sostiene del darwinismo social. En el texto se evidencia que, al relatar la vida indígena, la presenta como primitiva, pre-técnica, retrasada, bárbara. Con respecto a la alimentación indígena, cito:

¿Cómo comían los amerindios de esta nación caquetía? Hoy en día se sabe que comer solo maíz conduce a una enfermedad llamada pelagra por deficiencia de una vitamina llamada niacina, pero según Federman los caquetíos complementaban su alimentación con carne de animales como el venado, probablemente la danta, y muchos otros pequeños animales (Arteta, 2006: 91).
Este tipo de consideraciones contradicen lo que autores que no sólo se fundamentan en investigación documental y uso de las crónicas de los conquistadores -que evidentemente tienen una carga etnocéntrica incuestionable ante los ojos del hermenéuta contemporáneo- sino en estudios de campo desde la arqueología como disciplina, evidencian que la alimentación indígena en casi todo el territorio era biodiversa y equilibrada, en contraste con la alimentación europea, en particular de los conquistadores, que se presenta menos biodiversa y muy pobre[3].
Otro ejemplo interesante es vivencial: he escuchado por parte de algunos indígenas del Amazonas venezolano, la idea de que la alta incidencia de diabetes en sus comunidades era por el alto consumo de la yuca y sus derivados. Sin embargo, esta visión surgida en gran medida de profesionales de la salud, no considera la incorporación de alimentos ultraprocesados como harinas, azúcares, así como alcohol, de la mano del criollo, que en realidad son los que están relacionados a este tipo de enfermedades crónicas no transmisibles[4].
Por otra parte, la forma de producción indígena llamada en Venezuela conuco, palabra de origen taino (Alvarado, 2008: 133), caracterizada por su riqueza en biodiversidad y equilibrio ambiental ha sido desestimada por prejuicio neocoloniales.

Reivindicando <<la cultura del conuco>>, reivindicamos una forma de producción vernácula muy desdeñada o vilipendiada hoy en día, bien por su incomprensión (sobre todo por los modernos agrónomos) bien por su distorsión (sobre todo por el actual campesino criollo, que ha perdido la coherencia del conuco tradicional con la introducción de nocivas técnicas de la cultura moderna). La tala y la quema controlada, un aspecto del conuco tradicional, han sido muy mal entendidas. El conuco tradicional indígena usaba este método en pequeña escala y como parte de una agricultura nómada itinerante, en suelos no tan fértiles de ambientes frágiles (caso típico: la selva tropical), con el fin de conciliar el contar con el abono de las cenizas con el no abusar de la vitalidad del suelo. Además este método esperaba prevenir el crecimiento de hongos del suelo. De esta forma, el indígena lograba su sustento y preservaba el ecosistema. Los métodos de tala y quema hoy, son cosa muy distinta –y no debe confundirse con la coherente cultura del conuco tradicional. Es equivocado despreciar un sistema, una tecnología de producción autóctona, probada a través de los siglos, porque no tenemos el tiempo necesario para entenderla cabalmente; como es equivocado declarar a una hierba como <<maleza, enemigo N° 1 de la agricultura>>, como han hecho los agrónomos modernos con el corocillo, cuando sus importantes usos medicinales, y alimenticios, reivindicamos hoy (Bhat, Bracho y Freites, 2005: 37).
El último caso citado, el del corocillo (cyperus rotundus), se evidencia una vez más que lo que la cultura hegemónica considera como una “plaga”, constituye un importante recurso alimenticio y medicinal para otros sistemas diversos. Por otra parte, es de resaltar que hoy en día las grandes farmacéuticas transnacionales, comienzan a valorar y a investigar sobre los saberes ancestrales, para patentarlos y crear nuevos productos (Pollak-Eltz, 2001: 23).
Este ejemplo aplica también para otras “malezas” como la pira o bledo (amaranthus viridis) que inclusive fue prohibido por el imperio español, ya que se reconocía como alimento sagrado de guerreros indígenas. Esta planta fue central en todo el continente americano (Bhat, Bracho y Freites, 2005:94). La prohibición, apoyada por la Iglesia Católica, se tradujo en la destrucción de los cultivos y en castigo severo a quienes la consumieran. De hecho, la expresión criolla “me importa un bledo”, hace referencia a la desvalorización de los recursos de los otros, en particular del amaranto (Bracho, 1995: 266). Diversas experiencias revisadas reivindican el uso de esta planta, por sus propiedades medicinales y nutricionales, ya que es rica en hierro (ideal para tratar la anemia ferropénica), en aminoácidos esenciales (precursores de las proteínas), calcio y magnesio (fundamental para el tratamiento y prevención de osteoporosis y osteopenia). Lo más impresionante de esta planta, es que crece de manera espontánea en terrenos baldíos, suelos pobres, e inclusive entre el concreto de ciudades como Caracas. Es de resaltar que la capital de Venezuela debe su nombre a dicha planta y a los indígenas que habitaban este territorio, que la consideraban parte esencial de su cosmovisión.
El sociólogo portugués Boaventura De Sousa Santos relata un interesante caso que ejemplifica como la no aceptación de lo diverso, impuesto en modelos de desarrollo, pueden generar problemas que evidencian que en ocasiones, y sobre todo con la imposición de modelos foráneos, “el remedio es peor que la enfermedad”:

En la década de los sesenta, los sistemas de irrigación de los campos de arroz de Bali de mil años de antigüedad, fueron reemplazados por sistemas científicos de irrigación promovidos por los partidarios de la Revolución Verde. Los sistemas de irrigación tradicionales estaban basados en conocimientos ancestrales y religiosos, y fueron utilizados por los sacerdotes de un templo Hindú-Budista dedicado a Dewi-Danu, la divinidad del lago. Estos sistemas fueron reemplazados precisamente porque se consideraban basados en la magia y la superstición, el “culto del arroz”, como fueron despectivamente llamados. Sucedió que su reemplazo tuvo resultados desastrosos en los campos de arroz, las cosechas declinaron más de un 50%. Los resultados fueron tremendamente desastrosos, hasta el punto de que los sistemas científicos de irrigación tuvieron que ser abandonados y ser restablecido el sistema tradicional (Lansing, 1987; Lansing, 1991; Lansing y Kremer, 1993).
Este caso también ilustra la importancia del principio de precaución al lidiar con la cuestión de una posible complementariedad o contradicción entre diferentes tipos de conocimientos. En el caso de los sistemas de irrigación de Bali, la presupuesta incompatibilidad entre dos sistemas de conocimiento (el religioso y el científico), ambos concernientes a la misma intervención (irrigar los campos de arroz), resultan de una evaluación incorrecta basada en la superioridad abstracta del conocimiento científico. Treinta años después de la desastrosa intervención técnico-científica, modelados por ordenadores –un área de las nuevas ciencias– mostró que las secuencias del mantenimiento del agua usadas por los sacerdotes de la divinidad Dewi-Danu fueron más eficientes que cualquier otro sistema concebible, sea científico o de otro tipo (Sousa, 2010: 39).

Conclusiones preliminares
Por lo antes expuesto, afirmo que el entendimiento de la situación actual de la educación, la agroalimentación y la salud, desde la postura holística y crítica que postulo, pasan por la deconstrucción de la mirada neocolonial de la academia, que tiene fuerte tendencia mixofóbica, es decir de fobia por lo diverso. Con este proceso de deconstrucción, busqué la comprensión e interpretación holística y crítica del fenómeno en la actualidad para dar cabida a una mirada y postura epistémica, ontológica, axiológica y metódica que acepte la educación multiversa.
Partiendo de la mirada descolonizadora, procuro desmitificar la postura hegemónica que presenta a la realidad indígena, africana, asiática, y los otros de occidente, como primitiva, salvaje, bárbara, con el fin de construir un relato que acepte a lo diverso, a los otros, a la alteridad, a las otras formas de sanar, educar, alimentar y producir. Esto se refleja en la idea muy expandida de que el indígena “retrasado” estaba en estado de desnutrición y enfermedad antes de la llegada de los europeos, quienes al “descubrir a América”, civilizaron a los salvajes y permitieron el avance de la historia y el progreso. Este metarelato justifica el exterminio de más de 80 millones de seres humanos que la historiografía oficial calcula desaparecieron violentamente de América víctimas de la colonización.
Dentro de los otros, con respecto a lo estudiado en la presente investigación, se encuentran las otras formas de educar, de concebir la agroalimentación y la salud. Sin embargo, esta aceptación debe superar la mirada ingenua que ve a lo diverso como objeto curioso de museos, libros y tesis de poca relevancia; por el contrario, debe concebir a la alteridad como conjunto de saberes vivos con capacidad de seguir aportando para el presente y el futuro y con la que se debe dialogar y construir hombro a hombro. Este ejercicio teórico es de vital importancia, ya que en la construcción de una educación multiversa para la agroalimentación y salud integral, se debe consolidar un discurso histórico interpretativo que permita reconocer la existencia de otras culturas, pero no como quien mira a un pasado superado o por superar; sino, por el contrario, mirando a los otros como nuestros contemporáneos capaces de aportar para el presente y el futuro. Se trata de construir un lente capaz de valorar a la alteridad en la construcción de enfoques multiversos para la educación en agroalimentación y salud integral, resaltados por la modernidad mixofílica que se presenta como una oportunidad real y concreta para construir nuevas formas de sanarse, alimentarse y producir.
Es importante exponer finalmente, que estos distintos enfoques no deben confrontarse, ni verse en una línea temporal progresista excluyente; por el contrario, se trata de la convivencia de los distintos mundos contemporáneos, superando las categorías dicotómicas modernidad-tradición; en tal sentido, la medicina alopática puede convivir sin conflicto con las otras formas de sanar y el conuco puede convivir con la agricultura moderna desde un enfoque agroecológico. Se trata de impulsar diversas experiencias desde distintas epistemes y desde distintos lugares, dependiendo de muchos factores territoriales, culturales, ambientales, entre otros. Se trata de superar el pensamiento único y la mirada unicausal de Occidente, que se presenta autoritario, bajo el manto del disimulo de la libertad como discurso que oculta una de sus caras dictatoriales.
Desde las propuestas de gobiernos contrahegemónicos, en la que la diversidad y la participación parecen constituir la novedad con respecto a otras experiencias históricas, en particular en América Latina, un paso importante para pasar del asistencialismo al fortalecimiento e impulso del Poder Popular, pasa por reconocer la multiplicidad de experiencias y formas organizativas en lo económico, en lo político, en la salud, en la agroalimentación, entre muchas otras dimensiones, que tengan como elemento amalgamador la propuesta emancipadora; de lo contrario, si se impone una sola lógica, un solo método, un solo tipo de organización posible, un solo enfoque epistémico, político, metodológico, etc. se pueden apagar los poderes creadores del pueblo, generando a su vez, una instancia burocrática poderosa que impone, que se deforma, y que se envilece, constituyéndose en auténticos reproductores de la lógica de la hegemonía del capital.
El reto, pues, parece apuntar, en constituir una nueva hegemonía contrahegemónica, que acepte lo diverso. En lo político, los movimientos latinoamericanos parecen haber tenido este importante logro como fuerza transformadora; pero en lo técnico, sobre todo en las áreas que atañen a la presente investigación, es decir, la salud y la agroalimentación, la formación técnica convencional de los profesionales, se constituyen en auténticos cinturones de seguridad que dificultan que los técnicos dialoguen con los otros, con el saber popular, con el político, ya que dicha formación no es científica, en el sentido profundo del término, ni política. Por el contrario, reproduce el pensamiento único de la modernidad occidental, que reproduce los dispositivos epistémicos de exclusión de los otros que hemos descritos en los tres artículos de esta investigación documental.
Una verdadera formación científica debe partir de bases epistémicas sólidas, que reconozca la diversidad, de lo contrario, es imposible pensar los otros mundos no solo posibles, sino, que ya existen al margen de la hegemonía del capital financiero depredador, y que pueden aportar en los grandes proyectos contrahegemónicos. Sin formación epistémica, la formación técnica no es científica, es reproductora de la hegemonía de las grandes corporaciones transnacionales, es mecanicista, es aparentemente a-política, pero manejada desde la política de los grandes capitales, es dominadora, impositiva, autoritaria y excluyente; en fin, es a-científica pero oculta bajo el poder simbólico de creerse científica, por lo tanto es dogmática, como lo fue la religión católica en la época de Galileo Galilei. Allí, el enfoque crítico latinoamericano, desde el cimarronaje sentipensante, que reconoce la diversidad y es capaz de trabajar en ella, desde lo pluriparadigmático y multimetodológico, desde la diversidad cultural, tiene una fuerza histórica transformadora con la cual podemos reconocer las distintas formas de sanar, alimentar, educar y producir en los distintos niveles, dimensiones, territorios y subjetividades, sin contradicciones maniqueas que en vez de ayudar a la praxis transforrmadora, nos mantiene en discusiones ideológicas que se alejan de la realidad compleja, dinámica y en constante transformación. Pongámonos mano a la obra.
Referencias bibliográficas
Arteta, Federico (2006). Historia en la Medicina de la Venezuela Colonial. Barquisimeto: Fondo Editorial Buría.
Bhat, Keshava, Bracho, Frak y Freite, Carmen (2005). La Vuelta al Conuco: Producción Naturista para un mundo en crisis. Caracas: Ediciones Vivir Mejor.
Bracho, Frank (1995). Del Materialismo al Bienestar Integral. El imperativo de una nueva civilización. Caracas: Ediciones Vivir Mejor.
Holt-Giménez, Eric; Patel, Raj (2010). Rebeliones alimentarias. Crisis y hambre de justicia. España: El Viejo Topo.
Morin, Edgar (2007). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Editorial Gedisa.
Monsonyi, Estaban y Bracho, Frank (2017). El rescate de la sabiduría indígena ancestral como aporte a un mundo nuevo. Una comprensión y actualización del tema indígena. Caracas: Fondo Editorial El Perro y la Rana. Disponible en: https://www.google.com/url?sa=t&source=web&cd=1&ved=2ahUKEwj0nv2724LkAhVt1lkKHQRpAjgQFjAAegQIAhAC&url=http%3A%2F%2Fwww.elperroylarana.gob.ve%2Fwp-content%2Fuploads%2F2017%2F09%2Fel_rescate_de_la_sabiduria_indigena_ancestral_como_aporte_a_un_mundo_nuevo.pdf&usg=AOvVaw1NI1vLl7zlRoHMT46DQT0W [Consultado: 2019, 14 de agosto]
Pollak-Eltz, Angelina (2001). La Medicina Tradicional Venezolana. Caracas: UCAB.
Seignalet, Jean (2002). La alimentación, la 3ra medicina. Barcelona: RBA libros, S.A.
Shiva, Vandana (2007). Las nuevas guerras de la globalización. Semillas, aguas y formas de vida. Madrid: Editorial Popular.
Sousa, Boaventura de (2010). Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento abismal. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales – Clacso.
Villalón, María Eugenia (2007). Los Eñepá En Freire, German (2007). Salud Indígena en Venezuela. Volumen II (2007). Caracas: Ministerio del Poder Popular para la Salud. Disponible en: https://www.researchgate.net/profile/Aime_Tillett/publication/324606249_Salud_indigena_en_Venezuela_Volumen_II/links/5ad8e855a6fdcc2935868cc6/Salud-indigena-en-Venezuela-Volumen-II.pdf [Consultado, 2019, 14 de agosto]
Referencias videográficas
BBC (2007). [Documental]. Racismo destino final. Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=t_mYLNLLF8c&t=4s [Consulta: 2018, 02, 2018]
Nalin, Pan (Director) (2001). [Documental]. Ayurveda: Art of Being. Alemania: Christoph Friedel (Productor). Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=NfSHDTxwKCw [Consulta: 2018, 02, 2018]
Registros audiovisuales
Senluy, Osiris y Nouel, Javier (2012). 5to congreso venezolano de medicina natural (2012).



[1] Sobre la biopiratería, ver Shiva, 2007.
[2] Esta referencia fue apuntada por el estimado Antropólogo Arturo Jaimes durante las jornadas realizadas en la Universidad Bolivariana de Venezuela, mientras impulsábamos el Programa Nacional de Formación en Seguridad Alimentaria y Cultura Nutricional a finales del 2015.
[3] Sobre la biodiversidad alimentaria de los pueblos amerindios antes de la conquista revisar a: Wagner (1991), Bracho (1995), Bhat, Braco y Freites (2005), Sanoja (1997), entre otros.
[4] Al respecto es interesante revisar la investigación de María Eugenia Villalón (2012: 42) sobre el pueblo Eñepá en el Edo. Apure en la que hace referencia a la situación alimentaria y epidemiológica producida por de la introducción de alimentos industriales refinados y las frituras, de la mano de los criollos y el Estado venezolano durante 50 años.

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